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Javier Cacho: “Hoy más que nunca necesitamos el ejemplo de Shackleton”

El escritor español, experto en expediciones polares, nos presenta al carismático explorador que arriesgó su vida por salvar a sus hombres de una muerte segura


Después de haber narrado con maestría la mayor carrera de la historia –aquella que enfrentó a británicos y noruegos por ser los primeros en alcanzar el Polo Sur– en su libro “Amundsen y Scott. Duelo en la Antártida”, Javier Cacho, físico, divulgador y escritor especializado en historia de la exploración polar, nos muestra ahora en su nuevo y esperado libro (publicado por Fórcola Ediciones) la vida y proezas de “Shackleton, el indomable”, uno de los aventureros más audaces y carismáticos del siglo XX que, aunque no llegó a cumplir su sueño de pisar el Polo, dejó su nombre escrito en la posteridad por la hazaña de sacar a todos sus hombres con vida, tras dos años atrapados en las fauces de hielo de la Antártida. Shackleton fue el protagonista de la travesía más intrépida y peligrosa jamás contada. Por Gracia Iglesias.


Gracia Iglesias
16/01/2014

Pese a haber sido el primero en acercarse a menos de 200 kilómetros del Polo Sur, jamás llegó a pisar tan ansiado punto, y quedó el tercero en una lid que en su época tuvo gran repercusión. Tras varias décadas de “purgatorio” en las que su nombre fue relegado al olvido, ¿qué ha hecho que el juicio de la historia, siempre implacable con los perdedores, haya perdonado a Ernest Shackleton por fin?

Sí, parece sorprendente, pero ha sido así. Y la razón hay que buscarla en que las sociedades, como las personas, vamos cambiando. La música, la ropa, todas nuestras actitudes ante la vida evolucionan con los años y eso, que nos parece evidente en nosotros mismos, a veces, puesto que discurre con otra escala de tiempo, no lo notamos en las sociedades.

En este caso, el concepto de valor o de heroísmo ha ido modificándose con el paso del tiempo. La gran proeza de Shackleton de conseguir sacar –cuando los hielos atraparon y hundieron a su barco, el Endurance– a todos sus hombres con vida de aquel infierno blanco, no fue valorada por la sociedad. No olvidemos que estaban en plena primera Guerra Mundial, donde las bajas diarias en el frente se contaban por miles. En aquel entorno emocional el ejemplo de heroísmo era capitalizado por Scott y sus hombres que murieron sin una queja por la grandeza de su país.

Sin embargo, desde hace años esa imagen de héroe/mártir se ha modificado, la vida humana está mucho más valorada y los ejércitos ya no entrenan a sus tropas para ser “carne de cañón” sino para minimizar las bajas. Por ejemplo, las películas que tratan temas bélicos nos elogian los esfuerzos que hacen los militares por evitar que quede atrás uno solo de sus hombres. Las muertes heroicas ya no están de moda, ahora lo que valoramos es el hacer todo lo posible por evitarlas. Y en este contexto el modelo de Shackleton se ajusta perfectamente a nuestras expectativas vitales.

Para muchos hoy en día Shackleton se ha convertido en un inspirador ejemplo de liderazgo y motivación. ¿Cree que su libro, además de ser una lectura muy recomendable y placentera, puede resultar útil a quienes se están preparando para dirigir algún equipo de trabajo?

Sin lugar a dudas. Me gusta recrear los sucesos pasados de la exploración polar porque son ejemplos de comportamiento que no podemos olvidar, incluso diría más: debemos preservarlos para las generaciones que nos sucederán. Que no caigan en el olvido, porque en esas regiones se han escrito algunas de las páginas de más grandeza de la historia de la humanidad.

Y el caso de Shackleton es paradigmático, la forma en que seleccionaba a sus hombres, la asignación de tareas de acuerdo a sus capacidades, el saber estar cerca de ellos con naturalidad, el ponerse en su lugar para poder entender mejor lo que necesitaban, su preocupación constante por todos y cada uno.

Estoy seguro de que, a través de la lectura del libro, todos los que tengan responsabilidades en la dirección de equipos encontraran algún aspecto que les pueda servir de orientación para realizar su tarea con mayor eficacia.

