En el año 2011, se celebraba en San Sebastián el Primer Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia, un evento que entonces reunió a escritores como Luisa Etxenike y Bernardo Atxaga; al músico y físico Alberto Rojo, al matemático y escritor argentino Guillermo Martínez o a la filósofa de la Universidad del País Vasco, Mariasun Landa Etxebeste.
Estos y otros participantes aportaron en ese Encuentro sus propias consideraciones sobre cuestiones como ¿es posible un diálogo entre ciencia y literatura? ¿Tienen estas algo que decirse? ¿Qué pueden aportarse mutuamente? ¿Es posible (y deseable) esta interacción?
Ese Primer Encuentro fue celebrado en el marco de Mestizajes, un proyecto que se erige como “espacio alternativo para la reunión de artistas, científicos y humanistas. Un lugar para el debate, para pensar diferente, para imaginar; un lugar para la búsqueda, para el acuerdo y el desacuerdo; un lugar para la generación y la divulgación de nuevas formas de conocimiento”, explica la página web del proyecto.
Al frente de esta iniciativa está Gustavo Ariel Schwartz, un físico que trabaja para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que combina su actividad profesional (la medición de la respuesta dieléctrica local de polímeros y materiales nanocompuestos) con su interés por la literatura y por la hibridación del conocimiento.
El próximo mes de noviembre de 2014, Schwartz vuelve a organizar un encuentro sobre literatura y ciencia, esta vez con el deseo de contestar a nuevas cuestiones, tan interesantes como ¿qué relación existe entre Borges, Shakespeare y la neurociencia? ¿Cómo recordamos? ¿Qué es el conocimiento y cuáles son sus manifestaciones? ¿Es fiable la intuición? ¿Y la razón? ¿Qué puede pensarse y qué no? ¿Qué es imposible y qué no?
Por las preguntas que se plantean, se intuye que en este II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014, los invitados van a profundizar en el concepto de “conocimiento” y las vías de acceso a este. En una época en que el conocimiento a menudo se vincula a la especialización, ¿qué grado de interés cree que hay, en el entorno científico, por una perspectiva más multidisciplinar o transdiciplinar?
En el entorno científico, la investigación multidisciplinar es ya una realidad desde hace algunas décadas. La creciente complejidad de los temas de estudio hace necesaria la colaboración entre, por ejemplo, físicos, biólogos y meteorólogos o entre matemáticos, astrónomos y químicos.
Pero, hasta ahora, estas colaboraciones siempre se han dado dentro del “ecosistema” científico. El objetivo de Mestizajes es dar un paso más, es plantear una colaboración entre artistas, escritores y científicos para poder abordar problemas complejos que no admiten una mirada sólo científica.
Se trata de una ampliación de las formas de conocimiento, de una nueva manera de abordar la comprensión de la realidad. Se trata, sin duda, de una propuesta arriesgada y es probable que los “puristas”, no sólo entre los científicos, sino también entre los artistas y los literatos, sientan que se invaden sus respectivas competencias y que por lo tanto se pongan a la defensiva.
Es lo que ha ocurrido siempre con cada cambio de paradigma. Pero los que trabajan en la frontera tienen muy claro que este cambio en la manera de conocer el mundo no sólo es necesario, sino que nos permitirá dar un salto cualitativo importante.
¿Quiénes son los invitados al II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014? ¿En base a qué criterio se ha hecho la selección de ponentes?
El lema del encuentro de este año es: “Razón, Intuición e Imaginación en Ciencia y en Literatura”, y hemos elaborado por lo tanto una lista de ponentes que puedan proporcionarnos miradas diferentes acerca de estos temas.
Tenemos así a escritores, como Jorge Volpi y Amelia Gamoneda (que es además filóloga), físicos y divulgadores como Jorge Wagensberg y José Manuel Sánchez Ron, neurocientíficos como Clara Martín y Rodrigo Quián Quiroga, una lingüista como Itziar Laka y un sociólogo del conocimiento como Emmánuel Lizcano Fernández.
Esta diversidad, tanto en la formación de los ponentes como en sus puntos de vista, garantizará la riqueza intelectual del encuentro y promete, sin duda, un debate intenso y apasionado. Vamos, que no nos vamos a aburrir con estos ponentes.
¿Cree que, entre los escritores actuales en general, existe interés por los temas científicos? ¿Hay una integración de los nuevos conceptos de la realidad que se derivan de los descubrimientos científicos que se constate en la literatura?
