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“Espiriteria”: Cómo produce el cerebro experiencias religiosas y místicas

La hiperactividad del sistema límbico hace posible la unión entre materia y espíritu, revela la neuroespiritualidad


Nuestro cerebro es capaz de producir experiencias espirituales, religiosas, numinosas, divinas, místicas o de trascendencia, gracias a una hiperactividad en el sistema límbico o cerebro emocional. Este hecho, revelado por la neuroespiritualidad, supondría la anulación de la antítesis clásica entre materia y espíritu. También sugiere que la espiritualidad sería una facultad cognitiva más de nuestra especie. Francisco J. Rubia.


Francisco J. Rubia
17/02/2014

Imagen: alicepopkorn. Fuente: Flickr.
Imagen: alicepopkorn. Fuente: Flickr.
La palabra neuroespiritualidad quiere expresar el hecho de que el cerebro es capaz de producir experiencias espirituales, religiosas, numinosas, divinas, místicas o de trascendencia.

A mi juicio, este hecho es de una enorme importancia, porque la antítesis clásica entre materia y espíritu queda prácticamente anulada en el cerebro, que, siendo materia, es capaz de producir experiencias espirituales. Es la razón por la que he llamado en otro lugar al cerebro “espiriteria”, o sea una contracción entre espíritu y materia.

Pero antes de explicar por qué podemos decir que el cerebro produce experiencias espirituales, quisiera definir lo que se entiende por “espiritualidad”.

Si consultamos el Diccionario de la Real Academia Española encontramos lo siguiente: “Naturaleza y condición de espiritual”, definición que no nos convence porque es sabido que lo definido no debe entrar en la definición.

A continuación buscamos lo que se entiende por “espiritual” y leemos: “Perteneciente o relativo al espíritu”. De nuevo un resultado parecido, por lo que buscamos la definición de “espíritu” y encontramos lo siguiente: “Ser inmaterial y dotado de razón”. Esta última definición nos lleva a plantearnos si el Diccionario de la Real Academia Española está a la altura de los tiempos.

Esta definición es completamente absurda desde el punto de vista neurocientífico, ya que lo que viene a decir es que los seres inmateriales, presuponiendo su existencia, tienen cerebro, ya que no hay razón sin cerebro.

El Diccionario de Oxford nos define la palabra espiritual de la manera siguiente: “Relacionado con el espíritu o alma y no con la naturaleza física o materia”. En esta definición, el espíritu se contrapone, de manera dualista clásica, a la materia. Pero ya hemos dicho que esto no es válido para el cerebro, por lo que esta definición no nos satisface tampoco.

Hay otra definición también del mismo Diccionario respecto a la palabra espiritual que dice: “tener una mente o emociones de una alta y delicadamente refinada calidad”. Esta última definición se acerca más a lo que vamos a tratar en esta conferencia y entendemos por espiritualidad.

La espiritualidad estudiada por la ciencia

Lo que quiero plantear hoy aquí es que el cerebro, como hemos dicho, genera experiencias que se han llamado espirituales, religiosas, divinas, numinosas, místicas o de trascendencia gracias a la hiperactividad de estructuras que pertenecen al sistema límbico o cerebro emocional, y que se encuentran en la profundidad del lóbulo temporal.

Esta hipótesis se ve apoyada por los experimentos que el neurocientífico canadiense de la Universidad Laurentiana en Sudbury, Ontario, en Canadá, Michael Persinger‎, realizó en los años ochenta del pasado siglo, experimentos con sujetos voluntarios normales y sanos utilizando la estimulación electromagnética de los lóbulos temporales, pudiendo en ellos producir la sensación de presencias de seres espirituales.

Curiosamente, estos seres espirituales eran siempre de la religión a la que pertenecían los individuos en cuestión. Así que ningún cristiano vio nunca a Buda, a Alá o a Manitú, de la misma manera que ningún budista, mahometano o indio vio nunca a Jesucristo o a la Virgen María.

En esos mismos años, concretamente en 1980, el neurocientífico estadounidense Arnold Mandell, actualmente profesor emérito de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego, publicó un libro titulado Toward a Psychobiology of Trascendence (Hacia una psicobiología de la trascendencia), en el que decía que tanto las anfetaminas, como la cocaína y otras drogas alucinógenas constituían un puente farmacológico hacia la trascendencia, porque disminuían la síntesis de serotonina, un neurotransmisor cerebral que inhibe las estructuras límbicas del lóbulo temporal con la consecuente hiperactividad por desinhibición de esas estructuras que producen las experiencias espirituales, numinosas, divinas místicas o de trascendencia.

El papel de la dopamina

Hoy sabemos que la ingesta de LSD, psilocibina, DMT o mescalina, es decir drogas llamadas “enteógenas”, reducen la actividad de células que contienen serotonina.

La serotonina inhibe las neuronas que contienen dopamina, otro neurotransmisor cerebral implicado en estas experiencias, por lo que una reducción de la actividad de la serotonina aumenta por desinhibición la descarga de las células que contienen dopamina.

Quisiera explicar que la palabra “enteógena” fue acuñada por el profesor de filología clásica de la Universidad de Boston, Carl Ruck‎, y por su etimología significa “dios generado dentro de nosotros”. Estas drogas alucinógenas o enteógenas han sido llamadas así por que permiten el acceso a una segunda realidad en la que los sujetos dicen entrar en contacto con sus dioses.

Que el neurotransmisor dopamina está implicado en estos fenómenos es apoyado por los siguientes hechos: Un gen del receptor de dopamina, el DRD4, se asocia de manera significativa a medidas de espiritualidad y auto-trascendencia; por otro lado sabemos que trastornos debidos a un exceso de dopamina, como la esquizofrenia y el trastorno obsesivo-compulsivo se asocian a aumentos de espiritualidad y religiosidad; y que los fármacos anti-psicóticos que bloquean la acción de la dopamina a nivel del sistema límbico disminuyen las conductas y los delirios religiosos en los pacientes.

A la vista de estos hechos, yo propondría una definición de espiritualidad algo distinta a las definiciones que he mencionado anteriormente. La espiritualidad podría definirse como “El sentimiento o impresión subjetiva de alegría extraordinaria, de atemporalidad y de acceder a una segunda realidad que es experimentada más vívida e intensamente que la realidad cotidiana y que está producida por la hiperactividad de estructuras del cerebro emocional”.

La sensación de alegría, felicidad o bienaventuranza viene mediada por la producción cerebral de endorfinas, sustancias parecidas a la morfina que el propio cerebro produce como analgésicos y sin las cuales los ejercicios musculares extenuantes no podrían realizarse por el dolor que produce la acumulación de ácido láctico. De ahí que los corredores de maratón o los atletas de alto rendimiento tengan experiencias placenteras que quieren repetir siempre que pueden.

He tenido un doctorando que, a pesar de haber tenido una terrible experiencia en las Dolomitas, y que cayó treinta metros en vertical fracturándose varios huesos en cara y cuerpo; en cuanto se repuso de sus terribles heridas volvió de nuevo a escalar montañas.

La sensación de que esa segunda realidad es más intensa que la realidad cotidiana se explica por la estimulación de la amígdala, estructura límbica del lóbulo temporal, que es la que añade el componente emocional, de importancia y de familiaridad a todas las experiencias vividas. La hiperactividad de esta estructura explica también el fenómeno del déjà vu, en el que el sujeto tiene la impresión de familiaridad de un lugar aunque nunca estuvo en él.

La conexión divina

En mi libro La conexión divina explicaba los fundamentos neurobiológicos de las experiencias místicas, experiencias que generadas en el cerebro se proyectan al exterior, algo que solemos hacer también con la primera realidad o realidad cotidiana que pensamos que está “ahí afuera” cuando en realidad es en gran parte una construcción cerebral.

Quisiera detenerme un poco en este punto que parece contraintuitivo, como dicen los anglosajones. Lo que nosotros tenemos por “realidad exterior” es, repito, en gran parte una construcción cerebral.

Por ejemplo, en la visión, los colores no existen en la naturaleza; ahí afuera no existen más que radiaciones electromagnéticas de distintas longitudes de onda que, al incidir sobre los fotorreceptores de la retina se traduce en potenciales eléctricos, los llamados potenciales de acción, que son todos iguales no importa si provienen del ojo, del oído, del olfato, del gusto o del tacto.

De manera que los colores, los olores, los sonidos, etc., son atribuciones de las respectivas cortezas sensoriales a esas informaciones que llegan de los órganos de los sentidos. Si, por ejemplo, se lesiona la corteza visual primaria en el lóbulo occipital, el paciente deja de ver colores y de soñar con ellos.

Esto no es nada nuevo. Descartes, en el siglo XVII sabía que las cualidades secundarias dependían del sujeto, que no existían objetivamente en las cosas. Y en el siglo XVIII, el filósofo napolitano Giambattista Vico, en su libro La antiquísima sabiduría de los italianos, decía que “si los sentidos son facultades activas, viendo hacemos los colores de las cosas; degustándolas sus sabores; oyéndolas sus sonidos, y tocándolas hacemos lo frío y lo caliente”.

Se cuenta que los discípulos del filósofo empirista irlandés George Berkeley discutían sobre si cuando un árbol caía en el bosque y nadie estuviera presente se oiría algún ruido. Por lo que hoy sabemos, evidentemente no, ya que el ruido es una atribución del cerebro a los potenciales de acción que proceden del oído.

Experiencias espirituales y religiones

Las experiencias espirituales, son seguramente la base sobre la que descansan las religiones. Todos los fundadores de religiones han tenido experiencias espirituales o místicas intensas.

Por eso se puede decir que no hay religión sin espiritualidad, pero sí existe espiritualidad sin religión, lo que significa que el término espiritualidad es un término más amplio que el de religión. Espiritualidad sin religión la tenemos, por ejemplo, en lo que podríamos llamar corrientes filosóficas, como el budismo, el jainismo, el confucianismo y algunas formas del hinduismo.

El budismo, por ejemplo, no es una religión, sino una filosofía. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche la llamaba “fisiología del alma”. Y no es una religión porque en ella no hay dioses. Lo que yo mismo he podido observar en templos budistas de China y del Japón es un desarrollo que nada tiene que ver con la doctrina. Esos templos se asemejan a los de cualquier otra religión.

Pero eso es lo que los seguidores de Buda han hecho: han convertido a Buda en un dios y lo adoran como a cualquier otro, rezando ante él y realizando ofrendas.

Que la espiritualidad puede existir sin religión es, pues, evidente. En tiempos recientes asistimos asimismo a una disminución del número de personas que asisten a las iglesias de las religiones tradicionales, pero no así a la participación en sectas, cultos, rituales y otras manifestaciones de tipo espiritual que está en aumento.

El británico Sir Alister Hardy, que escribió el libro titulado The spiritual nature of man (La naturaleza espiritual del hombre), decía que las experiencias espirituales o de trascendencia habían afectado no sólo a personas religiosas, sino también a ateos y agnósticos, por lo que puede decirse, repito, que la religión es inconcebible sin espiritualidad, pero que existe una espiritualidad sin religión.

Experiencias espirituales y sistema límbico

¿Qué podemos aducir a favor de la hipótesis de que las experiencias a las que nos estamos refiriendo son el producto de la hiperactividad de las estructuras límbicas del lóbulo temporal?

Aparte de los experimentos ya mencionados de Michael Persinger‎, están las experiencias cercanas a la muerte. En este tipo de experiencias se producen fenómenos que son comunes a las experiencias místicas, como por ejemplo la sensación de felicidad, paz y bienaventuranza, la visión de una luz brillante e intensa, la aparición de seres espirituales (recordemos: siempre de la propia religión), la sensación de flotar en el espacio o levitar y de observarse desde lo alto, síntoma llamado autoscopia y que hoy puede provocarse experimentalmente por la estimulación eléctrica del giro angular del cerebro, la pérdida del sentido del tiempo y del espacio, la pérdida del yo y la fusión con la naturaleza, el universo o Dios.

