Trece son los 'papables' con más posibilidades. Se trata, por orden alfabético, del nigeriano Francis Arinze, del colombiano Darío Castrillón Hoyos, del peruano Juan Luis Cipriani Thorne, del indio Iván Dias, del brasileño Claudio Hummes, de los italianos Carlo María Martini, Giovanni Batista Re y Dionigi Tettamanzi, del hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, del español Antonio María Rouco Varela, del austriaco Cristoph Schönborn, del filipino Jaime Lachica Sin, y finalmente del canadiense Jean-Claude Turcotte.
Seis proceden del mundo desarrollado y siete de los países en vías de desarrollo. Ninguno, por supuesto, ha presentado su candidatura oficialmente, y varios se han declarado públicamente carentes de mérito para la misma, como el presidente de la Conferencia Episcopal Española, que preguntado hace un tiempo decía: 'Nadie debe pensar que yo pueda ser apto para ello. Es mejor no hablar de ello'.
De todos, sólo el jesuita Martini representaría una alternativa al 'wojtylismo'. Con la edad ha ido domeñando sus disidencias, ya no pide la convocatoria de un concilio, pero todavía aboga por mayor colegialidad. Pero parece una opción demasiado escorada, como lo sería elegir al cardenal del Opus Dei, Cipriani. También son demasiado 'curiales' y continuistas Castrillón y Re, demasiado jóvenes Maradiaga y Schönborn, demasiado 'excéntricos' (lejanos del centro de gravedad de la Iglesia Católica) Hummes y Dias. Turcotte, una apuesta arriesgada. Tettamanzi, impredecible.
Dos de los candidatos acaban de sufrir serios problemas de salud que perjudican notablemente su candidatura. La grave intervención quirúrgica de Rouco, y la hospitalización en estado crítico de Sin, les aleja de la contienda, aunque en el caso del primero puede que sólo temporalmente.
Queda Arinze: drástico cambio formal pero controlado por la Curia Romana. El candidato de raza negra y nacionalidad nigeriana tiene y va a tener en los próximo tiempos el máximo protagonismo al iniciarse el proclamado Año de la Eucaristía, siendo como es prefecto del ‘ministerio’ del ramo, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Ninguno podrá conseguir los dos tercios de los votos, y llegar hasta la fase de mayoría simple –posible por vez primera en cuatro siglos gracias a la voluntad de Wojtyla- parecerá arriesgado. Entonces, aparecerá un candidato de compromiso, probablemente inesperado, atemperado por su mucha edad y experiencia, con alguna cualidad personal que le haga adecuado y novedoso. Y será el sucesor. En todo caso, el viejo adagio dice que a la Iglesia le encanta escuchar profecías pero no cumplirlas.
Si el futuro Papa eligiera el nombre de Juan Pablo III, puede ser señal de continuidad con Wojtyla: disciplina interna, justicia social para el mundo y evangelización activa. Si se llamara Pío XIII, podrá pensarse que se sitúa a la derecha de Juan Pablo II, y más bien en la línea conservadora de los anteriores Píos. Si eligiera ser Juan XXIV, podría entenderse que vuelve a la senda del Concilio Vaticano II... Si fuera elegido por vez primera un Papa del tercer mundo, a lo mejor adoptaba un nuevo nombre, quién sabe, Américo o Globalio.
Posible Papa latinoamericano
Lo cierto es que las previsiones mas compartidas son a favor de un nuevo Papa latinoamericano, -rindiendo al fin justicia al peso decisivo de la cultura iberoamericana-, o italiano, -volviendo al redil más seguro tras el largo paréntesis polaco-, con fuertes apoyos casi siempre expresados en inglés al candidato africano.
Junto a los trece papables destacados, no se pueden ignorar otras dos docenas de nombres que constituyen una 'segunda división' de aspirantes posibles, que incluye desde los principales dirigentes de la Iglesia actual, que por su continuismo resultan difícil opción aunque no así por sus méritos y experiencia, hasta aquellos cuya nacionalidad les hace improbables –caso de EEUU, de Francia, de los países del Este europeo- o son opción repetida frente a otro compatriota, como en el caso colombiano y filipino.