Hubo una época en la que la literatura veía con impotencia cómo la ciencia se erigía como la única manera de obtener conocimiento verdadero del mundo. En ese contexto, la literatura decidió ignorar a la ciencia y lo científico, y recluirse en su torre de marfil.
Afortunadamente, la situación hoy no es la de entonces; ni la ciencia ostenta la hegemonía del conocimiento ni la literatura ignora lo científico. Hoy la literatura incorpora con gran naturalidad ideas y conceptos científicos tanto en los temas que trata como en las estructuras narrativas que utiliza. Y en algunos casos, ese interés por los temas científicos se observa desde el título, por ejemplo: Las partículas elementales (Michel Houellebecq), La soledad de los números primos (Paolo Giordano) o Estado sólido (Rafael Courtoisie).
En otros casos, la incorporación de ideas o conceptos científicos se manifiesta de manera más sutil, ya sea en la trama o en la forma en que está estructurada la historia.
Por mencionar algunos ejemplo, podríamos hablar de La música del azar (Paul Auster), Nocilla Dream (Agustín Fernández Mallo) o Continuidad de los parques (Julio Cortázar). Creo que por fin la literatura se ha liberado de viejos fantasmas e incorpora actualmente, con total naturalidad, elementos de otras disciplinas y, en particular, de la ciencia.
Estos y otros participantes aportaron en ese Encuentro sus propias consideraciones sobre cuestiones como ¿es posible un diálogo entre ciencia y literatura? ¿Tienen estas algo que decirse? ¿Qué pueden aportarse mutuamente? ¿Es posible (y deseable) esta interacción?
Ese Primer Encuentro fue celebrado en el marco de Mestizajes, un proyecto que se erige como “espacio alternativo para la reunión de artistas, científicos y humanistas. Un lugar para el debate, para pensar diferente, para imaginar; un lugar para la búsqueda, para el acuerdo y el desacuerdo; un lugar para la generación y la divulgación de nuevas formas de conocimiento”, explica la página web del proyecto.
Al frente de esta iniciativa está Gustavo Ariel Schwartz, un físico que trabaja para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que combina su actividad profesional (la medición de la respuesta dieléctrica local de polímeros y materiales nanocompuestos) con su interés por la literatura y por la hibridación del conocimiento.
El próximo mes de noviembre de 2014, Schwartz vuelve a organizar un encuentro sobre literatura y ciencia, esta vez con el deseo de contestar a nuevas cuestiones, tan interesantes como ¿qué relación existe entre Borges, Shakespeare y la neurociencia? ¿Cómo recordamos? ¿Qué es el conocimiento y cuáles son sus manifestaciones? ¿Es fiable la intuición? ¿Y la razón? ¿Qué puede pensarse y qué no? ¿Qué es imposible y qué no?
Por las preguntas que se plantean, se intuye que en este II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014, los invitados van a profundizar en el concepto de “conocimiento” y las vías de acceso a este. En una época en que el conocimiento a menudo se vincula a la especialización, ¿qué grado de interés cree que hay, en el entorno científico, por una perspectiva más multidisciplinar o transdiciplinar?
En el entorno científico, la investigación multidisciplinar es ya una realidad desde hace algunas décadas. La creciente complejidad de los temas de estudio hace necesaria la colaboración entre, por ejemplo, físicos, biólogos y meteorólogos o entre matemáticos, astrónomos y químicos.
Pero, hasta ahora, estas colaboraciones siempre se han dado dentro del “ecosistema” científico. El objetivo de Mestizajes es dar un paso más, es plantear una colaboración entre artistas, escritores y científicos para poder abordar problemas complejos que no admiten una mirada sólo científica.
Se trata de una ampliación de las formas de conocimiento, de una nueva manera de abordar la comprensión de la realidad. Se trata, sin duda, de una propuesta arriesgada y es probable que los “puristas”, no sólo entre los científicos, sino también entre los artistas y los literatos, sientan que se invaden sus respectivas competencias y que por lo tanto se pongan a la defensiva.
Es lo que ha ocurrido siempre con cada cambio de paradigma. Pero los que trabajan en la frontera tienen muy claro que este cambio en la manera de conocer el mundo no sólo es necesario, sino que nos permitirá dar un salto cualitativo importante.
¿Quiénes son los invitados al II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014? ¿En base a qué criterio se ha hecho la selección de ponentes?
