Por qué algunos científicos eligen unas determinadas citas y no otras, para incluir como referencias en sus escritos científicos es una cuestión que todavía no está completamente resuelta, según se puede constatar en el trabajo realizado por María del Mar Camacho Miñano y Manuel Núñez Níckel, de la Universidad Complutense de Madrid y la UC3M, respectivamente, publicado en el Journal of the American Society for Informacion Science and Technology.
Las citas en la ciencia son importantes como mecanismo para seguir la evolución de la ciencia y porque son empleadas como indicador de la relevancia de los científicos e instituciones: cuanto mayor es el número de citas a un artículo, mayor es el reconocimiento. Esta medida de éxito implica mayores fuentes de financiación, reconocimiento, salarios, etc. Según Camacho Miñano y Núñez Nickel, el problema surge cuando los autores, en lugar de elegir sus citas altruistamente ateniéndose a las fuentes originarias que les facilitaron las ideas sobre las que construyeron su razonamiento, citan en función de intereses espurios tratando de aumentar la probabilidad de publicar con éxito en las revistas.
“De esta manera, surgen los prejuicios y lo que es peor las discriminaciones de los científicos a los que no se cita”, explica el catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la UC3M, Manuel Núñez Nickel. Estas discriminaciones se pueden resumir en tres aspectos fundamentales: características personales del autor (por ejemplo, género, raza, procedencia del doctorado, afiliación actual, o previas, si forma parte del equipo de redacción de alguna revista, etc.) características del artículo (metodología empleada, número de hojas, si es una recopilación bibliográfica, etc.) y, por último, tipo o características de la revista (se tiende a citar artículos publicados en las revistas con mayor índice de impacto).
Con los sistemas de control que existen en la actualidad (revisión ciega por pares) es difícil controlar este tipo de comportamientos, según los autores del estudio. Es más, los revisores y editores podrían estar acentuando el comportamiento que critica, al aconsejar que se citen revistas de cierto índice de impacto o determinados autores. Un ejemplo: en cierta revista, se aconseja que se cite la propia revista donde va a ser publicada. La explicación del editor es: ¿Si no es interesante nuestra revista para citarla por qué quiere publicar en ella? Si este editor no quisiera perturbar la esencia de la cita, su razonamiento debería haber sido: Si usted nos presenta una investigación de calidad, nos interesa haga lo que haga; y si consideramos que no es de calidad, se la rechazamos.
Una posible solución
No obstante, los investigadores apuntan una solución parcial al problema: que el editor de las revistas de unas pautas de comportamiento claras a los revisores, para que en el momento que sean conscientes de que existe cualquier tipo de discriminación, lo erradiquen de raíz. “A nivel particular, esto es sumamente difícil, puesto que un editor suele estar especializado solamente en una de las corrientes de su rama científica, no en todas. Pero hoy día, con el nivel de conocimiento del que se dispone, si los editores facilitasen las señales correctas, penalizando a revisores que ‘aconsejan’ ciertas citas, o auto imponiéndose cierta disciplina de revista, se avanzaría bastante en el camino correcto”.
La principal contribución de este estudio, que ordena las ideas dispersas que existían en una literatura tan amplia, es poner en su sitio las distintas fases en la selección de citas. En este sentido, “un autor no se puede permitir no conocer las fuentes más relevantes si pretende tener cierta fiabilidad dentro de su corriente”, explica Nuñez Nickel. Sin embargo, a la hora de decidir entre los autores a citar, si varios artículos cubren las mismas necesidades, el autor puede decantarse por sus afines, revisores de ciertas revistas, catedráticos de instituciones que le interesan, etc. “Esta puede ser una de las motivaciones por las que aparecen escuelas de ‘calidad’ frente a las que aportaron las ideas originarias”, comenta.
Los investigadores han podido comprobar, según los resultados obtenidos, que siempre hay un comportamiento “amoral” que no se puede controlar a la hora de citar a los autores. “La ciencia no es altruista, sino en la mayoría de los casos egoísta”, afirma el profesor Núñez Níckel. “De ser ciertas estas hipótesis, la Ciencia podría estar degenerando o simplemente quedándose estancada sin un avance real en ciertas ramas”, añade. La idea de realizar esta investigación surgió precisamente de la dificultad que encontraban en su rama de conocimiento para valorar el esfuerzo real y los resultados que obtienen los científicos, de cara a remunerarles, promocionarles, obtener financiación, etc. “Desarrollamos esta investigación – indica - por propio egoísmo para tratar de marcar pautas en relación a la valoración dentro del área de Contabilidad del Departamento de Economía de la Empresa de la Universidad Carlos III de Madrid”.
