Cada uno de los productos de comercio justo tienen una historia detrás. Desde las manos de los productores, que los han elaborado a las importadoras que han hecho todo lo necesario para coordinar su producción y distribución, hasta llegar a los puntos de venta donde las manos de los consumidores recogen el producto. Así se cierra y se vuelve a abrir el circuito.
El comercio justo como concepto
La definición de "comercio justo" internacionalmente consensuada es la recogida por la Organización Mundial del Comercio Justo, (WFTO) que dice así: “El comercio justo es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur”.
Para el presidente de la ONG Azacán, Jesús Gómez Pérez, este tipo de comercio encuentra su mejor definición en las palabras de un directivo de OXFAM Intermón : es aquel comercio "que pone por delante a las personas" o, lo que es lo mismo, según Gómez, el comercio que "introduce la ética, que genera realmente un desarrollo real para todos los participantes, desde el punto de vista de la reducción del número de intermediarios; así como una mejora en las relaciones y condiciones basadas en la igualdad y en la dignidad de todos los implicados".
Actores implicados en el proceso
El proceso del comercio justo consta sobre todo de los siguientes elementos: los productores, las cadenas cooperativas, ONGs o empresas, las tiendas de comercio justo y por último los consumidores.
La cadena se abre en las comunidades más desfavorecidas, especialmente en los países del sur, donde los productores se coordinan en diferentes organizaciones como cooperativas, grupos de mujeres o asociaciones, para conseguir unas condiciones laborales dignas y justas.
Estos grupos se dedican sobre todo a los productos alimenticios que son los que más se comercializan, como son: el café, el té, el cacao, el azúcar, los plátanos y las especias. Aunque también se elaboran productos artesanos como: ropa, cerámica, bisutería y juguetes.
El siguiente eslabón en la cadena son las cooperativas, ONGs o empresas que compran los productos y los distribuyen a tiendas de Comercio Justo o al comercio convencional. Los productores reciben por adelantado el precio establecido de común acuerdo. El siguiente paso tiene que ver con las tiendas de comercio justo que hacen llegar los precios al consumidor. Además, muchas tiendas, ONGs y asociaciones realizan una labor de sensibilización y divulgación sobre los principios de este modelo de economía alternativa.
En el último lugar está el consumidor, que es el encargado de cerrar esta cadena. Su poder de compra contribuye no sólo a mejorar las condiciones de vida de los productores, sino también a ejercer un consumo responsable en el que, además de valorarse los productos en sí, se tienen en cuenta las condiciones sociales y ecológicas en las que han sido fabricados.
Para el presidente de la ONG Azacán los mejores canales para sensibilizar a la población sobre el comercio justo es el "boca a boca": "no hay nada como poner en un brete a la gente y contarles exactamente qué pretendemos con el comercio justo y qué consecuencias tiene para el comercio transnacional". Sin embargo, "no es lo mismo que venga de un desconocido que de alguien famoso, importante o de alguien de confianza", añade.
El comercio justo como concepto
La definición de "comercio justo" internacionalmente consensuada es la recogida por la Organización Mundial del Comercio Justo, (WFTO) que dice así: “El comercio justo es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur”.
Para el presidente de la ONG Azacán, Jesús Gómez Pérez, este tipo de comercio encuentra su mejor definición en las palabras de un directivo de OXFAM Intermón : es aquel comercio "que pone por delante a las personas" o, lo que es lo mismo, según Gómez, el comercio que "introduce la ética, que genera realmente un desarrollo real para todos los participantes, desde el punto de vista de la reducción del número de intermediarios; así como una mejora en las relaciones y condiciones basadas en la igualdad y en la dignidad de todos los implicados".
Actores implicados en el proceso
El proceso del comercio justo consta sobre todo de los siguientes elementos: los productores, las cadenas cooperativas, ONGs o empresas, las tiendas de comercio justo y por último los consumidores.
La cadena se abre en las comunidades más desfavorecidas, especialmente en los países del sur, donde los productores se coordinan en diferentes organizaciones como cooperativas, grupos de mujeres o asociaciones, para conseguir unas condiciones laborales dignas y justas.
Estos grupos se dedican sobre todo a los productos alimenticios que son los que más se comercializan, como son: el café, el té, el cacao, el azúcar, los plátanos y las especias. Aunque también se elaboran productos artesanos como: ropa, cerámica, bisutería y juguetes.