El lema del encuentro de este año es: “Razón, Intuición e Imaginación en Ciencia y en Literatura”, y hemos elaborado por lo tanto una lista de ponentes que puedan proporcionarnos miradas diferentes acerca de estos temas.
Tenemos así a escritores, como Jorge Volpi y Amelia Gamoneda (que es además filóloga), físicos y divulgadores como Jorge Wagensberg y José Manuel Sánchez Ron, neurocientíficos como Clara Martín y Rodrigo Quián Quiroga, una lingüista como Itziar Laka y un sociólogo del conocimiento como Emmánuel Lizcano Fernández.
Esta diversidad, tanto en la formación de los ponentes como en sus puntos de vista, garantizará la riqueza intelectual del encuentro y promete, sin duda, un debate intenso y apasionado. Vamos, que no nos vamos a aburrir con estos ponentes.
¿Cree que, entre los escritores actuales en general, existe interés por los temas científicos? ¿Hay una integración de los nuevos conceptos de la realidad que se derivan de los descubrimientos científicos que se constate en la literatura?
Hubo una época en la que la literatura veía con impotencia cómo la ciencia se erigía como la única manera de obtener conocimiento verdadero del mundo. En ese contexto, la literatura decidió ignorar a la ciencia y lo científico, y recluirse en su torre de marfil.
Afortunadamente, la situación hoy no es la de entonces; ni la ciencia ostenta la hegemonía del conocimiento ni la literatura ignora lo científico. Hoy la literatura incorpora con gran naturalidad ideas y conceptos científicos tanto en los temas que trata como en las estructuras narrativas que utiliza. Y en algunos casos, ese interés por los temas científicos se observa desde el título, por ejemplo: Las partículas elementales (Michel Houellebecq), La soledad de los números primos (Paolo Giordano) o Estado sólido (Rafael Courtoisie).
En otros casos, la incorporación de ideas o conceptos científicos se manifiesta de manera más sutil, ya sea en la trama o en la forma en que está estructurada la historia.
Por mencionar algunos ejemplo, podríamos hablar de La música del azar (Paul Auster), Nocilla Dream (Agustín Fernández Mallo) o Continuidad de los parques (Julio Cortázar). Creo que por fin la literatura se ha liberado de viejos fantasmas e incorpora actualmente, con total naturalidad, elementos de otras disciplinas y, en particular, de la ciencia.
Resulta esperanzador. Del otro lado, ¿podemos esperar que la ciencia incorpore algo del “lirismo” del arte y de la literatura a su propia labor? ¿De qué manera?
Te agradezco la pregunta porque refleja exactamente el espíritu de Mestizajes. El objetivo del Programa Mestizajes es promover ese intercambio cruzado de ideas y conceptos entre diferentes ámbitos del conocimiento. Y así como comentábamos recién que la literatura incorpora naturalmente elementos de la ciencia, el camino inverso, lamentablemente, no es tan transitado.
Hay ciertos ámbitos de la ciencia que podrían beneficiarse, y mucho, del conocimiento que se encuentra codificado en la literatura y en el arte; sólo hay que saber mirar y estar dispuesto a hacerlo.
Por citar un par de ejemplos, podríamos hablar del cuento de Jorge Luis Borges Funes, el memorioso. Allí Borges se plantea (en 1944) cuestiones acerca del funcionamiento de la memoria y de la abstracción que son muy similares a las que se plantea hoy la neurociencia. O podemos irnos incluso mucho más atrás en el tiempo; ya a principios del siglo XVII, William Shakespeare utilizaba un truco lingüístico denominado desplazamiento funcional que consiste, por ejemplo, en utilizar un verbo como sustantivo o un adjetivo como verbo.
Recientes investigaciones en neurociencia han utilizado frases de Shakespeare para comprender mejor cómo funciona el cerebro durante la lectura. Han observado que al leer oraciones con este tipo de recurso lingüístico, nuestro cerebro detecta un error gramatical, pero eso no afecta a la comprensión semántica de la frase. Precisamente sobre Borges, Shakespeare y la neurociencia van a hablar dos de los invitados al encuentro de Mestizajes de este año.
¿Cree que el periodismo de divulgación científica puede jugar algún papel en este acercamiento (en ambas direcciones)?
Sin duda. Desde mi punto de vista hay dos cosas que el periodismo de divulgación científica puede hacer en este sentido: la primera es una cuestión de responsabilidad, y consiste en no continuar perpetuando estereotipos cognitivos y culturales obsoletos, como lo es la idea de que Arte, Literatura y Ciencia constituyen esferas estancas e independientes.
