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El miedo acorta el espacio, y el asombro prolonga el tiempo

Dos nuevos estudios vinculan la percepción a las emociones


El miedo puede sesgar nuestra percepción de los objetos cercanos, y provocar que veamos más corta de lo que en realidad es la distancia que nos separa de un peligro. Por otro lado, el asombro –el que sentimos, por ejemplo, al admirar un amanecer- nos hace sentir que el tiempo se extiende. Esto es lo que han revelado dos estudios independientes, cuyos resultados sugieren que existe un vínculo entre la percepción y las emociones. Por Yaiza Martínez.


23/10/2012

El asombro que nos producen imágenes como la del amanecer hace que percibamos una dilatación en el tiempo, según una de las investigaciones. Fuente: Wikimedia Commons.
El asombro que nos producen imágenes como la del amanecer hace que percibamos una dilatación en el tiempo, según una de las investigaciones. Fuente: Wikimedia Commons.
El miedo puede sesgar nuestra percepción de los objetos cercanos, y provocar que veamos más corta de lo que en realidad es la distancia que nos separa de un peligro, señalan investigadores de la Universidad de Emory (Estados Unidos) y de la Birkbeck University of London, en el Reino Unido.

Los resultados de un estudio realizado en dichas universidades, y publicados en la revista Current Biology, demuestran que las emociones y la percepción se encuentran sutilmente entrelazados en nuestra mente.

Para analizar la percepción acerca del momento en que objetos que se nos acercan van a entrar en contacto con un sujeto, Stella Lourenco, de la Universidad de Emory, y Matthew Longo, de la de Londres, realizaron un experimento en el que los participantes debían evaluar el tiempo de “colisión” con imágenes aparecidas en la pantalla de un ordenador.

Estas imágenes eran ampliadas de tamaño durante un segundo antes de desaparecer, para simular un “acercamiento amenazador”, un efecto óptico que usa instintivamente el cerebro para juzgar el tiempo de choque.

La percepción visual no es solo un fenómeno óptico

Según se explica en un comunicado de la Universidad de Emory, los participantes en el estudio fueron instruidos para establecer –presionando un botón- el momento en que cada uno de los estímulos visuales de la pantalla habría chocado con ellos, de haber podido salir del ordenador.

Los resultados de esta prueba demostraron que los participantes tendieron a considerar más corto el tiempo de colisión con las imágenes de objetos amenazantes -como una serpiente o araña-, en comparación con el tiempo juzgado de las imágenes no amenazantes (un conejo o una mariposa).

Estos hallazgos desafían la visión tradicional de la percepción visual como algo exclusivamente óptico: "Estamos demostrando que lo que el objeto es afecta a la forma en que percibimos cómo se nos acerca. Si tenemos miedo de algo, lo percibimos como si fuera a entrar en contacto con nosotros antes", explica Longo.

"Y lo que es más sorprendente", agrega Lourenco, "es posible predecir hasta qué punto una persona va a subestimar el tiempo de colisión con un objeto, a partir de la evaluación de su grado de temor a ese mismo objeto”. Los científicos concluyen, por tanto, que “el miedo puede alterar la forma en que percibimos el mundo que nos rodea ".

También el asombro

Recientemente, hemos sabido además de otro estudio que ha establecido un vínculo entre otra emoción –el asombro- y la percepción, en este caso del tiempo.

En concreto, una serie de experimentos realizados por la investigadora Melanie Rudd y sus colaboradores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, han revelado que el sentimiento de asombro dilata la percepción del tiempo del que se dispone.

A través de tres pruebas distintas, los investigadores descubrieron que momentos de asombro artificialmente provocados (mediante vistas impresionantes, recorridos por la memoria e incluso anuncios de televisión impactantes) hicieron que los participantes percibieran que tenían más tiempo disponible.

Según publica la Association for Psychological Science, los investigadores señalan que el asombro realmente llega a cambiar nuestra percepción subjetiva del tiempo, reduciendo su velocidad.

Este efecto en la percepción tiene, a su vez, otros efectos en la toma de decisiones y en el bienestar: el presente estudio reveló que las personas sometidas a las pruebas se volvieron –al menos en el contexto de la investigación- más pacientes, menos materialistas e incluso más propensas a ayudar a otros.

Referencias bibliográficas

Eleonora Vagnoni, Stella F. Lourenco y Matthew R. Longo, Threat modulates perception of looming visual stimuli. Current Biology, Volume 22, Issue 19, R826-R827, 9 October 2012. doi:10.1016/j.cub.2012.07.053.

Rudd M, Vohs KD, y Aaker J. Awe Expands People's Perception of Time, Alters Decision Making, and Enhances Well-Being. Psychological science, 2012. doi: 10.1177/0956797612438731.



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1.Publicado por alberto rodríguez-sedano el 24/10/2012 13:19
Es indudable que la emoción es una parte del contenido de toda percepción. Es, justamente, el contenido del que el dato perceptual, el cualia, se distancia. El percepto, pues, deja de lado el principio desde el que el sujeto se establece; se distancia de él.

Sin embargo, los datos perceptuales no son todos iguales. No es lo mismo la vista que el oído. La vista viene, en gran medida, dada. Vg. se mira y, después, se ve algo; la vista es especialmente pasiva y apenas implica a la conciencia. El oído, por el contrario, ha de estar

A este propósito, la fenomenología de la atención tiene mucho más que ver con la fisiología que determina la atención que con una conciencia que actúe por debajo de la atención determinándola. Es, básicamente, una reproducción”tardía” a la que la conciencia se suma con posterioridad, no con anterioridad. El oído, por el contrario, está implicado internamente (vg. que una melodía encante o resulte insoportable).

La conciencia visual, pues, vendrá determinada por leves condiciones emocionales que le pasan inadvertidas; de lo contrario, la conciencia las reconocería en su misma intuición. El oído, en este sentido, está mucho más relacionado con la experiencia interna de oír, que con su experiencia externa. Un ejemplo muy explicativo de esto está el fenómeno de oír nuestra propia voz en una grabación. Uno se reconoce extrañamente.

Me atrevería a insinuar que lo que sucede en el ejemplo propuesto es que la emoción de la escucha de la propia voz es una especie cognoscitiva no del todo incierta. Por el contrario, la experiencia emocional es, por lo general, incierta; es decir, uno se reconoce porque sabe que esa voz es la suya, no porque lo sienta.

Si la experiencia emocional fuese cierta, habría una categoría que determinase su diversidad “a priori”. Eso rara vez sucede, por no decir que no sucede nunca; si sucediese, la consciencia (css) sería lo mismo que la anterioridad por la que viene determinada, esta es, la conciencia (cs).

Por último, querría señalar que la diferencia que establezco entre la conciencia y la consciencia es una idea elaborada para que los objetos de la conciencia puedan ser pensados como objetos íntima y temporalmente distintos.


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