Una nueva investigación ha podido establecer con gran precisión las bases genéticas del bienestar humano y de algo no menos importante: el sentido de la vida.
La diferencia entre ambos conceptos es importante: uno hace referencia al así llamado bienestar hedónico (sensación de felicidad) y otro al bienestar eudaimónico (sentir que nuestra vida tiene sentido).
Cada día se presta más atención a estos aspectos de la vida humana porque afectan a las políticas sociales y a la economía. El bienestar de la población se ha convertido en las sociedades desarrolladas en una aspiración básica, ya que medir el progreso sólo por el PIB (Producto Interior Bruto) resulta insuficiente: el bienestar subjetivo está estrechamente ligado a la salud y este vínculo se acrecienta aún más en la edad avanzada.
Investigaciones anteriores han demostrado que las diferencias individuales que manifiestan las personas al calificar sus índices de bienestar, ya sea hedónico o eudaimónico, se deben en parte a diferencias genéticas entre ellas.
Incluso se han identificado las primeras variantes genéticas que marcan la diferencia para que las personas puedan sentirse o no felices. Se considera que aproximadamente un tercio de la variación en el grado de felicidad de las personas es de origen genético o hereditario.
En 2016, tal como informamos en otro artículo, una investigación estableció incluso que la genética es uno de los factores que favorecen la satisfacción vital de los ciudadanos de los países. Según sus resultados, las naciones más propensas a la felicidad gracias a su ADN se encuentran en África, Latinoamérica y el norte de Europa.
La nueva investigación fue llevada a cabo con la participación de más de 220.000 personas y forma parte del proyecto europeo WELL-BEING. Estuvo dirigida por la profesora Meike Bartels y el estudiante de doctorado Bart Baselmans, ambos de la Vrije Universiteit de Amsterdam.
Ocho variantes genéticas de la felicidad
Estos investigadores han profundizado en los resultados anteriores e identificaron dos variantes genéticas para el sentido de la vida (bienestar eudaimónico) y seis variantes genéticas para la felicidad (bienestar hedónico). Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.
El estudio analizó muestras de ADN y las respuestas a un cuestionario de los participantes. El bienestar eudaimónico y su componente principal, el sentido de la vida, se evaluaron usando la pregunta: “¿Hasta qué punto siente que su vida tiene sentido?”. El bienestar, hedónico junto con su componente principal, la felicidad general, se determinó con la pregunta: «En términos generales, ¿cuán feliz se siente?».
El hecho de que se hayan encontrado variantes genéticas para el bienestar eudaimónico indica que cada persona es diferente y que las diferencias entre personas en procesos complejos, como para lo que cada uno significa la vida, se deben en parte a diferencias biológicas, señalan los investigadores.
Meike Bartels explica al respecto en un comunicado que "Vivimos en una sociedad en la que se espera que todos prosperen, obtengan lo mejor y vivan una vida significativa. Si tenemos una idea mejor de las causas de las diferencias entre las personas, podemos usar esa información para ayudar a las a que se sienten menos felices o no dan con el sentido de su vida. También descubrimos que hay factores ambientales que son importantes para la felicidad, pero no para el sentido de la vida, y viceversa. En el futuro nos gustaría identificar qué factores ambientales son responsables de esta discrepancia."
La diferencia entre ambos conceptos es importante: uno hace referencia al así llamado bienestar hedónico (sensación de felicidad) y otro al bienestar eudaimónico (sentir que nuestra vida tiene sentido).
Cada día se presta más atención a estos aspectos de la vida humana porque afectan a las políticas sociales y a la economía. El bienestar de la población se ha convertido en las sociedades desarrolladas en una aspiración básica, ya que medir el progreso sólo por el PIB (Producto Interior Bruto) resulta insuficiente: el bienestar subjetivo está estrechamente ligado a la salud y este vínculo se acrecienta aún más en la edad avanzada.
Investigaciones anteriores han demostrado que las diferencias individuales que manifiestan las personas al calificar sus índices de bienestar, ya sea hedónico o eudaimónico, se deben en parte a diferencias genéticas entre ellas.