El segundo paso (que es en realidad una continuación del anterior) consiste en presentarle al público el contexto apropiado en el que se desarrolla cada investigación científica. Y no me refiero aquí sólo al contexto científico, sino a un contexto más amplio, el contexto socio-cultural, económico y político en el que se desarrolla cada actividad. Y esto vale por supuesto a la inversa, la crítica literaria de una novela con elementos científicos, descontextualizada de la actualidad científica, carece prácticamente de sentido, o al menos nos estamos perdiendo una parte importante.
Creo que parte del trabajo que tenemos por delante, y del que el periodismo puede ser un motor importante, es volver a colocar las cosas en el contexto adecuado mirando un poco más allá de nuestras narices.
Hemos explicado ya que el II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014 se celebra en el marco del proyecto “Mestizajes”. ¿Qué apoyos recibe este proyecto? ¿Está vinculado a alguna institución científica o cultural?
Mestizajes cuenta principalmente con el apoyo institucional y económico del Donostia International Physics Center (DIPC), presidido por Pedro Miguel Echenique y dirigido por Ricardo Díez Muiño; y de Euskampus, dirigido por Igor Campillo.
Para algunas actividades puntuales, como por ejemplo para la realización y puesta en escena de la obra de teatro “La entrevista”, hemos recibido también ayuda económica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y del Gobierno Vasco y apoyo institucional del Goethe Institut.
Es interesante destacar que Mestizajes es una de las pocas iniciativas a nivel mundial, surgidas desde un centro de investigación, que buscan hibridizar Arte, Literatura y Ciencia. Como antecedentes relevantes podemos mencionar el programa de Artistas Visitantes del MIT y el de Artistas en Residencia del CERN.
Mestizajes está también vinculado al Centro de Física de Materiales del CSIC (que es el centro en el que trabajo). De todos modos, nuestro objetivo es establecer una red de instituciones científicas y culturales que permitan potenciar el mestizaje entre disciplinas.
¿Qué otras actividades se desarrollan en “Mestizajes”?
Desde su creación, a finales de 2010, hemos venido desarrollando, dentro del Programa Mestizajes, a razón de una actividad de envergadura por año. En 2011 organizamos el Primer Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia, del que ya hemos hablado al principio.
En 2012 lanzamos el Programa Escritores en Residencia cuyo objetivo consiste en explorar de manera conjunta, entre escritores y científicos, las posibles áreas de interacción entre Literatura y Ciencia.
En este contexto, el escritor Eduardo Berti desarrolló una estancia de seis meses en el DIPC trabajando en colaboración con investigadores del ámbito científico. Como resultado de este programa, Eduardo Berti y yo hemos escrito un ensayo donde se analizan algunas zonas de contacto entre Literatura y Ciencia y, además, Eduardo está trabajando en una novela basada en su experiencia en el DIPC.
En 2013, hemos escrito, junto a Luisa Etxenike, la obra de teatro “La entrevista” que se estrenó en el marco del festival “Passion for Knowlodge – Quantum13” y se representó en San Sebastián, Bilbao, Vitoria y Pamplona con muy buena acogida, tanto por parte del público como de la crítica. En este caso, el espíritu del mestizaje se reflejó tanto en la escritura de la obra (escrita a cuatro manos por una escritora y un científico) como en la producción (un centro de investigación) y en la realización (un director de teatro y su equipo).
Se han realizado además numerosos coloquios y talleres en los que han participado científicos, filósofos y escritores. El próximo evento importante es, precisamente, el II Encuentro sobre Literatura y Ciencia que se llevará a cabo en noviembre de este año.
Hemos sabido que, el pasado mes de junio, Mestizajes acogió la visita del físico italiano Giovanni Vignale, que dio una conferencia titulada “Física y ficción”. A grandes rasgos, ¿qué relación establece Vignale entre estas dos disciplinas?
La presentación de Vignale estuvo realmente muy interesante. Básicamente, su tesis consiste en que la física (y en general la ciencia) constituye un caso particular de ficción.
Vignale propone que la física crea permanentemente mitos y metáforas; por ejemplo, los agujeros negros, el Big Bang, la materia oscura, etc. Y señala además que más allá del poder expresivo de estos términos científicos, estas metáforas constituyen una parte esencial de la ciencia, y no son sólo elementos decorativos.
