La ingeniería de tejidos se está convirtiendo en un campo clave para el desarrollo de técnicas que en unos años pueden revolucionar la medicina.
La última contribución de la ingeniería de tejidos es la “impresora de órganos” desarrollada por Vladimir Mironov, de la Universidad Médica de Carolina de Sur y por Thomas Boland, de la Universidad de Clemson, con el apoyo de la NASA o empresas como Canon y Hewlett-Packard.
Estos investigadores han usado el mismo mecanismo de una impresora de chorro de tinta convencional para producir tejido vivo en tres dimensiones. Básicamente, lo que han hecho es imprimir capas alternativas de células y un gel para generar estructuras tridimensionales.
En este caso, los cartuchos de tinta han sido rellenados con una solución de células. Además, el software que controla cómo ese fluido se descarga del cartucho ha sido reprogramado. La función de papel la hace el gel biodegradable, diseñado en la Universidad de Washington, que se solidifica cuando alcanza los 32 º C de temperatura.
Esta técnica podría servir para fabricar “mini” órganos o para probar nuevos fármacos, aunque la idea de sus desarrolladores es que en el plazo de diez años se puedan imprimir órganos enteros, como un corazón , un hígado o un riñón.
Primeras aplicaciones
La impresión de tejidos es mejor y más rápida que otros métodos para fabricar células y abre el camino para solucionar uno de los grandes problemas de la ingeniería de tejidos: desarrollar una red tridimensional de vasos sanguíneos antes de transplantar células o tejidos.
La utilización de esta técnica en el campo de los trasplantes será revolucionaria. La impresión de tejidos permitirá desarrollar, por ejemplo, páncreas bioartificiales para trasplantarlos a un diabético (hay pocos donantes de este órgano y su trasplante es muy dificultoso), acelerar el crecimiento de un músculo para salvar una extremidad o facilitar una reconstrucción facial.
Hoy en día, en cirugía plástica es necesario trasplantar músculo de algunas partes del cuerpo del paciente para prevenir una amputación. Imprimiendo vasos sanguíneos sería posible hacer crecer un músculo fuera del cuerpo del paciente para luego trasplantarlo, incluso a partes tan sensibles como la cara en casos de parálisis facial.
Principales problemas
Según sus desarrolladores, este trabajo es de vital importancia para alcanzar el sueño de crear órganos a partir de nuestras propias células. El principal problema con el que se encuentran es que, por el momento, esta tecnología no es capaz de crear un órgano por el que circule la sangre, aunque sí puede imprimir un tejido de cinco centímetros de grosor (cómo un riñón) en sólo dos horas, incluidos los vasos sanguíneos.
El próximo paso es imprimir las partes más minúsculas de un órgano, justamente aquellas que lo hacen funcionar. Si se consigue esto, el ser humano daría un paso más hacia su eternidad.
La última contribución de la ingeniería de tejidos es la “impresora de órganos” desarrollada por Vladimir Mironov, de la Universidad Médica de Carolina de Sur y por Thomas Boland, de la Universidad de Clemson, con el apoyo de la NASA o empresas como Canon y Hewlett-Packard.
Estos investigadores han usado el mismo mecanismo de una impresora de chorro de tinta convencional para producir tejido vivo en tres dimensiones. Básicamente, lo que han hecho es imprimir capas alternativas de células y un gel para generar estructuras tridimensionales.
En este caso, los cartuchos de tinta han sido rellenados con una solución de células. Además, el software que controla cómo ese fluido se descarga del cartucho ha sido reprogramado. La función de papel la hace el gel biodegradable, diseñado en la Universidad de Washington, que se solidifica cuando alcanza los 32 º C de temperatura.
Esta técnica podría servir para fabricar “mini” órganos o para probar nuevos fármacos, aunque la idea de sus desarrolladores es que en el plazo de diez años se puedan imprimir órganos enteros, como un corazón , un hígado o un riñón.
Primeras aplicaciones
La impresión de tejidos es mejor y más rápida que otros métodos para fabricar células y abre el camino para solucionar uno de los grandes problemas de la ingeniería de tejidos: desarrollar una red tridimensional de vasos sanguíneos antes de transplantar células o tejidos.
La utilización de esta técnica en el campo de los trasplantes será revolucionaria. La impresión de tejidos permitirá desarrollar, por ejemplo, páncreas bioartificiales para trasplantarlos a un diabético (hay pocos donantes de este órgano y su trasplante es muy dificultoso), acelerar el crecimiento de un músculo para salvar una extremidad o facilitar una reconstrucción facial.
Hoy en día, en cirugía plástica es necesario trasplantar músculo de algunas partes del cuerpo del paciente para prevenir una amputación. Imprimiendo vasos sanguíneos sería posible hacer crecer un músculo fuera del cuerpo del paciente para luego trasplantarlo, incluso a partes tan sensibles como la cara en casos de parálisis facial.
Principales problemas
Según sus desarrolladores, este trabajo es de vital importancia para alcanzar el sueño de crear órganos a partir de nuestras propias células. El principal problema con el que se encuentran es que, por el momento, esta tecnología no es capaz de crear un órgano por el que circule la sangre, aunque sí puede imprimir un tejido de cinco centímetros de grosor (cómo un riñón) en sólo dos horas, incluidos los vasos sanguíneos.
El próximo paso es imprimir las partes más minúsculas de un órgano, justamente aquellas que lo hacen funcionar. Si se consigue esto, el ser humano daría un paso más hacia su eternidad.