Se trata de seis italianos, tres hispanoamericanos, tres alemanes, tres franceses, dos españoles, dos belgas, dos europeos del Este, dos africanos, un filipino y un estadounidense. Ni más ni menos 17 europeos de 25, reflejando el peso que aún conserva el viejo continente en la gestión central de la Iglesia. Un solo estadounidense en la probablemente única lista de gobernación mundial en la que son minoría mínima, sobre todo tras la crisis de la iglesia estadounidense por los escándalos de abusos sexuales de los últimos años. De todos ellos, el italiano Scola ha tenido buena prensa últimamente. Sepe, espera atento. Los demás son más improbables. Y aparecen nuevos nombres todos los días: el último, el del argentino Bergoglio.
Seis proceden del mundo desarrollado y siete de los países en vías de desarrollo. Ninguno, por supuesto, ha presentado su candidatura oficialmente, y varios se han declarado públicamente carentes de mérito para la misma, como el presidente de la Conferencia Episcopal Española, que preguntado hace un tiempo decía: 'Nadie debe pensar que yo pueda ser apto para ello. Es mejor no hablar de ello'.
De todos, sólo el jesuita Martini representaría una alternativa al 'wojtylismo'. Con la edad ha ido domeñando sus disidencias, ya no pide la convocatoria de un concilio, pero todavía aboga por mayor colegialidad. Pero parece una opción demasiado escorada, como lo sería elegir al cardenal del Opus Dei, Cipriani. También son demasiado 'curiales' y continuistas Castrillón y Re, demasiado jóvenes Maradiaga y Schönborn, demasiado 'excéntricos' (lejanos del centro de gravedad de la Iglesia Católica) Hummes y Dias. Turcotte, una apuesta arriesgada. Tettamanzi, impredecible.
Dos de los candidatos acaban de sufrir serios problemas de salud que perjudican notablemente su candidatura. La grave intervención quirúrgica de Rouco, y la hospitalización en estado crítico de Sin, les aleja de la contienda, aunque en el caso del primero puede que sólo temporalmente.
Queda Arinze: drástico cambio formal pero controlado por la Curia Romana. El candidato de raza negra y nacionalidad nigeriana tiene y va a tener en los próximo tiempos el máximo protagonismo al iniciarse el proclamado Año de la Eucaristía, siendo como es prefecto del ‘ministerio’ del ramo, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Ninguno podrá conseguir los dos tercios de los votos, y llegar hasta la fase de mayoría simple –posible por vez primera en cuatro siglos gracias a la voluntad de Wojtyla- parecerá arriesgado. Entonces, aparecerá un candidato de compromiso, probablemente inesperado, atemperado por su mucha edad y experiencia, con alguna cualidad personal que le haga adecuado y novedoso. Y será el sucesor. En todo caso, el viejo adagio dice que a la Iglesia le encanta escuchar profecías pero no cumplirlas.
Si el futuro Papa eligiera el nombre de Juan Pablo III, puede ser señal de continuidad con Wojtyla: disciplina interna, justicia social para el mundo y evangelización activa. Si se llamara Pío XIII, podrá pensarse que se sitúa a la derecha de Juan Pablo II, y más bien en la línea conservadora de los anteriores Píos. Si eligiera ser Juan XXIV, podría entenderse que vuelve a la senda del Concilio Vaticano II... Si fuera elegido por vez primera un Papa del tercer mundo, a lo mejor adoptaba un nuevo nombre, quién sabe, Américo o Globalio.
Posible Papa latinoamericano
Lo cierto es que las previsiones mas compartidas son a favor de un nuevo Papa latinoamericano, -rindiendo al fin justicia al peso decisivo de la cultura iberoamericana-, o italiano, -volviendo al redil más seguro tras el largo paréntesis polaco-, con fuertes apoyos casi siempre expresados en inglés al candidato africano.
