Por un lado, los periódicos nacionales e internacionales de todo el mundo relatan la vida de los afectados por el brote de ébola que más vidas se ha cobrado, desde que la enfermedad fuera descubierta en 1976, en la República Democráctica del Congo.
Por otro lado, expertos y epidemiólogos especializados en materias como enfermedades emergentes y reemergentes, tratan de buscar las causas de este brote, que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado ocho de agosto, a declarar la alerta sanitaria internacional por ébola en África Occidental.
Este virus con un índice de letalidad de entre un 70 y un 90% ha terminado con la vida de casi 4.877 personas, y ha infectado a más de 9.936, según un último comunicado emitido por la Organización de la Salud el pasado 22 de octubre.
Hace unos días, Nigeria y Senegal fueron declaradas libres de este virus, tras 42 días, el doble del tiempo de incubación máximo establecido a 21 días, sin que ninguna de las personas que podían haberse contagiado mostrara síntomas de la enfermedad. El país donde más casos se siguen concentrando es Liberia, seguido de Sierra Leona y Guinea Conakry.
Por su parte, España debe esperar como mínimo hasta el dos de diciembre para ser declarada totalmente libre de este virus, tras haber conocido el pasado 21 de octubre que la auxiliar de enfermería española Teresa Romero había superado la enfermedad, al confirmarse un segundo análisis PCR como negativo.
Factores de la emergencia del virus
El ocho de agosto de 2014, la Organización Mundial de la Salud decretó la alerta sanitaria por el brote actual de ébola en África Occidental. Se trata por lo tanto, de un virus emergente en una zona en la que esta enfermedad apenas se había manifestado antes. Entre los factores que se alegan para su aparición está la escasa estructura sanitaria de los países más afectados, como Liberia, Sierra Leona y Guinea-Conakry.
Sin embargo, también se tienen en cuenta otras razones antropogénicas como la deforestación y la construcción de carreteras y vías de comunicación hacia zonas remotas, que facilitan los contactos con la fauna selvática, principal reservorio del viru. Según un editorial de la revista The Lancet publicado el pasado agosto y recogido recientemente en un artículo publicado en el blog madri+d, las causas de la rápida expansión de este brote podrían estar en la fragilidad de los sistemas sanitarios de los países afectados y en segundo lugar, en la mejora de las carreteras.
El segundo aspecto que corresponde a la mejora de las infrastructuras está más desarrollado en un artículo publicado en la web de “Climate Action”, una organización que forma parte del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). En él se recogen las declaraciones del experto Jonathan Epstein, que trabaja para la organización EcoHealth Alliance.
Epstein asegura que, “la expansión del impacto humano realmente puede desencadenar brotes: la deforestación, la construcción de carreteras, la localización de explotaciones agrícolas y ganaderas en áreas que fueron antes densas masas forestales, todo ello incrementa las oportunidades para que los animales salvajes entren en contacto con el ganado y con los humanos”.
Enfermedades emergentes y globalización
La deslocalización de los virus debido sobre todo a las redes globales del transporte aéreo provoca que enfermedades ya casi erradicadas vuelvan a emerger con más fuerza, al hacerse más resistentes. Estos virus emergentes provienen de los animales y a estas enfermedades se las engloba en lo que se llama enfermedades antropozoonóticas, que se transmiten de los animales a los humanos.
Dos de las enfermedades emergentes más letales son dos coronavirus, el SARS y el MERS. El SARS de identificó por primera vez en el año 2002 en la provincia China de Guangdong, y en 2003 la OMS lo identificó cuando, en cuestión de meses, había causado la muerte de 800 personas y la infección de 8.000.
El otro coronavirus altamente letal es el MERS. Según unas declaraciones del especialista en coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología Luis Enjuanes para el diario El País, “este virus es especialmente peligroso porque hay gente que se infecta sin desarrollar síntomas, y estos son los que pueden extender el virus por todo el mundo”.
Casualmente, el reservorio natural de algunas de las enfermedades de ébola, SARS, MERS y Marburgo son los murciélagos y es que este mamífero muerde y vuela, por lo que hace mucho más sencillo “transmitir los agentes infecciosos”, tal y como explica Enjuanes.
Por otro lado, expertos y epidemiólogos especializados en materias como enfermedades emergentes y reemergentes, tratan de buscar las causas de este brote, que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado ocho de agosto, a declarar la alerta sanitaria internacional por ébola en África Occidental.
Este virus con un índice de letalidad de entre un 70 y un 90% ha terminado con la vida de casi 4.877 personas, y ha infectado a más de 9.936, según un último comunicado emitido por la Organización de la Salud el pasado 22 de octubre.
Hace unos días, Nigeria y Senegal fueron declaradas libres de este virus, tras 42 días, el doble del tiempo de incubación máximo establecido a 21 días, sin que ninguna de las personas que podían haberse contagiado mostrara síntomas de la enfermedad. El país donde más casos se siguen concentrando es Liberia, seguido de Sierra Leona y Guinea Conakry.
