Un equipo de investigadores norteamericanos de la Universidad Johns Hopkins ha descubierto que un agente activo de los hongos mágicos o psicodélicos, llamado psilocybin, es capaz de inducir experiencias místicas y espirituales idénticas a las descritas por personas que han tenido vivencias de este tipo a lo largo de los siglos. Este hongo mágico es estudiado por la ciencia desde hace cuarenta años, si bien era conocido por culturas milenarias que lo usaban en experiencias religiosas.
En el estudio de la Universidad Hpoklins se ha podido comprobar asimismo que los estados místicos provocados por este hongo producen en las personas cambios positivos en su comportamiento y actitudes que permanecen al menos durante varios meses, informa esta universidad en un comunicado.
El estudio, publicado en Psychopharmacology, pretende explicar los mecanismos cerebrales que funcionan en las experiencias religiosas profundas, y que pueden provocarse por diversas vías, como la meditación o el control de la respiración. Existe una rama de la neurología que se centra actualmente en el estudio neurológico de las experiencias religiosas, y que se ha dado en llamar neuroteología.
La neuroteología se refiere al estudio de la neurobiología de la religión y de la espiritualidad, ya que la experiencia mística, durante la cual el tiempo y la conciencia ordinaria se han disuelto, requiere la desconexión de ciertos circuitos cerebrales, según ha explicado el neurólogo James Austin en su libro más reciente. Ya hemos dedicado en esta revista un artículo a estas investigaciones.
Investigaciones abandonadas
En la década de los años 50 y de los 60 fueron llevadas a cabo diversas investigaciones con alucinógenos que sugirieron su valor terapéutico, su capacidad de potenciar la creatividad y de producir experiencias de tipo místico. Sin embargo, los excesos psicodélicos de los 60 provocaron que se dictaran leyes que prácticamente detuvieron estos trabajos de investigación.
Ahora, el científico Roland Griffiths, profesor de los departamentos de neurociencia y psiquiatría y de biología del comportamiento de la Universidad Johns Hopkins, intenta de nuevo comprender cómo funcionan las sustancias alucinógenas, utilizando técnicas farmacológicas y clínicas modernas.
Estos investigadores reconocen el riesgo que puede suponer el exceso en el consumo de psilocybin y de otras sustancias alucinógenas, si no se lleva a cabo con una supervisión apropiada. Incluso en esta investigación, en la que las condiciones estaban totalmente controladas para minimizar posibles efectos negativos, un tercio de los participantes sufrieron miedo y paranoia, por lo que es fácil predecir que un exceso en el consumo de esta sustancia, por más mínimo que sea, puede provocar comportamientos peligrosos.
Cambios positivos
Pero además de estas sensaciones estresantes, los investigadores descubrieron con sorpresa que, con una cuidadosa preparación, los voluntarios tuvieron experiencias místicas que originaron cambios positivos en ellos. La finalidad de la investigación era conocer a fondo cómo funcionan estos efectos en el cerebro y averiguar las posibles aplicaciones para ayudar a la gente.
Asimismo, Griffiths señala que el psilocybin podría ayudar a comprender cómo pensamos, descubrir nuestras emociones latentes e incluso los comportamientos subyacentes de la biología. El director del estudio afirma que todo esto se está llevando a cabo desde un riguroso punto de vista científico, con mediciones empíricas de las reacciones que se observan en las personas que consumen el hongo bajo estricto control médico.
En el estudio, más de un 60% de los participantes describieron los efectos del psilocybin como una experiencia mística. Un tercio de ellos aseguró que había sido la única experiencia espiritual significativa de sus vidas, y más de dos tercios la situó entre las cinco experiencias espirituales más relevantes. Los voluntarios compararon esta experiencia a la sensación vivida cuando el nacimiento de su primer hijo o a la muerte de sus padres.
Pruebas a posteriori
Dos meses después, el 79% de los participantes aseguraron que su bienestar o satisfacción vital se habían incrementado de moderada a enormemente, en comparación con aquellos participantes a los que se les había suministrado un placebo en lugar del hongo alucinógeno.
La mayoría afirmó que su humor, actitudes y comportamientos habían cambiado para mejor. Entrevistas realizadas a miembros de sus familias, amigos y compañeros de trabajo, confirmaron en general estas apreciaciones particulares.