Las citas en la ciencia son importantes como mecanismo para seguir la evolución de la ciencia y porque son empleadas como indicador de la relevancia de los científicos e instituciones: cuanto mayor es el número de citas a un artículo, mayor es el reconocimiento. Esta medida de éxito implica mayores fuentes de financiación, reconocimiento, salarios, etc. Según Camacho Miñano y Núñez Nickel, el problema surge cuando los autores, en lugar de elegir sus citas altruistamente ateniéndose a las fuentes originarias que les facilitaron las ideas sobre las que construyeron su razonamiento, citan en función de intereses espurios tratando de aumentar la probabilidad de publicar con éxito en las revistas.
“De esta manera, surgen los prejuicios y lo que es peor las discriminaciones de los científicos a los que no se cita”, explica el catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la UC3M, Manuel Núñez Nickel. Estas discriminaciones se pueden resumir en tres aspectos fundamentales: características personales del autor (por ejemplo, género, raza, procedencia del doctorado, afiliación actual, o previas, si forma parte del equipo de redacción de alguna revista, etc.) características del artículo (metodología empleada, número de hojas, si es una recopilación bibliográfica, etc.) y, por último, tipo o características de la revista (se tiende a citar artículos publicados en las revistas con mayor índice de impacto).
Con los sistemas de control que existen en la actualidad (revisión ciega por pares) es difícil controlar este tipo de comportamientos, según los autores del estudio. Es más, los revisores y editores podrían estar acentuando el comportamiento que critica, al aconsejar que se citen revistas de cierto índice de impacto o determinados autores. Un ejemplo: en cierta revista, se aconseja que se cite la propia revista donde va a ser publicada. La explicación del editor es: ¿Si no es interesante nuestra revista para citarla por qué quiere publicar en ella? Si este editor no quisiera perturbar la esencia de la cita, su razonamiento debería haber sido: Si usted nos presenta una investigación de calidad, nos interesa haga lo que haga; y si consideramos que no es de calidad, se la rechazamos.
Una posible solución
No obstante, los investigadores apuntan una solución parcial al problema: que el editor de las revistas de unas pautas de comportamiento claras a los revisores, para que en el momento que sean conscientes de que existe cualquier tipo de discriminación, lo erradiquen de raíz. “A nivel particular, esto es sumamente difícil, puesto que un editor suele estar especializado solamente en una de las corrientes de su rama científica, no en todas. Pero hoy día, con el nivel de conocimiento del que se dispone, si los editores facilitasen las señales correctas, penalizando a revisores que ‘aconsejan’ ciertas citas, o auto imponiéndose cierta disciplina de revista, se avanzaría bastante en el camino correcto”.
La principal contribución de este estudio, que ordena las ideas dispersas que existían en una literatura tan amplia, es poner en su sitio las distintas fases en la selección de citas. En este sentido, “un autor no se puede permitir no conocer las fuentes más relevantes si pretende tener cierta fiabilidad dentro de su corriente”, explica Nuñez Nickel. Sin embargo, a la hora de decidir entre los autores a citar, si varios artículos cubren las mismas necesidades, el autor puede decantarse por sus afines, revisores de ciertas revistas, catedráticos de instituciones que le interesan, etc. “Esta puede ser una de las motivaciones por las que aparecen escuelas de ‘calidad’ frente a las que aportaron las ideas originarias”, comenta.
Los investigadores han podido comprobar, según los resultados obtenidos, que siempre hay un comportamiento “amoral” que no se puede controlar a la hora de citar a los autores. “La ciencia no es altruista, sino en la mayoría de los casos egoísta”, afirma el profesor Núñez Níckel. “De ser ciertas estas hipótesis, la Ciencia podría estar degenerando o simplemente quedándose estancada sin un avance real en ciertas ramas”, añade. La idea de realizar esta investigación surgió precisamente de la dificultad que encontraban en su rama de conocimiento para valorar el esfuerzo real y los resultados que obtienen los científicos, de cara a remunerarles, promocionarles, obtener financiación, etc. “Desarrollamos esta investigación – indica - por propio egoísmo para tratar de marcar pautas en relación a la valoración dentro del área de Contabilidad del Departamento de Economía de la Empresa de la Universidad Carlos III de Madrid”.