Jean-Jacques Kupiec, en un momento de la entrevista concedida a Terre TV.
Jean-Jacques Kupiec es un investigador de biología y epistemología del Centro Cavaillès de la Ecole Normale Supérieure de París, cuyos trabajos se han centrado en el estudio del desarrollo embrionario. En 1981 propuso una teoría basada en la expresión aleatoria de los genes. Desde entonces, ha publicado numerosos artículos en revistas científicas especializadas. En su último libro, El origen de los individuos, que acaba de ver su versión inglesa, Kupiec desafía el determinismo genético y las teorías de la auto-organización, proponiendo una nueva teoría de la individuación biológica denominada la “hetero-organización”.
Esta teoría restablecería la relación entre la teoría de la selección natural de Charles Darwin y el concepto de homeostasis (constancia del medio interior) del biólogo y médico francés Claude Bernard. Esta relación permitiría superar tanto el reduccionismo como el holismo que, según Kupiec, aprisionan al pensamiento biológico desde la Antigüedad.
Con motivo de la publicación de este libro, del que se ha hecho eco, entre otras revistas, Nature, en la publicación francesa Automates Intelligents hemos realizado una entrevista con este investigador, de la que publicamos en Tendencias21 un extracto en su versión en lengua española.
La primera cuestión que suscita la lectura de este libro concierne a las ideas verdaderamente revolucionarias que plantea y que usted y algunos de sus colegas defienden: ontofilogénesis, darwinismo celular y hetero-organización. ¿Cree que estas ideas han “superado” (a teorías anteriores)?
En 1981 expuse por vez primera los principios de lo que llamo el darwinismo celular. Posteriormente, en la década de los 80 y de los 90 publiqué más artículos en los que integré nuevos datos experimentales y los resultados de la investigación epistemológica que desarrollé en la época. Hoy día nos encontramos en una situación crucial porque resulta evidente que el dogma de la biología molecular (“existe una relación causal, lineal, que va del gen al órgano”) no da para más, ya nadie lo defiende. La biología molecular y la genética inspirada en ella son deterministas, y excluyen la participación de cualquier mecanismo de probabilidad (conocido como “azar”) en la construcción del individuo durante la ontogénesis.
Está demostrado experimentalmente que el azar interviene en la expresión de los genes, es decir, en la forma en que los genes fabrican las proteínas. Esto sería lo que llamamos la expresión estocástica de los genes (estocástica sería sinónimo de aleatorio). Pero (en referencia a la pregunta), yo no diría que la teoría del darwinismo celular haya “ganado”, porque la teoría anterior sigue siendo fundamentalmente válida. Lo que sí hay es cierto progreso, y cada vez más investigadores tienen en consideración el darwinismo celular. Los puentes ya están tendidos.
Esta teoría restablecería la relación entre la teoría de la selección natural de Charles Darwin y el concepto de homeostasis (constancia del medio interior) del biólogo y médico francés Claude Bernard. Esta relación permitiría superar tanto el reduccionismo como el holismo que, según Kupiec, aprisionan al pensamiento biológico desde la Antigüedad.
Con motivo de la publicación de este libro, del que se ha hecho eco, entre otras revistas, Nature, en la publicación francesa Automates Intelligents hemos realizado una entrevista con este investigador, de la que publicamos en Tendencias21 un extracto en su versión en lengua española.
La primera cuestión que suscita la lectura de este libro concierne a las ideas verdaderamente revolucionarias que plantea y que usted y algunos de sus colegas defienden: ontofilogénesis, darwinismo celular y hetero-organización. ¿Cree que estas ideas han “superado” (a teorías anteriores)?
En 1981 expuse por vez primera los principios de lo que llamo el darwinismo celular. Posteriormente, en la década de los 80 y de los 90 publiqué más artículos en los que integré nuevos datos experimentales y los resultados de la investigación epistemológica que desarrollé en la época. Hoy día nos encontramos en una situación crucial porque resulta evidente que el dogma de la biología molecular (“existe una relación causal, lineal, que va del gen al órgano”) no da para más, ya nadie lo defiende. La biología molecular y la genética inspirada en ella son deterministas, y excluyen la participación de cualquier mecanismo de probabilidad (conocido como “azar”) en la construcción del individuo durante la ontogénesis.
Está demostrado experimentalmente que el azar interviene en la expresión de los genes, es decir, en la forma en que los genes fabrican las proteínas. Esto sería lo que llamamos la expresión estocástica de los genes (estocástica sería sinónimo de aleatorio). Pero (en referencia a la pregunta), yo no diría que la teoría del darwinismo celular haya “ganado”, porque la teoría anterior sigue siendo fundamentalmente válida. Lo que sí hay es cierto progreso, y cada vez más investigadores tienen en consideración el darwinismo celular. Los puentes ya están tendidos.
