Monumento al multiculturalismo de Francesco Perilli en Toronto, Canada. Fuente: Wikimedia Commons.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han desarrollado un modelo teórico que describe la relación entre la existencia de un conflicto en un territorio y las variables que determinan su intensidad.
La diversidad y la polarización étnicas, la existencia de recursos económicos fácilmente apropiables y la falta de libertades son algunos de los factores claves en estos procesos, revela dicho modelo. La revista Science se ha hecho eco de los resultados obtenidos en el presente estudio.
“La estructura étnica de una sociedad está fuertemente asociada a la existencia de un conflicto interno. Según nuestros datos, la probabilidad de que un país con una polarización étnica elevada haya experimentado conflictos internos desde los años 60 hasta nuestros días es casi un 70% superior a la de otro con características similares pero menos focalizado en torno a grupos étnicos dominantes que puedan enfrentarse”, explica el investigador del CSIC Joan Esteban, del Instituto de Análisis Económico.
El estudio ha contado con el impulso de la Obra Social "la Caixa" a través del programa RecerCaixa, que promueve a la investigación científica de excelencia, y de Axa Research Fund.
No obstante, la estructura étnica de una sociedad sólo conduce al conflicto si se halla en conjunción con otros factores: la existencia de recursos económicos apropiables, como los recursos naturales, y la ausencia o represión de libertades individuales.
El trabajo computa como conflicto cualquier episodio que haya causado más de 25 muertes en combate al año. “Por ejemplo, los años en que ETA ha asesinado a más de 25 personas constan como años de conflicto interno en España”, añade el investigador.
Este estudio, que contrasta el modelo teórico con los datos de 138 países entre 1960 y 2008, supone, según Esteban, un primer paso en el desarrollo de modelos capaces de identificar las principales determinantes de conflictividad social.
La diversidad y la polarización étnicas, la existencia de recursos económicos fácilmente apropiables y la falta de libertades son algunos de los factores claves en estos procesos, revela dicho modelo. La revista Science se ha hecho eco de los resultados obtenidos en el presente estudio.
“La estructura étnica de una sociedad está fuertemente asociada a la existencia de un conflicto interno. Según nuestros datos, la probabilidad de que un país con una polarización étnica elevada haya experimentado conflictos internos desde los años 60 hasta nuestros días es casi un 70% superior a la de otro con características similares pero menos focalizado en torno a grupos étnicos dominantes que puedan enfrentarse”, explica el investigador del CSIC Joan Esteban, del Instituto de Análisis Económico.
El estudio ha contado con el impulso de la Obra Social "la Caixa" a través del programa RecerCaixa, que promueve a la investigación científica de excelencia, y de Axa Research Fund.
No obstante, la estructura étnica de una sociedad sólo conduce al conflicto si se halla en conjunción con otros factores: la existencia de recursos económicos apropiables, como los recursos naturales, y la ausencia o represión de libertades individuales.
El trabajo computa como conflicto cualquier episodio que haya causado más de 25 muertes en combate al año. “Por ejemplo, los años en que ETA ha asesinado a más de 25 personas constan como años de conflicto interno en España”, añade el investigador.
Este estudio, que contrasta el modelo teórico con los datos de 138 países entre 1960 y 2008, supone, según Esteban, un primer paso en el desarrollo de modelos capaces de identificar las principales determinantes de conflictividad social.
Diversidad y polarización étnica
“La diversidad étnica es un concepto muy distinto al de polarización. Un país dividido en dos grupos étnicos del mismo tamaño está muy polarizado, pero posee poca diversidad. Cuándo es la diversidad y cuándo es la polarización la característica decisiva para la conflictividad depende de la naturaleza del conflicto, es decir, de las ganancias que se esperan obtener del mismo”, comenta la investigadora del CSIC Laura Mayoral, del Instituto de Análisis Económico.
El modelo desarrollado en este trabajo considera dos tipos de ganancias. Por un lado, están las de tipo económico, que generan beneficios individuales, como subvencionar las actividades de los miembros del grupo vencedor.
Por el otro, están las de naturaleza colectiva o pública, que reportan beneficios inmateriales a la totalidad del grupo, como por ejemplo, la imposición sobre toda la sociedad de los valores propios del grupo y la dominancia político‐cultural.
