El fútbol se ha convertido en un deporte de alta tecnología, señala la revista Zdnet, que destaca la progresiva incorporación de una serie de sistemas tecnológicos, desde la revisión de las jugadas hasta el seguimiento de los tiempos de los jugadores, para optimizar el deporte, si bien señala las relativas resistencias a la penetración de la tecnología en los diferentes escenarios deportivos.
Lo cierto es que los estudios e investigaciones sobre diferentes aspectos del deporte, particularmente del fútbol, han proliferado en los últimos años: el balón perfecto, el césped adecuado o el color de la camiseta con la que juega un equipo, pueden determinar el resultado final del Mundial de fútbol 2006. Incluso, como hemos señalizado en otro artículo, la biomecánica deportiva es una disciplina científica que utiliza las leyes físicas para optimizar las proezas de los jugadores.
La ciencia, a la que todo le interesa, se ha convertido así en fuente de mejora y desarrollo del fútbol. Estadísticas, pruebas de laboratorio con los balones o trampas sonoras, son algunas de las cosas que el conocimiento científico ha hecho por el fútbol, según New Scientist, que ha publicado una síntesis de las investigaciones más interesantes realizadas en relación a este deporte.
Una de ellas es un estudio matemático realizado por un equipo de investigadores formado por Eli Ben-Naim, Sidney Redner y Federico Vázquez, en el que se analizaron cinco de los deportes más practicados en Estados Unidos e Inglaterra para determinar cual de ellos despertaba más pasiones. Se revisaron más de 300.000 partidos del último siglo y se determinó que el fútbol es el deporte más competitivo y apasionante de todos.
El fútbol despierta pasiones por lo impredecible de sus resultados: si no hay desilusiones, el juego se vuelve determinista y, por tanto, aburrido. Las sorpresas que a veces dan los equipos es lo que mantiene a la gente en vilo, según este estudio.
Otra rama de la ciencia que se ha ocupado del fútbol es la estadística: si no podemos esperar para ver quién ganará la final del Mundial, siempre puede recurrirse a fórmulas matemáticas que predicen el equipo ganador, tal y como ha intentado un trabajo realizado por un grupo de estudiantes de la Universidad Americana de los Emiratos Árabes. Una fórmula matemática también ha sido creada por científicos británicos para establecer posibilidades de victoria final por equipos.
Comportamientos indeseables y colores
La ciencia se ha ocupado asimismo de los hinchas del fútbol: si lo que se pretende es evitar los comportamientos ofensivos o violentos de los más aficionados, existe un sistema sonoro desarrollado por investigadores holandeses: descubrieron que añadiendo un ligero eco a cualquier expresión sonora desagradable por parte del público, las masas se desconciertan y se vuelven incapaces de gritar al unísono.
Los colores de las camisetas de los jugadores afectan a la motivación que los futbolistas tienen en el césped, siendo el color rojo el que más favorece, según un realizado por la universidad británica de Dirham del que informó la revista Scientific American. Este estudio comprobó que, en la competición futbolística Euro 2004, los equipos que iban de rojo marcaron de media un gol más por partido que el resto de los equipos.
Este es un efecto atribuido a un comportamiento instintivo, puesto que el rojo varía los niveles de testosterona de los animales, así como su deseo de dominación. Por ello, el equipo que se enfrenta a otro vestido de rojo, se siente más sumiso que frente a otros equipos uniformados con ropa de otro color.
Equipación futurista
Las botas de fútbol tienen una gran importancia. Un material fabricado con moléculas inteligentes conocido como d3o, que normalmente es flexible pero que se pone rígido cuando recibe cualquier impacto, podría utilizarse para fabricar el calzado deportivo de los futbolistas.
Tiene la ventaja de que, además de que se puede fabricar rápidamente gracias a la sinterización láser, que es un proceso que consiste en calentar un material justo por debajo de su punto de fusión para formar una masa sólida.
¿Y si la ropa pudiera avisar a los jugadores? En la Netherlands Organisation for Applied Scientific Research de Delft, un equipo de científicos diseñó un sistema para ropa deportiva que serviría para señalar al jugador –con un pequeño empujoncito- que está haciendo algo incorrecto durante el entrenamiento, de manera que pueda perfeccionar su juego e incluso advertir qué músculos debe ejercitar más.
