Los genes que heredamos de nuestros progenitores no sólo determinan nuestros caracteres físicos, sino también otros elementos tan sutiles de nuestra identidad como nuestra forma de sentir, nuestro carácter y nuestra percepción acerca de nuestro estado de salud, según un estudio del que informa la revista Medical Care.
El estudio, realizado por la Saint Louis University School of Public Health, de Estados Unidos, y dirigido por el profesor de dicha universidad, James Romeis, señala que la herencia genética es responsable en un 33% de cómo nos sentimos físicamente a lo largo de nuestra vida, pero también en un 36% de nuestro estado emocional y mental durante toda nuestra existencia.
El estudio realizó encuestas telefónicas a un total de 2.928 gemelos y mellizos de mediana edad y de clase media, todos ellos parejas de varones. Estudiar a los gemelos es, según los expertos, una garantía de acierto puesto que comparten no sólo la misma herencia genética, sino normalmente también el desarrollo en el mismo entorno.
Los investigadores compararon la información que recibieron de gemelos idénticos –que tienen la misma herencia genética porque provienen del mismo espermatozoide y del mismo óvulo- con la de los mellizos (que provienen de espermatozoides y óvulos distintos), que sólo coinciden en la mitad de la información genética que heredan.
A todos les preguntaron acerca de su características y limitaciones físicas, sus dolores, su estado general de salud y su vitalidad, pero también acerca de sus habilidades sociales, sus limitaciones emocionales y su salud mental.
Los resultados de la encuesta señalan que hay una compleja constitución genética, y por lo tanto hereditaria, que condiciona la manera en que vivimos nuestros estados de salud, tanto mental como física. Los datos señalan que los genes influyen entre un 17% y un 33% en el desarrollo y permanencia de las características personales sobre las que se cuestionó a los participantes. Por el contrario, los factores medioambientales afectan sólo entre un 0% y un 12%.
La finalidad de este estudio era comprender mejor la importancia de la genética y de los factores del entorno que influyen en el estado de salud del ser humano, para saber hasta qué punto los genes deben tenerse en cuenta en los tratamientos de salud y los pronósticos médicos.
Es evidente que existen elementos de nuestro entorno que nos hacen sentir de una determinada manera: actitudes y formas de percepción se ven condicionadas por dichos elementos. Sin embargo, también es cierto que nuestra manera de percibir la salud o la forma con la que afrontamos las enfermedades depende en gran medida de nuestra herencia genética, tal como se desprende de este estudio.
Solitarios genéticos
Esta investigación se complementa con otra realizada por la Universidad de Chicago (Estados Unidos), la Universidad de Amsterdam, en Holanda, y la Vrije Universiteit de esta misma ciudad, la cual ha señalado asimismo la coincidencia de la tendencia o no a la soledad en el caso de los gemelos, tal y como han publicado la mencionada Universidad en un comunicado y la revista Behavior Genetics.asp?referrer=parent&backto=issue,5,15;journal,2,55;linkingpublicationresults,1:105485,1. De dicha coincidencia, estos investigadores han deducido que existen elementos genéticos que determinan, además de una serie de características físicas, nuestra manera de relacionarnos con los demás.
Este segundo estudio analizó a gemelos y mellizos descubriendo que, en el caso de los gemelos, el 50% tenían características de socialización similares, incurriendo ambos miembros de la pareja, en la mitad de los casos estudiados, en un estado de soledad o de aislamiento social similar. En el caso de los mellizos, esta coincidencia entre ambos hermanos se reducía a la mitad, al 25%.
Para realizar este segundo estudio se recopilaron los datos de 8.387 gemelos de Holanda, que habían sido regularmente encuestados desde 1991. Este es el primer estudio que se realiza de estas características con adultos, y que demuestra que la herencia sigue influyendo en la sociabilidad de las personas cuando crecen. Los resultados del estudio apuntan a que las actitudes sociales también resultan hereditarias.
Como parte del estudio, los gemelos fueron preguntados acerca de una serie de afirmaciones que pretendían describirlos: “Pierdo amigos rápidamente”, “me siento solo” o “nadie me quiere”. Los participantes debían puntuar según el nivel de identificación que sentían con respecto a estas afirmaciones. Hubo gran variedad de respuestas, pero el 35% de los hombres y el 50% de las mujeres aseguraron tener, desde moderados hasta extremos, diferentes sentimientos de soledad.
La soledad es la base de otras muchas condiciones emocionales, como la ansiedad, la autoestima, el estado de ánimo, la ira o las capacidades sociales. Se ha demostrado que un entorno apropiado propicia que las personas desarrollen un estado anímico feliz, pero también que el impacto de la herencia es fuerte. El director de esta investigación ha sido el profesor Dorret Boomsma, especialista en psicología biológica de la Free University de Amsterdam.
