Apareamiento de delfines
La reproducción debe ser sexual o, de lo contrario, puede significar la extinción de cualquier especie, señala una investigación realizada con un tipo muy concreto de hongo. Una reproducción asexual no garantiza el intercambio genético necesario para el desarrollo y la evolución de las especies, publica la revista PLoS Pathogens.
La reproducción asexual consiste en que los organismos por sí solos sean capaces de desprender una célula o un trozo de su cuerpo y que éstos, por procesos mitóticos (la mitosis es la división del núcleo celular con la consecuente segregación cromosómica en dos núcleos hijos) puedan formar un individuo genéticamente idéntico a él. Por lo tanto, este tipo de reproducción se lleva a cabo con un único progenitor y sin la intervención de las denominadas células sexuales o gametos.
Un grupo de investigadores del Imperial College London ha estudiado un hongo cuya reproducción es asexual, el llamado Penicillium Marneffei. Este hongo, que habita en el sudeste de Asia, se presenta en forma de esporas en el interior de los macrófagos (células del sistema inmunitario), y puede producir una infección micótica en humanos.
El hongo que se pierde
Las esporas del Penicillium Marneffei se esparcen a largas distancias gracias a las corrientes de aire, pero no tienen la capacidad de asentarse en los entornos nuevos en los que se posan.
Esta imposibilidad de adaptación a nuevos medios es debida a que la reproducción asexual se implantó hace demasiado tiempo en la especie. Este tipo de reproducción impide que haya la mezcla de genes necesaria para que se dé una adaptación a medios desconocidos.
Las teorías evolucionistas ya predecían que los organismos asexuados pueden en principio prosperar y desarrollar la especie, pero su capacidad de adaptación –derivada de la recombinación genética característica de la reproducción sexual- es limitada.
Las muestras de ADN de este hongo demuestran que diversos clones del Penicillium Marneffei se encuentran en distintos entornos, pero que su capacidad de adaptación no es tan amplia como para desarrollar la habilidad de “conquistar” otras áreas. De hecho, esta especie es endémica sólo en una relativamente pequeña región del sudeste asiático.
Final del medio conocido, final de la especie
Las esporas que desperdiga el hongo, aunque cubren largas distancias, son siempre similares genéticamente. Este hecho ha llevado a la conclusión de que el Penicillium Marneffei está perfectamente adaptado a las zonas en las que normalmente habita, pero que es incapaz de extender su forma de vida a otras regiones, con diferentes características.
La incapacidad de adaptarse a entornos desconocidos conlleva el riesgo de la extinción, aseguran los investigadores. Esto se debe a una simple razón: si una especie no puede sobrevivir en medios a los que no está acostumbrada, no podrá tampoco adaptarse a los cambios que se produzcan en el medio en el que vive.
Aunque la reproducción asexual puede aportar ciertas ventajas a las especies a corto plazo, a largo plazo, por el contrario, es una causa segura de desaparición: cuando el medio que habitan se trasnforme, no podrán seguir viviendo en él porque no podrán asumir biológicamente sus cambios ni tendrán recursos genéticos para dar el salto cualitativo imprescindible para la adaptación.
Nueva aportación a la biología evolutiva
Lo importante del descubrimiento relativo a la Penicillium Marneffei es que ilustra el debate sobre la importancia del sexo en la evolución de los seres vivos. Tal como explica al respecto el profesor Manuel Sierra en este interesante artículo, hay especies que se reproducen sin intercambio sexual y otras que mantienen relaciones reproductivas.
Aparentemente, las reproducción asexual es más económica y rentable para las especies, a pesar de lo cual la fórmula que ha tenido mayor éxito evolutivo ha sido la reproducción sexual.
No está claro para la biología evolutiva la razón de este comportamiento de las especies, pero aparentemente está relacionado con el aumento de la innovación evolutiva en los seres que se reproducen sexualmente.
La innovación evolutiva se produce debido al intercambio aleatorio de material genético, que incrementa las posibilidades de adaptación y supervivencia, al mismo tiempo que posibilita la eliminación de genes perjudiciales, cosa que no ocurre en la reproducción asexual.
