El proyecto MENFRI, financiado por la Unión Europea, tiene un objetivo principal: el intercambio de conocimientos sobre gestión forestal entre el norte y el sur del Mediterráneo. Con este intercambio se busca fomentar acciones que propicien la conservación de los bosques, al tiempo que se aprovechan sus recursos.
Enrique Doblas, director del proyecto e investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña (CREAF), nos explica en la siguiente entrevista los aspectos fundamentales de MENFRI y otras cuestiones como que hay que cambiar la idea de que el bosque es intocable: En el contexto de presión medioambiental actual, los bosques necesitan de una gestión activa que potencie su resiliencia y su resistencia naturales.
Dicha gestión precisa a su vez de voluntad política y de la población; una voluntad que solo puede surgir de una educación medioambiental que enseñe a todos a valorar los bosques tanto como fuente de bienestar como de desarrollo. La gestión necesita asimismo de unos conocimientos y de ideas innovadoras que, según Doblas, ya existen y son potencialmente exitosos.
¿Cómo surge el proyecto MENFRI y qué objetivos persigue?
El proyecto MENFRI surge gracias a la convocatoria de la Unión Europea de colaboración internacional “Research to Innovation” (R2I), cuyos requisitos principales incluían una cooperación sincera con países vecinos a la Unión, en este caso mediterráneos, y un fuerte componente económico e industrial en busca de la aplicabilidad de los resultados científicos.
Dentro de este cuado, el objetivo de MENFRI es el intercambio de conocimiento sobre la gestión forestal entre las orillas norte y sur del Mediterráneo con el fin de conservar nuestros bosques a la vez que se aprovechan sus recursos.
De cara al cambio global (climático, de regímenes de incendios, de patrones de invasión de especies, económico, etc.) es necesario crear una industria forestal innovadora, capaz de aunar la protección del ecosistema y sus beneficios asociados con la generación de bienestar y empleo.
¿Se está produciendo un abandono de los bosques en la región mediterránea?
Específicamente, en el norte del Mediterráneo, se lleva produciendo un progresivo abandono de terrenos de cultivo y forestales, los cuales ya no producían beneficio aparente, asociado a un paulatino éxodo rural.
Esto ha provocado la aparición de nuevos bosques (ha aumentado la masa forestal de muchos países europeos) que, al no contar con ningún tipo de gestión y en un escenario de cambio global, son especialmente proclives a la acción del fuego, la sequía, plagas y enfermedades.
El Mediterráneo es un punto caliente de biodiversidad y una de las zonas del mundo más vulnerables al cambio climático. En este sentido, ¿qué riesgos implicaría una mala gestión de sus bosques?
Aunque se puede discutir hasta que punto el Mediterráneo es más o menos vulnerable al cambio climático, es indudable que la combinación de diversos factores de cambio global en la cuenca afectará sobremanera a nuestros ecosistemas.
Por un lado, frente a esta presión medioambiental, los bosques necesitan ser gestionados para incrementar su resiliencia y resistencia naturales. Los riesgos relacionados con la falta de gestión son, entre otros muchos ejemplos, el aumento del riesgo de incendio por acumulación de biomasa seca, la pérdida de bosques demasiado densos ante la sequía y la propagación incontrolada de plagas y enfermedades.
Por otro lado, en los países del Magreb, la tala y la explotación incontrolada de los recursos, junto con el aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones están incrementando el riesgo de desertificación. En esta situación, una gestión más respetuosa con el medio y con un fuerte componente educativo de la población sería recomendable.
¿Cómo se pueden paliar las consecuencias de la acción humana (por ejemplo, el cambio del uso de los suelos) sobre la masa forestal de la región mediterránea?
Cuando hablamos del cambio del uso de los suelos nos referimos a un conjunto de acciones que engloban procesos tan diferentes como los ya nombrados del abandono rural y la sobreexplotación, por lo que cada uno conlleva modelos de gestión diferentes. Es decir, no existe una solución comodín aplicable para todos los problemas del bosque.
Como polémico ejemplo para el Mediterráneo; una gestión ideada para paliar los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero podría implicar un aumento de la masa forestal para así disminuir los niveles de dióxido de carbono.