Video de otra entrevista concedida por el autor a Terre TV
Vamos a hablar ahora de su teoría de la ontofilogénesis. Usted hace referencia al azar, pero es un azar que deja abierta la puerta a estudios más profundos…
Cierto. La palabra azar se entiende mal, generalmente, porque se relaciona siempre con la irracionalidad. Un término más adecuado sería el de probabilidad. El cálculo de probabilidades es una técnica que permite una aproximación racional (predicciones muy precisas) a toda una serie de fenómenos que aparentemente están regidos por el “azar”.
No podemos ignorar que esto mismo es lo que dicen los físicos cuánticos…
Es posible, en efecto, pero creo que hay que tener mucha prudencia cuando se trata de importar o exportar conceptos de una disciplina a otra.
¿Por qué ha propuesto usted unificar la ontogénesis y la filogénesis en la ontofilogénesis que, quizá, es el aspecto más fundamental de su teoría y el más revolucionario?
Se entiende por ontogénesis la génesis del individuo y por filogénesis la génesis de cualquier especie. Desde siempre se ha considerado que estos dos procesos eran procesos distintos, para los que había que desarrollar teorías separadas.
En la actualidad tenemos, por un lado, la filogenia, una teoría evolutiva neo-darwiniana que implica la participación de la selección de variantes derivadas de mutaciones. Por otro lado, tenemos la ontogenia que nos dice que la formación de los embriones de los animales adultos está bajo control, es decir, que depende de la expresión del programa genético incluido en el ADN.
El problema básico es el hecho de que las especies no evolucionen (el perro no se convierte en un zorro). En las especies sólo existe la reproducción de los individuos, que, en cambio, sí que evolucionan. Por tanto, es necesario que exista un punto de contacto entre las dos teorías. Por eso creé el concepto de ontofilogénesis, que supone que sólo existe un proceso, y que éste debe ser descrito en una sola teoría.
El concepto de esteroespecificidad, que usted ha demolido en gran parte, se creó para demostrar que había un orden molecular que se correspondía con la estructura de cada especie.
Los biólogos moleculares han propuesto el concepto de especificidad de especie para el mundo molecular, que señala que las moléculas son específicas, que existen tipos de moléculas que reaccionan entre sí de una forma definida, y que habría un orden molecular. Este sistema elimina completamente la probabilidad dentro del nivel molecular, y ha pretendido demostrar que en dicho nivel reina un orden perfecto entre las moléculas. Esto es evidentemente falso.
Hasta cierto punto, podemos decir que el entorno influye en la manera en que los individuos se reproducen...
Sí, creo que el entorno se interioriza. En un momento dado, cualquier individuo tiene una cierta estructura que es fruto de su historia pasada, que se remonta a la primera célula viva. Esta estructura llega a nuestros descendientes a través de las células germinales y es el resultado de las limitaciones ambientales que han actuado en la historia de nuestro linaje genealógico. De esta manera, transmitimos información a nuestros descendientes a través de dicha estructura, la estructura celular, que propicia el control de la expresión de los genes, y reduce y orienta la estocasticidad inherente al nivel molecular.
En nuestro caso, por ejemplo, dicha estructura hará que nuestra próxima generación sea también de seres humanos. Esto explica por qué, sin utilizar el concepto de gen, podemos entender la reproducción de las estructuras pertenecientes a la misma especie. Dentro de este proceso, dos sistemas se mantendrán en permanente interacción con el entorno, evolucionando en consecuencia: el cerebro y el sistema inmunitario.
Sobre la cuestión del origen, usted señala que, debido a la naturaleza intrínsecamente probabilística de la realidad, de inmediato hay un interior y un entorno exterior. De forma más explícita: que no hay origen.
En la actualidad, muchos biólogos tratan de determinar el origen de la vida. Pero, para ello, utilizan sus conocimientos de la vida tal como es hoy. Yo creo que, si la realidad es intrínsecamente estocástica, el origen no está claro.
Una última cuestión: usted ha presentado en su libro simulaciones informáticas de los procesos que inspiran en la ontofilogénesis. Supongo que eso interesará a los investigadores en Inteligencia Artificial, especialmente los dedicados a algoritmos evolutivos o a los así llamdos mecanismos bio-inspirados…
Efectivamente, tengo contactos muy interesantes en estos momentos, en Francia y Quebec. Seguramente volveremos sobre el tema.