Curiosamente, la autoscopia se interpretó en el pasado como una prueba de la existencia del alma que abandonaría el cuerpo y volvería a él cuando el paciente era resucitado por maniobras médicas o de manera espontánea.

Todos esos síntomas se han atribuido a la falta de oxígeno y al aumento del dióxido de carbono que inactivaría en primer lugar las células más pequeñas y que tienen un metabolismo más alto, células que suelen ser inhibidoras, por lo que se produciría una desinhibición, o sea una hiperactividad, de las estructuras límbicas en cuestión.
Otros fenómenos parecidos se producen por la ingesta de sustancias enteógenas que mencionamos antes.

Las estructuras que considero responsables de las experiencias espirituales poseen muchos receptores para la dopamina, por lo que un aumento de la dopamina por cualquier circunstancia, como ya vimos antes, es capaz de activar estas estructuras y, si ese aumento es considerable, provocar las experiencias que hemos llamado espirituales, religiosas, numinosas, divinas, místicas o de trascendencia.

La búsqueda de flores, plantas, lianas y hongos que contienen sustancias capaces de producir este tipo de experiencias se remonta al pasado más remoto de la humanidad. Es más, no solo los humanos han practicado esta búsqueda y han ingerido esas sustancias, sino muchos otros animales.

En su libro Animales que se drogan, el etnobotánico y etnomicólogo Giorgio Samorini relata que numerosas especies de animales ingieren drogas de plantas, hongos, bayas y flores. Caribúes, vacas, elefantes, gatos, renos, cabras, primates no humanos, pero también muchos pájaros, mariposas, moscas, abejas y hasta caracoles suelen ingerir esas sustancias enteógenas.

El psicofarmacólogo Ronald Siegel en su libro Intoxication refiere el caso de muchos animales que buscan plantas narcóticas, como las abejas, que se intoxican con algunas orquídeas y caen al suelo en una especie de estupor para volver luego a las mismas plantas. O ciertos pájaros, que se drogan con bayas; gatos que huelen plantas aromáticas que producen placer y luego juegan con objetos imaginarios; o monos, que ingieren “hongos mágicos” y luego se sientan con la cabeza entre las manos.

Muchas culturas han utilizado estas sustancias en su religión porque inducen experiencias espirituales. Por eso, a muchas de estas sustancias o a las propias plantas y hongos se le dieron nombres religiosos como “voces de los dioses”, “niños angelicales”, “carne de los dioses”, etc.

Los renos de Siberia suelen buscar el hongo alucinógeno o enteógeno Amanita muscaria, llamado hongo matamoscas o falsa oronja, para ingerirlo. Este hongo crece bajo coníferas, hayas y abedules y también es buscado por ardillas y moscas, de ahí su nombre. En el Canadá son los caribúes los que también lo ingieren. Muy probablemente, los chamanes de Siberia copiaron a los renos, descubriendo así las propiedades que les permitían el acceso a esa segunda realidad.

El etnobotánico estadounidense Gordon Wasson (Diapositiva 25) suponía que los componentes enteógenos de este hongo, la muscarina, figuraban en el antiguo “soma”, elixir que se menciona en los Vedas, libros sagrados de la India y que se remontan a unos 1.500 años a.C. Las tribus indígenas de Chukotka y Kamchatka, en el extremo nordeste de Siberia, acostumbraban beber la orina de los que habían ingerido el hongo matamoscas.

Se sabe hoy que los principios activos pierden las impurezas al atravesar el filtro del organismo por lo que la orina es más enteógena que la mera ingesta del hongo. Precisamente la mención en el RigVeda de que el soma se orina llevó a Gordon Wasson a plantear su hipótesis. También en este texto se puede leer lo siguiente: “Hemos bebido el soma, nos hemos vuelto inmortales, hemos llegado a la luz, hemos encontrado a los dioses”.

En los misterios de Eleusis, en la Grecia antigua, un festival de la cosecha de cereales dedicado a la diosa Deméter, se utilizaba una bebida, el kykeon, que se supone contenía el cornezuelo de centeno, un hongo parásito del centeno, pero también del trigo y de otros cereales, que contiene un poderoso enteógeno, la LSD que fue aislada por Albert Hoffmann y que él mismo ingirió en 1943. El kykeon constaba de cebada, menta y agua.

Cerebro: kittykatfish. Fuente: Flickr.
Cerebro: kittykatfish. Fuente: Flickr.
Las puertas de la percepción

Otro fenómeno que apoya la hipótesis de la hiperactividad de las estructuras del sistema límbico que se encuentran en el lóbulo temporal es la conocida epilepsia del lóbulo temporal, producida por una hipersincronización de esas estructuras que produce fenómenos y síntomas parecidos a los ya referidos.

Se ha descrito el síndrome de Gastaut-Geschwind, caracterizado por trastornos de la función sexual – generalmente hiposexualidad –, conversiones religiosas súbitas, hiperreligiosidad, hipergrafia, preocupaciones filosóficas exageradas, irritabilidad y viscosidad social.

Pacientes con focos epilépticos en el lóbulo temporal son conocidos en neurología por tener a menudo alucinaciones que tienen componente místicos y religiosos. Si el foco epiléptico es extirpado por el neurocirujano, los ataques desaparecen y con ellos también las experiencias místicas.

No podemos por tiempo mencionar todas las drogas enteógenas que se ingirieron en el pasado y se siguen ingiriendo en el presente, tanto por chamanes como por sectas espirituales modernas. Antes mencionamos el hongo psilocibe que crece en los excrementos de los mamíferos y que se han encontrado en estómagos de primates no humanos.

La Dimiteltriptamina, que como la LSD bloquea los receptores de la serotonina y que se genera en el cerebro por la glándula pineal con funciones desconocidas. Y la mescalina, sustancia activa del hongo peyote, que ingirió el escritor británico Aldous Huxley y cuyos efectos relata en su libro Las puertas de la percepción.

Respecto a los efectos de las drogas enteógenas y las experiencias espirituales o místicas, algunos autores niegan que esos efectos puedan compararse con lo que ocurre en los éxtasis místicos y experiencias religiosas espontáneas, pero una gran autoridad en misticismo, el filósofo inglés Walter Terence Stace, cuando se le preguntó si la experiencia con drogas era similar a la experiencia mística, respondió: “no es que sea similar a la experiencia mística: es la experiencia mística”.

El estudioso estadounidense de las religiones, Huston Smith, afirma lo siguiente: “El rechazo a admitir que las drogas pueden inducir experiencias descriptivamente indistinguibles de aquellas que son religiosas espontáneamente es homólogo al rechazo de los teólogos del siglo XVIII a mirar por el telescopio de Galileo, o, cuando lo hicieron, su persistencia en rechazar lo que veían como maquinaciones del diablo”.

Si la espiritualidad es el resultado de la hiperactividad de las estructuras límbicas del lóbulo temporal, con sus conexiones con otras regiones cerebrales, entonces hay que admitir que es un fenómeno que en determinadas circunstancias siempre se producirá.

El físico alemán Albert Einstein decía: “La emoción más hermosa que podemos experimentar es la mística. Es la sembradora de todo arte y ciencia auténticos. Quien sea extraño a esta emoción… es como si estuviera muerto”.

Esta frase nos está diciendo que las experiencias espirituales son importantes en arte y en ciencia. Recordemos la segunda definición de espiritual del Oxford Dictionary. De ella deducimos que las emociones pueden ser de mayor o menor intensidad.

Llamamos, por ejemplo, experiencias espirituales a lo que sentimos ante la belleza de un cuadro, una magnífica puesta de sol, o los sentimientos profundos que nos puede evocar la música.

Luego hay experiencias quizá más profundas, como las que refieren aquellas personas que dicen haber tenido lo que se suele denominar una llamada, o una vocación que hace que el sujeto experimente una conversión o que entre en una orden religiosa, o abrace una determinada ideología. Son experiencias unitivas, pero que pueden ser de intensidad variable.

Y finalmente también están las experiencias místicas propiamente dichas, el arrobamiento o el éxtasis, con una intensidad mucho mayor.

Una facultad mental más

Desde luego si la espiritualidad es generada por el cerebro estaríamos ante una facultad mental más, que, como todas las demás, necesita lógicamente de un medio adecuado para desarrollarse, como ocurre con el lenguaje, la inteligencia o la música. No podemos negar la espiritualidad de un Mozart, pero si nace en África, con toda seguridad no tendríamos su música “divina”.

En la frase que mencionamos antes, Einstein equiparaba la mística a una emoción. No es de extrañar que estas experiencias sean fuertemente emocionales habida cuenta que son el fruto de la hiperactividad de estructuras del cerebro emocional. Y hoy sabemos que la emocionalidad es fundamental no sólo para las artes, sino también para la creatividad e incluso para el pensamiento racional.

Hay motivos para pensar que la génesis de la espiritualidad puede estar en lo que hipotéticamente hemos descrito: la activación de estructuras límbicas. El evangelio apócrifo de Santo Tomás, por ejemplo, dice lo siguiente: “Cuando convirtáis los dos en uno, cuando hagáis lo que está dentro igual a lo que está fuera y lo que está fuera a lo que está dentro, y lo que está arriba a lo que está abajo, cuando convirtáis lo masculino y lo femenino en una sola cosa… entonces entraréis en el Reino de los Cielos”.

Mi interpretación es la siguiente: cuando anuléis la consciencia del yo, dualista, lógico-analítica, podréis acceder a lo que podemos llamar la consciencia límbica, aquí caracterizada como “El Reino de los Cielos”.

Es algo parecido a lo que se dice en el evangelio de San Lucas 17, 21: “El Reino de los Cielos está dentro de vosotros”. También Agustín de Tagaste, San Agustín, decía: “No vayas fuera, entra en ti mismo: en el hombre interior habita la verdad”. O en el budismo, que se dice que todos somos Buda, pero no lo sabemos.

De manera que si la fuente y el origen de las experiencias espirituales, y por ende, de las religiones, es el sistema límbico, habrá siempre experiencias espirituales, conduzcan éstas a la religión o no.

Sin embargo, no es lo mismo creer en revelaciones de seres espirituales que tener consciencia de que esas experiencias son fruto del funcionamiento de nuestro cerebro. Esta última convicción transformaría nuestra manera de ver las experiencias místicas y la religión en su conjunto.


Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad.



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1.Publicado por Cornelio González el 23/02/2014 23:06

El aparte La espiritualidad estudiada por la ciencia, el profesor Rubia nos comenta:

“..Lo que quiero plantear hoy aquí es que el cerebro, como hemos dicho, genera experiencias que se han llamado espirituales, religiosas, divinas, numinosas, místicas o de trascendencia gracias a la hiperactividad de estructuras que pertenecen al sistema límbico o cerebro emocional, y que se encuentran en la profundidad del lóbulo temporal…”

Mi comentario: las denominadas dos amígdalas cerebrales,"una" localizada en el lóbulo temporal del hemisferio izquierdo (ligado íntimamente éste con la subjetividad de nuestro conocimiento lingüístico y el cual, por construcción y por definición es antiemotivo/antiintuitivo), y la "otra" localizada en el lóbulo temporal del hemisferio derecho (vinculado éste íntimamente con la objetiva concreción de nuestro conocimiento emotivo/intuitivo/artístico, por construcción y por definición: no-lingüístico), las dos amígdalas se constituyen como los ejes sobre los que operacionalmente pivotan tales estructuras límbicas.