Sin embargo, los árboles necesitan de agua y su incremento supondría menos recursos hídricos disponibles para el ecosistema y la población, e incluso un aumento del riesgo de decaimiento forestal por sequía debido a la competencia entre los propios árboles.
Por tanto, sería siempre recomendable estudiar lo mejor posible la situación de cada ecosistema en su contexto local para tratar de armonizar la gestión entre los diferentes problemas a paliar, teniendo en cuenta las necesidades económicas y sociales de las gentes que allí habiten. Además de, dentro de lo posible, evitar grandes perturbaciones del medio.
Enrique Doblas, director del proyecto e investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña (CREAF), nos explica en la siguiente entrevista los aspectos fundamentales de MENFRI y otras cuestiones como que hay que cambiar la idea de que el bosque es intocable: En el contexto de presión medioambiental actual, los bosques necesitan de una gestión activa que potencie su resiliencia y su resistencia naturales.
Dicha gestión precisa a su vez de voluntad política y de la población; una voluntad que solo puede surgir de una educación medioambiental que enseñe a todos a valorar los bosques tanto como fuente de bienestar como de desarrollo. La gestión necesita asimismo de unos conocimientos y de ideas innovadoras que, según Doblas, ya existen y son potencialmente exitosos.
¿Cómo surge el proyecto MENFRI y qué objetivos persigue?
El proyecto MENFRI surge gracias a la convocatoria de la Unión Europea de colaboración internacional “Research to Innovation” (R2I), cuyos requisitos principales incluían una cooperación sincera con países vecinos a la Unión, en este caso mediterráneos, y un fuerte componente económico e industrial en busca de la aplicabilidad de los resultados científicos.
Dentro de este cuado, el objetivo de MENFRI es el intercambio de conocimiento sobre la gestión forestal entre las orillas norte y sur del Mediterráneo con el fin de conservar nuestros bosques a la vez que se aprovechan sus recursos.
De cara al cambio global (climático, de regímenes de incendios, de patrones de invasión de especies, económico, etc.) es necesario crear una industria forestal innovadora, capaz de aunar la protección del ecosistema y sus beneficios asociados con la generación de bienestar y empleo.
¿Se está produciendo un abandono de los bosques en la región mediterránea?
Específicamente, en el norte del Mediterráneo, se lleva produciendo un progresivo abandono de terrenos de cultivo y forestales, los cuales ya no producían beneficio aparente, asociado a un paulatino éxodo rural.
Esto ha provocado la aparición de nuevos bosques (ha aumentado la masa forestal de muchos países europeos) que, al no contar con ningún tipo de gestión y en un escenario de cambio global, son especialmente proclives a la acción del fuego, la sequía, plagas y enfermedades.
El Mediterráneo es un punto caliente de biodiversidad y una de las zonas del mundo más vulnerables al cambio climático. En este sentido, ¿qué riesgos implicaría una mala gestión de sus bosques?
Aunque se puede discutir hasta que punto el Mediterráneo es más o menos vulnerable al cambio climático, es indudable que la combinación de diversos factores de cambio global en la cuenca afectará sobremanera a nuestros ecosistemas.
Por un lado, frente a esta presión medioambiental, los bosques necesitan ser gestionados para incrementar su resiliencia y resistencia naturales. Los riesgos relacionados con la falta de gestión son, entre otros muchos ejemplos, el aumento del riesgo de incendio por acumulación de biomasa seca, la pérdida de bosques demasiado densos ante la sequía y la propagación incontrolada de plagas y enfermedades.
Por otro lado, en los países del Magreb, la tala y la explotación incontrolada de los recursos, junto con el aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones están incrementando el riesgo de desertificación. En esta situación, una gestión más respetuosa con el medio y con un fuerte componente educativo de la población sería recomendable.
¿Cómo se pueden paliar las consecuencias de la acción humana (por ejemplo, el cambio del uso de los suelos) sobre la masa forestal de la región mediterránea?
Cuando hablamos del cambio del uso de los suelos nos referimos a un conjunto de acciones que engloban procesos tan diferentes como los ya nombrados del abandono rural y la sobreexplotación, por lo que cada uno conlleva modelos de gestión diferentes. Es decir, no existe una solución comodín aplicable para todos los problemas del bosque.
