La curiosidad estimula la zona del cerebro relacionada con la recompensa. Imagen: Pavel Losevsky. Fuente: PhotoXpress.
Cuanta más curiosidad nos produzca un tema, más fácil nos resultará aprender información sobre él. Una nueva investigación publicada en línea en la revista Neuron, de Cell Press, proporciona información detallada sobre lo que sucede en nuestro cerebro cuando se despierta la curiosidad.
Los hallazgos podrían ayudar a los científicos a encontrar maneras de mejorar el aprendizaje en general y la memoria, tanto en individuos sanos como en pacientes con enfermedades neurológicas.
"Nuestros descubrimientos potencialmente tienen implicaciones de largo alcance para el público, ya que revelan cómo afecta una forma de motivación intrínseca -la curiosidad- a la memoria. Estos hallazgos sugieren formas de mejorar el aprendizaje en el aula y otros entornos", señala el autor principal del estudio, Matthias Gruber, de la Universidad de California en Davis (EE.UU.), en un comunicado de dicho centro.
Para el estudio, los participantes calificaron su curiosidad por aprender las respuestas a una serie de preguntas de cultura general. Cuando más tarde se les presentó una pregunta de cultura general seleccionada, hubo un retardo de 14 segundos antes de que se les diera la respuesta, tiempo durante el cual a los participantes se les mostró una imagen de un rostro neutral, no relacionado.
Posteriormente, los participantes realizaron una prueba sorpresa de memoria de reconocimiento en torno a las caras que se les habían presentado, seguido de una prueba de memoria para las respuestas a las preguntas de cultura general. Durante ciertas partes del estudio, a los participantes se les escaneó el cerebro mediante resonancia magnética.
Los hallazgos podrían ayudar a los científicos a encontrar maneras de mejorar el aprendizaje en general y la memoria, tanto en individuos sanos como en pacientes con enfermedades neurológicas.
"Nuestros descubrimientos potencialmente tienen implicaciones de largo alcance para el público, ya que revelan cómo afecta una forma de motivación intrínseca -la curiosidad- a la memoria. Estos hallazgos sugieren formas de mejorar el aprendizaje en el aula y otros entornos", señala el autor principal del estudio, Matthias Gruber, de la Universidad de California en Davis (EE.UU.), en un comunicado de dicho centro.
Para el estudio, los participantes calificaron su curiosidad por aprender las respuestas a una serie de preguntas de cultura general. Cuando más tarde se les presentó una pregunta de cultura general seleccionada, hubo un retardo de 14 segundos antes de que se les diera la respuesta, tiempo durante el cual a los participantes se les mostró una imagen de un rostro neutral, no relacionado.
Posteriormente, los participantes realizaron una prueba sorpresa de memoria de reconocimiento en torno a las caras que se les habían presentado, seguido de una prueba de memoria para las respuestas a las preguntas de cultura general. Durante ciertas partes del estudio, a los participantes se les escaneó el cerebro mediante resonancia magnética.
Hallazgos
El estudio reveló tres hallazgos principales. En primer lugar, como se esperaba, cuando la gente tenía mucha curiosidad por saber la respuesta a una pregunta, se les daba mejor aprender esa información. Más sorprendente, sin embargo, resultó que una vez que se despertaba su curiosidad, mostraban un mejor aprendizaje de la información no relacionada (como el reconocimiento facial) que se iban encontrando, pero por la que no necesariamente sentían curiosidad.
La gente también era más capaz de retener la información aprendida durante un periodo de 24 horas posterior a la aparición de curiosidad. "La curiosidad puede poner al cerebro en un estado que le permite aprender y retener cualquier tipo de información, como un torbellino que succiona lo que sí se desea aprender, y también todo lo que hay alrededor", explica Gruber.
En segundo lugar, los investigadores descubrieron que cuando se estimula la curiosidad, hay una mayor actividad en el circuito cerebral relacionado con la recompensa. "Hemos demostrado que la motivación intrínseca en realidad involucra a las mismas áreas del cerebro que están fuertemente implicadas en la motivación extrínseca, tangible", señala Gruber. Este circuito de recompensa depende de la dopamina, un mensajero químico que transmite mensajes entre las neuronas.
