La alarma crece en la comunidad científica por el avance del así denominado Síndrome Respiratorio Agudo Severo (severe acute respiratory síndrome) SARS, la neumonía atípica que ya está presente en una treintena de países y que ha provocado la hospitalización de tres mil quinientas personas.
Para los especialistas en enfermedades infecciosas el choque provocado por este episodio incontrolado es brutal y el impacto se agrava por las circunstancias que empeoran el progreso de esta enfermedad.
Según denuncia un reciente informe elaborado por el Instituto de Medicina de Estados Unidos, denominado Microbial Tretas to Health: Emergence, Detection and Response, en materia de enfermedades infecciosas la investigación lo que ha hecho hasta ahora principalmente es perder el tiempo.
Esta sensación se desprende del escaso nivel de cooperación internacional en la lucha contra los virus y de la carencia de fondos públicos para atender debidamente los peligros que representan las infecciones para la salud humana.
Investigaciones atrasadas
El informe alarma especialmente sobre el estado de las investigaciones sobre los medicamentos y las vacunas y sobre el traspaso de los conocimientos adquiridos a los productos.
Destaca al respecto que existe en el mundo una carencia cruel de antibióticos capaces de combatir el creciente número de bacterias resistentes a los medicamentos, ya que de todos los que están presentes en el mercado sólo uno aporta algo nuevo: todos los demás funcionan con los mismos mecanismos de los que ya existen, ineficaces ante muchas bacterias.
Los medicamentos antivíricos brillan por su ausencia, añade el informe del Instituto de Medicina. A diferencia de las bacterias, que son seres vivos, los virus desafían con mayor fuerza a la medicina porque se asemejan tanto a nuestro material genético que combatirlos pone en riesgo la salud y, además, evolucionan rápidamente.
Riesgos económicos
Los laboratorios consideran ante esta constatación que invertir en investigación antivírica es muy arriesgado, por lo que en consecuencia se frustra el desarrollo de nuevos productos asociados a estos episodios.
Por lo que respecta a las vacunas, la situación, si cabe, es todavía peor: debido a las limitaciones económicas del sector, caracterizado por débil rentabilidad, grandes responsabilidades y costos de investigación elevados, en la actualidad sólo cuatro grandes laboratorios producen en el mundo vacunas.
La principal dificultad para el desarrollo de estas líneas de investigación estrechamente relacionadas con la salud humana es la falta de dinero, ya que combatir estos peligros no puede estar condicionado únicamente a la lógica del mercado, incapaz de dar respuesta a estas necesidades.
Programa internacional
La necesidad más apremiante para afrontar episodios como el del SRAS y de otros que puedan surgir es la elaboración y financiación de un programa internacional de salud pública por parte de los países desarrollados.
Pero la política aparentemente va por otros derroteros ajenos a los problemas que, siendo hoy aún menores, tienen la capacidad potencial de convertirse en graves y de adquirir dimensiones planetarias.
Para los especialistas en enfermedades infecciosas el choque provocado por este episodio incontrolado es brutal y el impacto se agrava por las circunstancias que empeoran el progreso de esta enfermedad.
Según denuncia un reciente informe elaborado por el Instituto de Medicina de Estados Unidos, denominado Microbial Tretas to Health: Emergence, Detection and Response, en materia de enfermedades infecciosas la investigación lo que ha hecho hasta ahora principalmente es perder el tiempo.
Esta sensación se desprende del escaso nivel de cooperación internacional en la lucha contra los virus y de la carencia de fondos públicos para atender debidamente los peligros que representan las infecciones para la salud humana.
Investigaciones atrasadas
El informe alarma especialmente sobre el estado de las investigaciones sobre los medicamentos y las vacunas y sobre el traspaso de los conocimientos adquiridos a los productos.
Destaca al respecto que existe en el mundo una carencia cruel de antibióticos capaces de combatir el creciente número de bacterias resistentes a los medicamentos, ya que de todos los que están presentes en el mercado sólo uno aporta algo nuevo: todos los demás funcionan con los mismos mecanismos de los que ya existen, ineficaces ante muchas bacterias.
Los medicamentos antivíricos brillan por su ausencia, añade el informe del Instituto de Medicina. A diferencia de las bacterias, que son seres vivos, los virus desafían con mayor fuerza a la medicina porque se asemejan tanto a nuestro material genético que combatirlos pone en riesgo la salud y, además, evolucionan rápidamente.
Riesgos económicos
Los laboratorios consideran ante esta constatación que invertir en investigación antivírica es muy arriesgado, por lo que en consecuencia se frustra el desarrollo de nuevos productos asociados a estos episodios.
Por lo que respecta a las vacunas, la situación, si cabe, es todavía peor: debido a las limitaciones económicas del sector, caracterizado por débil rentabilidad, grandes responsabilidades y costos de investigación elevados, en la actualidad sólo cuatro grandes laboratorios producen en el mundo vacunas.
La principal dificultad para el desarrollo de estas líneas de investigación estrechamente relacionadas con la salud humana es la falta de dinero, ya que combatir estos peligros no puede estar condicionado únicamente a la lógica del mercado, incapaz de dar respuesta a estas necesidades.
Programa internacional
La necesidad más apremiante para afrontar episodios como el del SRAS y de otros que puedan surgir es la elaboración y financiación de un programa internacional de salud pública por parte de los países desarrollados.
Pero la política aparentemente va por otros derroteros ajenos a los problemas que, siendo hoy aún menores, tienen la capacidad potencial de convertirse en graves y de adquirir dimensiones planetarias.