Como polémico ejemplo para el Mediterráneo; una gestión ideada para paliar los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero podría implicar un aumento de la masa forestal para así disminuir los niveles de dióxido de carbono.
Sin embargo, los árboles necesitan de agua y su incremento supondría menos recursos hídricos disponibles para el ecosistema y la población, e incluso un aumento del riesgo de decaimiento forestal por sequía debido a la competencia entre los propios árboles.
Por tanto, sería siempre recomendable estudiar lo mejor posible la situación de cada ecosistema en su contexto local para tratar de armonizar la gestión entre los diferentes problemas a paliar, teniendo en cuenta las necesidades económicas y sociales de las gentes que allí habiten. Además de, dentro de lo posible, evitar grandes perturbaciones del medio.
¿Es posible rentabilizar y explotar los bosques, al tiempo que se garantiza su protección?
Conservar aprovechando no sólo es posible sino muy aconsejable. Hay que cambiar la idea de que el bosque es intocable puesto que, en la situación de cambio global a la que nos enfrentamos, se necesita de una gestión activa para conservar nuestros bosques.
Igualmente, no se pueden explotar los bosques hasta el límite de sus capacidades porque supone agotar la materia prima de las propias empresas o poblaciones que dependen de dicho recurso. La gestión forestal cuesta esfuerzo y dinero pero esa misma gestión puede promover un aprovechamiento de los recursos renovables para financiarla e incluso potenciarla.
Pero conseguir dicho balance no es fácil en absoluto. Para ello, la colaboración entre los distintos implicados es de suma importancia. Propietarios y empresarios forestales deben buscar el equilibrio entre el beneficio a corto y a largo plazo basándose en el consejo de gestores y científicos. Éstos últimos han de trabajar juntos en busca de potenciar la resiliencia y resistencia forestales y no sólo el incremento de la producción.
Y, en un papel muy destacado, la sociedad tiene que ser consciente de la importancia de los productos forestales locales, de la calidad de la madera de especies mediterráneas frente a la de especies de desarrollo más rápido (y menos costoso), del valor del corcho, de los usos de las plantas aromáticas de nuestro entorno… Sólo de esa manera se verá potenciado el valor de la conservación y los políticos se verán implicados a la hora de facilitar la innovación forestal.
¿Cree usted que, hoy por hoy, hay voluntad política de apoyo a iniciativas que promuevan al mismo tiempo la explotación y la protección de los bosques?
Desde mi punto de vista, la voluntad política depende exclusivamente de la voluntad de la población. Ningún gobernante apoyará políticas que no tengan apoyo social por muy demostrado que esté su valor económico o conservacionista, especialmente a largo plazo. Por ello reitero la idea de la importancia de la educación medioambiental, de la valorización de nuestros bosques como fuente de bienestar pero también de desarrollo.
Por supuesto, una vez demostrada la capacidad de los bosques mediterráneos para generar entretenimiento, salud y, dada la situación actual, empleo, creo que la voluntad política debería estar garantizada. Precisamente, uno de los objetivos de MENFRI y su mayor reto cuando llegue a su fin, es haber conseguido informar, educar y finalmente implicar a los políticos europeos en la innovación de la gestión forestal en el Mediterráneo.
¿Podemos albergar esperanzas de un cambio de rumbo, hacia la sostenibilidad, en la gestión de los bosques de la región mediterránea?
Podemos, siempre que no nos quedemos sólo en los bellos sentimientos porque el reto es considerable. Existen indicios y ejemplos de que el cambio es posible; en el Mediterráneo europeo, el turismo rural y responsable, por ejemplo, demuestra el potencial beneficio de los bosques aprovechando su propia conservación.
En el sur, pequeñas asociaciones de mujeres comienzan a comercializar productos no madereros obteniendo beneficio, bienestar y, lo más importante, valorizando el bosque como nunca lo habían hecho. Pero, para que estos ejemplos puntuales se conviertan en un cambio de rumbo, hace falta el esfuerzo colaborativo mencionado anteriormente, especialmente apoyado por una demanda social de productos forestales obtenidos mediante prácticas que favorezcan la conservación.
¿Qué medidas o iniciativas ha puesto ya en marcha el proyecto MENFRI?
