Científicos del Wake Forest Baptist Medical Center de EEUU han descubierto que la meditación mindfulness reduce el dolor de manera más efectiva que el placebo. El mindfulness consiste en centrar la atención continuamente en la respiración, las sensaciones corporales y el contenido mental, mientras se está sentado, se camina o se practica yoga.
El hallazgo resulta significativo porque normalmente se demuestra la eficacia de los tratamientos clínicos y farmacológicos en ensayos controlados con placebo.
La investigación mostró que los participantes del estudio que practicaron el mindfulness notaron un mayor alivio del dolor que aquellos a los que se les suministró un placebo.
Además, escáneres cerebrales realizados mostraron que este tipo de meditación producía patrones de actividad cerebral muy distintos a aquellos que provocaba un placebo aplicado para reducir el dolor.
Para la investigación se utilizó por tanto un enfoque de dos vías: por un lado, se evaluó el dolor de los participantes y, por otro, se registraron las imágenes de sus cerebros. El objetivo era determinar si la meditación mindfulness es simplemente un efecto placebo.
"Estábamos completamente sorprendido por los resultados", afirma el neurobiólogo Fadel Zeidan, autor del estudio. "Aunque pensamos que habría cierto solapamiento en las regiones cerebrales entre meditación y placebo, los resultados de este estudio aportan nuevas evidencias objetivas de que la meditación mindfulness reduce el dolor de una manera única", añade en un comunicado del Wake Forest Baptist Medical Center.
Características de la investigación
En el estudio participaron 75 personas sanas, sin dolor , que fueron asignadas por azar a uno de estos cuatro grupos: el que practicó el mindfulness, un grupo que practicó una "meditación placebo" o falsa, otro grupo al que se le suministró un placebo en forma de crema analgésica (en realidad era vaselina), y un grupo de control.
El dolor fue inducido a los voluntarios con una sonda térmica que calentó una pequeña área de su piel hasta los 49ºC . Este es un nivel de calor que la mayoría de la gente encuentra muy doloroso.
Los participantes evaluaron a continuación la intensidad del dolor que habían sentido (sensación física) y su respuesta emocional a él. Además, sus cerebros fueron sometidos a escáneres, en concreto, a una técnica conocida como imágenes de resonancia magnética (RM) de perfusión por marcado arterial de spin (Arterial Spin Labeling, ASL). Estos escáneres se hicieron antes y después de la intervenciones por grupo, que duraron cuatro días.
El hallazgo resulta significativo porque normalmente se demuestra la eficacia de los tratamientos clínicos y farmacológicos en ensayos controlados con placebo.
La investigación mostró que los participantes del estudio que practicaron el mindfulness notaron un mayor alivio del dolor que aquellos a los que se les suministró un placebo.
Además, escáneres cerebrales realizados mostraron que este tipo de meditación producía patrones de actividad cerebral muy distintos a aquellos que provocaba un placebo aplicado para reducir el dolor.
Para la investigación se utilizó por tanto un enfoque de dos vías: por un lado, se evaluó el dolor de los participantes y, por otro, se registraron las imágenes de sus cerebros. El objetivo era determinar si la meditación mindfulness es simplemente un efecto placebo.
"Estábamos completamente sorprendido por los resultados", afirma el neurobiólogo Fadel Zeidan, autor del estudio. "Aunque pensamos que habría cierto solapamiento en las regiones cerebrales entre meditación y placebo, los resultados de este estudio aportan nuevas evidencias objetivas de que la meditación mindfulness reduce el dolor de una manera única", añade en un comunicado del Wake Forest Baptist Medical Center.
Características de la investigación
En el estudio participaron 75 personas sanas, sin dolor , que fueron asignadas por azar a uno de estos cuatro grupos: el que practicó el mindfulness, un grupo que practicó una "meditación placebo" o falsa, otro grupo al que se le suministró un placebo en forma de crema analgésica (en realidad era vaselina), y un grupo de control.
El dolor fue inducido a los voluntarios con una sonda térmica que calentó una pequeña área de su piel hasta los 49ºC . Este es un nivel de calor que la mayoría de la gente encuentra muy doloroso.
Los participantes evaluaron a continuación la intensidad del dolor que habían sentido (sensación física) y su respuesta emocional a él. Además, sus cerebros fueron sometidos a escáneres, en concreto, a una técnica conocida como imágenes de resonancia magnética (RM) de perfusión por marcado arterial de spin (Arterial Spin Labeling, ASL). Estos escáneres se hicieron antes y después de la intervenciones por grupo, que duraron cuatro días.
Resultados obtenidos
El grupo de meditación mindfulness informó de una reducción en la intensidad de su dolor de un 27%, así como de una reducción del 44% en la respuesta emoacional al dolor. En comparación, la crema placebo redujo la sensación de dolor en un 11% y el aspecto emocional del dolor en un 13%.
