El comportamiento de los padres y la forma de relacionarse con sus hijos influyen en su participación en el acoso a través de las redes sociales e Internet. Esta es la conclusión de una reciente investigación llevada a cabo por expertas de las universidades españolas de Sevilla y Córdoba.
Los datos de su estudio sobre la percepción de los adolescentes sobre la educación que han recibido y su participación en el ciberacoso resaltan que la implicación y formación de las familias en los programas de prevención es fundamental.
Según el III Estudio sobre el acoso escolar y el ciberbullying según los afectados’, presentado en septiembre de 2018 por la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña, uno de cada cuatro casos de acoso escolar en España se produce en la forma de ciberbullying. La edad media de las víctimas de este tipo de acoso se sitúa en los 13,5 años.
Un comunicado de la Fundación ANAR recoge que, según el anterior estudio, los afectados valoran mejor la actitud de los profesores que en años anteriores: “Aunque manifiestan que solo reaccionaron en el 51,6% de los casos, también afirman que lo hicieron con mayor contundencia”.
El estudio más reciente se ha desarrollado en el marco del proyecto “Sexting, Ciberbullying y Riesgos Emergentes en la Red: Claves para su Comprensión y Respuesta Educativa”. Liderado por la Universidad de Sevilla y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se incluye en el Plan Estatal 2013-2016 Excelencia - Proyectos I+D. También han participado investigadores de la Universidad de Córdoba y la Universidad de Jaén.
La influencia de las familias
Los resultados de este estudio, en el que han participado un total de 2.060 estudiantes andaluces de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), muestran que los alumnos que no estaban implicados en el ciberacoso eran los que recibían más afecto, promoción de su autonomía y buen humor por parte de sus padres.
"Son adolescentes con alta revelación filial, es decir, comunican espontáneamente a sus progenitores asuntos que les interesan y preocupan”, explica Rosario del Rey, investigadora de la Universidad de Sevilla, en un comunicado. “En cambio, aquellos que han recibido una educación basada en prácticas disciplinarias punitivas (control psicológico y castigo físico o psicológico) tienden a implicarse más en el ciberacoso".
La información analizada por este grupo de investigadoras arroja además otra conclusión: cuando las prácticas educativas son poco adecuadas, aumenta la probabilidad de que los chicos sean victimizados o se impliquen en el doble rol (agresor/víctima), mientras que en el caso de las chicas, cuando reciben este tipo de trato, tienden a ser ciberagresoras.
El papel de la escuela: Programa 'Asegúrate'
Recientes estudios confirman que, sin la intervención de los profesores en clase, el ciberacoso aumenta entre los estudiantes. En concreto, en este estudio se ha tenido en cuenta el comportamiento y opiniones de un total de 4.779 estudiantes (48,9% de niñas) en 5º y 6º grado en educación primaria y secundaria obligatoria.
"Los casos de víctimas cibernéticas, agresores cibernéticos y víctimas de ciberacoso disminuyen cuando la intervención es realizada por maestros que han recibido capacitación específica y han utilizado el paquete didáctico ‘Asegúrate’", afirma Del Rey.
Este programa educativo consiste en un paquete completo de estrategias y recursos para ayudar a los maestros a incluirlos en el currículo ordinario. Se basa en la teoría del comportamiento social normativo, las habilidades de autorregulación y las creencias de los adolescentes.
Referencia
Asegúrate: An Intervention Program against Cyberbullying Based on Teachers’ Commitment and on Design of Its Instructional Materials. R. Del Rey et al. International Journal of Environmental Research and Public Health, 2 February 2019. DOI: https://doi.org/10.3390/ijerph16030434.