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Flora de Pablo: Hay que cerrar la brecha de género en liderazgo científico

Los estereotipos, el sesgo de género y la crisis económica obstaculizan el pleno desarrollo de las carreras de las investigadoras de nuestro país


Una encuesta reciente realizada con 5.000 personas ha revelado que el 67% considera que las mujeres carecen de las capacidades necesarias para ser científicas de alto nivel. Para Flora de Pablo, profesora de investigación del CSIC, este es uno de los estereotipos que condicionan la carrera científica de las mujeres en España y otros países. Pero hay otros obstáculos: un sesgo de género que suele favorecer al sexo masculino o la crisis económica. El manifiesto “Cambia las cifras”, iniciativa impulsada por el grupo L’Oréal a través del programa de la UNESCO “For women in science”, trata de impulsar un cambio de rumbo. Por Yaiza Martínez.


01/10/2015

Flora de Pablo.
Flora de Pablo.
“Porque ‘El Mundo necesita Ciencia y la Ciencia necesita Mujeres’, es el momento de ir más allá para lograr que las mujeres puedan, en igualdad de condiciones, dedicarse a la investigación, que cuenten con las mismas oportunidades que tienen los hombres en su trayectoria investigadora y puedan llegar a lo más alto en los puestos de responsabilidad”, así comienza el manifiesto “Cambia las cifras” (se puede firmar aquí) que, impulsado por el grupo L’Oréal a través del programa de la UNESCO “For women in science”, busca dar visibilidad a la labor de las científicas españolas y poner en valor su aportación.

Lo hace porque, por una parte, está constatado que existe un sesgo de género en el sector que favorece normalmente a los varones. También por luchar contra los estereotipos: un porcentaje importante de la población cree que las mujeres no son aptas para ser científicas de alto nivel. A estas dificultades para la carrera científica de las mujeres en España se suman las añadidadas por la crisis económica, que ha propiciado un retroceso en las posibilidades de las mujeres para entrar al sistema o promocionar.

Pero “no hay que tirar la toalla”, como nos dice Flora de Pablo, profesora de investigación del CSIC y una de las científicas promotoras del manifiesto, en la siguiente entrevista. Porque aún se pueden tomar medidas para cerrar “la brecha de liderazgo” que tiene la ciencia en España.

Para ello, además de luchar contra los estereotipos desde distintos ámbitos (por ejemplo, desde el de los juguetes que se destinan a niños y a niñas), ha de existir “una política de acciones positivas de género en los organismos deficitarios de mujeres en puestos relevantes”. Flora de Pablo es, en este sentido, “una convencida de que aconsejar equidad no es suficiente; de que hay que incentivar y obligar a un mayor equilibrio de género a nuestras instituciones”, del mismo modo que se hace en el ámbito empresarial.

Por otro lado, también es importante concienciar a la sociedad -de ahí el manifesto "Cambia las cifras"- de que existe discriminación por género en la ciencia: “En España las que hemos traspasado el famoso ‘techo de cristal’ es difícil que reconozcamos haber tenido más dificultades que los colegas varones, solo las más concienciadas o que hemos pensado más en el problema, podemos detectar multitud de pequeñas cosas que han hecho el camino más lento y solitario. Y las que se pierden por el camino, no suelen tener muchas oportunidades de contar su situación”, explica de Pablo.

Menos del 20% de puestos de responsabilidad en ciencia en España están ocupados por mujeres. ¿Por qué?

El progreso en la carrera científica y académica depende de muchos factores, no sólo del mérito individual. Las mujeres, en una sociedad androcéntrica y lastrada por profundos estereotipos como es la nuestra, carecen de los apoyos explícitos que tienen la mayoría de los hombres desde muy jóvenes y pierden, en muchos casos, confianza en su capacidad para ser líderes.

A ello se suman las microdiscriminaciones que persisten en las distintas fases competitivas de una carrera. Los sesgos de género pueden ser muy sutiles pero cuando se acumulan a lo largo de las varias décadas que tarda en consolidar una carrera científica, acaban haciendo mella. Es un problema con muchas causas que se potencian entre sí.

¿Cuál es la situación de las mujeres científicas en nuestro país, en comparación con otros países?

El porcentaje relativo de científicas en España (del total de personas en el sistema de I+D) es similar, de media, al de los países nórdicos; es menor en los países centroeuropeos como Alemania, Austria, Holanda, etc. y es mayor en los antiguos países del Este. Esta distribución está relacionada con el prestigio y salario de la carrera académica o investigadora.

En cuanto al progreso a los escalones más altos sigue el mismo patrón. Es decir, tenemos más porcentaje de mujeres en las cátedras (o nivel equivalente en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas) que Alemania, ¡pero menos que Lituania!

¿Cómo surge el manifiesto “Cambia las cifras” ?

Es una iniciativa internacional del grupo L’Oréal (“Change the numbers” fue  la campaña inicial en video) que a través de su programa con la UNESCO “For women in science” trata de impulsar la carrera de las científicas, dándoles visibilidad y llamando la atención sobre el lento progreso respecto a las carreras y visibilidad de los colegas varones.

En España, este programa cumple este año el XV aniversario y L’Oréal quiso hacer un manifiesto y una  versión del vídeo con científicas españolas de distintas generaciones para que llegue mejor a las jóvenes.

