La leche materna es beneficiosa a largo plazo, según se ha comprobado una vez más. Imagen: Carin. Fuente: StockXchng.
Una investigación financiada con fondos europeos ha desvelado que la nutrición antes del parto y durante los primeros años de vida podría influir en la propensión a la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, la enfermedad pulmonar crónica, las funciones cognitivas y el comportamiento durante el resto de la vida.
Los descubrimientos realizados por el proyecto EARNEST ("Early nutrition programming") ya se han transformado en consejos prácticos que podrían influir positivamente en la salud de la nueva generación de europeos.
Se trata de un proyecto financiado con fondos europeos, y está coordinado por el profesor Berthold Koletzko de la Ludwig Maximilians-Universität (LMU) de Múnich (Alemania), que reunió a un equipo internacional de científicos para dar con los factores fundamentales de la "programación nutricional temprana".
El estudio del proyecto incluyó a más de mil niños en cinco países europeos desde su nacimiento hasta los dos años de edad, con varias revisiones posteriores.
De esta forma, explica la agencia Cordis, trataron de averiguar los efectos de la alimentación infantil en la obesidad durante una etapa posterior de la vida.
Beneficios de la lactancia materna
Los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que los niños alimentados con leche artificial baja en proteínas (con un contenido de proteínas similar al de la composición de la leche materna) pesaban bastante menos al cumplir dos años que aquellos alimentados con una leche de contenido proteínico mayor, y que su peso era similar a los niños alimentados con leche materna.
Las diferencias surgen a partir de los seis meses de edad y se mantienen incluso tras finalizar la intervención y adoptar dietas similares.
Varios "programadores positivos", como por ejemplo la leche materna, aportaron información abundante. Este tipo de leche influye en la salud futura del niño a través de sus nutrientes, pero también es posible que lo haga mediante sus componentes no nutritivos.
La investigación sirvió para señalar una vez más los efectos protectores de la lactancia contra la obesidad, sobre todo por el bajo contenido en proteínas de la leche materna en comparación con la leche artificial. Así pues, una reducción en el contenido de proteínas de la leche artificial hasta niveles similares a la materna podría aportar este efecto protector en los niños amamantados con biberón.
Los descubrimientos realizados por el proyecto EARNEST ("Early nutrition programming") ya se han transformado en consejos prácticos que podrían influir positivamente en la salud de la nueva generación de europeos.
Se trata de un proyecto financiado con fondos europeos, y está coordinado por el profesor Berthold Koletzko de la Ludwig Maximilians-Universität (LMU) de Múnich (Alemania), que reunió a un equipo internacional de científicos para dar con los factores fundamentales de la "programación nutricional temprana".
El estudio del proyecto incluyó a más de mil niños en cinco países europeos desde su nacimiento hasta los dos años de edad, con varias revisiones posteriores.
De esta forma, explica la agencia Cordis, trataron de averiguar los efectos de la alimentación infantil en la obesidad durante una etapa posterior de la vida.
Beneficios de la lactancia materna
Los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que los niños alimentados con leche artificial baja en proteínas (con un contenido de proteínas similar al de la composición de la leche materna) pesaban bastante menos al cumplir dos años que aquellos alimentados con una leche de contenido proteínico mayor, y que su peso era similar a los niños alimentados con leche materna.
Las diferencias surgen a partir de los seis meses de edad y se mantienen incluso tras finalizar la intervención y adoptar dietas similares.
Varios "programadores positivos", como por ejemplo la leche materna, aportaron información abundante. Este tipo de leche influye en la salud futura del niño a través de sus nutrientes, pero también es posible que lo haga mediante sus componentes no nutritivos.
La investigación sirvió para señalar una vez más los efectos protectores de la lactancia contra la obesidad, sobre todo por el bajo contenido en proteínas de la leche materna en comparación con la leche artificial. Así pues, una reducción en el contenido de proteínas de la leche artificial hasta niveles similares a la materna podría aportar este efecto protector en los niños amamantados con biberón.
Otro programador positivo: la dieta mediterránea
Otro "programador positivo", la dieta mediterránea o saludable, ofrece cierta protección contra un parto prematuro, la preeclampsia y la depresión postnatal, además de mejorar el sistema inmunitario de los bebés y su cociente intelectual a los cinco años de edad.
En el caso del pescado, son los ácidos grasos de cadena larga omega 3 los que aportan los beneficios. Sin embargo, aún no se ha podido identificar un efecto específico de los folatos que contienen los vegetales.
La "programación" también presenta una cara negativa. Los factores ambientales como el consumo de tabaco por parte de la madre, la contaminación ambiental y los descriptores endocrinos pueden ejercer como "programadores negativos" y perjudicar la salud de la madre y del bebé.
El proyecto EARNEST también estudió los "efectos del sexo en la programación". Por ejemplo, en uno de los ensayos del proyecto, los efectos de la nutrición inicial en el rendimiento cognitivo posterior eran diferentes en niños y niñas prematuros, siendo más acusados en niños. Además, los efectos de la nutrición infantil en el factor de crecimiento similar a la insulina de tipo I (IGF-1) eran muy distintos en niños y niñas.
Otro "programador positivo", la dieta mediterránea o saludable, ofrece cierta protección contra un parto prematuro, la preeclampsia y la depresión postnatal, además de mejorar el sistema inmunitario de los bebés y su cociente intelectual a los cinco años de edad.
En el caso del pescado, son los ácidos grasos de cadena larga omega 3 los que aportan los beneficios. Sin embargo, aún no se ha podido identificar un efecto específico de los folatos que contienen los vegetales.
La "programación" también presenta una cara negativa. Los factores ambientales como el consumo de tabaco por parte de la madre, la contaminación ambiental y los descriptores endocrinos pueden ejercer como "programadores negativos" y perjudicar la salud de la madre y del bebé.
El proyecto EARNEST también estudió los "efectos del sexo en la programación". Por ejemplo, en uno de los ensayos del proyecto, los efectos de la nutrición inicial en el rendimiento cognitivo posterior eran diferentes en niños y niñas prematuros, siendo más acusados en niños. Además, los efectos de la nutrición infantil en el factor de crecimiento similar a la insulina de tipo I (IGF-1) eran muy distintos en niños y niñas.