Una nueva tecnología, todavía en una etapa embrionaria, se propone un objetivo disruptivo: prolongar la vida humana en el mundo digital, de tal forma que nuestros familiares puedan hablar con nosotros incluso después de habernos muerto, entre otras posibles aplicaciones.
Esa vida humana digital se fabricaría casi de forma automática reuniendo todos los datos e historias personales que vamos dejando en Internet a través, sobre todo, de las redes sociales. Potentes herramientas basadas en Inteligencia Artificial (IA) serían supuestamente capaces de armar una personalidad coherente de nosotros mismos que sería fiel a nuestro discurso, actitudes y manera de pensar.
Esa personalidad nuestra, que no tiene límite de tiempo de duración, podría interactuar con nosotros o con cualquiera, ya en forma de chatbot (programa informático con el que es posible mantener una conversación), de holograma o de robot humanoide.
La tecnología, que se llama Eternidad Aumentada y ha sido concebida por Hossein Rahnama, un empresario e investigador de la Universidad Ryerson en Toronto, replica un episodio de la serie de televisión Black Mirror, llamado Be Right Back, en el que una mujer paga a una empresa para crear primero una copia digital de su marido fallecido y, luego, su réplica en forma de robot.
Tarea compleja
Conseguir este resultado en el mundo real no es nada sencillo, pero parte de la base de que cuantos más datos dejemos en Internet, más fácil será replicar una copia digital de nosotros mismos. Por eso, esta tecnología está centrada en los 3.200 millones de personas (el 42% de la población mundial) que participan en redes sociales, del total de 4.000 millones de usuarios de Internet, según datos de Digital in 2018.
Se basa en el hecho de que cada día esa parte de la población humana crea gigabytes de información, y en que el poder de computación y de almacenamiento está aumentando exponencialmente. Por este motivo, es plausible que un algoritmo de aprendizaje automático pueda recrear, a partir de la combinación y análisis de todos esos datos, una personalidad única que sea reflejo de nuestra manera de ser y de pensar.
Cuestión de contexto
La principal dificultad tecnológica para conseguir este resultado reside en el contexto, ya que no se trata de fabricar una personalidad digital que responde siempre lo mismo ante la misma pregunta o en función del contenido (respuestas prefabricadas), sino de reflejar la complejidad de un ser humano, que tiene múltiples personalidades con reacciones diferentes según el contexto: nuestra réplica deberá responder tanto a un familiar como a un antiguo alumno.
Augmented Eternity tiene en cuenta esta complejidad y por ello toma datos de múltiples fuentes: Facebook, Twitter, aplicaciones de mensajería, blogs, y los analiza en su contexto, teniendo en cuenta el aspecto emocional y semántico del contenido.
Con todos estos elementos, la tecnología combina la computación sensible al contexto, la inteligencia artificial y una interfaz móvil hombre-máquina (IHM) para generar una imagen visible e inteligible para el ser humano, a partir de información digital, todo ello combinado con la generación de lenguaje natural y herramientas familiares como los chatbot.
El resultado pretendido con esta tecnología está muy lejos de conseguir una réplica digital equivalente a la de un ser humano, ni tampoco es lo que se propone. Nuestro avatar digital no podrá tomar decisiones como lo hacemos nosotros, pero tal vez sí pueda darnos algún consejo útil sobre una problemática, en base a experiencias anteriores.
Esa vida humana digital se fabricaría casi de forma automática reuniendo todos los datos e historias personales que vamos dejando en Internet a través, sobre todo, de las redes sociales. Potentes herramientas basadas en Inteligencia Artificial (IA) serían supuestamente capaces de armar una personalidad coherente de nosotros mismos que sería fiel a nuestro discurso, actitudes y manera de pensar.
Esa personalidad nuestra, que no tiene límite de tiempo de duración, podría interactuar con nosotros o con cualquiera, ya en forma de chatbot (programa informático con el que es posible mantener una conversación), de holograma o de robot humanoide.
La tecnología, que se llama Eternidad Aumentada y ha sido concebida por Hossein Rahnama, un empresario e investigador de la Universidad Ryerson en Toronto, replica un episodio de la serie de televisión Black Mirror, llamado Be Right Back, en el que una mujer paga a una empresa para crear primero una copia digital de su marido fallecido y, luego, su réplica en forma de robot.
Tarea compleja
Conseguir este resultado en el mundo real no es nada sencillo, pero parte de la base de que cuantos más datos dejemos en Internet, más fácil será replicar una copia digital de nosotros mismos. Por eso, esta tecnología está centrada en los 3.200 millones de personas (el 42% de la población mundial) que participan en redes sociales, del total de 4.000 millones de usuarios de Internet, según datos de Digital in 2018.
Se basa en el hecho de que cada día esa parte de la población humana crea gigabytes de información, y en que el poder de computación y de almacenamiento está aumentando exponencialmente. Por este motivo, es plausible que un algoritmo de aprendizaje automático pueda recrear, a partir de la combinación y análisis de todos esos datos, una personalidad única que sea reflejo de nuestra manera de ser y de pensar.