Desde mi personal punto de vista, existe cierto tipo de drogas las cuales preferentemente inhiben a la amígdala izquierda es decir, inhiben la subjetiva capacidad lingüística que le es propia, lenguaje el cual y como ya lo planteamos, podemos entender como “una” de las dos formas de expresión del Humano Conocer (1), permitiéndose con esto y por defecto, la hiperactividad emocional de la "otra", la amígdala derecha (2). Al respecto nos comenta Rubia (entre paréntesis, mis comentarios):

“… en 1980, el neurocientífico estadounidense Arnold Mandell, actualmente profesor emérito de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego, publicó un libro titulado Toward a Psychobiology of Trascendence (Hacia una psicobiología de la trascendencia), en el que decía que tanto las anfetaminas, como la cocaína y otras drogas alucinógenas constituían un puente farmacológico hacia la trascendencia, porque disminuían la síntesis de serotonina, un neurotransmisor cerebral que inhibe las estructuras límbicas del lóbulo temporal (… ¿izquierdo?) con la consecuente hiperactividad por desinhibición de las estructuras (… ¿lóbulo-temporales derechas?) que producen las experiencias espirituales, numinosas, divinas místicas o de trascendencia…”

Y más adelante, en el aparte El papel de la dopamina, Rubia nos dice:

“…Hoy sabemos que la ingesta de LSD, psilocibina, DMT o mescalina, es decir drogas llamadas “enteógenas”, reducen la actividad de células que contienen serotonina. […..] Estas drogas alucinógenas o enteógenas han sido llamadas así porque permiten el acceso a una segunda realidad en la que los sujetos dicen entrar en contacto con sus dioses […..] La sensación de que esa segunda realidad es más intensa que la realidad cotidiana se explica por la estimulación de la amígdala, estructura límbica del lóbulo temporal (… ¿derecho?), que es la que añade el componente emocional, de importancia y de familiaridad a todas las experiencias vividas. La hiperactividad de esta estructura explica también el fenómeno del déjà vu, en el que el sujeto tiene la impresión de familiaridad de un lugar aunque nunca estuvo en él…”

En el aparte, La conexión divina, en cuanto a los cinco tipos de sensaciones (ver, oír, oler, gustar o palpar) con los que nuestro sistema nervioso y su sofisticado centro de computación: el cerebro, “siente”, “capta” intuitivo-emotivamente y de acuerdo con la tesis que traemos, preferentemente con la amígdala y hemisferio derechos, al mundo en el cual vivimos, Rubia nos explica (los comentarios entre paréntesis son míos):

“…. los colores no existen en la naturaleza; ahí afuera no existen más que radiaciones electromagnéticas de distintas longitudes de onda (léase: ondas de distintas frecuencias) que (… en el caso de la visión), al incidir sobre los fotorreceptores de la retina se traduce en potenciales eléctricos. Los llamados potenciales de acción (pero que van preferentemente a la amígdala y hemisferio derechos), son todos iguales no importa si provienen del ojo, del oído, del olfato, del gusto o del tacto…”

Y más adelante, en el aparte Las puertas de la percepción, nos comenta Rubia:

“…Respecto a los efectos de las drogas enteógenas y las experiencias espirituales o místicas, algunos autores niegan que esos efectos puedan compararse con lo que ocurre en los éxtasis místicos y experiencias religiosas espontáneas, pero una gran autoridad en misticismo, el filósofo inglés Walter Terence Stace, cuando se le preguntó si la experiencia con drogas era similar a la experiencia mística, respondió: “no es que sea similar a la experiencia mística: es la experiencia mística…”.

En consecuencia, podríamos entender entonces los dos últimos parágrafos de otra manera; no importa el tipo de sensación: ver, oír, oler, gustar o palpar, el principio físico de su accionar es el mismo: ondas de distintas frecuencias que nuestro sistema nervioso capta y el cerebro las interpreta computacionalmente, o bien objetivo/intuitivo/emocional/artísticamente con el hemisferio y amígdala derechos, y/o bien y por el contrario: subjetivo/lingüísticamente, con el hemisferio y amígdala izquierdos para de esta manera obtener un acabado producto final: una conciencia UNIFICADA es decir ya completa en y por sí misma.

Este detalle de una conciencia UNIFICADA pero entendida como un mecanocuántico y relativista “campo” físico el cual, aunque conformado por distintas frecuencias puede sin embargo operar y estar estructurado y gobernado por una UNITARIA TOTALIDAD subyacente, cobra capital importancia cuando, a lo largo y ancho de mi obra virtual ¿Hombre=Cosmos?, me refiero al objetivo hecho físico de la Microondulatoria Radiación de Fondo Cósmico (MRFC) de los 3° Kelvin, pero considerada ésta como la sine qua non capitalizadora de todos estos tipos de experiencias, portadoras de una clase muy especial de conciencia de orden cósmico y muchas veces referidas tambien como experiencias místicas caracterizadas por sentimientos de una conciencia por si misma UNITARIA y TOTAL. Veamos entonces como esto se puede analizar en los elementales términos de la aritmética del sistema de numeración decimal, pero aplicada al tema de la UNITARIA relación entre la frecuencia de una onda y el tiempo propio de tal frecuencia:

Toda frecuencia ondulatoria f está obligatoriamente referida a un periodo de tiempo t que es entresacado de un tiempo total (entendido como t/t= 1) y el cual, en tanto que 1/t, es intrínseco a tal frecuencia ondulatoria. Pero a su vez y en sentido inverso: todo periodo de tiempo t está obligatoriamente referido a una frecuencia ondulatoria entresacada de una frecuencia total (entendida como f/f= 1) y la cual es inherente a tal periodo de tiempo. De las dos consideraciones recíprocamente inversas de frecuencia y tiempo, brotan entonces y de manera natural, las siguientes dos elementales fórmulas que se resuelven en la UNITARIA TOTALIDAD del 1:

f= 1/t y/o, a la inversa:

t= 1/f, de donde:

f x t= 1= UNITARIA TOTALIDAD en donde el tiempo es y opera en función de la frecuencia inherente a ese tiempo y/o, a la inversa: la frecuencia es y opera en función del tiempo inherente a esa frecuencia.

Entendido de una manera algo diferente: en la práctica existe una sola y exclusiva solución numérica para tal UNITARIA TOTALIDAD entre la frecuencia y el tiempo: la igualmente UNITARIAMENTE TOTALIZADA co-relación recíprocamente inversa entre el número primo 2 que (caracteriza a la continuidad-simetría entre las dos “polaridades” de la frecuencia de la onda cuántica inherente al bosón magnético) y el número primo 5, (el cual define a la discontinuidad-asimetría entre las dos másicas individualidades o “cargas” (léase: periodos) eléctricas del par ídem mutuamente especular que conocemos como fermión-antifermión, UNITARIA Y TOTAL co-relación recíprocamente inversa la cual podemos plantear así:

[Número primo 2 que caracteriza a la continuidad-simetría entre las dos “polaridades” de la onda cuántica inherente al bosón magnético] MULTIPLICADA (léase: conmutada) POR: [número primo 5, el cual define a la discontinuidad-asimetría entre las dos másicas individualidades o “cargas” eléctricas del par de periodo(s) ídem mutuamente especulares y que conocemos como la copla: fermión-antifermión]= 1 = UNITARIA TOTALIDAD electromagnética, de donde:

a) la temporal discontinuidad-asimetría entre las dos MÁSICAS (Einstein) “cargas” o idiosincrasias eléctricas - entiéndase: periodos - del par mutuamente especular: fermión-antifermión, es y opera en función de la intemporal y cuántico-ondulatoria ENERGÍA (Einstein) de la frecuencia inherente al bosón magnético y/o, a la inversa:

b) la intemporal y cuántico-ondulatoria ENERGÍA (Einstein) de la frecuencia propia del bosón magnético es y opera en función de la temporal discontinuidad-asimetría entre las dos MÁSICAS (Einstein) “cargas”, periodos o idiosincrasias eléctricas, inherentes éstos, al par mutuamente especular: fermión-antifermión… y/o a la inversa: la temporal discontinuidad-asimetría entre las dos MÁSICAS (Einstein) “cargas” es y opera en función de … y así, sin definidos principio ni final, en lo que se conoce como “ruido blanco electromagnético”, intrínseco éste a la Microondulatoria Radiación de Fondo Cósmico (MRFC) de los 3° Kelvin. (3)

Y como conclusión de su artículo, en el último aparte: Una facultad más, Rubia se expresa así sobre la capital importancia de la emoción/intuición/arte, como componente de “una” de los dos mitades que constituyen a un UNIFICADO y TOTAL Humano Conocer (el carácter complementario de mis comentarios, va entre paréntesis):

“…Einstein equiparaba la mística a una emoción. No es de extrañar que estas experiencias sean fuertemente emocionales habida cuenta que son el fruto de la hiperactividad de estructuras del cerebro emocional (… dicho con más propiedad: del lóbulo temporal y amígdala derechos y esto, toda vez que…) hoy sabemos que la emocionalidad es fundamental no sólo para las artes, sino también para la creatividad e incluso para el pensamiento racional. […..] Hay motivos para pensar que la génesis de la espiritualidad puede estar (… fundamentada en hasta en un 50% de su aspecto como UNITARIA TOTALIDAD) en lo que hipotéticamente hemos descrito: la activación de estructuras límbicas. El evangelio apócrifo de Santo Tomás, por ejemplo, dice lo siguiente: “Cuando convirtáis los dos (… es decir, “este” 50% y el “otro” 50%) en uno, cuando hagáis lo que está dentro igual a lo que está fuera y lo que está fuera a lo que está dentro, y lo que está arriba a lo que está abajo, cuando convirtáis lo masculino y lo femenino en una sola cosa… entonces entraréis en (… la UNITARIA TOTALIDAD de la MRFC de los 3° Kelvin, o lo que es lo mismo: entraréis en el bíblico..) Reino de los Cielos…”.

Y sobre la real importancia de un conocimiento realmente científico y menos “camandulero” sobre este tipo de eventos, los cuales de una manera u otra y querámoslo o no, profundamente incide en nuestra condición de seres humanos, Rubia podría haber concluido así este “cerebral” artículo suyo:

“…De manera que si (…el 50% de…) la fuente y el origen de las experiencias espirituales, y por ende, de las religiones, es el sistema límbico, habrá siempre experiencias espirituales, conduzcan éstas a la religión o no. Sin embargo, no es lo mismo creer en revelaciones de seres espirituales que tener consciencia (… científica) de que esas experiencias son fruto del funcionamiento de nuestro cerebro. Esta última convicción transformaría nuestra manera de ver las experiencias místicas y la religión en su conjunto…”

……………………………………………………

(1) En la página 42 y siguientes de mi obra virtual ¿Hombre=Cosmos?, con el numeral 4) y sobre estas dos UNITARIAS luego simultáneamente exclusivas↔inclusivas formas de expresión de nuestro Humano Conocer, expresé las siguientes ideas:
…………

4): Debido a su reciprocidad inversa en la UNIDAD que los TOTALIZA, el 2 y el 5 conmutan instantáneamente sus roles de ser, tanto el lenguaje (denominador) subjetivo que describe al objeto, a la “cosa”, como la misma “cosa” (numerador) intuitivo-objetiva que es descrita, al INSTANTANEAMENTE UNIFICARSE (léase: al conmutarse en el producto 1), de acuerdo con las reglas de la aritmética elemental, así:

(Lenguaje subjetivo del 2 como denominador) × (Intuitividad objetiva de 0.5 como numerador-cociente) = 1.

Y/o a la inversa:

(Lenguaje subjetivo del 5 como denominador) × (Intuitividad objetiva de 0.2 como numerador-cociente) = 1.