Además, "las imágenes por resonancia magnética mostraron por primera vez que la meditación mindfulness producía patrones de actividad cerebral diferentes a los producidos por la crema placebo", señala Zeidan.
Efectos en el cerebro
En concreto, este tipo de meditación redujo el dolor gracias a que activaba regiones cerebrales (la corteza orbitofrontal y el córtex del cíngulo anterior) relacionadas con el autocontrol del dolor ; mientras que la crema placebo lo hico gracias a una reducción en la actividad cerebral de las áreas de procesamiento del dolor (la corteza somatosensorial secundaria).
Otra región del cerebro, el tálamo, se desactivó durante la meditación mindfulness, pero se activó bajo todas las demás condiciones. Esta región del cerebro sirve como puerta de entrada a la información sensorial a los centros superiores del cerebro. Así que, al desactivar el tálamo con el mindfulness las señales sobre el dolor simplemente se desvanecieron, asegura Zeidan.
Menos dolor físico y emocional
Por otra parte, el mindfulness también fue significativamente superior en la reducción de la intensidad del dolor y de la respuesta emocional al dolor que la meditación placebo.
El grupo que hizo meditación "falsa" presentó una disminución relativamente pequeña en la intensidad del dolor (del 9%) y en la respuesta emocional al dolor (24%). Esto último sugiere que la meditación placebo puede haber reducido el dolor gracias simplemente al efecto de relajación que provoca.
Zeidan y su equipo concluyen que los resultados generales demuestran que 20 minutos de meditación mindfulness podrían mejorar el tratamiento del dolor en un entorno clínico; aunque señalan que, dado que el estudio se hizo con personas sanas, no saben si esta meditación podría funcionar con personas que padecen verdadero dolor o dolor crónico.
Lo que sí que se ha probado, sin embargo, es que el mindfulness puede ayudar a pacientes que sufran enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal o el asma. Esto se demostró en un estudio de 2013 realizado por neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU). También se ha comprobado que el mindfulness puede aliviar el dolor anímico, esto es, los síntomas de la depresión.
El grupo de meditación mindfulness informó de una reducción en la intensidad de su dolor de un 27%, así como de una reducción del 44% en la respuesta emoacional al dolor. En comparación, la crema placebo redujo la sensación de dolor en un 11% y el aspecto emocional del dolor en un 13%.
Además, "las imágenes por resonancia magnética mostraron por primera vez que la meditación mindfulness producía patrones de actividad cerebral diferentes a los producidos por la crema placebo", señala Zeidan.
Efectos en el cerebro
En concreto, este tipo de meditación redujo el dolor gracias a que activaba regiones cerebrales (la corteza orbitofrontal y el córtex del cíngulo anterior) relacionadas con el autocontrol del dolor ; mientras que la crema placebo lo hico gracias a una reducción en la actividad cerebral de las áreas de procesamiento del dolor (la corteza somatosensorial secundaria).
Otra región del cerebro, el tálamo, se desactivó durante la meditación mindfulness, pero se activó bajo todas las demás condiciones. Esta región del cerebro sirve como puerta de entrada a la información sensorial a los centros superiores del cerebro. Así que, al desactivar el tálamo con el mindfulness las señales sobre el dolor simplemente se desvanecieron, asegura Zeidan.
Menos dolor físico y emocional
Por otra parte, el mindfulness también fue significativamente superior en la reducción de la intensidad del dolor y de la respuesta emocional al dolor que la meditación placebo.
El grupo que hizo meditación "falsa" presentó una disminución relativamente pequeña en la intensidad del dolor (del 9%) y en la respuesta emocional al dolor (24%). Esto último sugiere que la meditación placebo puede haber reducido el dolor gracias simplemente al efecto de relajación que provoca.
Zeidan y su equipo concluyen que los resultados generales demuestran que 20 minutos de meditación mindfulness podrían mejorar el tratamiento del dolor en un entorno clínico; aunque señalan que, dado que el estudio se hizo con personas sanas, no saben si esta meditación podría funcionar con personas que padecen verdadero dolor o dolor crónico.
Lo que sí que se ha probado, sin embargo, es que el mindfulness puede ayudar a pacientes que sufran enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal o el asma. Esto se demostró en un estudio de 2013 realizado por neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU). También se ha comprobado que el mindfulness puede aliviar el dolor anímico, esto es, los síntomas de la depresión.
Referencia bibliográfica:
Fadel Zeidan, et al. Brain Mechanisms Supporting the Modulation of Pain by Mindfulness Meditation. The Journal of Neuroscience (2015). DOI: 10.1523/JNEUROSCI.5791-10.2011.
Fadel Zeidan, et al. Brain Mechanisms Supporting the Modulation of Pain by Mindfulness Meditation. The Journal of Neuroscience (2015). DOI: 10.1523/JNEUROSCI.5791-10.2011.