Llama la atención que, de entre todos los calificativos que se le pueden aplicar a Shackleton, haya elegido el de “indomable” para el título de su biografía. Sabemos que no era un rebelde ni un antisistema ¿a qué se refiere, por tanto, al aplicarle ese adjetivo?

Es que Shackleton era un explorador, un luchador, alguien dispuesto a desafiar las condiciones climáticas más adversas del planeta por lograr el objetivo que se había propuesto. Y esa lucha no es sólo contra esa naturaleza inmisericorde que no perdona la más mínima equivocación, es también una lucha consigo mismo, contra los propios miedos. En aquellas regiones tiene lugar un enfrentamiento físico contra el medio, pero también uno psíquico contra el elemento acomodaticio que todos llevamos dentro.

Y es ahí donde se manifiesta el carácter indomable de la personalidad de Shackleton, en esa rebelión contra las fuerzas interiores que le hubieran llevado a desistir, a darse por vencido, a no volver a intentarlo.

Era un indomable porque cualesquiera que fuesen las adversidades que se cernían sobre él, siempre estaba dispuesto a afrontarlas con decisión. Porque por muy mal que fueran las cosas, siempre volvía a la lucha recordando a uno de sus poetas favoritos, Browing, “de pronto, para los valientes, lo peor se convierte, en lo mejor”. Ese era el su espíritu indomable con el que le quisimos hacer honor en el título del libro.

Sin duda el épico viaje del Endurance y la decisión de Shackleton de sacar a todos sus hombres vivos de la Antártida arriesgando su propia vida en ello constituye la parte más apasionante del libro, pero la historia va mucho más allá. ¿Qué otros momentos destacaría?

Yo destacaría el momento memorable cuando a tan sólo 180 kilómetros del Polo Sur desiste de su objetivo, con el que habría ganado fama universal y estabilidad económica por el resto de su vida, para no arriesgar la vida de ninguno de sus hombres.

O cuando Scott, en su primera expedición a la Antártida, le ordena regresar por enfermedad y Shackleton, mientras ve alejarse a través de sus propias lágrimas ese lugar que le ha conquistado el corazón y le ha dado su razón de ser, toma la determinación de volver y, por si eso no fuera ya suficiente locura, regresar el mando de su propia expedición. Y lo consiguió y seis años más tarde allí estaría, convirtiendo un sueño aparentemente imposible en algo real.

Pero el libro está lleno de muchos otros momentos en que su voluntad titánica y su optimismo son capaces de romper todas las barreras y conseguir alcanzar sus objetivos. Posiblemente, hoy más que nunca, en la situación de crisis que vivimos necesitamos su ejemplo para ser capaces de levantarnos hasta conseguir salir del atolladero económico y de la crisis de valores que nos invade.

Resulta inevitable comparar este nuevo volumen con su anterior obra, “Amundsen-Scott. Duelo en la Antártida”. Aunque ambos comparten escenario, contexto histórico e incluso hay “personajes” como Wilson y Scott que aparecen en ambos relatos, se trata de obras muy diferentes. ¿Ha sido muy distinto el proceso de escritura?

Sí, en el anterior libro la propia carrera por alcanzar primero el polo Sur aportaba por sí misma un elemento de competición que se mantenía como hilo conductor a lo largo de toda la obra, lo que le confería agilidad y ritmo.

Aquí no lo teníamos y eso obligaba a que fuese el propio contenido del libro el que mantuviera la atención del lector. Esa ha sido la parte más complicada, aunque tengo que reconocer que la vida de Shackleton es tan fascinante que no me ha sido difícil el lograrlo.

También hay otra diferencia significativa con el otro libro. En aquel, para darle más dinamismo, decidí escribir al“contrapunto”, es decir, unas páginas para narrar la actividad de Amundsen y luego otras para describir las de Scott. Eso resultó emocionalmente muy complicado dado que tenía que pasar de involucrarme con los noruegos para hacer lo mismo con los británicos. Aunque en mi opinión este fue uno de los aciertos.

En el caso del nuevo libro no existe esta alternancia emocional lo que me ha permitido adentrarme más en la personalidad del personaje, profundizar en sus sentimientos, vivir con él las diferentes situaciones que atravesó. Y creo que en este aspecto está el elemento diferenciador, tanto con el anterior como con los libros que otros autores han escrito sobre Shackleton.