El siguiente eslabón en la cadena son las cooperativas, ONGs o empresas que compran los productos y los distribuyen a tiendas de Comercio Justo o al comercio convencional. Los productores reciben por adelantado el precio establecido de común acuerdo. El siguiente paso tiene que ver con las tiendas de comercio justo que hacen llegar los precios al consumidor. Además, muchas tiendas, ONGs y asociaciones realizan una labor de sensibilización y divulgación sobre los principios de este modelo de economía alternativa.
En el último lugar está el consumidor, que es el encargado de cerrar esta cadena. Su poder de compra contribuye no sólo a mejorar las condiciones de vida de los productores, sino también a ejercer un consumo responsable en el que, además de valorarse los productos en sí, se tienen en cuenta las condiciones sociales y ecológicas en las que han sido fabricados.
Para el presidente de la ONG Azacán los mejores canales para sensibilizar a la población sobre el comercio justo es el "boca a boca": "no hay nada como poner en un brete a la gente y contarles exactamente qué pretendemos con el comercio justo y qué consecuencias tiene para el comercio transnacional". Sin embargo, "no es lo mismo que venga de un desconocido que de alguien famoso, importante o de alguien de confianza", añade.
Evolución de las ventas en España
Según los datos aportados por informe El Comercio Justo en España 2012. Alianzas en movimiento. En España las ventas de comercio justo se han cuadruplicado entre 2000 y 2012, pasando de ser de siete millones de euros a alcanzar los 28,3 millones. Esto se traduce en que de media un ciudadano español gastó 60,4 céntimos de euro en el año 2012 en adquirir productos de comercio justo.
Si comparamos con el resto de Europa, el consumidor medio se gasta en torno a cinco euros en este tipo de productos. Sin embargo, hay países que superan estos datos como por ejemplo, Suecia con 15 euros al año, Reino Unido 28 euros o Suiza que con 29 euros de media, se sitúa a la cabeza.
Para concretar en el caso de España, el 88,8% de productos de comercio justo vendidos en 2012 correspondieron a alimentos, siendo así la venta de estos productos diez veces superior a la de 2000. Los productos que conforman ese porcentaje son sobre todo el café (40,4%) y los dulces (43,2%, donde se incluyen productos con cacao y azúcar, así como zumos, miel o galletas). Le siguen la artesanía con un 9,1% que tiene prevista de nuevo una caída de sus ventas, y en tercer lugar están los artículos de cosmética o muebles que representan el 2,2%, ambos datos pertenecen al balance del 2012.
Posiciones de la sociedad ante el consumo
Otro de los datos que muestra el informe El Comercio Justo en España 2012. Alianzas en movimiento son los cuatro tipos de posiciones básicas en torno al consumo en nuestra sociedad.
1. El consumo liberal: funciona bajo la premisa de que los criterios de rentabilidad priman sobre los valores sociales y ecológicos porque lo que cuenta son las "imágenes de marca": valen las que nos convencen/seducen (garantía de las marcas).
2. El consumo normado: se centra en que los buenos hábitos de compra son los sugeridos por expertos e instituciones. Así se aceptan todos los tipos de establecimientos comerciales, mientras sean regulados por las autoridades.
3. Consumo tradicional: esta posición se basa en una confianza primordial en la comunidad de origen, que incluye tanto los productores del lugar como las formas de comercio tradicionales. La garantía a la hora de comprar deriva de los lazos de proximidad y del conocimiento personal.
4. Consumo responsable: el núcleo fuerte de esta posición es la coherencia social y ecológica de los consumidores. Se insiste en hacer frente al consumismo mediante la austeridad y la recuperación y el tratamiento de residuos; introducir hábitos de consumo saludables, ecológicos y socialmente justos en todos los ámbitos de la vida.
Jesús Gómez Pérez señala que el perfil de personas que más demandan los productos de comercio justo es el siguiente: un nivel de estudios y de ingresos bajos, mediana edad. El experto añade que los productos que más acogida tienen son: el café, el azúcar y, en este momento, algunos tipos de cereales, como la quínoa.
Según los datos aportados por informe El Comercio Justo en España 2012. Alianzas en movimiento. En España las ventas de comercio justo se han cuadruplicado entre 2000 y 2012, pasando de ser de siete millones de euros a alcanzar los 28,3 millones. Esto se traduce en que de media un ciudadano español gastó 60,4 céntimos de euro en el año 2012 en adquirir productos de comercio justo.
Si comparamos con el resto de Europa, el consumidor medio se gasta en torno a cinco euros en este tipo de productos. Sin embargo, hay países que superan estos datos como por ejemplo, Suecia con 15 euros al año, Reino Unido 28 euros o Suiza que con 29 euros de media, se sitúa a la cabeza.
