Cada vez son más numerosas las investigaciones que indican que los genes no sólo determinan nuestro estado de salud sino que también condicionan nuestra conducta. Pero, no sólo la genética influye en nuestro comportamiento sino que el entorno también desempeña un importante papel.
Las personas generamos y percibimos “señales” sociales a través del lenguaje corporal verbal y el lenguaje no verbal. Estas señales incluyen gestos faciales, posturas corporales y una amplia variedad de manifestaciones. Todo este conjunto es lo que va a exteriorizar nuestro estado de ánimo y nos permite establecer un determinado grado de empatía por los demás.
La empatía, la capacidad de reconocer y compartir las emociones de los demás, se puede considerar como un aspecto multifacético, ya que presenta aspectos cognitivos y emocionales. Pero, realmente son difíciles de establecer las vías moleculares y su interacción con los factores ambientales que modulen su expresión.
En este sentido, un grupo de investigadores de la Universidad de Viena (Austria) ha dado un enfoque neurogenético a la investigación que fue publicada, recientemente, en la revista BMC Evolutionary Biology. Este estudio analiza los polimofismos (variaciones en la secuencia de ADN de una única base nucleotídica) que afectan a los genes receptores de la oxitocina y vasopresina. Ambas ligados a determinados comportamientos sociales.
Detectaron que uno de estos genes, concretamente, el de la oxitocina a pesar de dar lugar a una única manifestación fenotípica (caracteres visibles de un individuo), estaba asociado a variantes génicas ligadas con comportamientos pro-sociales e, incluso, desórdenes mentales en humanos.
Este estudio muestra un enorme interés a nivel biológico, psicológico y sociológico. En él se ha comprobado que los mecanismos moleculares, bioquímicos y hormonales, implicados en diferentes vías neurofisiológicas, están modulados por determinados genes (como los estudiados por los autores de este estudio). Pues bien, la exploración de éstos, podría ayudar a establecer las diferencias individuales existentes en la expresión de psicopatías.
La paradoja de la oxitocina y vasopresina
La oxitocina y vasopresina son dos hormonas bien conservadas a lo largo de la evolución. Pues bien, estas hormonas y sus receptores contribuyen a la cognición social en los animales y seres humanos, por lo que han sido considerados como candidatos para contribuir a procesos cognitivos como la empatía.
Ambas hormonas actúan en el sistema endocrino. La oxitocina es ampliamente conocida por su papel en el proceso de la lactancia materna, así como, en las contracciones uterinas que favorecen la dilatación para inducirse el parto y en las contracciones que ayudan a la recuperación del útero tras el mismo. La vasopresina, por su parte, es uno de los elementos más importantes en la regulación del flujo urinario y, por tanto, del balance del agua. También denominada hormona antidiurética.
Pero, ¿realmente existe relación entre estas hormonas con funciones endocrinas con el comportamiento social humano? Aunque resulte paradójico y sorprendente, así es.
Ambas hormonas funcionan también como neurotransmisores y a lo largo de la evolución se han involucrado en sistemas neuronales no relacionados con funciones endocrinas. Estas funciones como neurotransmisores son las que han trabajado el equipo de investigación de Martin Fieder.
Las personas generamos y percibimos “señales” sociales a través del lenguaje corporal verbal y el lenguaje no verbal. Estas señales incluyen gestos faciales, posturas corporales y una amplia variedad de manifestaciones. Todo este conjunto es lo que va a exteriorizar nuestro estado de ánimo y nos permite establecer un determinado grado de empatía por los demás.
La empatía, la capacidad de reconocer y compartir las emociones de los demás, se puede considerar como un aspecto multifacético, ya que presenta aspectos cognitivos y emocionales. Pero, realmente son difíciles de establecer las vías moleculares y su interacción con los factores ambientales que modulen su expresión.
En este sentido, un grupo de investigadores de la Universidad de Viena (Austria) ha dado un enfoque neurogenético a la investigación que fue publicada, recientemente, en la revista BMC Evolutionary Biology. Este estudio analiza los polimofismos (variaciones en la secuencia de ADN de una única base nucleotídica) que afectan a los genes receptores de la oxitocina y vasopresina. Ambas ligados a determinados comportamientos sociales.
Detectaron que uno de estos genes, concretamente, el de la oxitocina a pesar de dar lugar a una única manifestación fenotípica (caracteres visibles de un individuo), estaba asociado a variantes génicas ligadas con comportamientos pro-sociales e, incluso, desórdenes mentales en humanos.
Este estudio muestra un enorme interés a nivel biológico, psicológico y sociológico. En él se ha comprobado que los mecanismos moleculares, bioquímicos y hormonales, implicados en diferentes vías neurofisiológicas, están modulados por determinados genes (como los estudiados por los autores de este estudio). Pues bien, la exploración de éstos, podría ayudar a establecer las diferencias individuales existentes en la expresión de psicopatías.