“Podemos decir que la polarización es la variable relevante en conflictos sobre cuestiones públicas, mientras que la diversidad étnica lo es en los que persiguen beneficios privados, de tipo económico”, agrega Mayoral.
Método de trabajo
Para cifrar la probabilidad de conflicto en un país, los investigadores han empleado la información recogida durante 48 años por diversos organismos. Estas bases de datos traducen a números las características de un sistema político mediante tres criterios: cómo se eligen los dirigentes de un país, qué restricciones tienen a la hora de ejercer su poder y el grado de libertades civiles que tienen sus ciudadanos.
“Dentro de estas tres grandes categorías hay subapartados. Según un país cumpla o no cada uno de ellos se van sumando o no puntos en su nivel de democracia”, explica la investigadora del CSIC.
“Usando herramientas de la Teoría de Juegos (un área de la matemática aplicada) determinamos cuál es el resultado que se deriva de la interacción estratégica de estos grupos. Esto nos permite establecer una relación precisa entre la intensidad de conflicto que existe en una sociedad, las variables que lo determinan y la manera en que estas interaccionan para favorecer la eclosión de conflicto”, apunta Mayoral.
Entre las variables tenidas en cuenta en este trabajo se encuentran la intensidad del conflicto social, su tamaño, la composición de los grupos étnicos que participan y las distancias culturales que los separan.
“También tenemos información sobre la existencia de recursos naturales en un territorio, el sistema político, el grado de respeto a las libertades civiles y otras variables económicas y geográficas que pueden influir también en la probabilidad de conflicto. Usando modelos, podemos estimar la probabilidad de experimentar conflicto como una función de las variables que el modelo teórico predice. Nuestros resultados empíricos corroboran las conclusiones del modelo teórico”, concluye Mayoral.
“La diversidad étnica es un concepto muy distinto al de polarización. Un país dividido en dos grupos étnicos del mismo tamaño está muy polarizado, pero posee poca diversidad. Cuándo es la diversidad y cuándo es la polarización la característica decisiva para la conflictividad depende de la naturaleza del conflicto, es decir, de las ganancias que se esperan obtener del mismo”, comenta la investigadora del CSIC Laura Mayoral, del Instituto de Análisis Económico.
El modelo desarrollado en este trabajo considera dos tipos de ganancias. Por un lado, están las de tipo económico, que generan beneficios individuales, como subvencionar las actividades de los miembros del grupo vencedor.
Por el otro, están las de naturaleza colectiva o pública, que reportan beneficios inmateriales a la totalidad del grupo, como por ejemplo, la imposición sobre toda la sociedad de los valores propios del grupo y la dominancia político‐cultural.
“Podemos decir que la polarización es la variable relevante en conflictos sobre cuestiones públicas, mientras que la diversidad étnica lo es en los que persiguen beneficios privados, de tipo económico”, agrega Mayoral.
Método de trabajo
Para cifrar la probabilidad de conflicto en un país, los investigadores han empleado la información recogida durante 48 años por diversos organismos. Estas bases de datos traducen a números las características de un sistema político mediante tres criterios: cómo se eligen los dirigentes de un país, qué restricciones tienen a la hora de ejercer su poder y el grado de libertades civiles que tienen sus ciudadanos.
“Dentro de estas tres grandes categorías hay subapartados. Según un país cumpla o no cada uno de ellos se van sumando o no puntos en su nivel de democracia”, explica la investigadora del CSIC.
“Usando herramientas de la Teoría de Juegos (un área de la matemática aplicada) determinamos cuál es el resultado que se deriva de la interacción estratégica de estos grupos. Esto nos permite establecer una relación precisa entre la intensidad de conflicto que existe en una sociedad, las variables que lo determinan y la manera en que estas interaccionan para favorecer la eclosión de conflicto”, apunta Mayoral.
Entre las variables tenidas en cuenta en este trabajo se encuentran la intensidad del conflicto social, su tamaño, la composición de los grupos étnicos que participan y las distancias culturales que los separan.
“También tenemos información sobre la existencia de recursos naturales en un territorio, el sistema político, el grado de respeto a las libertades civiles y otras variables económicas y geográficas que pueden influir también en la probabilidad de conflicto. Usando modelos, podemos estimar la probabilidad de experimentar conflicto como una función de las variables que el modelo teórico predice. Nuestros resultados empíricos corroboran las conclusiones del modelo teórico”, concluye Mayoral.