El Transhumanismo es un movimiento ideológico surgido en la euforia tecnológica de las últimas décadas del siglo XX. Reactualiza el viejo sueño prometeico (Esquilo siguiendo un antiguo mito griego): el hombre que se quiere liberar de las servidumbres de su especie. Un hombre nuevo, un Uebermensch.
Zeus castigó al insumiso Prometeo a ser encadenado mientras que un buitre le devora el hígado. ¿Tendremos que pagar muy caros los sueños locos de la ciencia y la tecnología contemporáneas, por sus consecuencias hoy imprevisibles? ¿Jugaremos de nuevo a los aprendices de brujo, como con la energía atómica? ¿Y si hubiera quizás en España un demasiado ingenuo optimismo respecto a los aportes de la ciencia y la tecnología?
Existe un Laboratorio «secreto» en California llamado Calico (California Life Co.) una de cuyas ambiciones abiertamente declaradas es como ellos dicen: «Matar a la muerte». (Google financia Calico).
No hay la menor duda de que los progresos de la biotecnología y de la inteligencia artificial cambiarán al hombre y también al entorno en que vivimos. Eso es cierto. ¿Pero en qué sentido y hasta dónde cambiarán al hombre? La enfermedad y la muerte son nuestros eternos desafíos.
Porque es natural que se luche contra la enfermedad y contra la muerte, se pretenderá erradicar la enfermedad, particularmente el cáncer, y se buscará aumentar la longevidad de las personas. (Algún utopista sueña con aumentar la vida indefinidamente).
Hace unos años la revista Science dio a conocer los mecanismos del resveratrol, un activador de la sirtuine1 que tiene el efecto de reactivar las «baterías» celulares que son los mitocondrios. La eficacia del resveratrol contra el envejecimiento ya ha sido experimentada en los ratones.
Efectos sociales de la transformación del Hombre
1. La pirámide demográfica se tambaleará con todas sus consecuencias
El considerable aumento del segmento demográfico de personas de edad tendrá efectos inimaginables, y no solamente económicos. Pensiones y beneficios sociales se verán irremediablemente afectados para cubrir las necesidades de las nuevas legiones de mayores quizás mentalmente debilitados por la edad y para proteger a los rescatados de enfermedades en temprana edad, gracias a la medicina. Nuestros centros médicos se convertirán en fábricas de minusválidos con algunos años más de esperanza de vida.
2. Habrá que renovar las estructuras y las jerarquías sociales
Las estructuras políticas y sociales tendrán que ser totalmente replanteadas y renovadas. El individuo particular ahora más presente y más activo a través de las redes tendrá mucho que decir, cuando fue durante siglos políticamente casi mudo. Deberá ser escuchado. Participará más en la gestión de la sociedad. Por eso habrá que imaginar nuevos canales de escucha e instrumentos de coparticipación a la gestión de la cosa pública.
Zeus castigó al insumiso Prometeo a ser encadenado mientras que un buitre le devora el hígado. ¿Tendremos que pagar muy caros los sueños locos de la ciencia y la tecnología contemporáneas, por sus consecuencias hoy imprevisibles? ¿Jugaremos de nuevo a los aprendices de brujo, como con la energía atómica? ¿Y si hubiera quizás en España un demasiado ingenuo optimismo respecto a los aportes de la ciencia y la tecnología?
Existe un Laboratorio «secreto» en California llamado Calico (California Life Co.) una de cuyas ambiciones abiertamente declaradas es como ellos dicen: «Matar a la muerte». (Google financia Calico).
No hay la menor duda de que los progresos de la biotecnología y de la inteligencia artificial cambiarán al hombre y también al entorno en que vivimos. Eso es cierto. ¿Pero en qué sentido y hasta dónde cambiarán al hombre? La enfermedad y la muerte son nuestros eternos desafíos.
Porque es natural que se luche contra la enfermedad y contra la muerte, se pretenderá erradicar la enfermedad, particularmente el cáncer, y se buscará aumentar la longevidad de las personas. (Algún utopista sueña con aumentar la vida indefinidamente).
Hace unos años la revista Science dio a conocer los mecanismos del resveratrol, un activador de la sirtuine1 que tiene el efecto de reactivar las «baterías» celulares que son los mitocondrios. La eficacia del resveratrol contra el envejecimiento ya ha sido experimentada en los ratones.
Efectos sociales de la transformación del Hombre
1. La pirámide demográfica se tambaleará con todas sus consecuencias
El considerable aumento del segmento demográfico de personas de edad tendrá efectos inimaginables, y no solamente económicos. Pensiones y beneficios sociales se verán irremediablemente afectados para cubrir las necesidades de las nuevas legiones de mayores quizás mentalmente debilitados por la edad y para proteger a los rescatados de enfermedades en temprana edad, gracias a la medicina. Nuestros centros médicos se convertirán en fábricas de minusválidos con algunos años más de esperanza de vida.
2. Habrá que renovar las estructuras y las jerarquías sociales
Las estructuras políticas y sociales tendrán que ser totalmente replanteadas y renovadas. El individuo particular ahora más presente y más activo a través de las redes tendrá mucho que decir, cuando fue durante siglos políticamente casi mudo. Deberá ser escuchado. Participará más en la gestión de la sociedad. Por eso habrá que imaginar nuevos canales de escucha e instrumentos de coparticipación a la gestión de la cosa pública.
