Sólo mirar a alguien temblando es suficiente para hacernos sentir frío, según una nueva investigación de la Universidad de Sussex (Inglaterra). Varios voluntarios que observaron vídeos de personas metiendo sus manos en agua fría vieron cómo su propia temperatura corporal caía significativamente.
La investigación, realizada por científicos de la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex, muestra que los humanos son susceptibles al "contagio de temperatura".
El neuropsiquiatra Neil Harrison, que dirigió la investigación, sugiere que tales cambios fisiológicos inconscientes pueden ayudarnos a empatizar con los otros y vivir en comunidad. "Se cree que imitar a otra persona nos ayuda a crear un modelo interno de su estado fisiológico que podemos utilizar para comprender sus motivaciones y cómo se sienten", explica en la nota de prensa de la universidad.
"Los seres humanos son criaturas profundamente sociales y gran parte del éxito de los humanos es resultado de nuestra capacidad de trabajar juntos en comunidades complejas; esto sería difícil de hacer si no fuéramos capaces de empatizar rápidamente entre nosotros y predecir los pensamientos, sentimientos y motivaciones de los demás", añade.
La investigación, realizada por científicos de la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex, muestra que los humanos son susceptibles al "contagio de temperatura".
El neuropsiquiatra Neil Harrison, que dirigió la investigación, sugiere que tales cambios fisiológicos inconscientes pueden ayudarnos a empatizar con los otros y vivir en comunidad. "Se cree que imitar a otra persona nos ayuda a crear un modelo interno de su estado fisiológico que podemos utilizar para comprender sus motivaciones y cómo se sienten", explica en la nota de prensa de la universidad.
"Los seres humanos son criaturas profundamente sociales y gran parte del éxito de los humanos es resultado de nuestra capacidad de trabajar juntos en comunidades complejas; esto sería difícil de hacer si no fuéramos capaces de empatizar rápidamente entre nosotros y predecir los pensamientos, sentimientos y motivaciones de los demás", añade.
Evolución de la temperatura del participante al ver un vídeo 'frío', junto con imágenes de un vídeo 'caliente', otro 'frío' y otro 'neutral'. Fuente: PLOS ONE.
Los vídeos
Para la investigación, que se ha publicado en la revista PLoS ONE, cada uno de los 36 participantes observó ocho videos de actores que metían sus manos en el agua, visiblemente caliente o fría.
Al mismo tiempo, se midió la temperatura de sus propias manos, que se quedaban significativamente más frías al ver los videos fríos. Sin embargo, los vídeos calientes no causaron un cambio.
Harrison explica: "Creemos que esto se debe probablemente a que los videos calientes eran menos potentes: las únicas señales de que el agua estaba caliente eran el vapor a principios de los vídeos y el color rosa de la mano del actor (mientras que en los vídeos fríos, se veían claramente bloques de hielo a lo largo de toda la duración de los mismos). También hay algunas evidencias que sugieren que las personas pueden ser más sensibles al frío de los demás que a su calor".
Harrison trabajó en el proyecto con sus colegas de Sussex Ella Cooper y Hugo Critchley, que es co-director del Centro Sackler de Ciencia sobre la Conciencia, y científicos de Cambridge, Londres y Alemania.
Para la investigación, que se ha publicado en la revista PLoS ONE, cada uno de los 36 participantes observó ocho videos de actores que metían sus manos en el agua, visiblemente caliente o fría.
Al mismo tiempo, se midió la temperatura de sus propias manos, que se quedaban significativamente más frías al ver los videos fríos. Sin embargo, los vídeos calientes no causaron un cambio.
Harrison explica: "Creemos que esto se debe probablemente a que los videos calientes eran menos potentes: las únicas señales de que el agua estaba caliente eran el vapor a principios de los vídeos y el color rosa de la mano del actor (mientras que en los vídeos fríos, se veían claramente bloques de hielo a lo largo de toda la duración de los mismos). También hay algunas evidencias que sugieren que las personas pueden ser más sensibles al frío de los demás que a su calor".
Harrison trabajó en el proyecto con sus colegas de Sussex Ella Cooper y Hugo Critchley, que es co-director del Centro Sackler de Ciencia sobre la Conciencia, y científicos de Cambridge, Londres y Alemania.
Referencia bibliográfica:
Ella A. Cooper, John Garlick, Eric Featherstone, Valerie Voon, Tania Singer, Hugo D. Critchley, Neil A. Harrison. You Turn Me Cold: Evidence for Temperature Contagion. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0116126.
Ella A. Cooper, John Garlick, Eric Featherstone, Valerie Voon, Tania Singer, Hugo D. Critchley, Neil A. Harrison. You Turn Me Cold: Evidence for Temperature Contagion. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0116126.