Científicos japoneses han comprobado que el esperma de ratón que ha estado más de nueve meses en órbita puede engendrar nuevas camadas de ratones sanos, lo que abre la posibilidad a la reproducción futura de nuestra especie fuera de nuestro planeta. Los resultados se publican en PNAS.
La experiencia se inició el 4 de agosto de 2013, cuando se envió a la Estación Espacial Internacional una muestra de esperma liofilizado de 70 ratones contenidos en bolsas que fueron congeladas en el espacio a una temperatura de -95ºC durante nueve meses.
Después de este tiempo, las muestras regresaron a la Tierra y los científicos japoneses realizaron con ellas diferentes experiencias con la finalidad de conocer si en el futuro una civilización viviendo en el espacio podría tener problemas para su reproducción.
Hay que tener en cuenta que cuando se está en el espacio, los seres vivos están expuestos a radiaciones espaciales 1.000 veces más potentes que las que conocemos en la superficie de nuestro planeta.
Efectos secundarios
Lo primero que descubrieron los científicos japoneses es que el ADN de los espermatozoides de los ratones estaba dañado como consecuencia de los rayos cósmicos, por lo que concluyeron que el espacio es muy peligroso para los espermatozoides.
En segundo lugar, los científicos descubrieron que esos daños no afectaban a la fertilidad del espermatozoide. A través de técnicas de reproducción asistida, comprobaron que la tasa de natalidad obtenida con el espermatozoide que había estado nueve meses en el espacio era similar a la de los espermatozoides que se habían conservado en nuestro planeta.
Según los investigadores, los daños resultantes de la radiación cósmica fueron reparados después de la fertilización, por lo que consideran que la exposición de nueve meses no provoca efectos secundarios en la salud de los espermatozoides.
Sin embargo, añaden que una exposición más prolongada en el tiempo podría provocar daños más importantes, por lo que sería necesario desarrollar nuevas técnicas de conservación de espermatozoides en el espacio para asegurar una reproducción segura en el futuro, cuando nuestra especie decida vivir en el espacio.
La experiencia se inició el 4 de agosto de 2013, cuando se envió a la Estación Espacial Internacional una muestra de esperma liofilizado de 70 ratones contenidos en bolsas que fueron congeladas en el espacio a una temperatura de -95ºC durante nueve meses.
Después de este tiempo, las muestras regresaron a la Tierra y los científicos japoneses realizaron con ellas diferentes experiencias con la finalidad de conocer si en el futuro una civilización viviendo en el espacio podría tener problemas para su reproducción.
Hay que tener en cuenta que cuando se está en el espacio, los seres vivos están expuestos a radiaciones espaciales 1.000 veces más potentes que las que conocemos en la superficie de nuestro planeta.
Efectos secundarios
Lo primero que descubrieron los científicos japoneses es que el ADN de los espermatozoides de los ratones estaba dañado como consecuencia de los rayos cósmicos, por lo que concluyeron que el espacio es muy peligroso para los espermatozoides.
En segundo lugar, los científicos descubrieron que esos daños no afectaban a la fertilidad del espermatozoide. A través de técnicas de reproducción asistida, comprobaron que la tasa de natalidad obtenida con el espermatozoide que había estado nueve meses en el espacio era similar a la de los espermatozoides que se habían conservado en nuestro planeta.
Según los investigadores, los daños resultantes de la radiación cósmica fueron reparados después de la fertilización, por lo que consideran que la exposición de nueve meses no provoca efectos secundarios en la salud de los espermatozoides.
Sin embargo, añaden que una exposición más prolongada en el tiempo podría provocar daños más importantes, por lo que sería necesario desarrollar nuevas técnicas de conservación de espermatozoides en el espacio para asegurar una reproducción segura en el futuro, cuando nuestra especie decida vivir en el espacio.
Semillas humanas en el espacio
Los científicos necesitan controlar la conservación del esperma en el espacio sin alterarlo para crear una reserva mundial de semillas humanas en la superficie de la Luna, con la finalidad de asegurar la supervivencia de nuestra especie en caso de catástrofe planetaria.
En los planes futuros se prevén misiones de varios años y de múltiples generaciones, durante las cuales la tecnología de reproducción asistida puede ser utilizada también para animales domésticos y personas.
Algunos científicos han propuesto almacenar espermatozoides humanos en los tubos de lava de la Luna. Los tubos de lava lunares son túneles bajo la superficie de la Luna que supuestamente se han formado durante las erupciones de flujos de lava basáltica.
Esos túneles pueden tener 300 metros de diámetro y estar enterrados a 40 metros de profundidad cubiertos de basalto, con una temperatura estable de -20°C.
Los científicos suponen que en esos túneles los espermatozoides humanos podrían encontrar el entorno ideal para su conservación, gracias a las temperaturas extremadamente bajas y a las capas rocosas que los rodean, ideales para protegerlos de las radiaciones espaciales.
La investigación, dirigida por Sayaka Wakayama, de la Universidad de Yamanashi, señala que el descubrimiento constituye un paso más hacia la futura reproducción de otros mamíferos (incluidos humanos) usando esperma conservado en el espacio.
Los científicos necesitan controlar la conservación del esperma en el espacio sin alterarlo para crear una reserva mundial de semillas humanas en la superficie de la Luna, con la finalidad de asegurar la supervivencia de nuestra especie en caso de catástrofe planetaria.
En los planes futuros se prevén misiones de varios años y de múltiples generaciones, durante las cuales la tecnología de reproducción asistida puede ser utilizada también para animales domésticos y personas.
Algunos científicos han propuesto almacenar espermatozoides humanos en los tubos de lava de la Luna. Los tubos de lava lunares son túneles bajo la superficie de la Luna que supuestamente se han formado durante las erupciones de flujos de lava basáltica.
Esos túneles pueden tener 300 metros de diámetro y estar enterrados a 40 metros de profundidad cubiertos de basalto, con una temperatura estable de -20°C.
Los científicos suponen que en esos túneles los espermatozoides humanos podrían encontrar el entorno ideal para su conservación, gracias a las temperaturas extremadamente bajas y a las capas rocosas que los rodean, ideales para protegerlos de las radiaciones espaciales.
La investigación, dirigida por Sayaka Wakayama, de la Universidad de Yamanashi, señala que el descubrimiento constituye un paso más hacia la futura reproducción de otros mamíferos (incluidos humanos) usando esperma conservado en el espacio.
Referencia
Healthy offspring from freeze-dried mouse spermatozoa held on the International Space Station for 9 months. PNAS, doi: 10.1073/pnas.1701425114
Healthy offspring from freeze-dried mouse spermatozoa held on the International Space Station for 9 months. PNAS, doi: 10.1073/pnas.1701425114