Esta entrevista se publicó originalmente en la revista Autómatas Inteligentes, donde puede leerse en su integridad. Este extracto fue realizado por nuestra Redacción y se reproduce con autorización. Presentación y traducción del francés: Yaiza Martínez.
Cierto. La palabra azar se entiende mal, generalmente, porque se relaciona siempre con la irracionalidad. Un término más adecuado sería el de probabilidad. El cálculo de probabilidades es una técnica que permite una aproximación racional (predicciones muy precisas) a toda una serie de fenómenos que aparentemente están regidos por el “azar”.
No podemos ignorar que esto mismo es lo que dicen los físicos cuánticos…
Es posible, en efecto, pero creo que hay que tener mucha prudencia cuando se trata de importar o exportar conceptos de una disciplina a otra.
¿Por qué ha propuesto usted unificar la ontogénesis y la filogénesis en la ontofilogénesis que, quizá, es el aspecto más fundamental de su teoría y el más revolucionario?
Se entiende por ontogénesis la génesis del individuo y por filogénesis la génesis de cualquier especie. Desde siempre se ha considerado que estos dos procesos eran procesos distintos, para los que había que desarrollar teorías separadas.
En la actualidad tenemos, por un lado, la filogenia, una teoría evolutiva neo-darwiniana que implica la participación de la selección de variantes derivadas de mutaciones. Por otro lado, tenemos la ontogenia que nos dice que la formación de los embriones de los animales adultos está bajo control, es decir, que depende de la expresión del programa genético incluido en el ADN.
El problema básico es el hecho de que las especies no evolucionen (el perro no se convierte en un zorro). En las especies sólo existe la reproducción de los individuos, que, en cambio, sí que evolucionan. Por tanto, es necesario que exista un punto de contacto entre las dos teorías. Por eso creé el concepto de ontofilogénesis, que supone que sólo existe un proceso, y que éste debe ser descrito en una sola teoría.
El concepto de esteroespecificidad, que usted ha demolido en gran parte, se creó para demostrar que había un orden molecular que se correspondía con la estructura de cada especie.
Los biólogos moleculares han propuesto el concepto de especificidad de especie para el mundo molecular, que señala que las moléculas son específicas, que existen tipos de moléculas que reaccionan entre sí de una forma definida, y que habría un orden molecular. Este sistema elimina completamente la probabilidad dentro del nivel molecular, y ha pretendido demostrar que en dicho nivel reina un orden perfecto entre las moléculas. Esto es evidentemente falso.
Hasta cierto punto, podemos decir que el entorno influye en la manera en que los individuos se reproducen...
Sí, creo que el entorno se interioriza. En un momento dado, cualquier individuo tiene una cierta estructura que es fruto de su historia pasada, que se remonta a la primera célula viva. Esta estructura llega a nuestros descendientes a través de las células germinales y es el resultado de las limitaciones ambientales que han actuado en la historia de nuestro linaje genealógico. De esta manera, transmitimos información a nuestros descendientes a través de dicha estructura, la estructura celular, que propicia el control de la expresión de los genes, y reduce y orienta la estocasticidad inherente al nivel molecular.
En nuestro caso, por ejemplo, dicha estructura hará que nuestra próxima generación sea también de seres humanos. Esto explica por qué, sin utilizar el concepto de gen, podemos entender la reproducción de las estructuras pertenecientes a la misma especie. Dentro de este proceso, dos sistemas se mantendrán en permanente interacción con el entorno, evolucionando en consecuencia: el cerebro y el sistema inmunitario.
Sobre la cuestión del origen, usted señala que, debido a la naturaleza intrínsecamente probabilística de la realidad, de inmediato hay un interior y un entorno exterior. De forma más explícita: que no hay origen.
En la actualidad, muchos biólogos tratan de determinar el origen de la vida. Pero, para ello, utilizan sus conocimientos de la vida tal como es hoy. Yo creo que, si la realidad es intrínsecamente estocástica, el origen no está claro.
Una última cuestión: usted ha presentado en su libro simulaciones informáticas de los procesos que inspiran en la ontofilogénesis. Supongo que eso interesará a los investigadores en Inteligencia Artificial, especialmente los dedicados a algoritmos evolutivos o a los así llamdos mecanismos bio-inspirados…
Efectivamente, tengo contactos muy interesantes en estos momentos, en Francia y Quebec. Seguramente volveremos sobre el tema.
Esta entrevista se publicó originalmente en la revista Autómatas Inteligentes, donde puede leerse en su integridad. Este extracto fue realizado por nuestra Redacción y se reproduce con autorización. Presentación y traducción del francés: Yaiza Martínez.