Los tests psicológicos realizados no mostraron que los participantes hubiesen sufrido daño alguno, aunque algunos admitieron efectos como la ansiedad en las horas posteriores al consumo de psilocybin. Anteriormente, se había demostrado ya en pruebas con animales que esta sustancia no es adictiva ni tóxica, al contrario que el éxtasis, las anfetaminas o el alcohol.
Acerca del misticismo
El estudio fue realizado con 36 voluntarios sanos, con educación y la mayoría de mediana edad, que no tenían historiales de psicosis o desórdenes bipolares en sus familias. Todos eran personas con una espiritualidad activa, porque los investigadores pensaron que las personas de este tipo podrían explicar mejor sus experiencias en este campo.
Cada uno de ellos acudió a dos sesiones que se sucedieron en un intervalo de dos meses. En una de ellas consumieron psilocybin, en la otra un placebo. En el diseño del estudio, los investigadores minimizaron tanto los efectos adversos como las posibles influencias del placebo, impidiendo que los participantes supieran si tomaban una u otra sustancia.
Posteriormente, se hicieron nueve cuestionarios y una encuesta en la que se clasificaban los efectos de la droga, los estados alterados de conciencia que los participantes habían detectado, y las experiencias místicas.
Cuestiones inevitables
Los resultados pueden llevar a preguntarse si Dios puede estar en una pastilla, tal como explica el profesor Griffiths en una entrevista realizada por la Universidad Johns Hopkins.
Según Griffiths, la investigación no intenta ni validar ni invalidar la verdad de lo que la gente pueda considerar como realidades metafísicas. De hecho, el juicio sobre estos temas está más allá del campo científico, afirma.
La labor que deben realizar los investigadores es la de estudiar los cambios de humor, valores, autoconciencia y comportamiento de la gente tras estas experiencias místicas. Y, señala Griffiths, no debería confundirse la experiencia de algo con ese “algo” en sí mismo.
Los hongos de psilocybin producen alucinaciones algo más leves que el LSD. Dependiendo de la dosis, los efectos incluyen distorsiones de la vista y del oído, y también pueden producir sensaciones de entusiasmo, ansiedad, y paranoia. El agente activo que poseen, el psilocybin, produce en el cerebro humano un efecto similar al de la serotonina, aunque aún no se sabe en que partes del cerebro actúa ni de qué manera.
En el estudio de la Universidad Hpoklins se ha podido comprobar asimismo que los estados místicos provocados por este hongo producen en las personas cambios positivos en su comportamiento y actitudes que permanecen al menos durante varios meses, informa esta universidad en un comunicado.
El estudio, publicado en Psychopharmacology, pretende explicar los mecanismos cerebrales que funcionan en las experiencias religiosas profundas, y que pueden provocarse por diversas vías, como la meditación o el control de la respiración. Existe una rama de la neurología que se centra actualmente en el estudio neurológico de las experiencias religiosas, y que se ha dado en llamar neuroteología.
La neuroteología se refiere al estudio de la neurobiología de la religión y de la espiritualidad, ya que la experiencia mística, durante la cual el tiempo y la conciencia ordinaria se han disuelto, requiere la desconexión de ciertos circuitos cerebrales, según ha explicado el neurólogo James Austin en su libro más reciente. Ya hemos dedicado en esta revista un artículo a estas investigaciones.
Investigaciones abandonadas
En la década de los años 50 y de los 60 fueron llevadas a cabo diversas investigaciones con alucinógenos que sugirieron su valor terapéutico, su capacidad de potenciar la creatividad y de producir experiencias de tipo místico. Sin embargo, los excesos psicodélicos de los 60 provocaron que se dictaran leyes que prácticamente detuvieron estos trabajos de investigación.
Ahora, el científico Roland Griffiths, profesor de los departamentos de neurociencia y psiquiatría y de biología del comportamiento de la Universidad Johns Hopkins, intenta de nuevo comprender cómo funcionan las sustancias alucinógenas, utilizando técnicas farmacológicas y clínicas modernas.