Para concretar en el caso de España, el 88,8% de productos de comercio justo vendidos en 2012 correspondieron a alimentos, siendo así la venta de estos productos diez veces superior a la de 2000. Los productos que conforman ese porcentaje son sobre todo el café (40,4%) y los dulces (43,2%, donde se incluyen productos con cacao y azúcar, así como zumos, miel o galletas). Le siguen la artesanía con un 9,1% que tiene prevista de nuevo una caída de sus ventas, y en tercer lugar están los artículos de cosmética o muebles que representan el 2,2%, ambos datos pertenecen al balance del 2012.
Posiciones de la sociedad ante el consumo
Otro de los datos que muestra el informe El Comercio Justo en España 2012. Alianzas en movimiento son los cuatro tipos de posiciones básicas en torno al consumo en nuestra sociedad.
1. El consumo liberal: funciona bajo la premisa de que los criterios de rentabilidad priman sobre los valores sociales y ecológicos porque lo que cuenta son las "imágenes de marca": valen las que nos convencen/seducen (garantía de las marcas).
2. El consumo normado: se centra en que los buenos hábitos de compra son los sugeridos por expertos e instituciones. Así se aceptan todos los tipos de establecimientos comerciales, mientras sean regulados por las autoridades.
3. Consumo tradicional: esta posición se basa en una confianza primordial en la comunidad de origen, que incluye tanto los productores del lugar como las formas de comercio tradicionales. La garantía a la hora de comprar deriva de los lazos de proximidad y del conocimiento personal.
4. Consumo responsable: el núcleo fuerte de esta posición es la coherencia social y ecológica de los consumidores. Se insiste en hacer frente al consumismo mediante la austeridad y la recuperación y el tratamiento de residuos; introducir hábitos de consumo saludables, ecológicos y socialmente justos en todos los ámbitos de la vida.
Jesús Gómez Pérez señala que el perfil de personas que más demandan los productos de comercio justo es el siguiente: un nivel de estudios y de ingresos bajos, mediana edad. El experto añade que los productos que más acogida tienen son: el café, el azúcar y, en este momento, algunos tipos de cereales, como la quínoa.
La paradoja de las transnacionales
Aunque el nivel de concienciación de la población ha aumentado y se estén buscando alternativas para salir de la crisis económica, el comercio justo tradicional ha descendido considerablemente, entre otras razones, por el número de tiendas de comercio justo que han tenido que cerrar.
Por el contrario, el comercio justo tipo FLO, que se practica en las grandes superficies y supermercados, ha aumentado en los últimos tiempos.
Por otro lado, la población sigue apoyando los modelos de las transnacionales, según explica Jesús Gómez Pérez: "porque es un consumo realmente cómodo y, además, porque la presión publicitaria es mucho más recurrente que la de otro tipo de productos que ofrecen las economías alternativas, ya sea de comercio justo, ecológico o de economía local".
Sin embargo, "en realidad los productos de las transnacionales salen caros porque tienen una calidad muy baja, lo que deriva en problemas de salud que hay que paliar con la ingesta de medicamentos, además de otros problemas derivados de la explotación ambiental y de la contaminación... Aunque parezca que el comercio transnacional es más barato para nuestro bolsillo, en la práctica es bastante más caro", concluye Gómez.
Aunque el nivel de concienciación de la población ha aumentado y se estén buscando alternativas para salir de la crisis económica, el comercio justo tradicional ha descendido considerablemente, entre otras razones, por el número de tiendas de comercio justo que han tenido que cerrar.
Por el contrario, el comercio justo tipo FLO, que se practica en las grandes superficies y supermercados, ha aumentado en los últimos tiempos.
Por otro lado, la población sigue apoyando los modelos de las transnacionales, según explica Jesús Gómez Pérez: "porque es un consumo realmente cómodo y, además, porque la presión publicitaria es mucho más recurrente que la de otro tipo de productos que ofrecen las economías alternativas, ya sea de comercio justo, ecológico o de economía local".
Sin embargo, "en realidad los productos de las transnacionales salen caros porque tienen una calidad muy baja, lo que deriva en problemas de salud que hay que paliar con la ingesta de medicamentos, además de otros problemas derivados de la explotación ambiental y de la contaminación... Aunque parezca que el comercio transnacional es más barato para nuestro bolsillo, en la práctica es bastante más caro", concluye Gómez.