El estudio sugiere que existe un componente genético para la soledad, y que la gente con predisposición genética a ser solitarios se relacionan e interaccionan socialmente de una forma diferente. Esta perspectiva es importante en la investigación de los efectos del comportamiento y de las emociones en la salud y en la longevidad de los individuos.
El estudio, realizado por la Saint Louis University School of Public Health, de Estados Unidos, y dirigido por el profesor de dicha universidad, James Romeis, señala que la herencia genética es responsable en un 33% de cómo nos sentimos físicamente a lo largo de nuestra vida, pero también en un 36% de nuestro estado emocional y mental durante toda nuestra existencia.
El estudio realizó encuestas telefónicas a un total de 2.928 gemelos y mellizos de mediana edad y de clase media, todos ellos parejas de varones. Estudiar a los gemelos es, según los expertos, una garantía de acierto puesto que comparten no sólo la misma herencia genética, sino normalmente también el desarrollo en el mismo entorno.
Los investigadores compararon la información que recibieron de gemelos idénticos –que tienen la misma herencia genética porque provienen del mismo espermatozoide y del mismo óvulo- con la de los mellizos (que provienen de espermatozoides y óvulos distintos), que sólo coinciden en la mitad de la información genética que heredan.
A todos les preguntaron acerca de su características y limitaciones físicas, sus dolores, su estado general de salud y su vitalidad, pero también acerca de sus habilidades sociales, sus limitaciones emocionales y su salud mental.
Los resultados de la encuesta señalan que hay una compleja constitución genética, y por lo tanto hereditaria, que condiciona la manera en que vivimos nuestros estados de salud, tanto mental como física. Los datos señalan que los genes influyen entre un 17% y un 33% en el desarrollo y permanencia de las características personales sobre las que se cuestionó a los participantes. Por el contrario, los factores medioambientales afectan sólo entre un 0% y un 12%.
La finalidad de este estudio era comprender mejor la importancia de la genética y de los factores del entorno que influyen en el estado de salud del ser humano, para saber hasta qué punto los genes deben tenerse en cuenta en los tratamientos de salud y los pronósticos médicos.
Es evidente que existen elementos de nuestro entorno que nos hacen sentir de una determinada manera: actitudes y formas de percepción se ven condicionadas por dichos elementos. Sin embargo, también es cierto que nuestra manera de percibir la salud o la forma con la que afrontamos las enfermedades depende en gran medida de nuestra herencia genética, tal como se desprende de este estudio.
Solitarios genéticos
Esta investigación se complementa con otra realizada por la Universidad de Chicago (Estados Unidos), la Universidad de Amsterdam, en Holanda, y la Vrije Universiteit de esta misma ciudad, la cual ha señalado asimismo la coincidencia de la tendencia o no a la soledad en el caso de los gemelos, tal y como han publicado la mencionada Universidad en un comunicado y la revista Behavior Genetics.asp?referrer=parent&backto=issue,5,15;journal,2,55;linkingpublicationresults,1:105485,1. De dicha coincidencia, estos investigadores han deducido que existen elementos genéticos que determinan, además de una serie de características físicas, nuestra manera de relacionarnos con los demás.
Este segundo estudio analizó a gemelos y mellizos descubriendo que, en el caso de los gemelos, el 50% tenían características de socialización similares, incurriendo ambos miembros de la pareja, en la mitad de los casos estudiados, en un estado de soledad o de aislamiento social similar. En el caso de los mellizos, esta coincidencia entre ambos hermanos se reducía a la mitad, al 25%.
Para realizar este segundo estudio se recopilaron los datos de 8.387 gemelos de Holanda, que habían sido regularmente encuestados desde 1991. Este es el primer estudio que se realiza de estas características con adultos, y que demuestra que la herencia sigue influyendo en la sociabilidad de las personas cuando crecen. Los resultados del estudio apuntan a que las actitudes sociales también resultan hereditarias.
Como parte del estudio, los gemelos fueron preguntados acerca de una serie de afirmaciones que pretendían describirlos: “Pierdo amigos rápidamente”, “me siento solo” o “nadie me quiere”. Los participantes debían puntuar según el nivel de identificación que sentían con respecto a estas afirmaciones. Hubo gran variedad de respuestas, pero el 35% de los hombres y el 50% de las mujeres aseguraron tener, desde moderados hasta extremos, diferentes sentimientos de soledad.
La soledad es la base de otras muchas condiciones emocionales, como la ansiedad, la autoestima, el estado de ánimo, la ira o las capacidades sociales. Se ha demostrado que un entorno apropiado propicia que las personas desarrollen un estado anímico feliz, pero también que el impacto de la herencia es fuerte. El director de esta investigación ha sido el profesor Dorret Boomsma, especialista en psicología biológica de la Free University de Amsterdam.
El estudio sugiere que existe un componente genético para la soledad, y que la gente con predisposición genética a ser solitarios se relacionan e interaccionan socialmente de una forma diferente. Esta perspectiva es importante en la investigación de los efectos del comportamiento y de las emociones en la salud y en la longevidad de los individuos.