Imagen: NASA. Fuente: Wikimedia Commons.
Hace una década, el físico de la Universidad de Washington (UW), en Estados Unidos, John Cramer, elaboró una recreación del sonido del Big Bang, fenómeno con el que se cree se inició nuestro universo hace casi 14 mil millones de años.
Ahora, usando datos más sofisticados obtenidos vía satélite de la observación del fondo de microondas cósmico - débil resplandor universal que es una especie de huella fósil del Big Bang - Cramer ha realizado nuevas grabaciones en frecuencias más altas, creando un sonido más completo y rico del momento del nacimiento del cosmos. Estos archivos sonoros tienen una duración de entre 20 segundos y ocho minutos.
El resultado es similar a lo que los sismólogos describen como un terremoto de magnitud 9, capaz de provocar que todo el planeta suene, informa la Universidad de Washington en un comunicado.
En este caso, sin embargo, el ruido cubrió todo el universo y se extendió hasta alcanzar proporciones gigantescas. "Incluso el espacio-tiempo suena cuando el universo es lo suficientemente pequeño", afirma Cramer.
Ahora, usando datos más sofisticados obtenidos vía satélite de la observación del fondo de microondas cósmico - débil resplandor universal que es una especie de huella fósil del Big Bang - Cramer ha realizado nuevas grabaciones en frecuencias más altas, creando un sonido más completo y rico del momento del nacimiento del cosmos. Estos archivos sonoros tienen una duración de entre 20 segundos y ocho minutos.
El resultado es similar a lo que los sismólogos describen como un terremoto de magnitud 9, capaz de provocar que todo el planeta suene, informa la Universidad de Washington en un comunicado.
En este caso, sin embargo, el ruido cubrió todo el universo y se extendió hasta alcanzar proporciones gigantescas. "Incluso el espacio-tiempo suena cuando el universo es lo suficientemente pequeño", afirma Cramer.
Longitudes de onda transformadas en sonido
En 2001, Cramer escribió una columna con base científica para la revista Analog Science Fiction & Fact en la que describía el posible sonido del Big Bang, a partir de las observaciones de la radiación cósmica de fondo de microondas realizadas con satélites.
Un par de años después de la aparición de este artículo, una madre de Pennsylvania (Estados Unidos), cuyo hijo de 11 años estaba trabajando en un proyecto sobre el Big Bang, le preguntó a Cramer: ¿Realmente está registrado el sonido del Big Bang en alguna parte?
En principio, Cramer respondió que no, pero luego empezó a pensar que podía ser que sí lo estuviera, y comenzó a utilizar datos del fondo cósmico de microondas presentes en las fluctuaciones de temperatura del universo primitivo.
Los datos sobre estos cambios en las longitudes de onda fueron introducidos en un programa informático llamado Mathematica, que los transformó en sonido. Gracias a este software, por ejemplo, una grabación de 100 segundos puede representar los sonidos de momentos acaecidos entre 380.000 años y 760.000 años después del Big Bang.
"Las ondas de sonido originales no fueron variaciones de temperatura, sino ondas sonoras reales que se propagaron por todo el universo", explica el físico.
Sonaba como un contrabajo
Sin embargo, Cramer señala que los datos de 2003 carecían de una estructura de alta frecuencia. Y solo recientemente, se han reunido datos más completos gracias a una colaboración internacional con la misión del satélite Planck, de Agencia Espacial Europea (ESA), que cuenta con detectores tan sensibles que pueden distinguir variaciones de temperatura de unas pocas millonésimas de grado, en el fondo cósmico de microondas. Esos datos fueron publicados a finales de marzo, y han permitido realizar las nuevas grabaciones.
A medida que el universo se fue enfriando y expandiendo, sus longitudes de onda se extendieron hasta generar un “contrabajo”, afirma Cramer. Con esto quiere decir que el sonido se volvió más bajo cuando las longitudes de onda se expandieron. Al principio se hizo más alto, pero luego decayó poco a poco, explica.
El sonido era, de hecho, tan bajo, que el científico tuvo que aumentar la frecuencia 100 septillones (100 seguido por 24 ceros) de veces, para conseguir grabaciones situadas en un rango audible para los seres humanos.
Cramer es un profesor de física de la UW que forma parte de un proyecto de investigación del universo en su estadio inicial, momentos después del Big Bang. El estudio se ha llevado a cabo provocando colisiones entre iones pesados -como los del oro- en el Relativistic Heavy Ion Collider del Brookhaven National Laboratory de Nueva York.
Estas grabaciones sonoras "me parecían interesantes y quería compartirlas, porque es otra manera de ver el trabajo que estas personas están haciendo ", concluye el físico.
En 2001, Cramer escribió una columna con base científica para la revista Analog Science Fiction & Fact en la que describía el posible sonido del Big Bang, a partir de las observaciones de la radiación cósmica de fondo de microondas realizadas con satélites.
Un par de años después de la aparición de este artículo, una madre de Pennsylvania (Estados Unidos), cuyo hijo de 11 años estaba trabajando en un proyecto sobre el Big Bang, le preguntó a Cramer: ¿Realmente está registrado el sonido del Big Bang en alguna parte?
En principio, Cramer respondió que no, pero luego empezó a pensar que podía ser que sí lo estuviera, y comenzó a utilizar datos del fondo cósmico de microondas presentes en las fluctuaciones de temperatura del universo primitivo.
Los datos sobre estos cambios en las longitudes de onda fueron introducidos en un programa informático llamado Mathematica, que los transformó en sonido. Gracias a este software, por ejemplo, una grabación de 100 segundos puede representar los sonidos de momentos acaecidos entre 380.000 años y 760.000 años después del Big Bang.
"Las ondas de sonido originales no fueron variaciones de temperatura, sino ondas sonoras reales que se propagaron por todo el universo", explica el físico.
Sonaba como un contrabajo
Sin embargo, Cramer señala que los datos de 2003 carecían de una estructura de alta frecuencia. Y solo recientemente, se han reunido datos más completos gracias a una colaboración internacional con la misión del satélite Planck, de Agencia Espacial Europea (ESA), que cuenta con detectores tan sensibles que pueden distinguir variaciones de temperatura de unas pocas millonésimas de grado, en el fondo cósmico de microondas. Esos datos fueron publicados a finales de marzo, y han permitido realizar las nuevas grabaciones.
A medida que el universo se fue enfriando y expandiendo, sus longitudes de onda se extendieron hasta generar un “contrabajo”, afirma Cramer. Con esto quiere decir que el sonido se volvió más bajo cuando las longitudes de onda se expandieron. Al principio se hizo más alto, pero luego decayó poco a poco, explica.
El sonido era, de hecho, tan bajo, que el científico tuvo que aumentar la frecuencia 100 septillones (100 seguido por 24 ceros) de veces, para conseguir grabaciones situadas en un rango audible para los seres humanos.
Cramer es un profesor de física de la UW que forma parte de un proyecto de investigación del universo en su estadio inicial, momentos después del Big Bang. El estudio se ha llevado a cabo provocando colisiones entre iones pesados -como los del oro- en el Relativistic Heavy Ion Collider del Brookhaven National Laboratory de Nueva York.
Estas grabaciones sonoras "me parecían interesantes y quería compartirlas, porque es otra manera de ver el trabajo que estas personas están haciendo ", concluye el físico.