Estos investigadores reconocen el riesgo que puede suponer el exceso en el consumo de psilocybin y de otras sustancias alucinógenas, si no se lleva a cabo con una supervisión apropiada. Incluso en esta investigación, en la que las condiciones estaban totalmente controladas para minimizar posibles efectos negativos, un tercio de los participantes sufrieron miedo y paranoia, por lo que es fácil predecir que un exceso en el consumo de esta sustancia, por más mínimo que sea, puede provocar comportamientos peligrosos.
Cambios positivos
Pero además de estas sensaciones estresantes, los investigadores descubrieron con sorpresa que, con una cuidadosa preparación, los voluntarios tuvieron experiencias místicas que originaron cambios positivos en ellos. La finalidad de la investigación era conocer a fondo cómo funcionan estos efectos en el cerebro y averiguar las posibles aplicaciones para ayudar a la gente.
Asimismo, Griffiths señala que el psilocybin podría ayudar a comprender cómo pensamos, descubrir nuestras emociones latentes e incluso los comportamientos subyacentes de la biología. El director del estudio afirma que todo esto se está llevando a cabo desde un riguroso punto de vista científico, con mediciones empíricas de las reacciones que se observan en las personas que consumen el hongo bajo estricto control médico.
En el estudio, más de un 60% de los participantes describieron los efectos del psilocybin como una experiencia mística. Un tercio de ellos aseguró que había sido la única experiencia espiritual significativa de sus vidas, y más de dos tercios la situó entre las cinco experiencias espirituales más relevantes. Los voluntarios compararon esta experiencia a la sensación vivida cuando el nacimiento de su primer hijo o a la muerte de sus padres.
Pruebas a posteriori
Dos meses después, el 79% de los participantes aseguraron que su bienestar o satisfacción vital se habían incrementado de moderada a enormemente, en comparación con aquellos participantes a los que se les había suministrado un placebo en lugar del hongo alucinógeno.
La mayoría afirmó que su humor, actitudes y comportamientos habían cambiado para mejor. Entrevistas realizadas a miembros de sus familias, amigos y compañeros de trabajo, confirmaron en general estas apreciaciones particulares.
Los tests psicológicos realizados no mostraron que los participantes hubiesen sufrido daño alguno, aunque algunos admitieron efectos como la ansiedad en las horas posteriores al consumo de psilocybin. Anteriormente, se había demostrado ya en pruebas con animales que esta sustancia no es adictiva ni tóxica, al contrario que el éxtasis, las anfetaminas o el alcohol.
Acerca del misticismo
El estudio fue realizado con 36 voluntarios sanos, con educación y la mayoría de mediana edad, que no tenían historiales de psicosis o desórdenes bipolares en sus familias. Todos eran personas con una espiritualidad activa, porque los investigadores pensaron que las personas de este tipo podrían explicar mejor sus experiencias en este campo.
Cada uno de ellos acudió a dos sesiones que se sucedieron en un intervalo de dos meses. En una de ellas consumieron psilocybin, en la otra un placebo. En el diseño del estudio, los investigadores minimizaron tanto los efectos adversos como las posibles influencias del placebo, impidiendo que los participantes supieran si tomaban una u otra sustancia.
Posteriormente, se hicieron nueve cuestionarios y una encuesta en la que se clasificaban los efectos de la droga, los estados alterados de conciencia que los participantes habían detectado, y las experiencias místicas.
Cuestiones inevitables
Los resultados pueden llevar a preguntarse si Dios puede estar en una pastilla, tal como explica el profesor Griffiths en una entrevista realizada por la Universidad Johns Hopkins.
Según Griffiths, la investigación no intenta ni validar ni invalidar la verdad de lo que la gente pueda considerar como realidades metafísicas. De hecho, el juicio sobre estos temas está más allá del campo científico, afirma.
La labor que deben realizar los investigadores es la de estudiar los cambios de humor, valores, autoconciencia y comportamiento de la gente tras estas experiencias místicas. Y, señala Griffiths, no debería confundirse la experiencia de algo con ese “algo” en sí mismo.
Los hongos de psilocybin producen alucinaciones algo más leves que el LSD. Dependiendo de la dosis, los efectos incluyen distorsiones de la vista y del oído, y también pueden producir sensaciones de entusiasmo, ansiedad, y paranoia. El agente activo que poseen, el psilocybin, produce en el cerebro humano un efecto similar al de la serotonina, aunque aún no se sabe en que partes del cerebro actúa ni de qué manera.