La próxima amenaza para la humanidad no ha aparecido todavía, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya la ha incluido entre las enfermedades potencialmente peligrosas para nuestra especie.
La ha llamado “Enfermedad X” y figura al lado de los virus Marburg (responsable de la letal fiebre hemorrágica que lleva su nombre) o Ébola (causante de una enfermedad infecciosa muy grave que afecta a los seres humanos).
Detrás de esa X se oculta una enfermedad que todavía no ha sido descubierta por la comunidad científica, pero la OMS advierte de cuatro posibles escenarios que podrían precipitar su aparición.
El primer escenario: una mutación biológica de un virus conocido, como el del SIDA o de la gripe. Este tipo de catástrofe ya tiene antecedentes: en 1918, la gripe española, procedente de una mutación de un virus aviar, provocó entre 20 y 40 millones de muertos en todo el mundo.
El segundo escenario es el de un ataque bioterrorista. El virus X sería el resultado de una fabricación perversa destinada a conseguir un máximo de víctimas. También tiene antecedentes, ya que desde la Edad Media se usan este tipo de armas bioquímicas.
El tercer escenario es más de nuestra época: un accidente en la manipulación. El año pasado, investigadores canadienses sintetizaron una cepa activa del virus de la viruela. Aunque era inofensiva para los humanos, el experimento constató que es posible crear agentes patógenos letales con facilidad: estos investigadores sólo necesitaron 100.000 dólares y una conexión a internet para conseguirlo.
Y hay más casos alarmantes: centros especializados de Estados Unidos han enviado muestras activas de ántrax a varios laboratorios e incluso un investigador se llevó muestras del coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en su equipaje de mano. Este escenario no es tan descabellado.
Cuidado con los animales
El cuarto escenario se dibuja con la intensidad de las relaciones entre animales y humanos, potencialmente capaces de provocar episodios sanitarios graves: la enfermedad por el virus de Zika, transmitida principalmente por mosquitos del género Aedes, es un ejemplo.
En 2014, este virus se propagó al este a través del océano Pacífico hacia la Polinesia Francesa, y después hacia la isla de Pascua para llegar en 2015 y 2016 a América Central, el Caribe y América del Sur, donde el brote epidémico alcanzó niveles pandémicos. En la actualidad no existen medicamentos o vacunas para su prevención.
Otro ejemplo es el Ébola, que se contrae por contacto con la sangre o los fluidos corporales de animales infectados (generalmente monos o murciélagos de la fruta). El coronavirus MERS-CoV se cree que es transmitido por dromedarios.
La intensidad de los contactos entre animales y humanos aumenta a medida que el mundo se desarrolla, por lo que es más que probable que nuevas enfermedades aparezcan, algo que se potencia por los métodos de viaje actuales, según explica el consejero de la OMS, Marion Koopmans, al diario británico The Telegraph.
La ha llamado “Enfermedad X” y figura al lado de los virus Marburg (responsable de la letal fiebre hemorrágica que lleva su nombre) o Ébola (causante de una enfermedad infecciosa muy grave que afecta a los seres humanos).
Detrás de esa X se oculta una enfermedad que todavía no ha sido descubierta por la comunidad científica, pero la OMS advierte de cuatro posibles escenarios que podrían precipitar su aparición.
El primer escenario: una mutación biológica de un virus conocido, como el del SIDA o de la gripe. Este tipo de catástrofe ya tiene antecedentes: en 1918, la gripe española, procedente de una mutación de un virus aviar, provocó entre 20 y 40 millones de muertos en todo el mundo.
El segundo escenario es el de un ataque bioterrorista. El virus X sería el resultado de una fabricación perversa destinada a conseguir un máximo de víctimas. También tiene antecedentes, ya que desde la Edad Media se usan este tipo de armas bioquímicas.
El tercer escenario es más de nuestra época: un accidente en la manipulación. El año pasado, investigadores canadienses sintetizaron una cepa activa del virus de la viruela. Aunque era inofensiva para los humanos, el experimento constató que es posible crear agentes patógenos letales con facilidad: estos investigadores sólo necesitaron 100.000 dólares y una conexión a internet para conseguirlo.
Y hay más casos alarmantes: centros especializados de Estados Unidos han enviado muestras activas de ántrax a varios laboratorios e incluso un investigador se llevó muestras del coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en su equipaje de mano. Este escenario no es tan descabellado.
Cuidado con los animales
El cuarto escenario se dibuja con la intensidad de las relaciones entre animales y humanos, potencialmente capaces de provocar episodios sanitarios graves: la enfermedad por el virus de Zika, transmitida principalmente por mosquitos del género Aedes, es un ejemplo.
En 2014, este virus se propagó al este a través del océano Pacífico hacia la Polinesia Francesa, y después hacia la isla de Pascua para llegar en 2015 y 2016 a América Central, el Caribe y América del Sur, donde el brote epidémico alcanzó niveles pandémicos. En la actualidad no existen medicamentos o vacunas para su prevención.
Otro ejemplo es el Ébola, que se contrae por contacto con la sangre o los fluidos corporales de animales infectados (generalmente monos o murciélagos de la fruta). El coronavirus MERS-CoV se cree que es transmitido por dromedarios.
La intensidad de los contactos entre animales y humanos aumenta a medida que el mundo se desarrolla, por lo que es más que probable que nuevas enfermedades aparezcan, algo que se potencia por los métodos de viaje actuales, según explica el consejero de la OMS, Marion Koopmans, al diario británico The Telegraph.
Hay que estar preparados
“Aunque parezca extraño añadir una X, queremos estar preparados y tener vacunas y diagnósticos ante una eventualidad de este tipo”, señala al mismo diario británico John-Arne Rottingen, director y consejero científico de la OMS. La historia nos dice que la próxima gran epidemia será algo que nunca antes hemos visto, añade Rottingen.
Es la primera vez que la OMS incluye una enfermedad inexistente en la lista de enfermedades que pueden causar un amplio daño internacional. Lo ha hecho no para asustar a nadie, sino para conseguir que la comunidad internacional esté preparada ante todas las amenazas a la salud, previsibles e imprevisibles, según explica en su comunicado.
Lo que pretende la OMS es llamar a la responsabilidad de los sistemas sanitarios nacionales e internacionales para que pongan en marcha investigaciones en caso de pandemia, así como mejoren los sistemas de alerta temprana y vigilancia para incrementar la capacidad de reacción ante los primeros síntomas de una eventualidad como es todavía la Enfermedad X.
“Aunque parezca extraño añadir una X, queremos estar preparados y tener vacunas y diagnósticos ante una eventualidad de este tipo”, señala al mismo diario británico John-Arne Rottingen, director y consejero científico de la OMS. La historia nos dice que la próxima gran epidemia será algo que nunca antes hemos visto, añade Rottingen.
Es la primera vez que la OMS incluye una enfermedad inexistente en la lista de enfermedades que pueden causar un amplio daño internacional. Lo ha hecho no para asustar a nadie, sino para conseguir que la comunidad internacional esté preparada ante todas las amenazas a la salud, previsibles e imprevisibles, según explica en su comunicado.
Lo que pretende la OMS es llamar a la responsabilidad de los sistemas sanitarios nacionales e internacionales para que pongan en marcha investigaciones en caso de pandemia, así como mejoren los sistemas de alerta temprana y vigilancia para incrementar la capacidad de reacción ante los primeros síntomas de una eventualidad como es todavía la Enfermedad X.