En tercer lugar, el equipo descubrió que cuando la curiosidad motivaba el aprendizaje, había una mayor actividad en el hipocampo, una región del cerebro que es importante para la formación de nuevos recuerdos, así como un aumento de las interacciones entre el hipocampo y el circuito de recompensa.
Interrelaciones
"Así que la curiosidad involucra al sistema de recompensa, y las interacciones entre el sistema de recompensa y el hipocampo parecen poner al cerebro en un estado en el que tiene más probabilidades de aprender y retener información, aunque esa información no sea de especial interés o importancia," explica el investigador principal Charan Ranganath, también de la Universidad de California en Davis.
Los hallazgos podrían tener implicaciones para la medicina y otros ámbitos. Por ejemplo, los circuitos cerebrales que dependen de la dopamina tienden a funcionar peor en las personas mayores, o en personas con enfermedades neurológicas. Comprender la relación entre la motivación y la memoria, por tanto, podría estimular nuevos esfuerzos para mejorar la memoria en los ancianos sanos y para desarrollar nuevos enfoques para el tratamiento de pacientes con trastornos que afectan la memoria.
Y en el salón de clase o en el trabajo, podría estimularse el aprendizaje de material aburrido si los profesores o directivos fueran capaces de aprovechar el poder de la curiosidad de los estudiantes y los trabajadores hacia algo que les motiva aprender de manera natural.
El estudio reveló tres hallazgos principales. En primer lugar, como se esperaba, cuando la gente tenía mucha curiosidad por saber la respuesta a una pregunta, se les daba mejor aprender esa información. Más sorprendente, sin embargo, resultó que una vez que se despertaba su curiosidad, mostraban un mejor aprendizaje de la información no relacionada (como el reconocimiento facial) que se iban encontrando, pero por la que no necesariamente sentían curiosidad.
La gente también era más capaz de retener la información aprendida durante un periodo de 24 horas posterior a la aparición de curiosidad. "La curiosidad puede poner al cerebro en un estado que le permite aprender y retener cualquier tipo de información, como un torbellino que succiona lo que sí se desea aprender, y también todo lo que hay alrededor", explica Gruber.
En segundo lugar, los investigadores descubrieron que cuando se estimula la curiosidad, hay una mayor actividad en el circuito cerebral relacionado con la recompensa. "Hemos demostrado que la motivación intrínseca en realidad involucra a las mismas áreas del cerebro que están fuertemente implicadas en la motivación extrínseca, tangible", señala Gruber. Este circuito de recompensa depende de la dopamina, un mensajero químico que transmite mensajes entre las neuronas.
En tercer lugar, el equipo descubrió que cuando la curiosidad motivaba el aprendizaje, había una mayor actividad en el hipocampo, una región del cerebro que es importante para la formación de nuevos recuerdos, así como un aumento de las interacciones entre el hipocampo y el circuito de recompensa.
Interrelaciones
"Así que la curiosidad involucra al sistema de recompensa, y las interacciones entre el sistema de recompensa y el hipocampo parecen poner al cerebro en un estado en el que tiene más probabilidades de aprender y retener información, aunque esa información no sea de especial interés o importancia," explica el investigador principal Charan Ranganath, también de la Universidad de California en Davis.
Los hallazgos podrían tener implicaciones para la medicina y otros ámbitos. Por ejemplo, los circuitos cerebrales que dependen de la dopamina tienden a funcionar peor en las personas mayores, o en personas con enfermedades neurológicas. Comprender la relación entre la motivación y la memoria, por tanto, podría estimular nuevos esfuerzos para mejorar la memoria en los ancianos sanos y para desarrollar nuevos enfoques para el tratamiento de pacientes con trastornos que afectan la memoria.
Y en el salón de clase o en el trabajo, podría estimularse el aprendizaje de material aburrido si los profesores o directivos fueran capaces de aprovechar el poder de la curiosidad de los estudiantes y los trabajadores hacia algo que les motiva aprender de manera natural.
Referencia bibliográfica:
Matthias J. Gruber, Bernard D. Gelman, Charan Ranganath. States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit. Neuron (2014). DOI: 10.1016/j.neuron.2014.08.060.
Matthias J. Gruber, Bernard D. Gelman, Charan Ranganath. States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit. Neuron (2014). DOI: 10.1016/j.neuron.2014.08.060.