Cuestión de contexto
La principal dificultad tecnológica para conseguir este resultado reside en el contexto, ya que no se trata de fabricar una personalidad digital que responde siempre lo mismo ante la misma pregunta o en función del contenido (respuestas prefabricadas), sino de reflejar la complejidad de un ser humano, que tiene múltiples personalidades con reacciones diferentes según el contexto: nuestra réplica deberá responder tanto a un familiar como a un antiguo alumno.
Augmented Eternity tiene en cuenta esta complejidad y por ello toma datos de múltiples fuentes: Facebook, Twitter, aplicaciones de mensajería, blogs, y los analiza en su contexto, teniendo en cuenta el aspecto emocional y semántico del contenido.
Con todos estos elementos, la tecnología combina la computación sensible al contexto, la inteligencia artificial y una interfaz móvil hombre-máquina (IHM) para generar una imagen visible e inteligible para el ser humano, a partir de información digital, todo ello combinado con la generación de lenguaje natural y herramientas familiares como los chatbot.
El resultado pretendido con esta tecnología está muy lejos de conseguir una réplica digital equivalente a la de un ser humano, ni tampoco es lo que se propone. Nuestro avatar digital no podrá tomar decisiones como lo hacemos nosotros, pero tal vez sí pueda darnos algún consejo útil sobre una problemática, en base a experiencias anteriores.
Aplicaciones prácticas
Las aplicaciones de esta tecnología no se refieren por tanto únicamente al consuelo que podamos obtener por mantener la ilusión de que un ser querido ya fallecido pueda interactuar con nosotros, sino que tendrá aplicaciones prácticas, ya de asesoramiento, ya de consultas técnicas: nuestras réplicas digitales serán consejeros de una sabiduría excepcional.
Un ejemplo: dos técnicos que tengan sus respectivas réplicas digitales pueden conseguir que ambas interactúen para potenciar sus capacidades y habilidades y puedan de esta forma ser más útiles a potenciales clientes.
Si finalmente esta tecnología consigue desarrollarse y ser efectiva, tendríamos a nuestro alcance una herramienta potencialmente capaz de aprovechar el talento que ya hemos desplegado en el pasado para reorientarlo al presente de una forma todavía inexplorada: a partir de las huellas que hemos dejado en Internet, teniendo en cuenta aspectos que seguramente habremos olvidado con el paso del tiempo, e incluso comportamientos o actitudes que el subconsciente nos ha ocultado.
Según la revista del MIT Technology Review, Rahnama ya está creando un avatar digital de un dirigente empresarial que pretende seguir viviendo después de su muerte. Ambos esperan que sirva como un "consultor" virtual cuando el empresario ya no esté. En vez de mostrar una colección de documentos, o de libros que este empresario pueda haber escrito, su representación digital será interactiva y parecerá muy viva.
La idea es convertir a los agentes de software (programa informático que actúa para un usuario u otro programa) en herederos digitales de las personas, de tal forma que cualquiera pueda planificar mejor su futuro en base experiencias pasadas, propias o ajenas, optimizadas por la IA.
Las aplicaciones de esta tecnología no se refieren por tanto únicamente al consuelo que podamos obtener por mantener la ilusión de que un ser querido ya fallecido pueda interactuar con nosotros, sino que tendrá aplicaciones prácticas, ya de asesoramiento, ya de consultas técnicas: nuestras réplicas digitales serán consejeros de una sabiduría excepcional.
Un ejemplo: dos técnicos que tengan sus respectivas réplicas digitales pueden conseguir que ambas interactúen para potenciar sus capacidades y habilidades y puedan de esta forma ser más útiles a potenciales clientes.
Si finalmente esta tecnología consigue desarrollarse y ser efectiva, tendríamos a nuestro alcance una herramienta potencialmente capaz de aprovechar el talento que ya hemos desplegado en el pasado para reorientarlo al presente de una forma todavía inexplorada: a partir de las huellas que hemos dejado en Internet, teniendo en cuenta aspectos que seguramente habremos olvidado con el paso del tiempo, e incluso comportamientos o actitudes que el subconsciente nos ha ocultado.
Según la revista del MIT Technology Review, Rahnama ya está creando un avatar digital de un dirigente empresarial que pretende seguir viviendo después de su muerte. Ambos esperan que sirva como un "consultor" virtual cuando el empresario ya no esté. En vez de mostrar una colección de documentos, o de libros que este empresario pueda haber escrito, su representación digital será interactiva y parecerá muy viva.
La idea es convertir a los agentes de software (programa informático que actúa para un usuario u otro programa) en herederos digitales de las personas, de tal forma que cualquiera pueda planificar mejor su futuro en base experiencias pasadas, propias o ajenas, optimizadas por la IA.