Todas las personas que participan en una guerra tienen mayor riesgo de padecer una grave enfermedad neurológica, la Esclerosis Lateral Amiotrópica (ELA), también conocida como enfermedad de Luo Gehrig, en recuerdo de un jugador de los Yankis de Nueva York que la padeció y lo llevó a la tumba.
La enfermedad destruye progresivamente las neuronas motoras, que son las que controlan todos los movimientos de los músculos voluntarios del esqueleto. Cuando la parálisis llega a los músculos relacionados con la respiración, se produce la muerte del paciente.
La enfermedad apareció con una frecuencia sorprendente en soldados que habían participado en la primera guerra del Golfo, en 1990 y 1991, si bien las investigaciones médicas realizadas para establecer una relación entre la ELA y aquel episodio bélico no llegaron a ser concluyentes.
El epidemiólogo Marc Weisskopf y su equipo de la Escuela de Salud Pública de Harvard quiso ir más lejos. Investigó las muertes ocurridas entre 1989 y 1998 de 400.000 veteranos norteamericanos que habían participado en alguna o las dos guerras mundiales, en la guerra de Corea o en la de Vietnam.
Relación con guerras
De esta investigación se ha hecho eco la revista NewScientist y ha sido objeto asimismo de un interesante artículo publicado en JSOnline. En ambos artículos se ponen de manifiesto las relaciones que pueden establecerse entre esta enfermedad y las circunstancias que rodean a las personas implicadas en conflictos bélicos.
La investigación de Marc Weisskopf descubrió que 273 de los 400.000 veteranos estudiados habían padecido la ELA, frente a sólo 63 civiles de un segmento de población equivalente.
Teniendo en cuenta la escasez de esta enfermedad (afecta a menos de una persona de cada 20.000 en Estados Unidos y se manifiesta una vez y media más en hombres que en mujeres), la incidencia es enorme, según los investigadores.
Además, pudo determinarse que los veteranos que habían participado a lo largo de su vida en más de una experiencia bélica, mostraron un riesgo doblemente mayor que los otros veteranos.
Por último, la investigación determinó que el riesgo de contraer esta enfermedad es cada vez mayor en la población militar, independientemente de la rama del ejército en la que desempeñen su actividad.
Intento en el Golfo
Con anterioridad los médicos ya habían intentado establecer una relación entre la enfermedad detectada en militares norteamericanos y la primera guerra del Golfo atribuyéndola a posibles armas químicas, a una vacuna o a un virus, sin que sus investigaciones llegaran a ser tan concluyentes como la de Marc Weisskopf.
En realidad, la causa de la ELA es desconocida y las investigaciones la relacionan con factores ambientales, como el envenenamiento con plomo o una infección viral, por lo que la nueva investigación viene a arrojar nueva luz sobre su posible naturaleza.
Particularmente porque entre los veteranos de la guerra del Golfo son cada vez más los que reclaman tratamiento e indemnizaciones por este misterioso síndrome de la guerra del Golfo.
Causa común
El nuevo estudio, que introduce otras experiencias bélicas en la investigación, viene a reforzar la idea de que la relación entre la guerra y el SLA es cada vez más sólida y la excluye como ligada únicamente a una sola guerra para relacionarla con cualquier actividad bélica.
Esta hipótesis, que descarta la posibilidad de una exposición a un mismo agente químico o biológico, la alimentación o las vacunas, como causa común de la ELA entre los veteranos de todas las guerras analizadas, plantea que la única causa común a todas ellas pueden ser los factores psicológicos, ya sea el intenso estrés derivado de la participación en la guerra, o un traumatismo agudo.
La enfermedad destruye progresivamente las neuronas motoras, que son las que controlan todos los movimientos de los músculos voluntarios del esqueleto. Cuando la parálisis llega a los músculos relacionados con la respiración, se produce la muerte del paciente.
La enfermedad apareció con una frecuencia sorprendente en soldados que habían participado en la primera guerra del Golfo, en 1990 y 1991, si bien las investigaciones médicas realizadas para establecer una relación entre la ELA y aquel episodio bélico no llegaron a ser concluyentes.
El epidemiólogo Marc Weisskopf y su equipo de la Escuela de Salud Pública de Harvard quiso ir más lejos. Investigó las muertes ocurridas entre 1989 y 1998 de 400.000 veteranos norteamericanos que habían participado en alguna o las dos guerras mundiales, en la guerra de Corea o en la de Vietnam.
Relación con guerras
De esta investigación se ha hecho eco la revista NewScientist y ha sido objeto asimismo de un interesante artículo publicado en JSOnline. En ambos artículos se ponen de manifiesto las relaciones que pueden establecerse entre esta enfermedad y las circunstancias que rodean a las personas implicadas en conflictos bélicos.
La investigación de Marc Weisskopf descubrió que 273 de los 400.000 veteranos estudiados habían padecido la ELA, frente a sólo 63 civiles de un segmento de población equivalente.
Teniendo en cuenta la escasez de esta enfermedad (afecta a menos de una persona de cada 20.000 en Estados Unidos y se manifiesta una vez y media más en hombres que en mujeres), la incidencia es enorme, según los investigadores.
Además, pudo determinarse que los veteranos que habían participado a lo largo de su vida en más de una experiencia bélica, mostraron un riesgo doblemente mayor que los otros veteranos.
Por último, la investigación determinó que el riesgo de contraer esta enfermedad es cada vez mayor en la población militar, independientemente de la rama del ejército en la que desempeñen su actividad.
Intento en el Golfo
Con anterioridad los médicos ya habían intentado establecer una relación entre la enfermedad detectada en militares norteamericanos y la primera guerra del Golfo atribuyéndola a posibles armas químicas, a una vacuna o a un virus, sin que sus investigaciones llegaran a ser tan concluyentes como la de Marc Weisskopf.
En realidad, la causa de la ELA es desconocida y las investigaciones la relacionan con factores ambientales, como el envenenamiento con plomo o una infección viral, por lo que la nueva investigación viene a arrojar nueva luz sobre su posible naturaleza.
Particularmente porque entre los veteranos de la guerra del Golfo son cada vez más los que reclaman tratamiento e indemnizaciones por este misterioso síndrome de la guerra del Golfo.
Causa común
El nuevo estudio, que introduce otras experiencias bélicas en la investigación, viene a reforzar la idea de que la relación entre la guerra y el SLA es cada vez más sólida y la excluye como ligada únicamente a una sola guerra para relacionarla con cualquier actividad bélica.
Esta hipótesis, que descarta la posibilidad de una exposición a un mismo agente químico o biológico, la alimentación o las vacunas, como causa común de la ELA entre los veteranos de todas las guerras analizadas, plantea que la única causa común a todas ellas pueden ser los factores psicológicos, ya sea el intenso estrés derivado de la participación en la guerra, o un traumatismo agudo.