Desde 1989, el ejército norteamericano baraja una nueva concepción de la guerra denominada de cuarta generación, más conocida como Fourth Generation Warfare (4GW), que es la que corresponde a la revolución de la información, aunque todavía no ha sido oficialmente asumida.
La guerra de cuarta generación bascula desde el factor armamentista hacia el psicológico, ya que lo que pretende es una movilización masiva de la población en un antagonismo integral contra el supuesto enemigo que abarca los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de una nación con el objetivo de alcanzar el sistema mental y organizativo del adversario.
La guerra de primera generación se basó en el alineamiento de tropas en columnas sobre el campo de batalla, tal como ocurrió en la primera guerra mundial.
La segunda generación supuso un aumento de la potencia de fuego, particularmente a través de las ametralladoras y la aviación, con el apoyo de una potencia industrial y como respuesta a los enfrentamientos en las trincheras.
Asimetría
La guerra de tercera generación integra el aumento de la capacidad de maniobra, que permite otorgar la victoria a quien consiga dispersar y rodear a las tropas enemigas. La tecnología y la velocidad son críticas en este modelo.
La guerra de cuarta generación es totalmente asimétrica, ya que opone a dos agentes que apenas tienen nada en común: por un lado potencias tecnológicamente muy desarrolladas, con capacidad para emplear armas inteligentes muy sofisticadas, y por otro agentes transnacionales o infranacionales, ya sean religiosos o étnicos, que se enfrentan a distintos símbolos como el mercado o el imperio, y con un nivel armamentista muy elemental.
El 11-S es un claro reflejo de este estadio de la guerra actual, ya que representó un golpe certero contra el corazón del enemigo que perseguía sobre todo un impacto mediático y psicológico que se consiguió completamente.
Basada en las ideas
Tal como explica al respecto Robert J. Bunker, la emergente guerra de cuarta generación prevé estar firmemente basada en las ideas, en particular las ideas no occidentales.
El terrorismo, el cual sobrepasa las fuerzas militares tradicionales y ataca directamente a la población civil de una nación, es considerado un componente importante de este modo de guerra.
La base transnacional o no nacional del terrorismo lo hace extremadamente difícil de combatir. Finalmente, esta forma de guerra no es típica de una guerra trinitariana y, por ello, es posclausewitziana.
El modelo de guerra de cuarta generación ha causado impacto en los estrategas militares, que han formulado opiniones tanto críticas como valorativas, sin que haya derivado todavía hacia una acepción formal como sistema incorporado a la estrategia del Pentágono o de otras potencias occidentales.
Temas relacionados:
The Evolution of War: The Fourth Generation
The Changing Face of War: Into the Fourth Generation
4th Generation Warfare and the Dangers of Being the Only Superpower
Fourth Generation Warfare
La guerra de cuarta generación bascula desde el factor armamentista hacia el psicológico, ya que lo que pretende es una movilización masiva de la población en un antagonismo integral contra el supuesto enemigo que abarca los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de una nación con el objetivo de alcanzar el sistema mental y organizativo del adversario.
La guerra de primera generación se basó en el alineamiento de tropas en columnas sobre el campo de batalla, tal como ocurrió en la primera guerra mundial.
La segunda generación supuso un aumento de la potencia de fuego, particularmente a través de las ametralladoras y la aviación, con el apoyo de una potencia industrial y como respuesta a los enfrentamientos en las trincheras.
Asimetría
La guerra de tercera generación integra el aumento de la capacidad de maniobra, que permite otorgar la victoria a quien consiga dispersar y rodear a las tropas enemigas. La tecnología y la velocidad son críticas en este modelo.
La guerra de cuarta generación es totalmente asimétrica, ya que opone a dos agentes que apenas tienen nada en común: por un lado potencias tecnológicamente muy desarrolladas, con capacidad para emplear armas inteligentes muy sofisticadas, y por otro agentes transnacionales o infranacionales, ya sean religiosos o étnicos, que se enfrentan a distintos símbolos como el mercado o el imperio, y con un nivel armamentista muy elemental.
El 11-S es un claro reflejo de este estadio de la guerra actual, ya que representó un golpe certero contra el corazón del enemigo que perseguía sobre todo un impacto mediático y psicológico que se consiguió completamente.
Basada en las ideas
Tal como explica al respecto Robert J. Bunker, la emergente guerra de cuarta generación prevé estar firmemente basada en las ideas, en particular las ideas no occidentales.
El terrorismo, el cual sobrepasa las fuerzas militares tradicionales y ataca directamente a la población civil de una nación, es considerado un componente importante de este modo de guerra.
La base transnacional o no nacional del terrorismo lo hace extremadamente difícil de combatir. Finalmente, esta forma de guerra no es típica de una guerra trinitariana y, por ello, es posclausewitziana.
El modelo de guerra de cuarta generación ha causado impacto en los estrategas militares, que han formulado opiniones tanto críticas como valorativas, sin que haya derivado todavía hacia una acepción formal como sistema incorporado a la estrategia del Pentágono o de otras potencias occidentales.
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