Los mitos científicos estarían condicionados tanto por restricciones internas (coherencia matemática) como por restricciones externas (consistencia con los hechos experimentales). De acuerdo con Vignale, la física consiste en un caso particular de ficción, consistente con la realidad y con la particularidad de ser capaz de predecir. Es decir, pensamos metafóricamente.
Estas ideas, que seguramente pondrán nervioso a más de un físico, no disminuyen en absoluto el valor de la ciencia; al contrario, no es fácil encontrar mitos (teorías) que sean matemáticamente coherentes y empíricamente consistentes. Quizás el próximo Nobel de Literatura lo reciba un físico…
Para terminar, ¿cómo definiría usted el “conocimiento”?
Vaya… no me lo pones fácil. Julio Cortázar solía decir que la poesía es todo aquello que queda fuera de la definición de poesía. Creo que la misma idea puede aplicarse a todos los conceptos complejos, y el conocimiento es sin duda uno de estos conceptos que no se deja atrapar fácilmente.
Creo que las definiciones matan a la cosa definida, la encorsetan, la fosilizan. Quizás deberíamos comenzar a explorar la posibilidad de trabajar con definiciones dinámicas, difusas, abiertas, imperfectas. Sea lo que sea el conocimiento, es algo irreductible, complejo y, por supuesto, mestizo.
Te agradezco la pregunta porque refleja exactamente el espíritu de Mestizajes. El objetivo del Programa Mestizajes es promover ese intercambio cruzado de ideas y conceptos entre diferentes ámbitos del conocimiento. Y así como comentábamos recién que la literatura incorpora naturalmente elementos de la ciencia, el camino inverso, lamentablemente, no es tan transitado.
Hay ciertos ámbitos de la ciencia que podrían beneficiarse, y mucho, del conocimiento que se encuentra codificado en la literatura y en el arte; sólo hay que saber mirar y estar dispuesto a hacerlo.
Por citar un par de ejemplos, podríamos hablar del cuento de Jorge Luis Borges Funes, el memorioso. Allí Borges se plantea (en 1944) cuestiones acerca del funcionamiento de la memoria y de la abstracción que son muy similares a las que se plantea hoy la neurociencia. O podemos irnos incluso mucho más atrás en el tiempo; ya a principios del siglo XVII, William Shakespeare utilizaba un truco lingüístico denominado desplazamiento funcional que consiste, por ejemplo, en utilizar un verbo como sustantivo o un adjetivo como verbo.
Recientes investigaciones en neurociencia han utilizado frases de Shakespeare para comprender mejor cómo funciona el cerebro durante la lectura. Han observado que al leer oraciones con este tipo de recurso lingüístico, nuestro cerebro detecta un error gramatical, pero eso no afecta a la comprensión semántica de la frase. Precisamente sobre Borges, Shakespeare y la neurociencia van a hablar dos de los invitados al encuentro de Mestizajes de este año.
¿Cree que el periodismo de divulgación científica puede jugar algún papel en este acercamiento (en ambas direcciones)?
Sin duda. Desde mi punto de vista hay dos cosas que el periodismo de divulgación científica puede hacer en este sentido: la primera es una cuestión de responsabilidad, y consiste en no continuar perpetuando estereotipos cognitivos y culturales obsoletos, como lo es la idea de que Arte, Literatura y Ciencia constituyen esferas estancas e independientes.
El segundo paso (que es en realidad una continuación del anterior) consiste en presentarle al público el contexto apropiado en el que se desarrolla cada investigación científica. Y no me refiero aquí sólo al contexto científico, sino a un contexto más amplio, el contexto socio-cultural, económico y político en el que se desarrolla cada actividad. Y esto vale por supuesto a la inversa, la crítica literaria de una novela con elementos científicos, descontextualizada de la actualidad científica, carece prácticamente de sentido, o al menos nos estamos perdiendo una parte importante.
Creo que parte del trabajo que tenemos por delante, y del que el periodismo puede ser un motor importante, es volver a colocar las cosas en el contexto adecuado mirando un poco más allá de nuestras narices.
Hemos explicado ya que el II Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia 2014 se celebra en el marco del proyecto “Mestizajes”. ¿Qué apoyos recibe este proyecto? ¿Está vinculado a alguna institución científica o cultural?
Mestizajes cuenta principalmente con el apoyo institucional y económico del Donostia International Physics Center (DIPC), presidido por Pedro Miguel Echenique y dirigido por Ricardo Díez Muiño; y de Euskampus, dirigido por Igor Campillo.
