Siempre se ha sabido que la empatía con una persona enferma alivia su percepción del dolor. Generalmente, este fenómeno se ha asociado a factores ambientales e incluso al placebo.
Sin embargo, una investigación científica ha descubierto ahora por qué funciona la empatía para modular el dolor y establecido incluso que supera el efecto de algunos analgésicos.
La investigación se ha centrado en establecer las bases científicas de esta evidencia, constatada a menudo en los centros hospitalarios: los médicos y enfermeras saben que su comportamiento puede influir en la percepción del dolor de sus pacientes.
La investigación, desarrollada en el Centro de Investigación de Neurociencias de Lyon y dirigida por Camille Fauchon, se propuso evaluar científicamente este fenómeno.
Dos etapas
La investigación se desarrolló en dos etapas. En la primera, se trató de determinar en un entorno hospitalario que el comportamiento humano puede realmente modular el dolor de otra persona.
Para ello, los investigadores recrearon el entorno hospitalario con médicos y enfermeras (en realidad actores) que pronunciaban frases escritas por psicoterapeutas: reflejaban indistintamente pensamientos empáticos, neutros o no empáticos.
Esas frases se grabaron y se reprodujeron en la habitación contigua de un grupo de voluntarios sanos que se habían ofrecido para vivir una experiencia de dolor inducido, y que podían escuchar a través de la pared las frases grabadas por los actores.
Los investigadores comprobaron que escuchar frases empáticas reduce la percepción del dolor en un 12 por ciento, algo que ni siquiera consiguen algunos analgésicos.
También comprobaron que las expresiones negativas no influyen en la percepción del dolor: ni lo aumentan ni lo disminuyen, seguramente por un mecanismo de defensa de los voluntarios que les lleva a ignorarlas.
Sin embargo, una investigación científica ha descubierto ahora por qué funciona la empatía para modular el dolor y establecido incluso que supera el efecto de algunos analgésicos.
La investigación se ha centrado en establecer las bases científicas de esta evidencia, constatada a menudo en los centros hospitalarios: los médicos y enfermeras saben que su comportamiento puede influir en la percepción del dolor de sus pacientes.
La investigación, desarrollada en el Centro de Investigación de Neurociencias de Lyon y dirigida por Camille Fauchon, se propuso evaluar científicamente este fenómeno.
Dos etapas
La investigación se desarrolló en dos etapas. En la primera, se trató de determinar en un entorno hospitalario que el comportamiento humano puede realmente modular el dolor de otra persona.
Para ello, los investigadores recrearon el entorno hospitalario con médicos y enfermeras (en realidad actores) que pronunciaban frases escritas por psicoterapeutas: reflejaban indistintamente pensamientos empáticos, neutros o no empáticos.
Esas frases se grabaron y se reprodujeron en la habitación contigua de un grupo de voluntarios sanos que se habían ofrecido para vivir una experiencia de dolor inducido, y que podían escuchar a través de la pared las frases grabadas por los actores.
Los investigadores comprobaron que escuchar frases empáticas reduce la percepción del dolor en un 12 por ciento, algo que ni siquiera consiguen algunos analgésicos.
También comprobaron que las expresiones negativas no influyen en la percepción del dolor: ni lo aumentan ni lo disminuyen, seguramente por un mecanismo de defensa de los voluntarios que les lleva a ignorarlas.
Huella cerebral
Una vez comprobado que la empatía reduce significativamente la percepción del dolor, los investigadores se propusieron investigar lo que ocurre en el cerebro durante la experiencia de provocar y aliviar el dolor.
En esta segunda etapa, el cerebro de los voluntarios fue observado mediante imágenes de resonancia magnética funcional mientras eran sometidos al mismo estímulo doloroso y escuchaban los mismos comentarios de la primera etapa.
Para orientar la observación de los cerebros, los investigadores analizaron la literatura científica sobre la experiencia dolorosa consciente, que se sabe implica la interacción de muchas redes neuronales especializadas en diferentes tareas.
La percepción del dolor se inicia tras la recepción de señales sensoriales procedentes de la periferia. Esta señal se procesa en un segundo nivel mediante redes dedicadas a la atención, la memoria autobiográfica, la autoconciencia y la exploración del contexto.
“Estas regiones de segundo o tercer orden son las que proporcionan alivio a la sensación dolorosa, al integrar dimensiones cognitivas, emocionales o relacionadas con el contexto”, explica Camille Fauchon en un comunicado.
Consistencia emocional
Los investigadores descubrieron que durante esta etapa de la experiencia dolorosa, asociada con el giro cingulado posterior y el precúneo, una parte del lóbulo parietal superior, los comentarios empáticos crearon la mayor modulación del dolor.
Los comentarios empáticos actúan sobre los circuitos cerebrales que dan consistencia emocional y cognitiva al dolor, destacan los investigadores.
“Esto confirma que al modificar el contexto con una actitud empática, la percepción del dolor se modifica a través del reclutamiento de redes neuronales de alto nivel”, concluye Fauchon.
Una vez comprobado que la empatía reduce significativamente la percepción del dolor, los investigadores se propusieron investigar lo que ocurre en el cerebro durante la experiencia de provocar y aliviar el dolor.
En esta segunda etapa, el cerebro de los voluntarios fue observado mediante imágenes de resonancia magnética funcional mientras eran sometidos al mismo estímulo doloroso y escuchaban los mismos comentarios de la primera etapa.
Para orientar la observación de los cerebros, los investigadores analizaron la literatura científica sobre la experiencia dolorosa consciente, que se sabe implica la interacción de muchas redes neuronales especializadas en diferentes tareas.
La percepción del dolor se inicia tras la recepción de señales sensoriales procedentes de la periferia. Esta señal se procesa en un segundo nivel mediante redes dedicadas a la atención, la memoria autobiográfica, la autoconciencia y la exploración del contexto.
“Estas regiones de segundo o tercer orden son las que proporcionan alivio a la sensación dolorosa, al integrar dimensiones cognitivas, emocionales o relacionadas con el contexto”, explica Camille Fauchon en un comunicado.
Consistencia emocional
Los investigadores descubrieron que durante esta etapa de la experiencia dolorosa, asociada con el giro cingulado posterior y el precúneo, una parte del lóbulo parietal superior, los comentarios empáticos crearon la mayor modulación del dolor.
Los comentarios empáticos actúan sobre los circuitos cerebrales que dan consistencia emocional y cognitiva al dolor, destacan los investigadores.
“Esto confirma que al modificar el contexto con una actitud empática, la percepción del dolor se modifica a través del reclutamiento de redes neuronales de alto nivel”, concluye Fauchon.
Referencia
Brain activity sustaining the modulation of pain by empathetic comments. C. Fauchon et al. Scientific Reports, volume 9, Article number: 8398 (2019). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-019-44879-9
Brain activity sustaining the modulation of pain by empathetic comments. C. Fauchon et al. Scientific Reports, volume 9, Article number: 8398 (2019). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-019-44879-9