La experiencia de la Penicillium Marneffei constituye una de las comprobaciones empíricas de la teoría evolutiva, que ha ido por lo general por delante de la experimentación y encuentra en este hongo una posible explicación fechaciente de por qué la evolución prefiere la reproducción sexual.
La reproducción asexual consiste en que los organismos por sí solos sean capaces de desprender una célula o un trozo de su cuerpo y que éstos, por procesos mitóticos (la mitosis es la división del núcleo celular con la consecuente segregación cromosómica en dos núcleos hijos) puedan formar un individuo genéticamente idéntico a él. Por lo tanto, este tipo de reproducción se lleva a cabo con un único progenitor y sin la intervención de las denominadas células sexuales o gametos.
Un grupo de investigadores del Imperial College London ha estudiado un hongo cuya reproducción es asexual, el llamado Penicillium Marneffei. Este hongo, que habita en el sudeste de Asia, se presenta en forma de esporas en el interior de los macrófagos (células del sistema inmunitario), y puede producir una infección micótica en humanos.
El hongo que se pierde
Las esporas del Penicillium Marneffei se esparcen a largas distancias gracias a las corrientes de aire, pero no tienen la capacidad de asentarse en los entornos nuevos en los que se posan.
Esta imposibilidad de adaptación a nuevos medios es debida a que la reproducción asexual se implantó hace demasiado tiempo en la especie. Este tipo de reproducción impide que haya la mezcla de genes necesaria para que se dé una adaptación a medios desconocidos.
Las teorías evolucionistas ya predecían que los organismos asexuados pueden en principio prosperar y desarrollar la especie, pero su capacidad de adaptación –derivada de la recombinación genética característica de la reproducción sexual- es limitada.
Las muestras de ADN de este hongo demuestran que diversos clones del Penicillium Marneffei se encuentran en distintos entornos, pero que su capacidad de adaptación no es tan amplia como para desarrollar la habilidad de “conquistar” otras áreas. De hecho, esta especie es endémica sólo en una relativamente pequeña región del sudeste asiático.
Final del medio conocido, final de la especie
Las esporas que desperdiga el hongo, aunque cubren largas distancias, son siempre similares genéticamente. Este hecho ha llevado a la conclusión de que el Penicillium Marneffei está perfectamente adaptado a las zonas en las que normalmente habita, pero que es incapaz de extender su forma de vida a otras regiones, con diferentes características.
La incapacidad de adaptarse a entornos desconocidos conlleva el riesgo de la extinción, aseguran los investigadores. Esto se debe a una simple razón: si una especie no puede sobrevivir en medios a los que no está acostumbrada, no podrá tampoco adaptarse a los cambios que se produzcan en el medio en el que vive.
Aunque la reproducción asexual puede aportar ciertas ventajas a las especies a corto plazo, a largo plazo, por el contrario, es una causa segura de desaparición: cuando el medio que habitan se trasnforme, no podrán seguir viviendo en él porque no podrán asumir biológicamente sus cambios ni tendrán recursos genéticos para dar el salto cualitativo imprescindible para la adaptación.
Nueva aportación a la biología evolutiva
Lo importante del descubrimiento relativo a la Penicillium Marneffei es que ilustra el debate sobre la importancia del sexo en la evolución de los seres vivos. Tal como explica al respecto el profesor Manuel Sierra en este interesante artículo, hay especies que se reproducen sin intercambio sexual y otras que mantienen relaciones reproductivas.
Aparentemente, las reproducción asexual es más económica y rentable para las especies, a pesar de lo cual la fórmula que ha tenido mayor éxito evolutivo ha sido la reproducción sexual.
No está claro para la biología evolutiva la razón de este comportamiento de las especies, pero aparentemente está relacionado con el aumento de la innovación evolutiva en los seres que se reproducen sexualmente.
La innovación evolutiva se produce debido al intercambio aleatorio de material genético, que incrementa las posibilidades de adaptación y supervivencia, al mismo tiempo que posibilita la eliminación de genes perjudiciales, cosa que no ocurre en la reproducción asexual.
La experiencia de la Penicillium Marneffei constituye una de las comprobaciones empíricas de la teoría evolutiva, que ha ido por lo general por delante de la experimentación y encuentra en este hongo una posible explicación fechaciente de por qué la evolución prefiere la reproducción sexual.