Foto: cheeky needle. Fuente: Everystockphoto.
¿Vive la gente inteligente más tiempo y con mayor calidad de vida? ¿Hay ciertos tipos de personalidad que propicien más las muertes prematuras que otros tipos? A medida que la población tiende progresivamente a envejecerse, estas cuestiones son cada vez más relevantes.
En un informe reciente publicado por la revista Psychological Science in the Public Interest, editada por la Association for Psychological Science (APS) de Estados Unidos, se han revisado las investigaciones existentes sobre la relación entre la inteligencia, ciertos rasgos de la personalidad, y la salud humana.
En él, se constata que la mortalidad por diversas causas, determinadas enfermedades y ciertos comportamientos relacionados con la salud están realmente vinculados al grado de inteligencia y a los rasgos de la personalidad.
Influencia de la inteligencia
El informe explica, por ejemplo, que, aunque no hay muchas evidencias hasta el momento de que exista una conexión entre el grado de inteligencia y el cáncer, sí se ha podido demostrar que una baja inteligencia está relacionada con un riesgo incrementado de ingresos hospitalarios y muertes, como consecuencia de enfermedades cardiovasculares.
Además, la baja inteligencia estaría relacionada con una mayor incidencia de accidentes y riesgo de muerte por homicidio que la inteligencia elevada, publica la aps en un comunicado.
Estas constataciones se suman a las obtenidas en otro estudio de 2010, que reveló que un bajo cociente intelectual (CI) en hombres jóvenes adultos está relacionado con un riesgo aumentado de intento de suicidio.
Esta investigación, auspiciada por la Wellcome Trust del Reino Unido, analizó datos de más de un millón de hombres suecos, recopilados en un periodo de 24 años. De entre estos hombres, casi 18.000 admitieron haber sido hospitalizados al menos una vez por intento de suicidio.
Un rasgo clave de la personalidad
El informe publicado por la Psychological Science in the Public Interest, y elaborado por Ian J. Deary y Alexander Weiss, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, y por G. David Batty, de la MRC Social and Public Health Sciences Unit de Glasgow, también analiza la relación entre la personalidad humana y la salud.
En un informe reciente publicado por la revista Psychological Science in the Public Interest, editada por la Association for Psychological Science (APS) de Estados Unidos, se han revisado las investigaciones existentes sobre la relación entre la inteligencia, ciertos rasgos de la personalidad, y la salud humana.
En él, se constata que la mortalidad por diversas causas, determinadas enfermedades y ciertos comportamientos relacionados con la salud están realmente vinculados al grado de inteligencia y a los rasgos de la personalidad.
Influencia de la inteligencia
El informe explica, por ejemplo, que, aunque no hay muchas evidencias hasta el momento de que exista una conexión entre el grado de inteligencia y el cáncer, sí se ha podido demostrar que una baja inteligencia está relacionada con un riesgo incrementado de ingresos hospitalarios y muertes, como consecuencia de enfermedades cardiovasculares.
Además, la baja inteligencia estaría relacionada con una mayor incidencia de accidentes y riesgo de muerte por homicidio que la inteligencia elevada, publica la aps en un comunicado.
Estas constataciones se suman a las obtenidas en otro estudio de 2010, que reveló que un bajo cociente intelectual (CI) en hombres jóvenes adultos está relacionado con un riesgo aumentado de intento de suicidio.
Esta investigación, auspiciada por la Wellcome Trust del Reino Unido, analizó datos de más de un millón de hombres suecos, recopilados en un periodo de 24 años. De entre estos hombres, casi 18.000 admitieron haber sido hospitalizados al menos una vez por intento de suicidio.
Un rasgo clave de la personalidad
El informe publicado por la Psychological Science in the Public Interest, y elaborado por Ian J. Deary y Alexander Weiss, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, y por G. David Batty, de la MRC Social and Public Health Sciences Unit de Glasgow, también analiza la relación entre la personalidad humana y la salud.
G. David Batty. Fuente: MRC Social and Public Health Science Unit.
Según los científicos, existen evidencias que relacionan ciertos rasgos de la personalidad con las enfermedades coronarias. Por ejemplo, las personas con personalidad ansiosa (de tipo D), caracterizada por la tendencia a las emociones negativas o a la inhibición social, presentan un mayor riesgo de sufrir esta clase de enfermedades, e incluso de morir como consecuencia de ellas.
Por otro lado, diversos estudios han definido otro rasgo de la personalidad como pronosticador clave de la longevidad: la escrupulosidad (conscientiousness en inglés), entendida ésta como la tendencia a ser cuidadosos, autodisciplinados, organizados y no impulsivos.