De “Duelo en la Antártida” se agotaron varias ediciones en pocos meses y la biografía de Shackleton va a velocidad de crucero con numerosas conferencias y presentaciones desde que se puso a la venta. ¿Qué acogida está teniendo el libro entre el público que asiste a esos actos?

Todavía es un poco pronto para hablar de números, pero la respuesta de las personas que asisten a las conferencias y presentaciones no puede ser mejor. En el caso de las presentaciones, los libreros se sorprenden del elevado número de personas que reúnen y todavía más del número de libros que compran los asistentes.

Sé que pusimos el listón muy alto con el anterior libro, cuatro ediciones en 18 meses es un record difícil de superar, pero lo intentaremos. Como decía Shackleton “las dificultades son para superarlas”. Por lo menos que no quede por mi parte, estoy dispuesto a ir a hablar de Shackleton a donde haga falta.

¿Por qué es tan apasionante la historia de la exploración polar?

Yo creo que es porque, en cierta manera, nos identificamos con los exploradores, porque algo en nuestro interior nos mueve a querer hacer lo que ellos hicieron: superar todas las penalidades por alcanzar el objetivo que se habían propuesto, o al menos intentarlo hasta el límite.

En cierta manera es como si nos sintiéramos protagonistas. No lo hacemos nosotros, pero lo ha hecho un miembro de nuestra especie, lo ha hecho otro ser humano como nosotros. Creo que podría ser una manifestación de esa hermandad universal que, precisamente, tantas veces han sentido las personas que han visitado tan remotas regiones.

Aunque todavía es pronto para hablar de nuevos proyectos, ¿le están pidiendo ya sus lectores que escriba otra obra profundizando más en este tema?

Sí todavía es pronto. Escribir libros –y también leerlos– no se puede comparar a una cadena de producción industrial, que cuando terminas de montar un televisor empiezas con el siguiente. Tanto el autor como el lector se sienten identificados con el protagonista del libro, en este caso Shackleton. Yo ahora, desde un punto de vista emocional no podría ponerme a escribir sobre otro explorador polar.

Necesito un tiempo para irme distanciando de este fascinante personaje que durante casi dos años ha estado tan cerca de mi alma. Además, los libros no basta con escribirlos y publicarlos, que ya es mucho, después hay que cuidarlos durante un tiempo y eso es lo que estoy haciendo y seguiré haciendo durante unos meses, como hice con Amundsen-Scott.

¿Habrá una edición en búlgaro de “Shackleton, el indomable”, como la hubo de “Amundsen-Scott”?

Espero que sí. Estamos trabajando en ello. Allí mi anterior libro tuvo muy buena acogida tanto por el público como por la crítica. Hubo buenas reseñas y el contacto que tuve con los lectores en algunas conferencias, pese a la barrera del idioma, me ha dejado un recuerdo entrañable. Estoy seguro de que Shackleton se publicará también allí.

Para el lanzamiento de su libro sobre la carrera al Polo ideó una fantástica estrategia de promoción usando las redes sociales. En aquella ocasión infiltró sendos periodistas imaginarios en las expediciones noruega y británica, que día a día iban relatando las vicisitudes de la marcha a través de crónicas en sus blogs y actualizaciones en sus perfiles de Facebook y Twitter. ¿Tiene intención de hacer algo parecido con Shackleton?

Fue un esfuerzo colosal pero también fue una experiencia fantástica. La diferencia es que la carrera al Polo duró unos pocos meses (tres para Amundsen y cinco para Scott), y ahora nos enfrentamos a una expedición que duró casi dos años.

Eso es mucho tiempo, pero como primicia a los lectores de Tendencias21 le diré que volveremos a repetir la aventura. Creo que la epopeya de Shackleton merece que sea difundida en todos los medios posibles para que así llegue al mayor número posible de personas.

¿Cómo podremos enterarnos cuando eso suceda?

Esta vez trataremos de darle más difusión desde el comienzo, incluso antes de que se ponga en marcha la expedición. Mientras que con la carreta al Polo estuvimos justos de tiempo, en esta tenemos muchos meses por delante para prepararla. Incluso tengo la intención de que el periodista envié sus crónicas tanto en español como en inglés. Creo que esta vez vamos a preparar un gran proyecto que tenga una repercusión importante en las redes sociales. Y para estar al corriente, lo mejor es que visiten mi página web o que consulten la página de Facebook de "Shackleton, el indomable".



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