Junto a los trece papables destacados, no se pueden ignorar otras dos docenas de nombres que constituyen una 'segunda división' de aspirantes posibles, que incluye desde los principales dirigentes de la Iglesia actual, que por su continuismo resultan difícil opción aunque no así por sus méritos y experiencia, hasta aquellos cuya nacionalidad les hace improbables –caso de EEUU, de Francia, de los países del Este europeo- o son opción repetida frente a otro compatriota, como en el caso colombiano y filipino.
Se trata de seis italianos, tres hispanoamericanos, tres alemanes, tres franceses, dos españoles, dos belgas, dos europeos del Este, dos africanos, un filipino y un estadounidense. Ni más ni menos 17 europeos de 25, reflejando el peso que aún conserva el viejo continente en la gestión central de la Iglesia. Un solo estadounidense en la probablemente única lista de gobernación mundial en la que son minoría mínima, sobre todo tras la crisis de la iglesia estadounidense por los escándalos de abusos sexuales de los últimos años. De todos ellos, el italiano Scola ha tenido buena prensa últimamente. Sepe, espera atento. Los demás son más improbables. Y aparecen nuevos nombres todos los días: el último, el del argentino Bergoglio.
Plaza de San Pedro
Tareas pendientes
No han sido pequeñas las polémicas internas de la Iglesia en la última década, desde las especulaciones sobre una posible dimisión de Wojtyla, a las peticiones de convocar un Concilio Vaticano III, pasando por la hipótesis de crear nuevos foros suprarregionales, el enfado de los cardenales octogenarios por marginarlos del cónclave, y las últimas opciones diplomáticas de la Santa Sede.
Son muchas las tareas pendientes que va a encontrarse el sucesor, desde la participación en los asuntos globales a una serie de contradicciones en las que habrá que tomar partido: ¿Diálogo interreligioso o espíritu misionero? ¿Nuevos movimientos de base o viejas órdenes religiosas? ¿Conservar o innovar?. Y el mayor desafío de todos, la posible reforma del mismo Papado y del método de elección de su titular, ligada al asunto central del reparto del poder entre centro y periferia, y la capacidad de hacerse oír de los órganos colectivos y los fieles.
Además, están por supuesto los desafíos de la bioética y la sexualidad: preservativo, aborto, homosexualidad, clonación. Y celibato; y sacerdocio femenino. La Iglesia Católica va a intentar superar su actual pérdida de credibilidad por medio de la elección del Papa adecuado a los tiempos que corren.
Entre los electores, -los cardenales menores de 80 años que participan en el cónclave- y tras el desplome del predominio italiano, ¿se enfrentarán franceses y estadounidenses, curiales contra pastores, ‘papistas’ y ‘sinodales’, representantes de órdenes religiosas y partidarios de movimientos ‘identitarios’? ¿Habrá un “eje franco-alemán”, ganarán las tendencias multipolares? Todo ello en un contexto en el que parece que los ‘paleoprogresistas’ se están batiendo en retirada mientras los ‘neoconservadores’ suman bazas ¿Hasta qué punto condicionará la elección la fuerte rivalidad entre la Compañía de Jesús y el Opus Dei?
Tercer milenio eclesial
Esta vez puede salir un Papa africano o un personaje del realismo mágico latinoamericano; un hombre 'estilo Lula' o un 'insider' que conozca todos los intríngulis de la Curia romana; un aristócrata austriaco o un nativo de India, un Papa de los de antes o uno nunca visto anteriormente. La Iglesia católica dispone de todas las opciones. Hay un destacado cardenal de ascendencia judía -Su Eminencia el arzobispo de Paris- y otros árabes y de procedencia musulmana.
