Fuente: Universidad de Zurich.
La cultura no es una característica únicamente humana, señalan los resultados de un estudio realizado por científicos de la Universidad de Zurich, en Suiza.
A partir de la observación de nueve poblaciones de orangutanes, los investigadores lograron demostrar que los grandes simios tienen la capacidad de aprender socialmente y de transmitir sus conocimientos a través de muchísimas generaciones, del mismo modo que sucede en nuestra especie.
Según publica la Universidad de Zurich en un comunicado, el antropólogo Michael Krützen, director de la investigación, y sus colaboradores han proporcionado la primera evidencia de que la cultura de los humanos y la cultura de los grandes simios tienen, además, las mismas raíces evolutivas.
Con esta evidencia, se respondería a la cuestión de si las variaciones en los patrones de comportamiento de los orangutanes están culturalmente condicionadas o, por el contrario, responden a factores genéticos e influencias ambientales.
Antecedentes
En los humanos, las innovaciones en el comportamiento se transmiten culturalmente de una generación a la siguiente, a través del aprendizaje social.
Para muchos expertos, la cultura humana es una clave de adaptación que nos diferencia del resto de los animales. Sin embargo, la ciencia aún no ha encontrado una respuesta definitiva a la cuestión de si dicha cultura es única de nuestra especie o, por el contrario, tiene raíces evolutivas más profundas.
Hace alrededor de una década, biólogos especializados en los grandes simios salvajes informaron de variaciones en los patrones de comportamiento de estos animales en función de diferencias geográficas.
Estas variaciones sólo podían ser explicadas a través de la transmisión cultural de innovaciones, del mismo modo que ocurre en los humanos.
A partir de la observación de nueve poblaciones de orangutanes, los investigadores lograron demostrar que los grandes simios tienen la capacidad de aprender socialmente y de transmitir sus conocimientos a través de muchísimas generaciones, del mismo modo que sucede en nuestra especie.
Según publica la Universidad de Zurich en un comunicado, el antropólogo Michael Krützen, director de la investigación, y sus colaboradores han proporcionado la primera evidencia de que la cultura de los humanos y la cultura de los grandes simios tienen, además, las mismas raíces evolutivas.
Con esta evidencia, se respondería a la cuestión de si las variaciones en los patrones de comportamiento de los orangutanes están culturalmente condicionadas o, por el contrario, responden a factores genéticos e influencias ambientales.
Antecedentes
En los humanos, las innovaciones en el comportamiento se transmiten culturalmente de una generación a la siguiente, a través del aprendizaje social.
Para muchos expertos, la cultura humana es una clave de adaptación que nos diferencia del resto de los animales. Sin embargo, la ciencia aún no ha encontrado una respuesta definitiva a la cuestión de si dicha cultura es única de nuestra especie o, por el contrario, tiene raíces evolutivas más profundas.
Hace alrededor de una década, biólogos especializados en los grandes simios salvajes informaron de variaciones en los patrones de comportamiento de estos animales en función de diferencias geográficas.
Estas variaciones sólo podían ser explicadas a través de la transmisión cultural de innovaciones, del mismo modo que ocurre en los humanos.
Michael Krützen. Fuente: Universidad de Zurich.
El descubrimiento dio lugar entonces a un intenso debate entre los científicos, que aún perdura.
Todavía hoy se discute sobre si la variación de los comportamientos de los grandes simios en función de la geografía es un producto cultural o el resultado de influencias medioambientales y de factores genéticos.
Una base común
Los antropólogos de la Universidad de Zurich analizaron si las variaciones geográficas de los patrones de comportamiento de nueve poblaciones de orangutanes de Sumatra y de Borneo podían ser explicadas por la transmisión cultural.
Michael Krützen explica que, en efecto, “es así; la interpretación cultural de la diversidad de los comportamientos también es válida para los orangutanes, exactamente de la misma forma que cabría esperar de la cultura humana”.
Los investigadores demostraron que los factores genéticos o las influencias ambientales no podían explicar los patrones de comportamiento de las poblaciones de orangutanes estudiadas.
La habilidad para aprender cosas socialmente y para transmitirlas ha evolucionado a lo largo de muchas generaciones no sólo en los humanos, sino también en los simios, señalan.
Por otro lado, parece como si esta capacidad de actuar culturalmente “viniese determinada por la larga esperanza de vida de los grandes simios, y por la necesidad de ser capaces de adaptarse a condiciones ambientales cambiantes”, añade Krützen.