Así entendida la UNITARIA TOTALIDAD es ya una REALIDAD superconsciente, donde el lenguaje subjetivo del denominador y/o la “cosa” objetiva del numerador-cociente, ya no se recriminan mutuamente el estar afuera (externa discontinuidad asimétrica del fermión) o adentro (interna y simétrica continuidad del bosón) de la UNIDAD que los TOTALIZA. No, esta REALIDAD es ya, por derecho propio, una dimensión HUMANA instantánea y superconsciente, que podemos plasmar perfectamente en las siguientes igualdades y en las cuales el lenguaje gramatical del denominador, producto esencialmente humano, juega un importantísimo rol en el Humano Conocer (ver: nota 2 en www.redcientifica.com/doc/doc200210250300.html ), ya que, como de-nominador, configura la de-finición, es decir, la MACROSCÓPICA, cortante, discontinuadora, mediadora, anti-intuitiva, anti-emotiva y temporal re-presentación subjetivo-lingüística, de la “otra” realidad: la micro-intuitiva-emotiva, inmediata, afásica e intemporal continuidad de la “cosa” objetiva, en tanto que numerador-cociente:

Superconsciencia = ------------------------------------------------- HOMBRE TOTALIZADO en la UNIDAD

HOMBRE TOTALIZADO en la UNIDAD= mediatez subjetiva del lenguaje × inmediatez objetiva de la “cosa” intuida.

Esta manera de ver el funcionamiento del Humano Conocer arroja nuevas y poderosas luces en la comprensión de lo que Teilhard de Chardin no vaciló en denominar el evolutivo Fenómeno Humano. Esto lo afirmo en razón de que la instantánea conmutatividad entre la subjetividad del lenguaje (léase: conocimiento discursivo) y/o la objetividad de la “cosa” (léase: conocimiento intuitivo), parece tener en el mamífero humano un real fundamento psico-neurofisiológico: poseemos la UNIDAD cerebral más evolucionada del reino animal dividida en dos mitades hemisferiales, UNIDAD de la cual también podría decirse que su original simetría UNITARIA se ha roto y que en su lugar ha(n) aparecido, se ha(n) “creado”, dos cerebros asimétricos, uno de los cuales, el hemisferio izquierdo conoce esencialmente en función de la mediatez del discurso, del lenguaje, mientras que el otro, el hemisferio derecho conoce básicamente en función de la no-lingüística in-mediatez intuitivo-emotiva o cognición directa con base en imágenes, ya que si se analizan en profundidad los informes de Roger Sperry (*) y de Michael Gazzaniga y sus respectivos colaboradores, se llega a la obligada conclusión de que ninguno de los dos tipos de conocimiento intrínseco(s) a cada uno de los dos hemisferios puede, individualmente, conseguir para el Hombre un conocimiento TOTAL: la intuición-emoción (léase: conocimiento directo con base en imágenes, afásico por construcción y/o por definición) no sería completa sin la discontinua mediación externa del discurso (léase: conocimiento indirecto con base en signos lingüísticos hablados y/o escritos,no-intuitivos y no-emotivos por construcción y por definición), y/o a la inversa: el discurso sería incompleto sin la continua in-mediatez interna de la intuición-emoción.
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(*) Roger Sperry recibió, en 1981, el premio Nobel de Fisiología y Medicina por su descubrimiento sobre hemisferiales y especializados comportamientos cognitivos en cerebros cuyos cuerpos callosos ‒ haces de fibras nerviosas que interconectan los conocimientos entre ambos hemisferios cerebrales ‒ han sido quirúrgicamente eliminados. (Hasta aquí la trascripción del numeral 4).
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Ahora bien, con el fin de adecuar mis criterios sobre este tema a lo que me parece es la idea central del profesor Rubia en este su artículo, a saber, que:

“….que el cerebro, como hemos dicho, genera experiencias que se han llamado espirituales, religiosas, divinas, numinosas, místicas o de trascendencia gracias a la hiperactividad de estructuras que pertenecen al sistema límbico o cerebro emocional, y que se encuentran en la profundidad del lóbulo temporal…”

y toda vez que dentro del mismo sistema límbico, las llamadas “amígdalas” juegan un importantísimo papel en los lóbulos temporales de ambos hemisferios cerebrales, debo entonces referirme al hecho de que Roger Sperry y Michael Gazzaniga y sus respectivos colaboradores ya se habían manifestado al respecto, insinuando que ambos hemisferios - y sus respectivas amígdalas - operarían ambivalentemente pero de manera complementaria, en lo que, solamente en apariencia, serían dos paradójicas y exclusivas↔inclusivas (luego: UNITARIAS) formas de nuestro Humano Conocer. Sobre este tema, en la sección Breves 21 de Tendencias 21 y con el título: Constatan por vez primera una relación entre las matemáticas y el lenguaje (**), apareció la siguiente nota el día 08/06/2011 y a la cual le hice el siguiente comentario:
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Epitafio en la tumba de David Hilbert, en Göttingen:
Tenemos que saber.
¡Sabremos...!
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Desde mi personal punto de vista, la razón profunda de la relación entre matemáticas y lenguaje se comenzó a investigar con el gran matemático alemán David Hilbert (1862-1943), quien entre otras grandes aportaciones a este tipo disciplina (teoría de invariantes, la axiomatización de la geometría y la noción de espacio de Hilbert, este último, uno de los fundamentos del análisis funcional), llegó a la conclusión de que la completa formalización de un sistema deductivo implicaba la extracción de todo significado a los términos constitutivos de dicho sistema, por lo que este último pasaba a ser un meta-sistema (meta: más allá) matemático y en consecuencia se generaba un par que trataba doblemente, tanto a la objetividad de la matemática en sí misma, como a la subjetividad del lenguaje meta-matemático con el que se expresaba la matemática.

No deja de ser muy instructivo al respecto, los hallazgos del gran neurofisiólogo (y no menos y por arte de las circunstancias propias de su investigación, un gran psicólogo empírico) ruso Iván Pavlov cuando dejó (entre finales del siglo XIX y principios del XX) claramente establecido, que nuestro sistema nervioso operaba con: "...dos tipos de señales: el primer sistema constituido por los procesos nerviosos que corresponden a las señales directas de los objetos (señales concretas); y el segundo sistema, el que corresponde a las señales verbales. El primero es común a los animales y al hombre; el segundo es específico al ser humano...”. Pavlov: fisiología y psicología. Alianza Editorial.

La confluencia entre los planteamientos de Hilbert y los hallazgos de Pavlov me ha llevado a poner de presente la siguiente cuestión, la cual analizo con mayor profundidad en el Apéndice 7: Lenguaje, intuición, información, significado y con-ciencia, de ¿Hombre=Cosmos?, página 74 y siguientes:

¿Existe una todavía desconocida co-relación entre la subjetividad-mediatez del lenguaje humano (en tanto que "una" de las dos formas de nuestro Humano Conocer) y nuestra “otra” forma de conocer, a saber: la inmediata concreción-objetividad de las nociones intuitivas, ambas las cuales y hasta cierto punto, pueden ocurrir y manifestarse sin la necesaria intervención del “otro” tipo de conocimiento, a saber: el lenguaje sin la participación del conocimiento objetivo-intuitivo y/o, la objetividad-intuitividad, sin la cooperación del lenguaje?

A mi modo de ver y entender el asunto, entre estas dos formas del Humano Conocer se podría establecer una incertidumbre del mismo tipo de la planteada por el físico alemán Werner Heisenberg para las relaciones físico-matemáticas entre el carácter corpuscular-másico y las propiedades energético-ondulatorias, ambas válidas expresiones físico-lógico-ontológicas de nuestra madre Naturaleza, pero entendida esta como un gran y unitario Sistema:

“....dos determinantes de un sistema, - cuyo conocimiento simultáneo es necesario en la física clásica para determinar completamente el sistema -, no pueden ser conocidas, en la teoría cuántica, con precisión absoluta al mismo tiempo o lo que es lo mismo, que entre las incertidumbres o imprecisiones de esas magnitudes, existen relaciones matemáticas que impiden el conocimiento exacto de ambas a la vez”.

Lo anterior implica para nosotros los seres humanos, la incapacidad de desligar totalmente entre sí, tanto a la subjetiva mediatez de nuestro lenguaje, como a la inmediata concreción-objetividad de nuestras nociones intuitivas. Por el contrario, entre ambos tipos de conocimiento se da naturalmente una UNITARIA correlación necesariamente mediatizada por las 100% humanas nociones del Amor y de la Verdad; pero a esta última condición no llegamos de forma gratuita. En razón de nuestra animal condición y todo lo que de bueno y malo esto conlleva, es necesario un constante y permanente esfuerzo de nuestra parte para conseguirlo. ¡Que no otra cosa debe constituir el sentido profundo de nuestra verdadera Evolución….!
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(**) http://www.tendencias21.net/notes/Constatan-por-vez-primera-una-relacion-entre-las-matematicas-y-el-lenguaje_b3038914.html
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(2) A esta "hiperactividad emocional por defecto" se llegaría de manera enteramente natural a través de un tridimensional juego cartesiano-complejo de mutuamente compensados reflejos especulares, entendidos estos como anverso-reverso, entre:

a) el objetivo-emotivo/intuitivo/artístico, hemisferio izquierdo y/o,

b) el subjetivo-racional-lingüístico, hemisferio izquierdo.

Explicado de otro modo: imaginemos un cerebro humano en 3D cuyo tálamo se encuentra justo en el origen de las coordenadas cartesianas y que en la gráfica de la página 30 de ¿Hombre=Cosmos? identifica, describe y cuantifica fraccionariamente de modo decimal, a la MRFC de los 3° Kelvin. De esta manera, nuestro cerebro goza, i[per se] y en tanto que UNITARIA TOTALIDAD, de la capacidad óptica de reflejarse a sí mismo (a fin de cuentas: ¿no es precisamente esa, la capacidad de ser consciente de si mismo que ostenta el ser humano?).

También de esta manera, el operacionalmente compensado juego geométrico entre los pares
de nociones cartesianas: derecha↔izquierda, atrás(¿pasado?)↔adelante(¿futuro?) y arriba↔abajo, se origina y opera de manera enteramente natural, explicando igualmente de forma natural, el singular "barrido de conocimientos anverso-reversos" y que en 3D ejecuta el tálamo y sobre el cual, mi compatriota Rodolfo Linás, ha sido lo suficientemente explícito.
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(3) Ver: www.hombreycosmos.org/Apendice28.pdf , página 6 y siguientes).

2.Publicado por Cornelio González el 24/02/2014 15:54
En la nota de pie de página (2) de mi comentario 1, dice:

(2) A esta "hiperactividad emocional por defecto" se llegaría de manera enteramente natural a través de un tridimensional juego cartesiano-complejo de mutuamente compensados reflejos especulares, entendidos estos como anverso-reverso, entre:

a) el objetivo-emotivo/intuitivo/artístico, hemisferio izquierdo y/o,

b) el subjetivo-racional-lingüístico, hemisferio izquierdo.

Por favor, corregir. Debe decir:

2) A esta "hiperactividad emocional por defecto" se llegaría de manera enteramente natural a través de un tridimensional juego cartesiano-complejo de mutuamente compensados reflejos especulares, entendidos estos como anverso-reverso, entre:

a) el objetivo-emotivo/intuitivo/artístico, hemisferio derecho, y/o,

b) el subjetivo-racional-lingüístico, hemisferio izquierdo.


A mis lectores, mil perdones y muchas gracias por ocuparse con lo que escribo,

Cornelio González

3.Publicado por Cornelio González el 04/03/2014 04:59

Por considerarlo de gran actualidad con respecto, tanto a este artículo del profesor Rubia, como con relación a mi comentario 1 y muy especialmente con la nota (2), donde cito fugazmente a mi compatriota, el neuropsiquiatra Dr. Rodolfo Llinás, trascribo textualmente (con algunos entreverados y cortos comentarios de mi parte) la siguiente entrevista a Llinás, realizada por Carlos Chimal para la revista mexicana 259 Avance y Perspectiva vol. 20. Debe tenerse muy en cuenta que la entrevista fue hecha en el 2001, por lo que las actuales técnicas no invasivas de neuroimagen todavía no se habían desarrollado completamente.