Visión defectuosa y otros problemas corporales
La ciencia ha dado además la razón a los árbitros: lo cierto es que el ojo humano es incapaz de predecir la trayectoria de un balón que recorre una curva en el aire, por lo que los árbitros desconocen de antemano las consecuencias de cada tiro, señala un estudio realizado en la Universidad de Belfast. El médico español Francisco Belda Maruenda ha señalado los límites de la visión humana para explicar los errores arbitrales en el offside, tal como publicó en BMJ.
Por otro lado, los futbolistas deberían de tener cuidado con los remates de cabeza, porque a la larga pueden dañarse el cuello de tanto golpear el balón con ella, señaló un estudio.asp?referrer=parent&backto=issue,14,17;journal,28,106;linkingpublicationresults,1:101557,1 realizado por investigadores turcos, además de perjudicar al sistema neurológico, según otra investigación realizada por científicos italianos.
Por último, ¿qué pasaría si los jugadores fueran robots? Pues que, entre otras cosas, se evitarían los problemas físicos de los futbolistas humanos. En un futuro lejano, quizá se robotice el deporte más universal del momento, cosa que ya se ha intentado en la Carnegie Mellon University de Pittsburgh, Pennslyvania (Estados Unidos). Ya existe la RoboCup, destaca The Washington Post.
Los científicos de dicha universidad han creado robots jugadores de fútbol que se mueven sobre dos ruedas, y que son controlados informáticamente a través de ordenadores incorporados a sus cuerpos. Consiguieron hacer que se pasen la pelota los unos a los otros e incluso que marquen algún gol. La RoboCup puede ser el equivalente al mundial de fútbol actual en 2050, según The Scotsman.
Un juego para todos los campos
La ciencia ayuda, pero la pasión por el fútbol –por más que se estudie- en el fondo nos sigue pareciendo inexplicable. Y es que nadie escapa a su influjo, ni siquiera los científicos, señala a su vez la revista Nature. Indica que las semanas anteriores al Mundial su redacción recibió un torrente de comunicados de prensa y de ideas para artículos, todos ellos destinados a demostrar que los científicos, también, amaban este deporte.
Tampoco la bolsa escapa a su impacto: un estudio realizado por investigadores del MIT, la Tuck School of Business de Dartmouth y la Norwegian School of Management, ha demostrado que el rendimiento de las selecciones de fútbol nacionales influye incluso en el mercado bursátil de sus respectivos países.
Estos investigadores comprobaron, analizando 39 mercados, que las derrotas hacen caer la bolsa 38 puntos inmediatamente después de que un equipo sea eliminado de una competición como el Mundial de Fútbol. Sin embargo, los triunfos no provocan subidas bursátiles.
Lo cierto es que los estudios e investigaciones sobre diferentes aspectos del deporte, particularmente del fútbol, han proliferado en los últimos años: el balón perfecto, el césped adecuado o el color de la camiseta con la que juega un equipo, pueden determinar el resultado final del Mundial de fútbol 2006. Incluso, como hemos señalizado en otro artículo, la biomecánica deportiva es una disciplina científica que utiliza las leyes físicas para optimizar las proezas de los jugadores.
La ciencia, a la que todo le interesa, se ha convertido así en fuente de mejora y desarrollo del fútbol. Estadísticas, pruebas de laboratorio con los balones o trampas sonoras, son algunas de las cosas que el conocimiento científico ha hecho por el fútbol, según New Scientist, que ha publicado una síntesis de las investigaciones más interesantes realizadas en relación a este deporte.
Una de ellas es un estudio matemático realizado por un equipo de investigadores formado por Eli Ben-Naim, Sidney Redner y Federico Vázquez, en el que se analizaron cinco de los deportes más practicados en Estados Unidos e Inglaterra para determinar cual de ellos despertaba más pasiones. Se revisaron más de 300.000 partidos del último siglo y se determinó que el fútbol es el deporte más competitivo y apasionante de todos.
El fútbol despierta pasiones por lo impredecible de sus resultados: si no hay desilusiones, el juego se vuelve determinista y, por tanto, aburrido. Las sorpresas que a veces dan los equipos es lo que mantiene a la gente en vilo, según este estudio.
Otra rama de la ciencia que se ha ocupado del fútbol es la estadística: si no podemos esperar para ver quién ganará la final del Mundial, siempre puede recurrirse a fórmulas matemáticas que predicen el equipo ganador, tal y como ha intentado un trabajo realizado por un grupo de estudiantes de la Universidad Americana de los Emiratos Árabes. Una fórmula matemática también ha sido creada por científicos británicos para establecer posibilidades de victoria final por equipos.