Según el informe, cuanto más escrupuloso es un individuo, más extensa tiende a ser su vida. La revisión de más de 190 investigaciones constató que una escrupulosidad alta está regularmente relacionada con comportamientos más saludables (como hacer ejercicio, llevar una dieta sana, etc.) y menos nocivos (abuso del alcohol, conducción temeraria, etc.).
Otros rasgos de la personalidad analizados en su relación con la salud fueron la neurosis, la extraversión, la apertura a las experiencias y la amabilidad. En este sentido, los estudios existentes han demostrado que la neurosis puede ser un pronosticador de mortalidad por diversas causas, así como propiciar la aparición de diabetes, hipertensión, hernias o problemas óseos y de articulaciones, entre otros trastornos.
Implicaciones prácticas
Los resultados proporcionados por la presente revisión tendrían importantes implicaciones para los profesionales de la salud por diversas razones, afirman los autores del informe.
En primer lugar, hace saber que la salud cardiovascular de individuos con una inteligencia más baja o con una personalidad ansiosa debería ser controlada con mayor regularidad.
Además, la información sobre la inteligencia y la personalidad de los pacientes resultaría útil para diseñar intervenciones más efectivas. Por ejemplo, cuando se trate a un paciente con un alto grado de escrupulosidad, el médico sabrá que los consejos pueden bastar para que el paciente acate un dieta a favor de su salud o ponga empeño en dejar de fumar.
Por el contrario, un paciente con un nivel bajo de escrupulosidad requerirá no sólo de consejos sino también de incentivos a corto plazo y recordatorios, así como de un control regular de sus comportamientos.
Asimismo, conocer los rasgos de la personalidad de cada paciente permitirá diseñar tratamientos médicos a medida. Por ejemplo, un enfermo con un alto nivel de escrupulosidad tendrá más recursos mentales para tolerar tratamientos que afecten a su concentración, mientras que, en aquéllos con altos niveles de extraversión, este tipo de tratamientos podrían llegar a interferir en su grado de actividad.
Por último, conocer los rasgos de la personalidad y el grado de inteligencia de cada individuo ayudará a mejorar las relaciones médico-paciente, esenciales para garantizar la eficiencia de los tratamientos.
Por otro lado, diversos estudios han definido otro rasgo de la personalidad como pronosticador clave de la longevidad: la escrupulosidad (conscientiousness en inglés), entendida ésta como la tendencia a ser cuidadosos, autodisciplinados, organizados y no impulsivos.
Según el informe, cuanto más escrupuloso es un individuo, más extensa tiende a ser su vida. La revisión de más de 190 investigaciones constató que una escrupulosidad alta está regularmente relacionada con comportamientos más saludables (como hacer ejercicio, llevar una dieta sana, etc.) y menos nocivos (abuso del alcohol, conducción temeraria, etc.).
Otros rasgos de la personalidad analizados en su relación con la salud fueron la neurosis, la extraversión, la apertura a las experiencias y la amabilidad. En este sentido, los estudios existentes han demostrado que la neurosis puede ser un pronosticador de mortalidad por diversas causas, así como propiciar la aparición de diabetes, hipertensión, hernias o problemas óseos y de articulaciones, entre otros trastornos.
Implicaciones prácticas
Los resultados proporcionados por la presente revisión tendrían importantes implicaciones para los profesionales de la salud por diversas razones, afirman los autores del informe.
En primer lugar, hace saber que la salud cardiovascular de individuos con una inteligencia más baja o con una personalidad ansiosa debería ser controlada con mayor regularidad.
Además, la información sobre la inteligencia y la personalidad de los pacientes resultaría útil para diseñar intervenciones más efectivas. Por ejemplo, cuando se trate a un paciente con un alto grado de escrupulosidad, el médico sabrá que los consejos pueden bastar para que el paciente acate un dieta a favor de su salud o ponga empeño en dejar de fumar.
Por el contrario, un paciente con un nivel bajo de escrupulosidad requerirá no sólo de consejos sino también de incentivos a corto plazo y recordatorios, así como de un control regular de sus comportamientos.
Asimismo, conocer los rasgos de la personalidad de cada paciente permitirá diseñar tratamientos médicos a medida. Por ejemplo, un enfermo con un alto nivel de escrupulosidad tendrá más recursos mentales para tolerar tratamientos que afecten a su concentración, mientras que, en aquéllos con altos niveles de extraversión, este tipo de tratamientos podrían llegar a interferir en su grado de actividad.
Por último, conocer los rasgos de la personalidad y el grado de inteligencia de cada individuo ayudará a mejorar las relaciones médico-paciente, esenciales para garantizar la eficiencia de los tratamientos.