Por su parte, España debe esperar como mínimo hasta el dos de diciembre para ser declarada totalmente libre de este virus, tras haber conocido el pasado 21 de octubre que la auxiliar de enfermería española Teresa Romero había superado la enfermedad, al confirmarse un segundo análisis PCR como negativo.
Factores de la emergencia del virus
El ocho de agosto de 2014, la Organización Mundial de la Salud decretó la alerta sanitaria por el brote actual de ébola en África Occidental. Se trata por lo tanto, de un virus emergente en una zona en la que esta enfermedad apenas se había manifestado antes. Entre los factores que se alegan para su aparición está la escasa estructura sanitaria de los países más afectados, como Liberia, Sierra Leona y Guinea-Conakry.
Sin embargo, también se tienen en cuenta otras razones antropogénicas como la deforestación y la construcción de carreteras y vías de comunicación hacia zonas remotas, que facilitan los contactos con la fauna selvática, principal reservorio del viru. Según un editorial de la revista The Lancet publicado el pasado agosto y recogido recientemente en un artículo publicado en el blog madri+d, las causas de la rápida expansión de este brote podrían estar en la fragilidad de los sistemas sanitarios de los países afectados y en segundo lugar, en la mejora de las carreteras.
El segundo aspecto que corresponde a la mejora de las infrastructuras está más desarrollado en un artículo publicado en la web de “Climate Action”, una organización que forma parte del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). En él se recogen las declaraciones del experto Jonathan Epstein, que trabaja para la organización EcoHealth Alliance.
Epstein asegura que, “la expansión del impacto humano realmente puede desencadenar brotes: la deforestación, la construcción de carreteras, la localización de explotaciones agrícolas y ganaderas en áreas que fueron antes densas masas forestales, todo ello incrementa las oportunidades para que los animales salvajes entren en contacto con el ganado y con los humanos”.
Enfermedades emergentes y globalización
La deslocalización de los virus debido sobre todo a las redes globales del transporte aéreo provoca que enfermedades ya casi erradicadas vuelvan a emerger con más fuerza, al hacerse más resistentes. Estos virus emergentes provienen de los animales y a estas enfermedades se las engloba en lo que se llama enfermedades antropozoonóticas, que se transmiten de los animales a los humanos.
Dos de las enfermedades emergentes más letales son dos coronavirus, el SARS y el MERS. El SARS de identificó por primera vez en el año 2002 en la provincia China de Guangdong, y en 2003 la OMS lo identificó cuando, en cuestión de meses, había causado la muerte de 800 personas y la infección de 8.000.
El otro coronavirus altamente letal es el MERS. Según unas declaraciones del especialista en coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología Luis Enjuanes para el diario El País, “este virus es especialmente peligroso porque hay gente que se infecta sin desarrollar síntomas, y estos son los que pueden extender el virus por todo el mundo”.
Casualmente, el reservorio natural de algunas de las enfermedades de ébola, SARS, MERS y Marburgo son los murciélagos y es que este mamífero muerde y vuela, por lo que hace mucho más sencillo “transmitir los agentes infecciosos”, tal y como explica Enjuanes.
El virus de Marburgo, el más letal
Según un ranking establecido por el servicio de Radiodifusión internacional de Alemania Deutsche Welle, el virus más peligroso que puede infectar a un humano es el de Marburgo, con una tasa de mortalidad del 80%.
La enfermedad, para la que no hay ni vacuna ni tratamiento específico, fue detectada en 1967 en la ciudad alemana de Marburgo -de ahí su nombre- por técnicos de laboratorio que resultaron infectados cuando investigaban a monos traídos de Uganda.
Y, aunque actualmente el mundo se centra en la alerta sanitaria que está causando el ébola, no hay que obviar el hecho de que el pasado seis de octubre murió un hombre en Uganda a causa de la fiebre de Marburgo , y al menos tuvo contacto con 80 personas que están en observación, según informaciones del Ministerio de Salud ugandés.
De momento, el peor brote reciente que se conoce de la fiebre de Marburgo tuvo lugar en Angola en el año 2005, en la provincia norteña de Uige, en donde murieron 346, de 411 infectadas.
Otro de los virus emergentes para el cual no existe cura y que infecta cada año a una media de entre 50 y 100 millones de personas en destinos turísticos como Tailandia, India o Brasil es el dengue. Este virus se propaga a través de un mosquito y, en la actualidad, alrededor de 2.000 millones de personas viven en zonas vulnerables a este patógeno.
Síntomas y tratamiento del ébola
La sintomatología del ébola comienza con fiebre, dolores musculares, debilidad, dolor de cabeza y garganta. Poco a poco aparecen otros síntomas como son los vómitos, la diarrea y graves alteraciones en el hígado y el riñón. En algunos casos, hay sangrado interno y externo, y finalmente un fallo masivo multiorgánico produce la muerte de hasta el 70-90% de los infectados.
De momento no existe tratamiento ni vacunas probadas y las medidas que se toman son de soporte vital y de prevención del avance de la enfermedad. Estas medidas no se pueden quedar solamente en el infectado sino que es importante incluir al área geográfica afectada y a los alrededores, dado el alto porcentaje de transmisión de la enfermedad de individuo a individuo.