Incluso se han identificado las primeras variantes genéticas que marcan la diferencia para que las personas puedan sentirse o no felices. Se considera que aproximadamente un tercio de la variación en el grado de felicidad de las personas es de origen genético o hereditario.
En 2016, tal como informamos en otro artículo, una investigación estableció incluso que la genética es uno de los factores que favorecen la satisfacción vital de los ciudadanos de los países. Según sus resultados, las naciones más propensas a la felicidad gracias a su ADN se encuentran en África, Latinoamérica y el norte de Europa.
La nueva investigación fue llevada a cabo con la participación de más de 220.000 personas y forma parte del proyecto europeo WELL-BEING. Estuvo dirigida por la profesora Meike Bartels y el estudiante de doctorado Bart Baselmans, ambos de la Vrije Universiteit de Amsterdam.
Ocho variantes genéticas de la felicidad
Estos investigadores han profundizado en los resultados anteriores e identificaron dos variantes genéticas para el sentido de la vida (bienestar eudaimónico) y seis variantes genéticas para la felicidad (bienestar hedónico). Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.
El estudio analizó muestras de ADN y las respuestas a un cuestionario de los participantes. El bienestar eudaimónico y su componente principal, el sentido de la vida, se evaluaron usando la pregunta: “¿Hasta qué punto siente que su vida tiene sentido?”. El bienestar, hedónico junto con su componente principal, la felicidad general, se determinó con la pregunta: «En términos generales, ¿cuán feliz se siente?».
El hecho de que se hayan encontrado variantes genéticas para el bienestar eudaimónico indica que cada persona es diferente y que las diferencias entre personas en procesos complejos, como para lo que cada uno significa la vida, se deben en parte a diferencias biológicas, señalan los investigadores.
Meike Bartels explica al respecto en un comunicado que "Vivimos en una sociedad en la que se espera que todos prosperen, obtengan lo mejor y vivan una vida significativa. Si tenemos una idea mejor de las causas de las diferencias entre las personas, podemos usar esa información para ayudar a las a que se sienten menos felices o no dan con el sentido de su vida. También descubrimos que hay factores ambientales que son importantes para la felicidad, pero no para el sentido de la vida, y viceversa. En el futuro nos gustaría identificar qué factores ambientales son responsables de esta discrepancia."
Las diferencias individuales
Baselmans añade: "estos resultados muestran que las diferencias genéticas entre las personas no solo desempeñan un papel en las diferencias que manifiestan cuando hablan de su felicidad, sino también en las diferencias cuando hablan del sentido de sus vidas."
Y añade: "Hemos identificado qué variantes genéticas en el ADN conducen a diferencias en el sentido de la vida". Las variantes genéticas se expresan principalmente en el sistema nervioso central, mostrando la participación de diferentes áreas del cerebro.
Los autores concluyen que los estudios deberían tener en cuenta que el bienestar hedonista y el eudaimónico comparten contribuciones genéticas coincidentes y tomar ambos en consideración a fin de aumentar nuestra comprensión sobre la etiología del bienestar.
Baselmans añade: "estos resultados muestran que las diferencias genéticas entre las personas no solo desempeñan un papel en las diferencias que manifiestan cuando hablan de su felicidad, sino también en las diferencias cuando hablan del sentido de sus vidas."
Y añade: "Hemos identificado qué variantes genéticas en el ADN conducen a diferencias en el sentido de la vida". Las variantes genéticas se expresan principalmente en el sistema nervioso central, mostrando la participación de diferentes áreas del cerebro.
Los autores concluyen que los estudios deberían tener en cuenta que el bienestar hedonista y el eudaimónico comparten contribuciones genéticas coincidentes y tomar ambos en consideración a fin de aumentar nuestra comprensión sobre la etiología del bienestar.
Referencia
A genetic perspective on the relationship between eudaimonic –and hedonic well-being. B. M. L. Baselmans & M. Bartels. Scientific Reportsvolume 8, Article number: 14610 (2018). DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-018-32638-1
A genetic perspective on the relationship between eudaimonic –and hedonic well-being. B. M. L. Baselmans & M. Bartels. Scientific Reportsvolume 8, Article number: 14610 (2018). DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-018-32638-1