Comportamientos indeseables y colores
La ciencia se ha ocupado asimismo de los hinchas del fútbol: si lo que se pretende es evitar los comportamientos ofensivos o violentos de los más aficionados, existe un sistema sonoro desarrollado por investigadores holandeses: descubrieron que añadiendo un ligero eco a cualquier expresión sonora desagradable por parte del público, las masas se desconciertan y se vuelven incapaces de gritar al unísono.
Los colores de las camisetas de los jugadores afectan a la motivación que los futbolistas tienen en el césped, siendo el color rojo el que más favorece, según un realizado por la universidad británica de Dirham del que informó la revista Scientific American. Este estudio comprobó que, en la competición futbolística Euro 2004, los equipos que iban de rojo marcaron de media un gol más por partido que el resto de los equipos.
Este es un efecto atribuido a un comportamiento instintivo, puesto que el rojo varía los niveles de testosterona de los animales, así como su deseo de dominación. Por ello, el equipo que se enfrenta a otro vestido de rojo, se siente más sumiso que frente a otros equipos uniformados con ropa de otro color.
Equipación futurista
Las botas de fútbol tienen una gran importancia. Un material fabricado con moléculas inteligentes conocido como d3o, que normalmente es flexible pero que se pone rígido cuando recibe cualquier impacto, podría utilizarse para fabricar el calzado deportivo de los futbolistas.
Tiene la ventaja de que, además de que se puede fabricar rápidamente gracias a la sinterización láser, que es un proceso que consiste en calentar un material justo por debajo de su punto de fusión para formar una masa sólida.
¿Y si la ropa pudiera avisar a los jugadores? En la Netherlands Organisation for Applied Scientific Research de Delft, un equipo de científicos diseñó un sistema para ropa deportiva que serviría para señalar al jugador –con un pequeño empujoncito- que está haciendo algo incorrecto durante el entrenamiento, de manera que pueda perfeccionar su juego e incluso advertir qué músculos debe ejercitar más.
Visión defectuosa y otros problemas corporales
La ciencia ha dado además la razón a los árbitros: lo cierto es que el ojo humano es incapaz de predecir la trayectoria de un balón que recorre una curva en el aire, por lo que los árbitros desconocen de antemano las consecuencias de cada tiro, señala un estudio realizado en la Universidad de Belfast. El médico español Francisco Belda Maruenda ha señalado los límites de la visión humana para explicar los errores arbitrales en el offside, tal como publicó en BMJ.
Por otro lado, los futbolistas deberían de tener cuidado con los remates de cabeza, porque a la larga pueden dañarse el cuello de tanto golpear el balón con ella, señaló un estudio.asp?referrer=parent&backto=issue,14,17;journal,28,106;linkingpublicationresults,1:101557,1 realizado por investigadores turcos, además de perjudicar al sistema neurológico, según otra investigación realizada por científicos italianos.
Por último, ¿qué pasaría si los jugadores fueran robots? Pues que, entre otras cosas, se evitarían los problemas físicos de los futbolistas humanos. En un futuro lejano, quizá se robotice el deporte más universal del momento, cosa que ya se ha intentado en la Carnegie Mellon University de Pittsburgh, Pennslyvania (Estados Unidos). Ya existe la RoboCup, destaca The Washington Post.
Los científicos de dicha universidad han creado robots jugadores de fútbol que se mueven sobre dos ruedas, y que son controlados informáticamente a través de ordenadores incorporados a sus cuerpos. Consiguieron hacer que se pasen la pelota los unos a los otros e incluso que marquen algún gol. La RoboCup puede ser el equivalente al mundial de fútbol actual en 2050, según The Scotsman.
Un juego para todos los campos
La ciencia ayuda, pero la pasión por el fútbol –por más que se estudie- en el fondo nos sigue pareciendo inexplicable. Y es que nadie escapa a su influjo, ni siquiera los científicos, señala a su vez la revista Nature. Indica que las semanas anteriores al Mundial su redacción recibió un torrente de comunicados de prensa y de ideas para artículos, todos ellos destinados a demostrar que los científicos, también, amaban este deporte.
Tampoco la bolsa escapa a su impacto: un estudio realizado por investigadores del MIT, la Tuck School of Business de Dartmouth y la Norwegian School of Management, ha demostrado que el rendimiento de las selecciones de fútbol nacionales influye incluso en el mercado bursátil de sus respectivos países.
Estos investigadores comprobaron, analizando 39 mercados, que las derrotas hacen caer la bolsa 38 puntos inmediatamente después de que un equipo sea eliminado de una competición como el Mundial de Fútbol. Sin embargo, los triunfos no provocan subidas bursátiles.