Ahora mismo, todos los esfuerzos de la comunidad internacional se centran en desarrollar una vacuna efectiva que tiene previsto estar para comienzos del 2015, y todos los centros de vigilancia epidemiológica luchan actualmente para que el virus no se propague a otros países africanos.
Nivel de bioseguridad 4
Aunque España tiene una importante Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) desde el año 2009, esta infraestructura de naturaleza científico-técnica no cuenta con ningún laboratorio de bioseguridad máxima o de nivel 4 en que trabajar con los patógenos que causan enfermedades serias en humanos o animales, y que se transmiten fácilmente de un individuo a otro como el ébola.
Otros virus que deben estudiarse en situación controlada de bioseguridad nivel 4 son la fiebre de Marburgo, y otros de los grupos Arenavirus, Bunyavirus y Paramyxovirus.
En Europa, hay nueve laboratorios de alerta biológica nivel 4 reconocidos oficialmente y otros cuatro en construcción, que trabajan de manera coordinada, para luchar contra las enfermedades altamente infecciosas y para controlar los posibles brotes.
En un artículo publicado en la revista Plos Pathogens se sugirió incluso la necesidad de un laboratorio de alta bioseguridad móvil, que pudiera emplearse en condiciones de emergencia ante un brote infeccioso causado por este tipo de virus u otros patógenos desconocidos. Por eso, la coordinación de los laboratorios de alta seguridad biológica en Europa y a escala mundial es una tarea prioritaria como estamos comprobando actualmente.
Según un ranking establecido por el servicio de Radiodifusión internacional de Alemania Deutsche Welle, el virus más peligroso que puede infectar a un humano es el de Marburgo, con una tasa de mortalidad del 80%.
La enfermedad, para la que no hay ni vacuna ni tratamiento específico, fue detectada en 1967 en la ciudad alemana de Marburgo -de ahí su nombre- por técnicos de laboratorio que resultaron infectados cuando investigaban a monos traídos de Uganda.
Y, aunque actualmente el mundo se centra en la alerta sanitaria que está causando el ébola, no hay que obviar el hecho de que el pasado seis de octubre murió un hombre en Uganda a causa de la fiebre de Marburgo , y al menos tuvo contacto con 80 personas que están en observación, según informaciones del Ministerio de Salud ugandés.
De momento, el peor brote reciente que se conoce de la fiebre de Marburgo tuvo lugar en Angola en el año 2005, en la provincia norteña de Uige, en donde murieron 346, de 411 infectadas.
Otro de los virus emergentes para el cual no existe cura y que infecta cada año a una media de entre 50 y 100 millones de personas en destinos turísticos como Tailandia, India o Brasil es el dengue. Este virus se propaga a través de un mosquito y, en la actualidad, alrededor de 2.000 millones de personas viven en zonas vulnerables a este patógeno.
Síntomas y tratamiento del ébola
La sintomatología del ébola comienza con fiebre, dolores musculares, debilidad, dolor de cabeza y garganta. Poco a poco aparecen otros síntomas como son los vómitos, la diarrea y graves alteraciones en el hígado y el riñón. En algunos casos, hay sangrado interno y externo, y finalmente un fallo masivo multiorgánico produce la muerte de hasta el 70-90% de los infectados.
De momento no existe tratamiento ni vacunas probadas y las medidas que se toman son de soporte vital y de prevención del avance de la enfermedad. Estas medidas no se pueden quedar solamente en el infectado sino que es importante incluir al área geográfica afectada y a los alrededores, dado el alto porcentaje de transmisión de la enfermedad de individuo a individuo.
Ahora mismo, todos los esfuerzos de la comunidad internacional se centran en desarrollar una vacuna efectiva que tiene previsto estar para comienzos del 2015, y todos los centros de vigilancia epidemiológica luchan actualmente para que el virus no se propague a otros países africanos.
Nivel de bioseguridad 4
Aunque España tiene una importante Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) desde el año 2009, esta infraestructura de naturaleza científico-técnica no cuenta con ningún laboratorio de bioseguridad máxima o de nivel 4 en que trabajar con los patógenos que causan enfermedades serias en humanos o animales, y que se transmiten fácilmente de un individuo a otro como el ébola.
Otros virus que deben estudiarse en situación controlada de bioseguridad nivel 4 son la fiebre de Marburgo, y otros de los grupos Arenavirus, Bunyavirus y Paramyxovirus.
En Europa, hay nueve laboratorios de alerta biológica nivel 4 reconocidos oficialmente y otros cuatro en construcción, que trabajan de manera coordinada, para luchar contra las enfermedades altamente infecciosas y para controlar los posibles brotes.
En un artículo publicado en la revista Plos Pathogens se sugirió incluso la necesidad de un laboratorio de alta bioseguridad móvil, que pudiera emplearse en condiciones de emergencia ante un brote infeccioso causado por este tipo de virus u otros patógenos desconocidos. Por eso, la coordinación de los laboratorios de alta seguridad biológica en Europa y a escala mundial es una tarea prioritaria como estamos comprobando actualmente.