En su primer año, el proyecto ha tratado de establecer las bases de lo que debe hacerse. Hemos conseguido reunir a un grupo de expertos formado por parlamentarios europeos, empresarios y gestores de ambas orillas del mediterráneo, representantes de los propietarios forestales, científicos del norte y del sur de la cuenca y trabajadores sociales en contacto con las poblaciones dependientes de los recursos forestales.
Entre muchas de las discusiones e ideas surgidas de estos debates, prevalece con fuerza la idea de la valorización, la educación y el apoyo institucional a gran escala.
Para fomentar la valorización de los productos forestales mediterráneos, MENFRI ha comenzado a discutir la posibilidad de la creación de una certificación propia con las entidades responsables. Para incrementar la educación, varios cursos han sido planeados y se llevarán a cabo, entre otros; sobre gestión forestal, desde la tradicional hasta mediante sistemas de información geográfica, sobre la formación de empresas y la búsqueda de recursos financieros y sobre los entresijos de la demanda de proyectos europeos.
Finalmente, como he comentado, la implicación política ya se está consiguiendo por medio de los debates, pero más aún a través de informes, videos y guías y, principalmente, por medio de un futuro acto en el parlamento europeo como broche del proyecto.
Pero el producto principal de MENFRI es crear una red que facilite la conexión de todos los implicados en la gestión forestal, desde científicos a empresarios, pasando por gestores, propietarios, ONGs…
Esta herramienta virtual está en proceso de creación y pretende ayudar a cubrir las necesidades de cada uno a través de las de los demás. Por ejemplo, idealmente, un propietario interesado en el rendimiento de su bosque a largo plazo y cómo sufragarlo, podrá encontrar el centro de investigación que ofrezca los servicios requeridos y al inversor en busca de un proyecto innovador.
¿Qué papel juegan el conocimiento científico y los métodos innovadores de gestión forestal en el desarrollo del proyecto?
Precisamente el conocimiento juega un papel fundamental, sin embargo hay que aclarar que el proyecto no pretende generar nueva investigación ni metodología, sino facilitar su uso poniéndola a disposición de quien la necesite.
Ya existe una gran cantidad de información y de ideas totalmente innovadoras y potencialmente exitosas. Sin embargo, como ya se ha destacado, es necesario un cambio de rumbo en el que la educación y la colaboración serán fundamentales.
La ciencia y la gestión innovadoras han de ponerse en práctica para probarlas, los propietarios y las empresas necesitan de un estímulo para adoptar nuevas prácticas y la sociedad y sus representantes políticos deben apoyar estas iniciativas para darles la fuerza necesaria.
Conservar aprovechando no sólo es posible sino muy aconsejable. Hay que cambiar la idea de que el bosque es intocable puesto que, en la situación de cambio global a la que nos enfrentamos, se necesita de una gestión activa para conservar nuestros bosques.
Igualmente, no se pueden explotar los bosques hasta el límite de sus capacidades porque supone agotar la materia prima de las propias empresas o poblaciones que dependen de dicho recurso. La gestión forestal cuesta esfuerzo y dinero pero esa misma gestión puede promover un aprovechamiento de los recursos renovables para financiarla e incluso potenciarla.
Pero conseguir dicho balance no es fácil en absoluto. Para ello, la colaboración entre los distintos implicados es de suma importancia. Propietarios y empresarios forestales deben buscar el equilibrio entre el beneficio a corto y a largo plazo basándose en el consejo de gestores y científicos. Éstos últimos han de trabajar juntos en busca de potenciar la resiliencia y resistencia forestales y no sólo el incremento de la producción.
Y, en un papel muy destacado, la sociedad tiene que ser consciente de la importancia de los productos forestales locales, de la calidad de la madera de especies mediterráneas frente a la de especies de desarrollo más rápido (y menos costoso), del valor del corcho, de los usos de las plantas aromáticas de nuestro entorno… Sólo de esa manera se verá potenciado el valor de la conservación y los políticos se verán implicados a la hora de facilitar la innovación forestal.
¿Cree usted que, hoy por hoy, hay voluntad política de apoyo a iniciativas que promuevan al mismo tiempo la explotación y la protección de los bosques?