La biografía del Dr. Llinás se puede ver en http://sdybm.blogspot.com/2011/05/biografia-de-rodolfo-llinas.html .

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259 Avance y Perspectiva vol. 20
Diálogos

La experiencia consciente y la integración de la realidad

http://web.archive.org/web/20070607063545/http://www.cinvestav.mx/publicaciones/avayper/julago/chimal.pdf

Carlos Chimal, escritor interesado en la comprensión pública de la ciencia, es colaborador de la revista Avance y Perspectiva.

260 Julio-agosto de 2001

Dentro de nuestros diálogos panorámicos alrededor de las ciencias contemporáneas toca su turno de nueva cuenta al problema de la conciencia, esta vez desde el punto de vista de un viejo conocido del Cinvestav. El profesor Rodolfo Llinás, actual director del Departamento de Fisiología y Biofísica de la Universidad de Nueva York, trabajó en nuestra institución hace unos veinte años, y desde entonces ha mantenido con sus colegas una fructífera discusión sobre diversos temas neurobiológicos.

¿Cuál es la aportación de Llinás al estudio de las bases neurofisiológicas de la conciencia? Le preguntamos a uno de los colegas de Llinás, el doctor Javier Álvarez Leefmans, profesor titular e investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav, quien nos responde: “El esquema central que nos plantea el distinguido doctor Llinás es el siguiente. ¿Cómo es posible y por qué fragmentamos la realidad, el afuera, el mundo externo? ¿Cómo es posible que podamos tener una visión unificada del mundo, a pesar de que los sucesos son pautados? El hecho de que percibamos el tiempo como un continuo es una vieja pregunta que formularon los filósofos siglos atrás. Pero en este momento está encontrando sus primeras explicaciones científicas. Es un fenómeno relativamente nuevo del cual apenas se nos revelan sus primeros capítulos.”

Rodolfo Llinás plantea que lo hacemos mediante un “ligamen” (binding), integramos la realidad de un modo peculiar. El vuelo de un ave, el aroma de las flores, la temperatura del Sol, los sonidos que emiten los objetos y los animales a su paso. Tenemos este ensamble como una experiencia unificada en un instante. Sin embargo, todo lo percibimos por canales separados (entrada visual, vía olfatoria, receptores a temperatura, canales auditivos), con representaciones en diferentes lugares de la corteza cerebral. ¿Cómo es posible que todo se una en un instante?

“La teoría de Llinás”, continúa diciéndonos el doctor Álvarez Leefmans, “postula un diálogo continuo entre el tálamo y la corteza cerebral. El tálamo es la estructura que se sitúa en el centro del cerebro, parece un mamey y está conectado a diferentes regiones de la corteza cerebral. Se encuentra cubierto precisamente por la corteza y es ahí, según Llinás, donde procede un intercambio constante entre las neuronas de ambas regiones, de manera que hay una oscilación que va corriendo y barre, por decirlo así, peina la corteza frontal hasta la corteza occipital cada 12.5 milisegundos, de tal manera que las experiencias que se están integrando en las cortezas frontal, parietal y occipital están siendo unificadas en un cuanto de tiempo de 12.5 milisegundos. Este escáner es lo que nos permite tener experiencias polisensoriales, unificadas; nos da la sensación de continuidad y unidad del mundo externo. Y esto no es nada más una hipótesis. Hay mediciones. Con un electromagneto-encefalógrafo pueden registrarse pequeñísimos campos magnéticos que producen las células nerviosas, cosa que no podría hacer un electroencefalógrafo, ya que este aparato no puede hacer registros tan profundos como el arriba citado, sólo registra las fluctuaciones de voltaje debidas a las corrientes eléctricas que fluyen a través de las membranas neuronales.

“Con ese aparato se ha comprobado que este barrido o ligamen existe, de manera que el cuanto psicofísico, el mínimo intervalo en el que podemos percibir dos eventos en el mundo externo es, en efecto, de unos 12.5 milisegundos. Parece ser que un lapso menor lo percibimos como uno solo, o uno como el eco de otro, no está muy claro. Hay, pues, una discontinuidad del propio sistema y, no obstante, a partir de ese análisis digital/analógico, es decir, de ese proceso de descomposición de un mundo analógico en digital y su recomposición en analógico, obtenemos un estado consciente y coherente. Esto nos otorga una percepción de continuidad en el espacio y en el tiempo, aunque nadie sabe si también conlleva una ventaja evolutiva o no.

“Ahora bien, el problema de fondo en el caso del ligamen”, nos comenta el doctor Álvarez Leefmans, “es: ¿Dónde está?, ¿cómo lo hace? No lo sabemos. “No sabemos aún cómo se produce precisamente esta integración de la realidad que desafía la propuesta del Martín, de Voltaire, cuando Cándido le pregunta para qué existe el mundo y aquél responde: ‘Para volver locos a los hombres’. No enloquecemos, al menos la mayoría no, porque la conciencia es un fenómeno neuronal que nos permite percatarnos del yo y del entorno en el tiempo y el espacio. La mente no es distinta a la función”.

El problema del ligamen

Carlos Chimal (CC): ¿Qué es la conciencia?

Rodolfo Llinás (RL): El concepto de conciencia tiene mucho que ver con el animal del cual se está hablando. La conciencia humana es completamente diferente a la conciencia de los animales. Desde el punto de vista humano, la conciencia depende de la capacidad de hacer una imagen en contexto del mundo externo, incluyéndose a uno mismo. Cómo es que un órgano intrínseco, interno y forrado de hueso puede ver y escuchar, cómo puede sentir y actuar. De eso se trata, me parece.

CC: Uno de los grandes avances en el tema de la conciencia lo ha logrado usted con sus técnicas de magneto-espectrografía, demostrando que hay un mecanismo capaz de unificar el mundo. ¿Cómo es este fenómeno?

RL: Por lo común creemos que nuestro pensamiento está total y continuamente guiado por los sentidos. Lo único que tenemos es un punto de vista. Llegamos bravos o llegamos de buen humor a una entrevista. Estamos cansados o llenos de energía, eso cambia totalmente el modo como vemos el mundo. Entonces el problema de la unión o ligamen tiene que ver con el contexto de lo que estamos haciendo en el mundo externo. Claro, la información viene fraccionada de afuera, la parte visual llega por los ojos y va a la corteza visual; la audición viene por los oídos y va a la corteza auditiva. ¿Cómo se transforma todo eso en una imagen?

Suponga que hay un pajarito parado ahí. ¿Cómo es que se ve, se siente, se oye, se sopesa el animal? Y luego se piensa: fíjate qué lindo es ese gorrión. No se piensa en el hecho de que tiene forma, que se está moviendo, que de pronto está haciendo ruido, que tiene un peso corporal. ¿Cómo es que se hace esa unión? Porque el sistema está continuamente poniendo en contexto todo el mundo. En el momento que aparece un gorrión se ponen en acción las propiedades visuales, auditivas, cartográficas, etc. en el contexto de lo que pasa alrededor.

Tal vez el problema no sea tanto cómo se unifica sino cómo se pone en contexto, pues debemos considerar que la unificación ya existe. Ahora bien, de todos modos hay que unificarlo y, esa unificación sólo puede hacerse de dos modos. O hay una representación única en el sistema nervioso que tiene que ver con ese pájaro, esa ave determinada, o bien existe un sistema, una especie de lexicón universal a partir del cual se puede fabricar cualquier animal y cualquier percepción, porque lo que está haciendo es tomar pedazos y unirlos. Es el problema del ligamen: cómo hacemos que esos retazos de la realidad, esas tiras de tiempo, se conjuguen en un continuo.

CC: ¿Podemos decir que es como una película, cuadros que parecen un continuo, fragmentos de realidad estáticos que, al ponerse en movimiento, crean la ilusión de realidad?

RL: Claro. En nuestro caso los fragmentos no sólo nos dan la ilusión sino que son la realidad misma. Hay que saber que nuestras hipótesis con respecto al sistema nervioso han sido profundamente modificadas y moduladas por la anatomía. En cierto modo se espera que en algún lugar aparezca la unificación, en alguna célula quizás. Pero en realidad es un problema dinámico. Lo que ha aprendido el sistema es a tomar retazos y a unirlos en el tiempo. Ese es el mensaje grande, que el sistema es dinámico. El cerebro ha aprendido a concatenar el tiempo y no se requiere que haya estructuras preexistentes platónicas, es más bien un lenguaje.

CC: ¿De qué manera el ligamen se da en el tiempo?

RL: Hay que ponerlo en el contexto de lo que ha pasado inmediatamente antes. Tiene que haber dos memorias, una que no se olvide de los rostros que se acaban de ver en la película, porque si se van olvidando a medida que pasa el tiempo, no se va a ningún lado. Además hay que recordar que todo pasa como una unidad funcional. Separar por pedazos tiene grandes ventajas. Cuando uno fracciona las cosas pueden ser analizadas. Lo que no puede hacerse es dejarlo en fracciones, ni intelectual ni científicamente. Después de todo, el sistema nervioso hace lo mismo. Analiza, mastica la realidad y luego la vuelve a conformar, en forma muy similar a la función digestiva. El sistema nervioso es el aparato que genera un mundo paralelo al externo.

Unidades cuánticas

CC: ¿Cómo hace el sistema nervioso para integrar la realidad?

RL: Sabemos que lo hace de modo no continuo, exactamente lo mismo que hace con el movimiento. Uno piensa que el movimiento es continuo. Una persona que toca un instrumento musical o una persona que se mueve, parece como si ambos hicieran movimientos muy fluidos. Pero si miramos con mucho cuidado encontraremos que hay granularidad, es decir, que el sistema es casi robótico. Es muy rápido y por eso no se nota pero si aplicamos un acelerómetro y sacamos la primera diferencial de la velocidad, encontramos que el movimiento es discontinuo, al igual que la velocidad. Entonces se dice que el sistema genera unidades cuánticas de movimiento, genera pedazos de conciencia. Esa es la razón por la que el cine tiene cierta velocidad. No hay necesidad de poner quinientas imágenes por segundo porque el sistema no las ve, no nota la diferencia entre quinientas y treinta.

CC: El sistema, según estos experimentos, tiene un rastreo.

RL: Hay, efectivamente, un rastreo, y conforme hemos acumulado evidencias hemos modificado su planteamiento. Sabemos desde hace varios años que, en realidad, no importa si el rastreo es de izquierda a derecha, de adelante hacia atrás, siempre hay un momento de 12.5 a 15 milisegundos en el que las experiencias conscientes se unen.

CC: ¿No discriminamos experiencias conscientes menores a ese tiempo?

RL: No. Esto ya se ha demostrado. La manera más fácil de hacerlo es la siguiente. Se emiten dos notas muy cortas a muy poca distancia de una persona, y se provoca un estímulo auditivo temporal. Cuando se mezclan ambos estímulos se genera un estado. Si se producen dos clics (pulsos que usan los neurólogos) con todas las frecuencias, uno encima de otro, se oye uno y se aprecia la diferencia en ese estado temporal.

CC: ¿Qué sucede si se envía uno y luego otro, digamos, seis milisegundos más tarde?

RL: Se escucha uno y otro, o cualquiera de los dos, porque se ha hecho un ligamen (binding). Si se pueden separar desde el principio, entonces no habría ligamen. Cambia la tonalidad. Y si se sigue cambiando, se convierte en dos.

CC: ¿Y lo que hace el sistema es producir una imagen digital donde cada byte es de 12.5 milisegundos?

RL: Sí.

CC: ¿Y luego hay una conversión analógica-digital que nos permite tener una imagen continua del mundo real?