La paradoja de la oxitocina y vasopresina
La oxitocina y vasopresina son dos hormonas bien conservadas a lo largo de la evolución. Pues bien, estas hormonas y sus receptores contribuyen a la cognición social en los animales y seres humanos, por lo que han sido considerados como candidatos para contribuir a procesos cognitivos como la empatía.
Ambas hormonas actúan en el sistema endocrino. La oxitocina es ampliamente conocida por su papel en el proceso de la lactancia materna, así como, en las contracciones uterinas que favorecen la dilatación para inducirse el parto y en las contracciones que ayudan a la recuperación del útero tras el mismo. La vasopresina, por su parte, es uno de los elementos más importantes en la regulación del flujo urinario y, por tanto, del balance del agua. También denominada hormona antidiurética.
Pero, ¿realmente existe relación entre estas hormonas con funciones endocrinas con el comportamiento social humano? Aunque resulte paradójico y sorprendente, así es.
Ambas hormonas funcionan también como neurotransmisores y a lo largo de la evolución se han involucrado en sistemas neuronales no relacionados con funciones endocrinas. Estas funciones como neurotransmisores son las que han trabajado el equipo de investigación de Martin Fieder.
Genes y conducta
Pero, entonces, si los estudios demuestran que existe cierta correlación entre estos neuroreceptores y un determinado comportamiento social, ¿podemos atribuir la responsabilidad de nuestra conducta a los demás, a los genes? La respuesta es más complicada que un simple si o no.
Realmente, la genética influye en nuestra conducta, pero, no la explica en su totalidad. Interviene otro factor que debemos tener en cuenta que es el entorno y desempeña un importante papel de modulación de dicha conducta. Este factor determinará el que una serie de características genéticas concretas se expresen o no.
Los genes llevan información determinada para originar una característica externa o física concreta. Pero, en función de las variaciones que sufra esta información genética (variaciones alélicas), las características externas variarán. Esto es, precisamente, lo que ocurre con el gen receptor de la oxitocina. Las diferentes variaciones de éste podrían originar comportamientos sociales y emocionales diversos entre distintas culturas humanas.
Lo dicho ocurre, concretamente, con las expresiones faciales, que constituyen señales importantes utilizadas en interacciones sociales e interpretación del estado emocional. Por lo tanto, los factores que nos rodean, es decir, los caracteres concretos del entorno en el que nos desarrollamos, movemos y formamos, van a influir en nuestro comportamiento social.
Entorno y conducta
En otro estudio publicado recientemente en la revista Hormones and Behaviour, Investigadores del Centro de Investigación del Autismo, en la Universidad de Cambridge, en colaboración con otras Universidades, aportaron una interesante información al respecto.
Estos psicólogos mostraron como el gen receptor de la oxitocina está relacionado con la empatía emocional, mientras que el gen receptor de la vasopresina se asocia más con la empatía cognitiva. En concordancia con esto, los investigadores vieneses proponen que las diferencias alélicas del gen receptor de la oxitocina podrían estar relacionadas con diversas percepciones o cogniciones de las emociones en sociedades adaptadas socio-ecológicamente de manera distinta.
Los sentimientos y las emociones son fundamentales en los procesos de adaptación social. De ahí que sean universales y, por tanto, que en todas las culturas exista manifestación de los mismos. Sin embargo, las formas que tenemos de expresar un mismo sentimiento son muy diferentes. De hecho los científicos de Viena han comprobado que cada uno de los genes (así como sus variantes: alelos) tienen mayor número de polimorfismos en un determinado tipo de cultura humana y no en otro.
Desórdenes mentales y neurotransmisores
Algunos científicos sugieren que el sistema neurofisiológico mediado por la oxitocina podría ser interrumpido en el Trastorno del Espectro Autista. Este trastorno se caracteriza por una alteración de la interacción social y de la comunicación y está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos. De hecho, cuando la oxitocina está presente en sangre se desencadenan una serie de reacciones en el cerebro que favorecen el comportamiento de las personas. Por ello, científicos han propuesto que los individuos podrían llegar a beneficiarse de la terapia con oxitocina
Sin embargo, todos los que padecen autismo, no tienen por qué presentan niveles bajos de este neurotransmisor. El autismo es un desorden muy heterogéneo y provocado por diversas causas tanto a nivel genético como ambiental. Esto lo convierte en una enfermedad extremadamente compleja. Por lo que los científicos advierten que hay que ser prudente. Pues, hay que tener en cuenta que hay diferentes tipos de autismo y la oxitocina no funciona de igual forma en todos ellos.