La sucesión se desarrollará de acuerdo a normas y rituales firmemente establecidos, desde las personas que rodearán el lecho de muerte del anciano Pontífice, a la rotura del anillo ‘pescatorio’, del cese automático de altos cargos a la exposición pública del difunto, del funeral en la plaza de San Pedro a los ‘Novemdiales’, esos nueve días de funerales continuados en los que 3 ó 4 cardenales tejerán la trama del conclave entre las presiones de los diversos grupos de intereses.
Así se llegará, tras no menos de 15 y no más de 20 días, al inicio mismo del cónclave, cuando sea pronunciada solemnemente la frase ‘Extra omnes’, se distribuyan las papeletas diseñadas por Pablo VI y todos esperemos las dos ‘fumatas’ diarias a las que se añadirá un combustible especial para que el humo sea claramente blanco o negro y no gris como ocurría a menudo. Hasta llegar al ‘Anuntio vobis, habemus papam’.
Entonces comenzará propiamente el tercer milenio para la Iglesia Católica Romana, un período del que los últimos años de Juan Pablo II han sido apropiado prólogo. Muchos creen que la institución humana más antigua y compleja está al borde la extinción, cada vez más aislada. Desde dentro se ve muy diferente.
Un siglo crucial para la Iglesia
Una persona muy cercana al Papa que posee el máximo conocimiento de la situación actual de la Iglesia y de sus interioridades, lo explica así: "Durante el Año Santo pasaron por Roma unos 26 millones de católicos que se han confesado y han comulgado. Tan sólo a través de esas confesiones, la Iglesia ha ido acumulando muchísimo conocimiento de esta realidad social, de los problemas que afectan a la humanidad".
La elección del sucesor de Karol Wojtyla va a ser uno de los acontecimientos capitales de este principio de siglo. La Iglesia Católica se juega en ello, sin exagerar, su supervivencia.
José Catalán Deus ha vivido en Roma en los últimos años y es autor del libro El próximo Papa: quién será el sucesor, cómo y por qué será elegido, de la editorial Espejo de Tinta. También es coautor, con Lola Galán, de 'El Papa Borgia, un inédito Alejandro VI liberado al fin de la leyenda negra' (2004). Ha publicado asimismo la novela 'Marzo de aquel año' (1986), y el poema épico, 'testimonium. De trascender milenios' (2000). Periodista desde los 18 años, José Catalán Deus ha escrito para muchas publicaciones, alternándolo con puestos de dirección en revistas y diarios. Desde 1992 trabaja en Internet, para medios como CNN Interactive y en publicaciones propias. Desde 2001 edita un noticiero diario, Infordeus. Este artículo se publicó originalmente en noviembre de 2004. Esta es una versión actualizada.
Tema relacionado:
Las dos Iglesias de Karol Wojtyla
No han sido pequeñas las polémicas internas de la Iglesia en la última década, desde las especulaciones sobre una posible dimisión de Wojtyla, a las peticiones de convocar un Concilio Vaticano III, pasando por la hipótesis de crear nuevos foros suprarregionales, el enfado de los cardenales octogenarios por marginarlos del cónclave, y las últimas opciones diplomáticas de la Santa Sede.
Son muchas las tareas pendientes que va a encontrarse el sucesor, desde la participación en los asuntos globales a una serie de contradicciones en las que habrá que tomar partido: ¿Diálogo interreligioso o espíritu misionero? ¿Nuevos movimientos de base o viejas órdenes religiosas? ¿Conservar o innovar?. Y el mayor desafío de todos, la posible reforma del mismo Papado y del método de elección de su titular, ligada al asunto central del reparto del poder entre centro y periferia, y la capacidad de hacerse oír de los órganos colectivos y los fieles.
Además, están por supuesto los desafíos de la bioética y la sexualidad: preservativo, aborto, homosexualidad, clonación. Y celibato; y sacerdocio femenino. La Iglesia Católica va a intentar superar su actual pérdida de credibilidad por medio de la elección del Papa adecuado a los tiempos que corren.