Desde mi punto de vista, la voluntad política depende exclusivamente de la voluntad de la población. Ningún gobernante apoyará políticas que no tengan apoyo social por muy demostrado que esté su valor económico o conservacionista, especialmente a largo plazo. Por ello reitero la idea de la importancia de la educación medioambiental, de la valorización de nuestros bosques como fuente de bienestar pero también de desarrollo.
Por supuesto, una vez demostrada la capacidad de los bosques mediterráneos para generar entretenimiento, salud y, dada la situación actual, empleo, creo que la voluntad política debería estar garantizada. Precisamente, uno de los objetivos de MENFRI y su mayor reto cuando llegue a su fin, es haber conseguido informar, educar y finalmente implicar a los políticos europeos en la innovación de la gestión forestal en el Mediterráneo.
¿Podemos albergar esperanzas de un cambio de rumbo, hacia la sostenibilidad, en la gestión de los bosques de la región mediterránea?
Podemos, siempre que no nos quedemos sólo en los bellos sentimientos porque el reto es considerable. Existen indicios y ejemplos de que el cambio es posible; en el Mediterráneo europeo, el turismo rural y responsable, por ejemplo, demuestra el potencial beneficio de los bosques aprovechando su propia conservación.
En el sur, pequeñas asociaciones de mujeres comienzan a comercializar productos no madereros obteniendo beneficio, bienestar y, lo más importante, valorizando el bosque como nunca lo habían hecho. Pero, para que estos ejemplos puntuales se conviertan en un cambio de rumbo, hace falta el esfuerzo colaborativo mencionado anteriormente, especialmente apoyado por una demanda social de productos forestales obtenidos mediante prácticas que favorezcan la conservación.
¿Qué medidas o iniciativas ha puesto ya en marcha el proyecto MENFRI?
En su primer año, el proyecto ha tratado de establecer las bases de lo que debe hacerse. Hemos conseguido reunir a un grupo de expertos formado por parlamentarios europeos, empresarios y gestores de ambas orillas del mediterráneo, representantes de los propietarios forestales, científicos del norte y del sur de la cuenca y trabajadores sociales en contacto con las poblaciones dependientes de los recursos forestales.
Entre muchas de las discusiones e ideas surgidas de estos debates, prevalece con fuerza la idea de la valorización, la educación y el apoyo institucional a gran escala.
Para fomentar la valorización de los productos forestales mediterráneos, MENFRI ha comenzado a discutir la posibilidad de la creación de una certificación propia con las entidades responsables. Para incrementar la educación, varios cursos han sido planeados y se llevarán a cabo, entre otros; sobre gestión forestal, desde la tradicional hasta mediante sistemas de información geográfica, sobre la formación de empresas y la búsqueda de recursos financieros y sobre los entresijos de la demanda de proyectos europeos.
Finalmente, como he comentado, la implicación política ya se está consiguiendo por medio de los debates, pero más aún a través de informes, videos y guías y, principalmente, por medio de un futuro acto en el parlamento europeo como broche del proyecto.
Pero el producto principal de MENFRI es crear una red que facilite la conexión de todos los implicados en la gestión forestal, desde científicos a empresarios, pasando por gestores, propietarios, ONGs…
Esta herramienta virtual está en proceso de creación y pretende ayudar a cubrir las necesidades de cada uno a través de las de los demás. Por ejemplo, idealmente, un propietario interesado en el rendimiento de su bosque a largo plazo y cómo sufragarlo, podrá encontrar el centro de investigación que ofrezca los servicios requeridos y al inversor en busca de un proyecto innovador.
¿Qué papel juegan el conocimiento científico y los métodos innovadores de gestión forestal en el desarrollo del proyecto?
Precisamente el conocimiento juega un papel fundamental, sin embargo hay que aclarar que el proyecto no pretende generar nueva investigación ni metodología, sino facilitar su uso poniéndola a disposición de quien la necesite.
Ya existe una gran cantidad de información y de ideas totalmente innovadoras y potencialmente exitosas. Sin embargo, como ya se ha destacado, es necesario un cambio de rumbo en el que la educación y la colaboración serán fundamentales.
La ciencia y la gestión innovadoras han de ponerse en práctica para probarlas, los propietarios y las empresas necesitan de un estímulo para adoptar nuevas prácticas y la sociedad y sus representantes políticos deben apoyar estas iniciativas para darles la fuerza necesaria.