RL: Bueno, no sé si puede hablarse de digital pero sí podemos hablar de algo discontinuo. (Mi comentario: ¿acaso lo digital discontinuidad entre las dos cargas eléctricas?). Lo que pasa es que hay cierta inercia natural. Lo que hacemos simplemente es cubrir la granularidad para producir una secuencia continua.

CC: ¿Esta granularidad es semejante al efecto que tendría ver una foto en un periódico y luego verla con una lupa?

RL: Exactamente, eso quiero decir con granularidad.


Tabula rasa

CC: Los filósofos griegos decían que el sistema nervioso era una tabula rasa, nacíamos en ceros y la experiencia nos moldeaba. Luego vino William James, sin cambios sustanciales. Más tarde muchos neuro-fisiólogos siguieron Insistiendo: el sistema está ahí pero no es nada si no hay una percepción, si no hay impulsos aferentes. Pero lo que usted dice es que el sistema es oscilante, que tiene vida propia y está modulado por los sentidos. ¿Podría ahondar?

RL: La historia es sumamente preciosa, me parece, porque tiene que ver con la desaparición del chauvinismo humano. Yo recuerdo que los padres de mis padres pensaban que los niños eran una especie de vegetales. Decían: “Ese, hasta que no crezca, no piensa”. Los griegos creían que, dado que un niño que nace no sabe hablar ni pintar, tampoco tocar instrumentos ni hacer política, entonces había que guardarlo porque tiene todo por aprender. A mí me llama la atención que la gente no entienda que uno nace muy bien armado. Lo que hacemos es modular y modificar muy lentamente el sistema para ponerlo en el contexto del momento en que nacimos. El niño que nace en la selva y el que nace en Nueva York, que es otro tipo de selva, tienen que tener propiedades totalmente diferentes; de otra forma no sobrevivirían. Pensar que no tenemos conciencia hasta que aprendemos a hablar es una bestialidad, me parece a mí. Es cuestión de nivel.

CC: Visto así, ¿el problema de la conciencia tiene una componente intrínseca que no se alimenta de datos del mundo exterior y que, sin embargo, nos permite aprender y conocer? Esto está en la esfera de los educadores, pero de cualquier forma quisiéramos saber su opinión.

RL: Este asunto me interesa muchísimo y me preocupa, como a todos aquellos que piensan que la educación de los niños se ha dañado mucho en todas partes del mundo. En los Estados Unidos uno ve a mucha gente no tan bien educada, que no tiene suficiente escuela para entender cosas aparte de las que están escritas. Es decir, la posibilidad de ser original es muy baja. Porque la gente no se enseña a pensar y de algún modo no entiende muy bien que el saber no es lo mismo que el entender. Se tiende a creer que si una persona sabe mucho es inteligente, pero esto no es totalmente cierto. La persona que sabe mucho es un sabiondo pero no tiene que ser muy inteligente.

Hay personas inteligentes que, por alguna razón, no han acumulado tantos datos, pero pueden calcular inmediatamente cómo son las cosas. A los niños se les enseña a que memoricen pero no a que puedan resolver problemas cuya solución no conocen. Es precisamente la capacidad de resolver problemas cuya solución no se conoce lo que se debe enseñar. Las soluciones que existen, claro, tienen que aprenderlas, pero antes tienen que aprender cómo se piensa. Imaginemos cómo inventaron los griegos la geometría. Por qué a Pitágoras se le ocurrió inventar esta disciplina. Hay que recordar que Pitágoras ponía baldosas, y si uno tiene que lidiar con ello cotidianamente, sabe que la hipotenusa suma los cuadrados de los catetos, y lo sabe porque lo ha trabajado con un cincel y un mazo. Es mejor pensar así las cosas.

¿Por qué apareció el problema?, ¿cuál es el tipo de problema?, ¿en qué contexto se hizo? Debemos aprender a pensar, independientemente de dónde vivimos y cuáles son las reglas del pensamiento. ¿Dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo? y ¿por qué? son preguntas que uno siempre debe poder hacerse, como el niño que se interroga sobre una pared que tiene enfrente. ¿De qué está hecha? ¿Cómo se construyó? Entonces rasca un poquito y prueba el sílice y reconoce la estructura. Yo creo que todo lo que vio en este cuarto lo entiende. No te puede dar los detalles pero entiende. Ese niño está educado porque puede vivir en el contexto del mundo que lo rodea. Ya en la escuela le enseñarán los detalles y en la universidad le darán más detalles. Pero tiene una cosmogonía, un sistema que puede verlo y medirlo todo. Eso es lo que deberíamos darles a nuestros niños.


Conciencia y ligamen

CC: Regresemos al asunto del ligamen, ¿qué pasa en el cerebro?

RL: La situación es muy interesante por dos razones. Primero porque nos está diciendo que el sistema es profundamente dinámico. Es como un instrumento musical que se toca, no es simplemente un instrumento musical puesto en una esquina.

CC: Es un instrumento que toca su propia su melodía.

RL: Bueno, al fin y al cabo todos los instrumentos tocan su propia melodía. De pronto lo tocan demasiado bajito y no se oye; sabemos que el piano siempre hace un poquito de sonido por sí solo cuando resuena. El segundo aspecto interesante es que gran parte de la neurología y la psiquiatría están totalmente involucradas con la conciencia. Eso es algo en lo que estoy trabajando en este momento. Para entender qué es la conciencia empezamos con el ligamen y encontramos que cuando éste se daña, hay estados neurológicos y psiquiátricos, y que cuando mejora, se corrigen. Y no estamos hablando solamente de un modo de pensar, sino de algo que nos puede ayudar a que tengamos una vida mejor.

CC: ¿Cuál es, pues, la maquinaria del ligamen?

RL: Lo que hemos aprendido es que la conciencia se hace en una parte del cerebro. Se hace mediante el diálogo entre un grupo de células en el interior del cerebro, en áreas que se llaman tálamo y corteza, y que están comunicadas continuamente. Es un remolino que se está produciendo a cada instante, donde cada una de las células tiene un contenido de color, de sonido, de emoción. Y como cada una de ellas vota, es decir, agrega su valor en un momento dado, de ese modo se genera un ligamen. Como hace una orquesta, en la que cada uno de los instrumentos emite su sonido y la unión de todos ellos produce un estado de conciencia.

CC: La misma orquesta puede tocar varias melodías.

RL: Todas las melodías que existen.

CC: ¿La melodía no está en los instrumentos?

RL: Está en la dinámica de lo que los instrumentos pueden hacer.

CC: Por eso es un tanto absurdo hablar de mapas en el cerebro. La cabeza tendría que ser gigantesca para contenerlos.

RL: Si cada pedazo de música requiriera de un instrumento diferente, o bien habría un número infinito de instrumentos o el repertorio musical sería ínfimo.

CC: Males como el dolor endogénico, la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, las ensoñaciones, las alucinaciones de la esquizofrenia y el temblor de quienes padecen Parkinson parecen ser entidades distintas. Uno encuentra, según su teoría, que hay más cosas en común entre esas entidades de lo que antes pensábamos.

RL: Esa es la parte medular de la teoría. Tiene la enorme ventaja de que se puede medir objetivamente y de que tiene consecuencias terapéuticas, ya sea a nivel molecular o en términos quirúrgicos y electrofisiológicos que demuestran que eso debe ser así. Conocemos casos de personas con un Parkinson horrible, cuya incapacidad de establecer movimientos coordinados es muy alta. Si le ponemos un electrodo en la cabeza y le cambiamos la frecuencia, es decir, si le cambiamos la estructura dinámica vemos que de inmediato desaparece la incapacidad de moverse, en un segundo, literalmente. Lo mismo pasa en algunos estados psiquiátricos, así como en otros estados neurológicos. Es el caso de los acufenos, por ejemplo, en la gente que oye sonidos inexistentes. No entendíamos que es el mismo caso de las personas que acusan la presencia de miembros fantasmas. De pronto sienten un brazo que no existe y tiene dolores en una mano ficticia. Es el mismo caso de los acufenos auditivos, oyen una trompeta que está tocando todo el tiempo.

CC: Y la trompeta tampoco existe.

RL: Claro. Entonces se crean estados intrínsecos que no tienen que ver con el mundo externo, se crean movimientos que tampoco tienen que ver con el mundo afuera.

CC: ¿Estos estados intrínsecos son lo que usted llama disritmias, cambios en el ritmo tálamo-cortical?

RL: Así es. Como el sistema es rítmico, dinámico, si se le cambia el ritmo, cambia la estructura social. Es como quien trata de bailar danzón mientras los demás bailan tango.

CC: Esto explica por qué muchas drogas y agentes terapéuticos curan enfermedades tan distintas como son algunos trastornos físicos y la depresión. Tal vez no haya una explicación común pero sí un elemento similar en todos ellos.

RL: En realidad, sí hay una explicación común que, al fin y al cabo, es la oscilación calcio↔potasio de las neuronas. Existe una explicación que puede medirse en términos electrofisiológicos en animales y en humanos, como se ve ahora en las salas de cirugía

CC: ¿La técnica no es invasiva?

RL: Sí lo es. Por ahora lo que podemos hacer es colocar un cable en el cerebro, algo así como un marcapasos para el cerebro.

CC: ¿Que está implantado?

RL: Así es. La otra posibilidad es hacer pequeñas lesiones y sacar el área del tálamo que está produciendo la oscilación, generalmente muy pequeña, de un punto, un par de milímetros. Ahora bien, es más fácil decirlo que hacerlo. Tiene que llevarse a cabo con extremo cuidado y requiere de una buena técnica quirúrgica, así como electrofisiológica. Hay que examinar al paciente y realizar un registro de células; hay que demostrar que dichas neuronas están oscilando y luego hay que hacer la lesión que, como dije, es muy pequeña. Lo impresionante es ver qué tan bien sale la gente. Eso, desde luego, es momentáneo. No es el modo de hacerlo. Creo que es mejor corregir con fármacos y tratamiento molecular.

CC: Seguramente muchos de esos fármacos corrigen esta oscilación y la persona recupera sus funciones normales.

RL: Así pensamos.


Propiedades emergentes

CC: ¿Qué piensa de las propiedades emergentes que tratan de explicar el surgimiento de la conciencia humana?

RL: Si se tiene un aparato como el sistema nervioso, en el cual cada una de las células siente nada. Si todas las células sienten nada, el sistema no puede sentir. Hay otro punto de vista, crítico para mí. Se dice que las células no sienten, pero cuando se hacen circuitos, sí sienten. Eso es una propiedad emergente espiritual que no se entiende desde el punto de vista científico.

CC: ¿Qué entiende usted por propiedad emergente?

RL: La definición de propiedad emergente es perfectamente clásica. Dice que hay propiedades que sólo pertenecen a la unión de objetos, es decir, que no están presentes en las partes del sistema. El ejemplo que generalmente doy es el siguiente: tres patas de palo en línea no son estables, tres patas de palo que hagan un triángulo sí lo son. Así, son propiedades que no le pertenecen a las partes sino al conjunto. Si a las tres patas en línea les ponemos un pedazo de madera encima no tendremos una estructura estable. Si la ponemos en el suelo, se cae. Si ponemos las tres patas en un trípode, entonces tenemos un triángulo, es decir, generamos un plano, y por razones de geometría tres patas en triángulo son estables. La propiedad de ser estable entonces no le pertenece a la pata, le pertenece a la estructura geométrica.

CC: Definen un plano...

RL: Y como definen un plano, entonces una fuerza como la de la gravedad, que es lineal, se distribuye en tres posiciones. Es estable a no ser que la fuerza se aplique de algún modo que caiga fuera del centro de gravedad del sistema, pero ese es otro asunto. El problema es el siguiente: la propiedad de ser estable ¿le pertenece a la pata o no?, ¿ha pasado algo especial cuando se hace el trípode?, ¿hay algo nuevo en las propiedades de las patas?