No por ello, deja de ser interesante, ya que podría ser considerada como una terapia combinada con sesiones de comportamiento, sobre todo, en aquellos pacientes con niveles bajos de oxitocina.
Pero, entonces, si los estudios demuestran que existe cierta correlación entre estos neuroreceptores y un determinado comportamiento social, ¿podemos atribuir la responsabilidad de nuestra conducta a los demás, a los genes? La respuesta es más complicada que un simple si o no.
Realmente, la genética influye en nuestra conducta, pero, no la explica en su totalidad. Interviene otro factor que debemos tener en cuenta que es el entorno y desempeña un importante papel de modulación de dicha conducta. Este factor determinará el que una serie de características genéticas concretas se expresen o no.
Los genes llevan información determinada para originar una característica externa o física concreta. Pero, en función de las variaciones que sufra esta información genética (variaciones alélicas), las características externas variarán. Esto es, precisamente, lo que ocurre con el gen receptor de la oxitocina. Las diferentes variaciones de éste podrían originar comportamientos sociales y emocionales diversos entre distintas culturas humanas.
Lo dicho ocurre, concretamente, con las expresiones faciales, que constituyen señales importantes utilizadas en interacciones sociales e interpretación del estado emocional. Por lo tanto, los factores que nos rodean, es decir, los caracteres concretos del entorno en el que nos desarrollamos, movemos y formamos, van a influir en nuestro comportamiento social.
Entorno y conducta
En otro estudio publicado recientemente en la revista Hormones and Behaviour, Investigadores del Centro de Investigación del Autismo, en la Universidad de Cambridge, en colaboración con otras Universidades, aportaron una interesante información al respecto.
Estos psicólogos mostraron como el gen receptor de la oxitocina está relacionado con la empatía emocional, mientras que el gen receptor de la vasopresina se asocia más con la empatía cognitiva. En concordancia con esto, los investigadores vieneses proponen que las diferencias alélicas del gen receptor de la oxitocina podrían estar relacionadas con diversas percepciones o cogniciones de las emociones en sociedades adaptadas socio-ecológicamente de manera distinta.
Los sentimientos y las emociones son fundamentales en los procesos de adaptación social. De ahí que sean universales y, por tanto, que en todas las culturas exista manifestación de los mismos. Sin embargo, las formas que tenemos de expresar un mismo sentimiento son muy diferentes. De hecho los científicos de Viena han comprobado que cada uno de los genes (así como sus variantes: alelos) tienen mayor número de polimorfismos en un determinado tipo de cultura humana y no en otro.
Desórdenes mentales y neurotransmisores
Algunos científicos sugieren que el sistema neurofisiológico mediado por la oxitocina podría ser interrumpido en el Trastorno del Espectro Autista. Este trastorno se caracteriza por una alteración de la interacción social y de la comunicación y está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos. De hecho, cuando la oxitocina está presente en sangre se desencadenan una serie de reacciones en el cerebro que favorecen el comportamiento de las personas. Por ello, científicos han propuesto que los individuos podrían llegar a beneficiarse de la terapia con oxitocina
Sin embargo, todos los que padecen autismo, no tienen por qué presentan niveles bajos de este neurotransmisor. El autismo es un desorden muy heterogéneo y provocado por diversas causas tanto a nivel genético como ambiental. Esto lo convierte en una enfermedad extremadamente compleja. Por lo que los científicos advierten que hay que ser prudente. Pues, hay que tener en cuenta que hay diferentes tipos de autismo y la oxitocina no funciona de igual forma en todos ellos.
No por ello, deja de ser interesante, ya que podría ser considerada como una terapia combinada con sesiones de comportamiento, sobre todo, en aquellos pacientes con niveles bajos de oxitocina.
Referencias bibliográficas:
Schascl y col. Signatures of positive selection in the cis-regulatory sequences of the human oxytocin receptor (OXTR) and arginine vasopressin receptor 1a (AVPR1A) genes. BMC Evolutionary Biology (2015) DOI: 10.1186/s12862-015-0372-7.
Uzefovsky y col. Oxytocin receptor and vasopressin receptor 1a genes are respectively associated with emotional and cognitive empathy. Hormones and Behaviour (2015) DOI:10.1016/j.yhbeh.2014.11.007.
Schascl y col. Signatures of positive selection in the cis-regulatory sequences of the human oxytocin receptor (OXTR) and arginine vasopressin receptor 1a (AVPR1A) genes. BMC Evolutionary Biology (2015) DOI: 10.1186/s12862-015-0372-7.
Uzefovsky y col. Oxytocin receptor and vasopressin receptor 1a genes are respectively associated with emotional and cognitive empathy. Hormones and Behaviour (2015) DOI:10.1016/j.yhbeh.2014.11.007.