El desarrollo del cerebro de los niños europeos está siendo dañado por los productos químicos que fabrica el ser humano, advierte un reciente estudio realizado por la organización WWF contra la degradación medioambiental de nuestro planeta.
Uno de los objetivos de esta organización, fundada hace cuatro décadas y activa en los cinco continentes, consiste en promover la reducción de la contaminación y del consumismo derrochador.
Su estudio, titulado Compromising our Children, pone de relieve que los productos químicos están produciendo serios daños en la inteligencia de los niños. Las últimas investigaciones a este respecto señalan que todos estamos expuestos a estos productos, que en los niños daña el desarrollo cerebral y la coordinación.
Problema público, según la UE
El estudio demuestra que en la Unión Europea estas sustancias químicas están afectando al desarrollo cerebral de los niños, con un empobrecimiento de su memoria y de su vista; así como con un empeoramiento de sus capacidades motoras y una reducción de su cociente intelectual.
Se calcula que la pérdida de tan sólo un punto en el cociente intelectual puede implicar una reducción de ganancias a lo largo de toda una vida de alrededor del dos y medio por ciento, aunque las consecuencias a largo plazo de los efectos de los productos químicos en los niños aún son desconocidas.
Además, incapacidades o minusvalías como los desórdenes en la capacidad de atención o la hiperactividad y el autismo parecen haber aumentado, y la preocupación acerca del papel de los productos químicos a este respecto crece con el tiempo.
La Comisión Europea contempla ahora las minusvalías en el desarrollo y el aprendizaje como “un problema público significativo”.
Poca información para los consumidores
Sin embargo, a pesar de esto, WWF pone especial énfasis en afirmar que la mayoría de los productos químicos presentes en el mercado no presentan la información necesaria, sobre todo acerca de su capacidad para producir una toxicidad dañina.
Según WWF, a pesar de que la ciencia ya ha demostrado el peligro que entrañan estas sustancias, la mayoría de los productos químicos que usamos hoy en día no proporcionan datos a los usuarios que les permitan saber el peligro que corren. Lo cierto es que, aunque se conocen los efectos, no se han tomado medidas al respecto.
Un futuro en peligro
Nuestro futuro, que son nuestros niños, está en peligro, señala la organización sin tapujos. Esta afirmación parece venir corroborada por científicos norteamericanos, cuyos estudios señalan que el 10 por ciento de todos los desórdenes neuronales que afectan al comportamiento están causados totalmente o en parte por la exposición a productos tóxicos.
El desarrollo cerebral y del sistema nervioso es especialmente sensible en los humanos. Comienza en el vientre de la madre y continúa hasta pasada la pubertad.
Diversos estudios han demostrado que el desarrollo del cerebro en los niños que viven en los países europeos industrializados se ven afectados por los productos químicos que se acumulan en sus madres y que, a través de ellas, les llegan durante su gestación, cuando aún son fetos.
Elementos de nuestra vida cotidiana
El estudio de WWF señala que los efectos neurotóxicos los producen elementos de nuestra vida cotidiana, fabricados con sustancias químicas dañinas: vídeos, televisores, ordenadores, los asientos de los coches, algunos muebles; el PVC de los transformadores, utilizado también como elemento de fabricación; las dioxinas emitidas por centrales energéticas y algunas fábricas, o la combustión inadecuada de desechos plásticos, entre muchos otros.
Según la WWF, los efectos de estas sustancias no sólo producen un grave daño moral a las familias, sino que también suponen un daño social casi irreparable que la legislación sobre productos químicos de cada país debe tomar en cuenta de inmediato. La organización hace un llamamiento a la toma de conciencia acerca de este grave problema.
Uno de los objetivos de esta organización, fundada hace cuatro décadas y activa en los cinco continentes, consiste en promover la reducción de la contaminación y del consumismo derrochador.
Su estudio, titulado Compromising our Children, pone de relieve que los productos químicos están produciendo serios daños en la inteligencia de los niños. Las últimas investigaciones a este respecto señalan que todos estamos expuestos a estos productos, que en los niños daña el desarrollo cerebral y la coordinación.
Problema público, según la UE
El estudio demuestra que en la Unión Europea estas sustancias químicas están afectando al desarrollo cerebral de los niños, con un empobrecimiento de su memoria y de su vista; así como con un empeoramiento de sus capacidades motoras y una reducción de su cociente intelectual.
Se calcula que la pérdida de tan sólo un punto en el cociente intelectual puede implicar una reducción de ganancias a lo largo de toda una vida de alrededor del dos y medio por ciento, aunque las consecuencias a largo plazo de los efectos de los productos químicos en los niños aún son desconocidas.
Además, incapacidades o minusvalías como los desórdenes en la capacidad de atención o la hiperactividad y el autismo parecen haber aumentado, y la preocupación acerca del papel de los productos químicos a este respecto crece con el tiempo.
La Comisión Europea contempla ahora las minusvalías en el desarrollo y el aprendizaje como “un problema público significativo”.
Poca información para los consumidores
Sin embargo, a pesar de esto, WWF pone especial énfasis en afirmar que la mayoría de los productos químicos presentes en el mercado no presentan la información necesaria, sobre todo acerca de su capacidad para producir una toxicidad dañina.
Según WWF, a pesar de que la ciencia ya ha demostrado el peligro que entrañan estas sustancias, la mayoría de los productos químicos que usamos hoy en día no proporcionan datos a los usuarios que les permitan saber el peligro que corren. Lo cierto es que, aunque se conocen los efectos, no se han tomado medidas al respecto.
Un futuro en peligro
Nuestro futuro, que son nuestros niños, está en peligro, señala la organización sin tapujos. Esta afirmación parece venir corroborada por científicos norteamericanos, cuyos estudios señalan que el 10 por ciento de todos los desórdenes neuronales que afectan al comportamiento están causados totalmente o en parte por la exposición a productos tóxicos.
El desarrollo cerebral y del sistema nervioso es especialmente sensible en los humanos. Comienza en el vientre de la madre y continúa hasta pasada la pubertad.
Diversos estudios han demostrado que el desarrollo del cerebro en los niños que viven en los países europeos industrializados se ven afectados por los productos químicos que se acumulan en sus madres y que, a través de ellas, les llegan durante su gestación, cuando aún son fetos.
Elementos de nuestra vida cotidiana
El estudio de WWF señala que los efectos neurotóxicos los producen elementos de nuestra vida cotidiana, fabricados con sustancias químicas dañinas: vídeos, televisores, ordenadores, los asientos de los coches, algunos muebles; el PVC de los transformadores, utilizado también como elemento de fabricación; las dioxinas emitidas por centrales energéticas y algunas fábricas, o la combustión inadecuada de desechos plásticos, entre muchos otros.
Según la WWF, los efectos de estas sustancias no sólo producen un grave daño moral a las familias, sino que también suponen un daño social casi irreparable que la legislación sobre productos químicos de cada país debe tomar en cuenta de inmediato. La organización hace un llamamiento a la toma de conciencia acerca de este grave problema.