La respuesta es no, no hay nada nuevo. Lo que pasa es que tres patas con esa geometría son estables. Una geometría de tipo platónico aparece cuando se hace un triángulo y esa geometría simplemente le da la estructura estable. La diferencia parece ser muy pequeña pero es enorme, porque en el primer tipo las propiedades emergentes son solamente la expresión de propiedades que los elementos tienen de por sí, son propiedades intrínsecas de la pata, pues una de sus propiedades es poder conformar un trípode. Hay otro modo de pensar, y es que la propiedad emergente es más que la suma de las propiedades de los elementos que la constituyen y pasa a ser algo especial. Son propiedades emergentes fuertes, ya que esto no sucede hasta que los elementos se unen. Hay gente que cree eso, yo no, porque hay cuestiones que eran conocidas como reales propiedades emergentes.

Cuando yo era niño me decían que era imposible entender las propiedades del agua, a partir del conocimiento de las propiedades del oxígeno y el hidrógeno; pero hoy esto ya no es verdad. Si se sabe lo suficiente acerca de las propiedades del átomo de oxígeno y de hidrógeno, se puede inclusive saber cómo se hacen las olas del agua. Este, pues, no es un buen ejemplo. Voy a darle otro ejemplo, pero quiero hacerle notar que el problema es diferente.

Existe la posibilidad de que las propiedades emergentes tengan que ver con nuestra ignorancia, o con nuestra postura hacia algo que no entendemos y no con las propiedades reales del universo. Yo no creo, por lo tanto, en propiedades emergentes, por lo menos no en las propiedades emergentes donde el producto es más de la suma de las partes. Las células tienen que sentir pero, ¿cómo se atreve una célula a sentir, qué es una célula que puede sentir, y qué puede sentir la célula? En ese caso podemos decir que hay propiedades emergentes, pero no propiedades emergentes fuertes. Uno se puede imaginar que cada una de las células tiene un modicum de irritabilidad, una propiedad de responder de algún modo que todavía no conocemos en detalle.


Conciencia es saber

Esto nos conduce a pensar que el problema se encuentra a nivel celular. Para que se puedan entender las bases de la conciencia tenemos que conocer con más detalle cuáles son las propiedades de las células. De aquí resulta algo sumamente interesante, y es que las propiedades de la conciencia no son sólo propiedades de los animales grandes, sino que son posiblemente propiedades de todas las células. Se me podría decir: ¡pero cómo, entonces una amiba tiene conciencia! Bueno, si definimos a la conciencia como la capacidad de tener una imagen del mundo externo, una imagen que no tiene que ser visual o auditiva, sino simplemente el conocimiento de que enfrente hay una situación que atrae porque el sistema necesita proteína y necesita nutrirse. O si es un protozoo, que necesita reproducirse con otro. Aparece así una situación que no es nuestra conciencia pero es la madre de nuestra conciencia.

CC: ¿Cómo podemos saber que hay conciencia en el animal y no en las máquinas como las que registran rostros?

RL: Una máquina no discrimina, la discriminación la hace la gente que mira la máquina. (Mi comentario: en la UNIDAD 2/2= 1, “esta” mitad 1/2 0.5 es diferente de la “otra” mitad 1/2= 0.5. Razón y causa de la primera discriminación biológica: ¿el sexo?). La diferencia es brutal, si esto no se entiende ya no hay ni para qué hablar.

Una lente puede hacer discriminación, ya que, en verdad, da dos puntos de luz de una fuente luminosa que viene sin forma frente a la luz. Pero eso no es una discriminación desde el punto de vista de conciencia. La lente no lo sabe. (Mi comentario: si a la discriminación sexual biológica de "este" 0.5 y el "otro" 0.5 se le añade la discriminación óptica de una lente que invierte las coordenadas propias de cada sexo…. ¡pues la sexualidad podría tener así un sencillo fundamento biofísico…!)

CC: No lo sabe pero...

RL: Pero es que precisamente conciencia es saber. Se empieza entonces a creer que si una máquina es capaz de distinguir, también es capaz de sentir, y esa no es la realidad. Conciencia no es distinguir, conciencia es sentir. Ahora bien, si no hay conciencia de sí mismo, no hay conciencia real. Si yo le pregunto a una persona si cree que un perro tiene conciencia de sí mismo, me dirían que no. Lo que pasa es que tiene una conciencia de sí mismo distinta a la que tengo yo. (Mi comentario: pero si el perro hablara… ¿tendría una conciencia igual a la mía?)


Animales manuales

CC: ¿Y con respecto al lenguaje?

RL: Creo que de algún modo se quiere hacer del lenguaje una cuestión casi mística. Yo creo que el lenguaje sale de la gesticulación. Si no hubiéramos contado con un prelenguaje no habría lenguaje. Un prelenguaje es lo que hace el niño cuando quiere algo y balbucea. La intención está hecha. La estructura de la relación entre mi persona y el mundo externo está dicha. El lenguaje se hizo, me parece, simplemente porque hay noche y en la oscuridad la gente tenía que hablar porque no se podía ver. Entonces la posibilidad de expresar ideas o expresar deseos posiblemente salió de eso, de no poder mirar a la gente.

Ahora bien, a medida que el cerebro ha aumentado de tamaño, en nuestro caso casi tres veces con respecto al cerebro de un simio, el hombre se ha enriquecido neurológicamente. Hablar es sumamente difícil. Si uno mira un fonograma se da cuenta uno de que es increíble. Se necesita de un aparato similar que tenga suficiente granuralidad, es decir, que pueda hacer suficientes sonidos con precisión para que sea digital, porque el lenguaje sí es digital. Hemos desarrollado, digamos, la corteza motora de la cabeza, que es enorme, es especializada, nos indica que tenemos un aparato neurológico que nos permite hacer filigranas con el aire, con las cuerdas vocales, con la lengua, los cachetes, con los labios, todos unidos en un sistema motor. Si uno no tiene eso, inclusive por ejemplo un problema en la lengua por cáncer, ya no existe esa capacidad. Lo mismo pasa con la capacidad de escribir, nuestras manos tienen una enorme presencia en el cerebelo, es gigantesca. Y por eso somos animales manuales.

CC: ¿Podría exponernos brevemente su hipótesis sobre el ensamblaje neuronal visto como una sociedad corporativa?

RL: La situación es la siguiente. ¿Cómo se hacen las corporaciones? Requieren que, de algún modo, las células únicas se conviertan en unidades celulares. Una situación muy importante en las células es la presencia de las propiedades intrínsecas, es decir, que las células tienen su ritmicidad, sus enzimas, sus moléculas y iones. Poseen por lo tanto una cierta capacidad de cambiar en el tiempo, danzan. Entonces, ¿cómo se hace para que se generen estados funcionales grandes? La respuesta la hubiéramos podido saber hace mucho tiempo. Si alguien quiere moverse necesita tener una coordinación temporal de la actividad de muchas fibras musculares, si no se mueve.

El movimiento que uno hace es una organización de conjunto, donde todo mundo jala a la vez. Imaginemos un partido de fútbol. Si cuando sucede un gol cada una de las personas tuviera que gritarlo una detrás de otra, habría una demora de tres días para celebrar el gol. Pero todo el mundo lo dice a un tiempo. Estamos hablando
de la misma coherencia temporal. Lo que tenemos en el sistema nervioso son neuronas que pueden oscilar, que pueden generar una coordinación temporal, eso es la conciencia. Es el grito “gol”, es lo que se ve cuando la gente danza y todos saltan al mismo tiempo, es lo que se ve cuando hay una contracción o cuando una orquesta genera un momento musical. Se hace en el tiempo. Así vemos que el tiempo es un factor esencial, es tan esencial como la anatomía o como la biología molecular. Es tan esencial como la irritabilidad misma. Tiene que hacerse en estados funcionales que existen en el tiempo. Es de cuatro dimensiones. Tiene profundidad, altura, espesor y tiempo. Sin esto no se entiende la parte dinámica.

De esta manera, las células que tienen capacidad de sentir, si bien mínima, se reúnen y forman colectividades que generan estados funcionales mucho más grandes. Uno puede imaginarse el ejemplo clásico de la célula que recoge el espíritu de nuestra abuelita (the grandmother cell). Cuando se activa, dice uno: “¡Ah!, ahí está mi abuela”! Pero uno también puede pensar que la abuela es un pandemónium, que hay una gran cantidad de células que dicen “la abuela”, y que entre mientras más pandemónium, más abuela hay.

Entonces, poniéndolo todo junto, ¿cómo se hace la conciencia? Se genera en un sistema especializado para hacer imágenes auditivas, visuales y motoras que se llama sistema tálamo-cortical, donde el tálamo se encuentra en el centro del cerebro y la corteza está afuera, en la parte periférica. El sistema tiene todas las partes necesarias, el tálamo es como un gran director de orquesta que puede llamar en cualquier momento a algunos de los ejecutantes y los llama constantemente. Y en algunos casos los llama de modo ordenado, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, a veces los llama en el contexto del tiempo, en algún momento los instrumentos de cuerda y en algún momento los vientos. Recordemos que el sistema auditivo es el más precioso para entender la conciencia, porque se entiende inmediatamente lo que implica el ligamen: hacer mucho de muchas cosas, de manera coherente.

4.Publicado por m el 18/04/2014 18:34
Solo les digo una cosa, pues uds hace tiempo vienen instiendo que todo el factor espiritual mas alla de religiones, pero me refiero a creencias, fe, trascendencias a nivell extracerebrales, etc, solo se refiere y circunscribe al cerebro humano, sea el area que sea, pero porque digo no les preguntan a quienes vieron cosas superiores luego de estar muertos varios dias, ej EL ULTIMO DE ELLOS FUE UN DR WILLIAMS DE EEUU, NEUROCIRUJANO, quien luego de volver a la vida, manifesto a muchos y a cientificos que vio cosas que lo hicieron creyente, no solo espiritual y no interesa de que religion .-NInguna con budistas, hinduistas, etc, que no tienen dioses, POR LO CUAL CREO detras de estos autores , rebatidos , hay un profundo ateismo , temerosos de creer que algo superior los pueda condicionar y marcar reglas morales en sus investigaciones y vida diaria, EL TEMOR A CREER en quienes supuestamente nos crearon, (para uds solo autocreacion por ciclos en forma cientfica y material mas alla algo cosmico,), y ellos quieren ser libres, bueno, me gustaria ver un debate en vivo, real entre los cientificos creyentes y no creyentes, espirituales y los no espirituales, y que conclusion se sacaria??

HE VISTO ESTADISTICAS DE QUE SON MAS LOS CIENTIFICOS DE TODAS LAS RAMAS QUE CREEN EN QUE ALGUIEN SUPERIOR TRASCENDENTE que supera nuestro intelecto y razon logica actual que quienes no creen en nada.- bueno, el tiempo dira si hay algo mas alla del cerebro que marca pautas y avances con retrocesos en la vida humana.-

Y voy mas alla, si solo la espiritualidad o religiones creen en que algo los creo, quien en caso contrario creo al ser humano, genes, adn, cromosomas, etc???Lo que creo es el poco avance que hay en la ciencia que usa recursos economicos para que les apoyen sus proyectos, como pasa en LA NASA, que no saben ya que hacer para que no los eliminen.- si, es todo por dinero, inventan cosas que luego no se prueba, los mismo premios nobeles han cometido fraudes y han recibido millones¡¡¡¡¡.-

La ciencia no puede resolver cosas mientras sigan una sola linea de investigacion: la negacio a lo supremo, a lo trascendente, a una fisica distinta, etc. MARCOS

5.Publicado por Pedro R. el 27/04/2014 14:47
Cuanta basura entre los comentarios pseudo-científicos y en un estilo de comunicación insuficiente para al menos animar e invitar a seguir un debate serio y cientifico de verdad.
Algo de moderación en estos comentarios no estaría mal.
Saludos.