Hace dos años, un estudio realizado en Canadá y EEUU, reveló que por cada artículo científico firmado por una mujer como primera autora, hay casi dos firmados por hombres, ¿a qué cree que se debe esta diferencia?

No conozco ese artículo en concreto, y dependería de los años considerados y las áreas temáticas para poder decir lo que ocurre ahora en nuestro entorno. No es lo mismo publicaciones de biomedicina que de sociología o de física. En biomedicina la primera autoría corresponde a la persona más junior que ha realizado la mayoría de los experimentos, mientras que el último o última firmante es la persona responsable de la investigación. Creo que habría mucho menor porcentaje de firmantes mujeres si analizamos el último lugar de firma en la última década en España, correspondiente al menor liderazgo en los grupos y los proyectos. Es esta brecha de liderazgo la que hay que cerrar.

Cuando se abordan las diferencias de género en el ámbito científico, una y otra vez emerge el tema de los estereotipos, ¿cree que realmente estos pesan tanto en las decisiones formativas o profesionales de las mujeres científicas?

Mucho, los estereotipos nos condicionan muchísimo. Para empezar, en la infancia, no hay más que visitar la sección de juguetes de un gran almacén. Lamentablemente, el rosa y el azul y las diferencias en el tipo de juguetes son muy evidentes. Eso influye en lo que muchas familias (excepto las muy conscientes de que hay que educar en igualdad) ofrecen a sus hijos e hijas y a su vez condiciona aficiones, elecciones de estudio futuras, etc.

Hay una encuesta reciente también divulgada en el aniversario del programa “For women in science”, hecha con 5.000 personas de cinco países europeos distintos (unas 1.000 españolas) y hasta un 67% consideraban que las mujeres carecen de las capacidades necesarias para ser científicas de alto nivel. ¡Me ha costado trabajo creerlo, pero la encuesta parece bien hecha!

Hay  muchos estudios, incluso sobre audiciones musicales, que nos muestran que hombres y mujeres somos sesgados y juzgamos distinto si sabemos el sexo de la persona que aplica a un puesto o toca un instrumento. El sexo mejor valorado es siempre el masculino. Habría que hacer muchas de las aplicaciones a puestos de trabajo con el curriculum sin nombre y sexo, pero esto es difícil de llevar a la práctica.

En un entorno predominantemente masculino, ¿se sienten las investigadoras y científicas respaldadas o apoyadas por sus compañeros?

Depende mucho de los departamentos y laboratorios. En España las que hemos traspasado el famoso “techo de cristal” es difícil que reconozcamos haber tenido más dificultades que los colegas varones, solo las más concienciadas o que hemos pensado más en el problema, podemos detectar multitud de pequeñas cosas que han hecho el camino más lento y solitario. Y las que se pierden por el camino, no suelen tener muchas oportunidades de contar su situación.

Ahora, en la crisis de financiación de la investigación en nuestro país, que ya dura más de siete años, se ha vuelto a ver un retroceso en las posibilidades de las mujeres para entrar al sistema o promocionar, por ejemplo en mi institución, el CSIC. Cuando es más difícil profesionalmente para todos, las primeras en sufrir dificultades extra, como en la sociedad en general, son las mujeres.

En cuanto a lo que ganan las mujeres en el ámbito de las ciencias, ¿se ha alcanzado la igualdad?

En el sistema público, que es donde trabajo yo, los salarios a igual puesto son iguales para hombres y mujeres. Pero por la mayor facilidad de progresión de los hombres a los escalones más altos, el salario medio llega a ser mayor entre los hombres.

Además, el liderazgo conlleva participar en más conferencias invitadas o comités de prestigio, etc. Todo ello aumenta la remuneración media de los investigadores y profesores varones. Siempre vemos más mujeres trabajando en cosas que son “gratis et amore”, es curioso, en casi todos los ámbitos. Suelo decir que los hombres, al menos los de mi generación, tienen un olfato especial para situarse en entornos lucrativos.

La semana pasada, la revista PNAS publicaba un estudio que señala que las jóvenes investigadoras tienen mayores dificultades para acceder a becas que los científicos jóvenes, ¿cómo se puede paliar esta situación?

Este estudio es revelador de lo que aún sigue pasando, las aplicantes recibían una buena valoración de su proyecto, similar a los aplicantes varones, pero ellos tenían una valoración personal mejor en un 4% de casos. Pequeña diferencia que podía decidir si una carrera científica de una joven investigadora se veía truncada. Esos son los pequeños sesgos de los que hablaba antes, que pueden cambiar una trayectoria y perpetuar la brecha de progreso científico entre chicos y chicas.

Aunque en ese estudio no había diferencia entre las comisiones evaluadoras, que en general tenían más de un 30% de mujeres, yo considero esencial que haya al menos un 40%, como además es obligado por ley en España. Por otro lado, tiene que existir una política de acciones positivas de género en los organismos deficitarios de mujeres en puestos relevantes. Soy una convencida de que “aconsejar equidad” no es suficiente, hay que incentivar y obligar, igual que se requiere en el ámbito empresarial, a un mayor equilibrio de género a nuestras instituciones.

¿Qué consejo daría a las investigadoras y científicas más jóvenes?

Que trabajen mucho, a ser posible en departamentos y laboratorios que las valoren igual que a sus colegas varones, y que no tiren la toalla a la primera dificultad. La carrera científica tiene muchos obstáculos, y no todo el mundo vale para ella, pero ellas valen al menos tanto como ellos si se dan la oportunidad.



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