El científico concluye que: “Ahora sabemos que las raíces de la cultura humana son mucho más profundas de lo que hasta ahora se creía. La cultura humana se habría levantado a partir de una sólida base de muchos millones de años de antigüedad, que es compartida con el resto de los grandes simios”.
Datos analizados
En el presente estudio, los científicos emplearon el mayor conjunto de datos jamás reunido sobre especies de grandes simios.
En total fueron analizadas más de 100.000 horas de registros de comportamiento, se crearon perfiles genéticos de más de 150 orangutanes salvajes, y se midieron las diferencias ecológicas de los ambientes de las nueve poblaciones, utilizando para ello imágenes de satélite y avanzadas técnicas de teledetección o detección remota.
Según explica Carel van Schaik, otro de los autores de la investigación, la novedad de ésta radica en que “gracias a la extensión sin precedentes del conjunto de datos empleado, hemos podido estimar por vez primera la influencia que tienen la genética y los factores ambientales en los diversos patrones de comportamiento de las poblaciones de orangutanes”.
Cuando los investigadores examinaron los parámetros responsables de las diferencias en las estructuras sociales y en la ecología del comportamiento de las nueve poblaciones de orangutanes, se constató que las condiciones ambientales y, en menor grado, los factores genéticos sí jugaban un importante papel en ambos elementos.
Sin embargo, estos condicionantes no pudieron explicar las diferencias entre los patrones de comportamiento de dichas poblaciones, cuyo origen radicaría por tanto en los procesos culturales, escriben los científicos en Current Biology.
Según Schaik esta constatación supone que: “hemos podido demostrar que la interpretación cultural de la diversidad del comportamiento también es válida para los grandes simios”.
Todavía hoy se discute sobre si la variación de los comportamientos de los grandes simios en función de la geografía es un producto cultural o el resultado de influencias medioambientales y de factores genéticos.
Una base común
Los antropólogos de la Universidad de Zurich analizaron si las variaciones geográficas de los patrones de comportamiento de nueve poblaciones de orangutanes de Sumatra y de Borneo podían ser explicadas por la transmisión cultural.
Michael Krützen explica que, en efecto, “es así; la interpretación cultural de la diversidad de los comportamientos también es válida para los orangutanes, exactamente de la misma forma que cabría esperar de la cultura humana”.
Los investigadores demostraron que los factores genéticos o las influencias ambientales no podían explicar los patrones de comportamiento de las poblaciones de orangutanes estudiadas.
La habilidad para aprender cosas socialmente y para transmitirlas ha evolucionado a lo largo de muchas generaciones no sólo en los humanos, sino también en los simios, señalan.
Por otro lado, parece como si esta capacidad de actuar culturalmente “viniese determinada por la larga esperanza de vida de los grandes simios, y por la necesidad de ser capaces de adaptarse a condiciones ambientales cambiantes”, añade Krützen.
El científico concluye que: “Ahora sabemos que las raíces de la cultura humana son mucho más profundas de lo que hasta ahora se creía. La cultura humana se habría levantado a partir de una sólida base de muchos millones de años de antigüedad, que es compartida con el resto de los grandes simios”.
Datos analizados
En el presente estudio, los científicos emplearon el mayor conjunto de datos jamás reunido sobre especies de grandes simios.
En total fueron analizadas más de 100.000 horas de registros de comportamiento, se crearon perfiles genéticos de más de 150 orangutanes salvajes, y se midieron las diferencias ecológicas de los ambientes de las nueve poblaciones, utilizando para ello imágenes de satélite y avanzadas técnicas de teledetección o detección remota.
Según explica Carel van Schaik, otro de los autores de la investigación, la novedad de ésta radica en que “gracias a la extensión sin precedentes del conjunto de datos empleado, hemos podido estimar por vez primera la influencia que tienen la genética y los factores ambientales en los diversos patrones de comportamiento de las poblaciones de orangutanes”.
Cuando los investigadores examinaron los parámetros responsables de las diferencias en las estructuras sociales y en la ecología del comportamiento de las nueve poblaciones de orangutanes, se constató que las condiciones ambientales y, en menor grado, los factores genéticos sí jugaban un importante papel en ambos elementos.
Sin embargo, estos condicionantes no pudieron explicar las diferencias entre los patrones de comportamiento de dichas poblaciones, cuyo origen radicaría por tanto en los procesos culturales, escriben los científicos en Current Biology.
Según Schaik esta constatación supone que: “hemos podido demostrar que la interpretación cultural de la diversidad del comportamiento también es válida para los grandes simios”.