6.Publicado por IRCHE el 20/12/2014 19:23
Hay mucha opinión personal poco relevante del autor del post Francisco J. Rubia.

No da referencia a enlaces externos que llevan a uno analizar la metodología utilizada por los neurocientíficos que él menciona. Simplemente dice que sujetos estimulación electromagnética en los lóbulos temporales, pudiendo en ello producir la sensación de presencias de seres espirituales. Nótese que “sensación” y observación o vivencia no es lo mismo. Los sujetos fueron estimulados artificialmente, vieron ellos a Buda o Jesús como con sus rasgos reales o históricos, o imágenes como se los representa artísticamente? Si fueron imágenes de figuras artísticas entonces simplemente ellos se acordaron de cosas ya vistas. En tal caso el experimento es superfluo.

Con respecto al citado Michael Persinger leemos en Wikipedia (inglés), apartado Investigación en la neuroteología:

Investigadores criticaron a Persinger por insuficiente dobloe ciego y argumentaron que no existía un mecanismo fisiológicamente plausible porque sus dispositivos podrían afectar el cerebro. Persinger respondió que ellos tenían una configuración incorrecta en sus ordenadores. Pero ambas afirmaciones son discutibles. La base de pruebas sobre las que descansa la teoría de Persinger ha sido criticada y las versiones comerciales de los dispositivos de Persinger vendidos por su investigador y asociado Todd Murphy han demostrado ser incapaces de producir los efectos que Murphy afirma en condiciones experimentales.


Dice también que por la falta de oxígeno y al aumento de dióxido de carbono puede una persona tener una experiencia extracorporal.

Pero dice el neuropsiquiatra Peter Fenwick: “La única dificultad del argumento del CO2 es que en los paros cardiacos todos tienen altos niveles de CO2, pero sólo el 10% tiene ECM. Es más, en los pacientes que sufren ataques cardiacos no hay actividad cerebral coherente que podría apoyar la conciencia, qué decir de una experiencia cercana a la muerte con claridad”.

Y de la University of London’s French señalan: La principal alternativa es que las experiencias cercanas a la muerte son “evidencia de que la conciencia se separa del sustrato físico del cerebro, posiblemente hasta con un vistazo de la vida futura”.

Los estudios no explican cómo una persona inconsciente puede:
1) regresar con información de cosas que no sabía.
2) observar lo que está sucediendo en el exterior desde arriba.
3) un ciego ver pocas imágenes durante el ECM.

Menciona que en el Rig Veda se habla de la planta soma y que los brahmanas hacían un sumo con ella para tomarlo y tener experiencias místicas. Lo primero es, que con certeza no se sabe qué planta era esa. Hay hipótesis acerca de cuál era. Lo segundo es que no era una planta igual que la marihuana, o el hongo peyote. En el Bhagavad Gita (9,20–22) leemos: “Aquellos que estudian los Vedas y bebeb el jugo soma a modo de sacrificio, buscando los planetas celestiales, Me adoran indirectamente. Al purificarse de las reacciones pecaminosas, y luego van al piadoso planeta celestial de Indra, donde disfrutan de placeres divinos. Después de haber disfrutado así, agotándose sus créditos piadosos, ellos regresan al mundo de los mortales. Así pues, aquellos que buscan el disfrute adhiriéndose a los Vedas, lo que consiguen es continuar en el ciclo del nacimiento y la muerte. Pero aquellos que siempre Me adoran con una devoción exclusiva, meditando en Mi, yo les doy la protección que necesitan.”

Como vemos en estos versículos, la práctica de tomar soma no era algo que hacían todos, sino aquellos que buscaban el deleite celestial. Pero, si usted se atreve a tildar de alucinaciones todo el conocimiento védico recibido por shabda–pramana (información a través del sonido), y coherente con evidencias pratyaksha (observacionales) y anumana (deducción lógica), primero tiene que demostrar cómo por la ingesta de alucinógenos una persona completamente analfabeta o un aborigen ignorante puede obtener conocimientos sobre física y metafísica y lógica, etc.

El autor no aporta nada nuevo, trae a colación el viejo argumento hipotético de que las experiencias espirituales son alucinaciones mentales o cerebrales producidas por drogas, u otros estimulantes.

A cuántas personas sanas física y mentalmente, no–creyentes y creyentes, mediante experimentos serios, se las ha estimulado para que entren al estado de conciencia denominado samadhi o turiya, y que tras experimentar eso ya no vuelvan a ser las mismas de antes, sino que sean personas ecuánimes, libres del apego hacia lo mundano, sin egoísmo y moralmente ejemplares, etc.

No hay tales experimentos. Por eso concluye Francisco diciendo: “Desde luego si la espiritualidad es generada por el cerebro estaríamos ante una facultad mental más…” Tal comentario revela que todo lo que dijo anteriormente no pasa de lo hipotético o especulativo.

7.Publicado por A el 25/09/2015 02:41 (desde móvil)
Que falta de seriedad por parte de quien escribió este articulo...que pesar!

8.Publicado por Ana el 19/01/2016 19:22
Lo que pretende el profesor Rubia y todos los neurocientíficos fisicalistas es, ni más ni menos que una falacia cum hoc ergo propter hoc en toda regla. Aunque veamos fuego y humo al mismo tiempo, esto no significa que el humo haya provocado el fuego.

A los lectores de Rubia les recomiendo que contemplen también la versión de los expertos neurocientíficos que no están de acuerdo con esta postura, porque si se quedan sólo con la de Rubia, su conocimiento del llamado "problema de la consciencia" estará mutilado.

http://frasesdedios.blogspot.com.es/search?q=consciencia#

Saludos.

9.Publicado por Manuel Alejandro el 23/03/2017 19:02
Es muy interesante, esto de la sugestion y mocionalidad del cerebro, en experiencia espirituales, emocional, y apariciones mentales.

10.Publicado por Ana el 27/08/2017 20:14
Para algunos, pseudociencia es todo aquello que no corrobora sus propios prejuicios materialistas. El materialismo fue y sigue siendo solo una hipótesis de trabajo, NO una tesis confirmada y, por tanto, convertida en ley. Nadie puede decir "todo es materia". El hecho de que no podamos demostrar que toda la realidad es materia hace que muchos ya piensen que estamos entrando en una era postmaterialista (Nagel). Hay un último nivel de la realidad que será siempre inalcanzable (A. Jogalekar) para este y cualquier siglo y, sí, le pese a quien le pese, cada cual puede meter en ese último nivel lo que guste. Los ateos su tranquilizador vacío, los creyentes una legión de dioses, los ufólogos una legión de ovnis. ¿Y qué? Lo que no podemos hacer es coger lo que conocemos de la realidad y decidir que es "toda" la realidad para que entre en nuestros esquemas y no se quede nada "fuera" de la ecuación.


Señor IRCHE, me descubro ante usted.
Saludos a todos.

11.Publicado por Leo el 15/10/2017 18:44
COMENTANDO:

Hay mucha opinión personal poco relevante del autor del post Francisco J. Rubia.

No da referencia a enlaces externos que llevan a uno analizar la metodología utilizada por los neurocientíficos que él menciona. Simplemente dice que sujetos estimulación electromagnética en los lóbulos temporales, pudiendo en ello producir la sensación de presencias de seres espirituales. Nótese que “sensación” y observación o vivencia no es lo mismo. Los sujetos fueron estimulados artificialmente, vieron ellos a Buda o Jesús como con sus rasgos reales o históricos, o imágenes como se los representa artísticamente? Si fueron imágenes de figuras artísticas entonces simplemente ellos se acordaron de cosas ya vistas. En tal caso el experimento es superfluo.

Con respecto al citado Michael Persinger leemos en Wikipedia (inglés), apartado Investigación en la neuroteología:

Investigadores criticaron a Persinger por insuficiente dobloe ciego y argumentaron que no existía un mecanismo fisiológicamente plausible porque sus dispositivos podrían afectar el cerebro. Persinger respondió que ellos tenían una configuración incorrecta en sus ordenadores. Pero ambas afirmaciones son discutibles. La base de pruebas sobre las que descansa la teoría de Persinger ha sido criticada y las versiones comerciales de los dispositivos de Persinger vendidos por su investigador y asociado Todd Murphy han demostrado ser incapaces de producir los efectos que Murphy afirma en condiciones experimentales.

Dice también que por la falta de oxígeno y al aumento de dióxido de carbono puede una persona tener una experiencia extracorporal.

Pero dice el neuropsiquiatra Peter Fenwick: “La única dificultad del argumento del CO2 es que en los paros cardiacos todos tienen altos niveles de CO2, pero sólo el 10% tiene ECM. Es más, en los pacientes que sufren ataques cardiacos no hay actividad cerebral coherente que podría apoyar la conciencia, qué decir de una experiencia cercana a la muerte con claridad”.

Y de la University of London’s French señalan: La principal alternativa es que las experiencias cercanas a la muerte son “evidencia de que la conciencia se separa del sustrato físico del cerebro, posiblemente hasta con un vistazo de la vida futura”.

Los estudios no explican cómo una persona inconsciente puede:
1) regresar con información de cosas que no sabía.
2) observar lo que está sucediendo en el exterior desde arriba.
3) un ciego ver pocas imágenes durante el ECM.

Menciona que en el Rig Veda se habla de la planta soma y que los brahmanas hacían un sumo con ella para tomarlo y tener experiencias místicas. Lo primero es, que con certeza no se sabe qué planta era esa. Hay hipótesis acerca de cuál era. Lo segundo es que no era una planta igual que la marihuana, o el hongo peyote. En el Bhagavad Gita (9,20–22) leemos: “Aquellos que estudian los Vedas y beben el jugo soma a modo de sacrificio, buscando los planetas celestiales, Me adoran indirectamente. Al purificarse de las reacciones pecaminosas, luego van al piadoso planeta celestial de Indra, donde disfrutan de placeres divinos. Después de haber disfrutado así, agotándose sus créditos piadosos, ellos regresan al mundo de los mortales. Así pues, aquellos que buscan el disfrute adhiriéndose a los Vedas, lo que consiguen es continuar en el ciclo del nacimiento y la muerte. Pero aquellos que siempre Me adoran con una devoción exclusiva, meditando en Mi, yo les doy la protección que necesitan.”

Como vemos en estos versículos, la práctica de tomar soma no era algo que hacían todos, sino aquellos que buscaban el deleite celestial. Pero, si usted se atreve a tildar de alucinaciones todo el conocimiento védico recibido por shabda–pramana (información a través del sonido), y coherente con evidencias pratyaksha (observacionales) y anumana (deducción lógica), primero tiene que demostrar cómo por la ingesta de alucinógenos una persona completamente analfabeta o un aborigen ignorante puede obtener conocimientos sobre física y metafísica y lógica, etc.

El autor no aporta nada nuevo, trae a colación el viejo argumento hipotético de que las experiencias espirituales son alucinaciones mentales o cerebrales producidas por drogas, u otros estimulantes.

A cuántas personas sanas física y mentalmente, no–creyentes y creyentes, mediante experimentos serios, se las ha estimulado para que entren al estado de conciencia denominado samadhi o turiya, y que tras experimentar eso ya no vuelvan a ser las mismas de antes, sino que sean personas ecuánimes, libres del apego hacia lo mundano, sin egoísmo y moralmente ejemplares, etc.

No hay tales experimentos. Por eso concluye Francisco diciendo: “Desde luego si la espiritualidad es generada por el cerebro estaríamos ante una facultad mental más…” Tal comentario revela que todo lo que dijo anteriormente no pasa de lo hipotético o especulativo.

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