Entre los electores, -los cardenales menores de 80 años que participan en el cónclave- y tras el desplome del predominio italiano, ¿se enfrentarán franceses y estadounidenses, curiales contra pastores, ‘papistas’ y ‘sinodales’, representantes de órdenes religiosas y partidarios de movimientos ‘identitarios’? ¿Habrá un “eje franco-alemán”, ganarán las tendencias multipolares? Todo ello en un contexto en el que parece que los ‘paleoprogresistas’ se están batiendo en retirada mientras los ‘neoconservadores’ suman bazas ¿Hasta qué punto condicionará la elección la fuerte rivalidad entre la Compañía de Jesús y el Opus Dei?
Tercer milenio eclesial
Esta vez puede salir un Papa africano o un personaje del realismo mágico latinoamericano; un hombre 'estilo Lula' o un 'insider' que conozca todos los intríngulis de la Curia romana; un aristócrata austriaco o un nativo de India, un Papa de los de antes o uno nunca visto anteriormente. La Iglesia católica dispone de todas las opciones. Hay un destacado cardenal de ascendencia judía -Su Eminencia el arzobispo de Paris- y otros árabes y de procedencia musulmana.
La sucesión se desarrollará de acuerdo a normas y rituales firmemente establecidos, desde las personas que rodearán el lecho de muerte del anciano Pontífice, a la rotura del anillo ‘pescatorio’, del cese automático de altos cargos a la exposición pública del difunto, del funeral en la plaza de San Pedro a los ‘Novemdiales’, esos nueve días de funerales continuados en los que 3 ó 4 cardenales tejerán la trama del conclave entre las presiones de los diversos grupos de intereses.
Así se llegará, tras no menos de 15 y no más de 20 días, al inicio mismo del cónclave, cuando sea pronunciada solemnemente la frase ‘Extra omnes’, se distribuyan las papeletas diseñadas por Pablo VI y todos esperemos las dos ‘fumatas’ diarias a las que se añadirá un combustible especial para que el humo sea claramente blanco o negro y no gris como ocurría a menudo. Hasta llegar al ‘Anuntio vobis, habemus papam’.
Entonces comenzará propiamente el tercer milenio para la Iglesia Católica Romana, un período del que los últimos años de Juan Pablo II han sido apropiado prólogo. Muchos creen que la institución humana más antigua y compleja está al borde la extinción, cada vez más aislada. Desde dentro se ve muy diferente.
Un siglo crucial para la Iglesia
Una persona muy cercana al Papa que posee el máximo conocimiento de la situación actual de la Iglesia y de sus interioridades, lo explica así: "Durante el Año Santo pasaron por Roma unos 26 millones de católicos que se han confesado y han comulgado. Tan sólo a través de esas confesiones, la Iglesia ha ido acumulando muchísimo conocimiento de esta realidad social, de los problemas que afectan a la humanidad".
La elección del sucesor de Karol Wojtyla va a ser uno de los acontecimientos capitales de este principio de siglo. La Iglesia Católica se juega en ello, sin exagerar, su supervivencia.
José Catalán Deus ha vivido en Roma en los últimos años y es autor del libro El próximo Papa: quién será el sucesor, cómo y por qué será elegido, de la editorial Espejo de Tinta. También es coautor, con Lola Galán, de 'El Papa Borgia, un inédito Alejandro VI liberado al fin de la leyenda negra' (2004). Ha publicado asimismo la novela 'Marzo de aquel año' (1986), y el poema épico, 'testimonium. De trascender milenios' (2000). Periodista desde los 18 años, José Catalán Deus ha escrito para muchas publicaciones, alternándolo con puestos de dirección en revistas y diarios. Desde 1992 trabaja en Internet, para medios como CNN Interactive y en publicaciones propias. Desde 2001 edita un noticiero diario, Infordeus. Este artículo se publicó originalmente en noviembre de 2004. Esta es una versión actualizada.
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