Programación de la especie y sus peligros
La vida no es igualitaria. Cada niño que viene al mundo trae consigo su lotería genética. Las técnicas de la bioquímica prometen combatir el azar a veces cruel de la herencia. Se podrá además elegir la talla, el sexo, el color de los ojos, etc. del futuro bebé. Naturalmente, así será para el que se pueda pagar la programación de su progenitura. Una inédita aristocratización de una parte de la humanidad y como consecuencia una agravación de las desigualdades.
Las prótesis cognitivas
De la misma manera que el cuerpo humano beneficiará de los adelantos, se pregunta uno si con el progreso científico nuestras facultades mentales se ampliarán más allá de lo que osaríamos imaginar. ¿Llegará a aparecer en el curso de la evolución biológica de las especies « una singularidad biotecnológica », dotada de una inteligencia que superará en todos los aspectos a la de la actual especie humana?
Se ha escrito sobre los límites de la inteligencia de las máquinas. Ese fue el título de mi tesis doctoral publicada en Friburgo en los años 60. Allí puse manifiesto los límites, un problema filosófico emparentado, aunque no totalmente coincidente, con los límites internos de los formalismos (Gödel).
Delimité entonces las barreras infranqueables que no puede traspasar la inteligencia del hombre o de la máquina.
Pero lo que ahora toca es profundizar en los detalles de lo que sí podrá hacer el Hombre nuevo con la prótesis de la máquina. Esa es la cuestión que se plantea hoy en tiempos del transhumanismo. Debemos al paso conjeturar sobre las consecuencias para la generación de nuestros nietos.
Horizontes turbulentos
¿Para qué queremos un Hombre transhumano? ¿Vivirá mejor en esa sociedad envejecida y densamente conectada? Un ejemplo: Larry Page de Calico pretende que si vencemos al cáncer, la esperanza de vida aumentará unos tres años. Para el individuo concreto, un enfermo, es una conquista probablemente importante. ¿Pero es que sería eso un avance significativo para la especie? Sin otras rectificaciones el mundo envejecerá inexorablemente.
Piénsese además que todos estos progresos conducen a una sociedad más uniforme, más estandarizada, mucho menos interesante.
Sin renovación de los valores que nos sostienen tanto a la persona como a la sociedad…
Sin una nueva inyección de Amor y de Belleza en nuestras culturas y en nuestras vidas, algo que no nos puede aportar la tecnología. Sin razones para vivir una vida que vaya más allá de la puramente vegetativa... ¿Qué interés tienen unos años de más?
(*) Blas Lara, catedrático de la universidad de Lausanne, fue Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Es el editor del blog Negociación de Tendencias21.
La vida no es igualitaria. Cada niño que viene al mundo trae consigo su lotería genética. Las técnicas de la bioquímica prometen combatir el azar a veces cruel de la herencia. Se podrá además elegir la talla, el sexo, el color de los ojos, etc. del futuro bebé. Naturalmente, así será para el que se pueda pagar la programación de su progenitura. Una inédita aristocratización de una parte de la humanidad y como consecuencia una agravación de las desigualdades.
Las prótesis cognitivas
De la misma manera que el cuerpo humano beneficiará de los adelantos, se pregunta uno si con el progreso científico nuestras facultades mentales se ampliarán más allá de lo que osaríamos imaginar. ¿Llegará a aparecer en el curso de la evolución biológica de las especies « una singularidad biotecnológica », dotada de una inteligencia que superará en todos los aspectos a la de la actual especie humana?
Se ha escrito sobre los límites de la inteligencia de las máquinas. Ese fue el título de mi tesis doctoral publicada en Friburgo en los años 60. Allí puse manifiesto los límites, un problema filosófico emparentado, aunque no totalmente coincidente, con los límites internos de los formalismos (Gödel).
Delimité entonces las barreras infranqueables que no puede traspasar la inteligencia del hombre o de la máquina.
Pero lo que ahora toca es profundizar en los detalles de lo que sí podrá hacer el Hombre nuevo con la prótesis de la máquina. Esa es la cuestión que se plantea hoy en tiempos del transhumanismo. Debemos al paso conjeturar sobre las consecuencias para la generación de nuestros nietos.
Horizontes turbulentos
¿Para qué queremos un Hombre transhumano? ¿Vivirá mejor en esa sociedad envejecida y densamente conectada? Un ejemplo: Larry Page de Calico pretende que si vencemos al cáncer, la esperanza de vida aumentará unos tres años. Para el individuo concreto, un enfermo, es una conquista probablemente importante. ¿Pero es que sería eso un avance significativo para la especie? Sin otras rectificaciones el mundo envejecerá inexorablemente.
Piénsese además que todos estos progresos conducen a una sociedad más uniforme, más estandarizada, mucho menos interesante.
Sin renovación de los valores que nos sostienen tanto a la persona como a la sociedad…
Sin una nueva inyección de Amor y de Belleza en nuestras culturas y en nuestras vidas, algo que no nos puede aportar la tecnología. Sin razones para vivir una vida que vaya más allá de la puramente vegetativa... ¿Qué interés tienen unos años de más?
(*) Blas Lara, catedrático de la universidad de Lausanne, fue Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Es el editor del blog Negociación de Tendencias21.