Participantes en el estudio, realizando el test de inteligencia emocional. Fuente: Fundación Descubre.
Investigadores de las universidades de Huelva y Málaga han demostrado que la educación universitaria ayuda a conservar la inteligencia emocional en personas mayores.
En concreto, explica la andaluza Fundación Descubre en una nota de prensa sobre la investigación, se han centrado en analizar cómo evolucionan las habilidades emocionales a lo largo del ciclo vital, entrevistando para ello a voluntarios de entre 18 y 76 años que habían cursado estudios primarios, secundarios o universitarios.
En el artículo, publicado en la revista Frontiers in aging Neuroscience, los investigadores han demostrado como, en personas mayores de 60 años, la educación universitaria no sólo protege de trastornos cognitivos como la demencia, sino que también contribuye a preservar y mantener los niveles de inteligencia emocional.
“La formación universitaria favorece una mejor gestión de las emociones y de los estados de ánimo incluso cuando la edad es avanzada. De hecho, hasta los 76 años, aquellos participantes con mejores niveles de formación presentaron la misma inteligencia emocional que sus nietos”, explica la profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Huelva Rosario Cabello.
El estudio, que incluyó a 310 participantes entre 18 y 76 años de la provincia de Huelva, se desarrolló en el laboratorio de Psicología Evolutiva de la Facultad de Educación de la Universidad de Huelva entre septiembre de 2012 y junio de 2013. “De forma individual, los participantes completaron el cuestionario denominado Mayer Salovey Caruso Emorional Intelligence Test (MSCEIT). Se trata de una prueba reconocida a nivel internacional y que ya se ha convertido en la medida estándar para la evaluación de la inteligencia emocional como habilidad del individuo”, sostiene Cabello.
La inteligencia emocional se define como la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás con el objetivo de ser más resolutivos en la vida diaria y evitar, además, posibles depresiones o episodios de ansiedad.
En concreto, explica la andaluza Fundación Descubre en una nota de prensa sobre la investigación, se han centrado en analizar cómo evolucionan las habilidades emocionales a lo largo del ciclo vital, entrevistando para ello a voluntarios de entre 18 y 76 años que habían cursado estudios primarios, secundarios o universitarios.
En el artículo, publicado en la revista Frontiers in aging Neuroscience, los investigadores han demostrado como, en personas mayores de 60 años, la educación universitaria no sólo protege de trastornos cognitivos como la demencia, sino que también contribuye a preservar y mantener los niveles de inteligencia emocional.
“La formación universitaria favorece una mejor gestión de las emociones y de los estados de ánimo incluso cuando la edad es avanzada. De hecho, hasta los 76 años, aquellos participantes con mejores niveles de formación presentaron la misma inteligencia emocional que sus nietos”, explica la profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Huelva Rosario Cabello.
El estudio, que incluyó a 310 participantes entre 18 y 76 años de la provincia de Huelva, se desarrolló en el laboratorio de Psicología Evolutiva de la Facultad de Educación de la Universidad de Huelva entre septiembre de 2012 y junio de 2013. “De forma individual, los participantes completaron el cuestionario denominado Mayer Salovey Caruso Emorional Intelligence Test (MSCEIT). Se trata de una prueba reconocida a nivel internacional y que ya se ha convertido en la medida estándar para la evaluación de la inteligencia emocional como habilidad del individuo”, sostiene Cabello.
La inteligencia emocional se define como la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás con el objetivo de ser más resolutivos en la vida diaria y evitar, además, posibles depresiones o episodios de ansiedad.
Hacia un modelo integral
Los resultados obtenidos ofrecen, según los investigadores, una nueva perspectiva en el diseño de las estrategias o programas destinados a mejorar las relaciones sociales tanto en jóvenes como en personas mayores.
“El incremento en la práctica de las habilidades sociales y emocionales es muy importante y debería comenzar a implantarse desde los primeros niveles educativos y mantenerse activa a lo largo del tiempo, con el beneficio que ello supondría en el manejo de la rutina diaria”, apunta la investigadora.
De hecho, este trabajo ha permitido a los expertos abrir nuevas líneas de investigación con el objetivo de analizar cómo la inteligencia emocional puede afectar a otros factores relacionados con la salud como el bienestar o la calidad de vida.
“Pretendemos demostrar si contribuye a mejorar la capacidad mental y social de las personas mayores con o sin estudios universitarios. Es decir, generar un mayor conocimiento sobre la relación que existe entre la edad y aquellos factores emocionales que pueden favorecer un estado de felicidad cada vez más perdurable en el tiempo”, apostilla.
Este trabajo es el resultado de un estudio conjunto entre las universidades de Huelva, Málaga y Castilla-La Mancha y ha sido financiado por el Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga y por el Instituto de Investigación en Discapacidades Neurológicas (IDINE) de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Los resultados obtenidos ofrecen, según los investigadores, una nueva perspectiva en el diseño de las estrategias o programas destinados a mejorar las relaciones sociales tanto en jóvenes como en personas mayores.
“El incremento en la práctica de las habilidades sociales y emocionales es muy importante y debería comenzar a implantarse desde los primeros niveles educativos y mantenerse activa a lo largo del tiempo, con el beneficio que ello supondría en el manejo de la rutina diaria”, apunta la investigadora.
De hecho, este trabajo ha permitido a los expertos abrir nuevas líneas de investigación con el objetivo de analizar cómo la inteligencia emocional puede afectar a otros factores relacionados con la salud como el bienestar o la calidad de vida.
“Pretendemos demostrar si contribuye a mejorar la capacidad mental y social de las personas mayores con o sin estudios universitarios. Es decir, generar un mayor conocimiento sobre la relación que existe entre la edad y aquellos factores emocionales que pueden favorecer un estado de felicidad cada vez más perdurable en el tiempo”, apostilla.
Este trabajo es el resultado de un estudio conjunto entre las universidades de Huelva, Málaga y Castilla-La Mancha y ha sido financiado por el Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga y por el Instituto de Investigación en Discapacidades Neurológicas (IDINE) de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Referencia bibliográfica:
Cabello R, Navarro Bravo B, Latorre JM, Fernández-Berrocal P. Ability of university-level education to prevent age-related decline in emotional intelligence. Frontiers in aging Neuroscience (2014).
Cabello R, Navarro Bravo B, Latorre JM, Fernández-Berrocal P. Ability of university-level education to prevent age-related decline in emotional intelligence. Frontiers in aging Neuroscience (2014).