Para algunas actividades puntuales, como por ejemplo para la realización y puesta en escena de la obra de teatro “La entrevista”, hemos recibido también ayuda económica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y del Gobierno Vasco y apoyo institucional del Goethe Institut.
Es interesante destacar que Mestizajes es una de las pocas iniciativas a nivel mundial, surgidas desde un centro de investigación, que buscan hibridizar Arte, Literatura y Ciencia. Como antecedentes relevantes podemos mencionar el programa de Artistas Visitantes del MIT y el de Artistas en Residencia del CERN.
Mestizajes está también vinculado al Centro de Física de Materiales del CSIC (que es el centro en el que trabajo). De todos modos, nuestro objetivo es establecer una red de instituciones científicas y culturales que permitan potenciar el mestizaje entre disciplinas.
¿Qué otras actividades se desarrollan en “Mestizajes”?
Desde su creación, a finales de 2010, hemos venido desarrollando, dentro del Programa Mestizajes, a razón de una actividad de envergadura por año. En 2011 organizamos el Primer Encuentro Internacional sobre Literatura y Ciencia, del que ya hemos hablado al principio.
En 2012 lanzamos el Programa Escritores en Residencia cuyo objetivo consiste en explorar de manera conjunta, entre escritores y científicos, las posibles áreas de interacción entre Literatura y Ciencia.
En este contexto, el escritor Eduardo Berti desarrolló una estancia de seis meses en el DIPC trabajando en colaboración con investigadores del ámbito científico. Como resultado de este programa, Eduardo Berti y yo hemos escrito un ensayo donde se analizan algunas zonas de contacto entre Literatura y Ciencia y, además, Eduardo está trabajando en una novela basada en su experiencia en el DIPC.
En 2013, hemos escrito, junto a Luisa Etxenike, la obra de teatro “La entrevista” que se estrenó en el marco del festival “Passion for Knowlodge – Quantum13” y se representó en San Sebastián, Bilbao, Vitoria y Pamplona con muy buena acogida, tanto por parte del público como de la crítica. En este caso, el espíritu del mestizaje se reflejó tanto en la escritura de la obra (escrita a cuatro manos por una escritora y un científico) como en la producción (un centro de investigación) y en la realización (un director de teatro y su equipo).
Se han realizado además numerosos coloquios y talleres en los que han participado científicos, filósofos y escritores. El próximo evento importante es, precisamente, el II Encuentro sobre Literatura y Ciencia que se llevará a cabo en noviembre de este año.
Hemos sabido que, el pasado mes de junio, Mestizajes acogió la visita del físico italiano Giovanni Vignale, que dio una conferencia titulada “Física y ficción”. A grandes rasgos, ¿qué relación establece Vignale entre estas dos disciplinas?
La presentación de Vignale estuvo realmente muy interesante. Básicamente, su tesis consiste en que la física (y en general la ciencia) constituye un caso particular de ficción.
Vignale propone que la física crea permanentemente mitos y metáforas; por ejemplo, los agujeros negros, el Big Bang, la materia oscura, etc. Y señala además que más allá del poder expresivo de estos términos científicos, estas metáforas constituyen una parte esencial de la ciencia, y no son sólo elementos decorativos.
Los mitos científicos estarían condicionados tanto por restricciones internas (coherencia matemática) como por restricciones externas (consistencia con los hechos experimentales). De acuerdo con Vignale, la física consiste en un caso particular de ficción, consistente con la realidad y con la particularidad de ser capaz de predecir. Es decir, pensamos metafóricamente.
Estas ideas, que seguramente pondrán nervioso a más de un físico, no disminuyen en absoluto el valor de la ciencia; al contrario, no es fácil encontrar mitos (teorías) que sean matemáticamente coherentes y empíricamente consistentes. Quizás el próximo Nobel de Literatura lo reciba un físico…
Para terminar, ¿cómo definiría usted el “conocimiento”?
Vaya… no me lo pones fácil. Julio Cortázar solía decir que la poesía es todo aquello que queda fuera de la definición de poesía. Creo que la misma idea puede aplicarse a todos los conceptos complejos, y el conocimiento es sin duda uno de estos conceptos que no se deja atrapar fácilmente.
Creo que las definiciones matan a la cosa definida, la encorsetan, la fosilizan. Quizás deberíamos comenzar a explorar la posibilidad de trabajar con definiciones dinámicas, difusas, abiertas, imperfectas. Sea lo que sea el conocimiento, es algo irreductible, complejo y, por supuesto, mestizo.