Evolución gráfica del cerebro adolescente hacia el cerebro adulto. En azul se ven las zonas que se refuerzan con la madurez y en rojo las regiones que manifiestan habilidades más avanzadas. Frantisek Vasa. Universidad de Cambridge.
La adolescencia (10 a 19 años) es una etapa de la vida caracterizada por múltiples cambios físicos, emocionales y sociales.
No se sabe muy bien cómo, aumenta las habilidades sociales y cognitivas de los adolescentes que le permiten una mayor independencia personal, pero al mismo tiempo la adeolescencia supone un mayor riesgo de enfermedad mental.
Siempre se ha supuesto que estos cambios tan importantes en la vida de una persona tienen un sustrato cerebral, pero hasta ahora no ha quedado claro cómo madura exactamente el cerebro humano a medida que las personas pasan de ser niños a convertirse en adultos jóvenes.
Un equipo de la Universidad de Cambridge y del University College de Londres (UCL) ha publicado un importante estudio que ayuda a comprender más claramente el desarrollo del cerebro adolescente.
Nuevas conexiones neuronales
Este equipo ha descubierto que la adquisición de nuevas habilidades durante la adolescencia depende de la formación activa y disruptiva de nuevas conexiones neuronales entre diferentes regiones del cerebro: 330 regiones corticales y 16 regiones subcorticales.
Estas redes neuronales que se forman en la adolescencia se activan por primera vez para ofrecer nuevas habilidades sociales y de otro tipo que son propias de personas más maduras.
Para llegar a este descubrimiento, la investigación reunió imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) sobre la actividad cerebral de 298 jóvenes sanos, con edades comprendidas entre los 14 y los 25 años.
La actividad cerebral de cada uno de estos jóvenes se observó entre una y tres ocasiones, mediando entre cada seguimiento entre 6 meses y un año.
Cada vez que su cerebro era observado, los jóvenes permanecían acostados y en silencio con la finalidad de dejar en reposo la actividad cerebral: de esta forma, los investigadores pudieron determinar los diferentes patrones de actividad cerebral que se desarrollan durante la adolescencia.
Patrones neuronales
Lo primero que apreciaron los investigadores es que durante la adolescencia efectivamente se modifican los patrones neuronales vigentes durante la infancia.
Un primer patrón tiene que ver con la visión, el movimiento y otras facultades cotidianas: las conexiones neuronales relacionadas con estas actividades no solo están muy tonificadas durante la infancia, sino que también se refuerzan a medida que el adolescente va cumpliendo años.
Esta primera observación manifiesta un cambio conservador y demuestra que las conexiones neuronales que de por sí son abundantes en la adolescencia, se enriquecen todavía más en la medida en que el adolescente se va acercando a la edad adulta.
Una segunda observación resultó aún más significativa: las regiones del cerebro que son importantes para las habilidades sociales más avanzadas, como imaginar cómo piensa o siente otra persona, manifiesta un patrón de cambio muy diferente.
Las conexiones relacionadas con estas facultades son débiles en la infancia, pero se fortalecen en la medida en que el adolescente va madurando. Al mismo tiempo, conexiones neuronales que eran fuertes, como las relacionadas con comportamientos infantiles, se debilitan con la madurez.
El resultado de todo este proceso natural es una persona renovada que ha potenciado su capacidad de relaciones sociales y ha abandonado comportamientos y preferencias más propios de la infancia.
Los investigadores comprobaron asimismo que las redes neuronales desarrolladas durante la adolescencia provocaban incluso cambios en el metabolismo de los jóvenes, orientados a potenciar el consumo de energía necesario para la nueva realidad biológica de la adolescencia.
Eso significa que la adquisición de habilidades más propias de la edad adulta que de la adolescencia necesita conexiones disruptivas que generan nuevas redes neuronales: se alinean con otras funciones corporales para ofrecer comportamientos y recursos propios de la madurez.
No se sabe muy bien cómo, aumenta las habilidades sociales y cognitivas de los adolescentes que le permiten una mayor independencia personal, pero al mismo tiempo la adeolescencia supone un mayor riesgo de enfermedad mental.
Siempre se ha supuesto que estos cambios tan importantes en la vida de una persona tienen un sustrato cerebral, pero hasta ahora no ha quedado claro cómo madura exactamente el cerebro humano a medida que las personas pasan de ser niños a convertirse en adultos jóvenes.
Un equipo de la Universidad de Cambridge y del University College de Londres (UCL) ha publicado un importante estudio que ayuda a comprender más claramente el desarrollo del cerebro adolescente.
Nuevas conexiones neuronales
Este equipo ha descubierto que la adquisición de nuevas habilidades durante la adolescencia depende de la formación activa y disruptiva de nuevas conexiones neuronales entre diferentes regiones del cerebro: 330 regiones corticales y 16 regiones subcorticales.
Estas redes neuronales que se forman en la adolescencia se activan por primera vez para ofrecer nuevas habilidades sociales y de otro tipo que son propias de personas más maduras.
Para llegar a este descubrimiento, la investigación reunió imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) sobre la actividad cerebral de 298 jóvenes sanos, con edades comprendidas entre los 14 y los 25 años.
La actividad cerebral de cada uno de estos jóvenes se observó entre una y tres ocasiones, mediando entre cada seguimiento entre 6 meses y un año.
Cada vez que su cerebro era observado, los jóvenes permanecían acostados y en silencio con la finalidad de dejar en reposo la actividad cerebral: de esta forma, los investigadores pudieron determinar los diferentes patrones de actividad cerebral que se desarrollan durante la adolescencia.
Patrones neuronales
Lo primero que apreciaron los investigadores es que durante la adolescencia efectivamente se modifican los patrones neuronales vigentes durante la infancia.
Un primer patrón tiene que ver con la visión, el movimiento y otras facultades cotidianas: las conexiones neuronales relacionadas con estas actividades no solo están muy tonificadas durante la infancia, sino que también se refuerzan a medida que el adolescente va cumpliendo años.
Esta primera observación manifiesta un cambio conservador y demuestra que las conexiones neuronales que de por sí son abundantes en la adolescencia, se enriquecen todavía más en la medida en que el adolescente se va acercando a la edad adulta.
Una segunda observación resultó aún más significativa: las regiones del cerebro que son importantes para las habilidades sociales más avanzadas, como imaginar cómo piensa o siente otra persona, manifiesta un patrón de cambio muy diferente.
Las conexiones relacionadas con estas facultades son débiles en la infancia, pero se fortalecen en la medida en que el adolescente va madurando. Al mismo tiempo, conexiones neuronales que eran fuertes, como las relacionadas con comportamientos infantiles, se debilitan con la madurez.
El resultado de todo este proceso natural es una persona renovada que ha potenciado su capacidad de relaciones sociales y ha abandonado comportamientos y preferencias más propios de la infancia.
Los investigadores comprobaron asimismo que las redes neuronales desarrolladas durante la adolescencia provocaban incluso cambios en el metabolismo de los jóvenes, orientados a potenciar el consumo de energía necesario para la nueva realidad biológica de la adolescencia.
Eso significa que la adquisición de habilidades más propias de la edad adulta que de la adolescencia necesita conexiones disruptivas que generan nuevas redes neuronales: se alinean con otras funciones corporales para ofrecer comportamientos y recursos propios de la madurez.
Trastornos mentales prematuros
Otra consecuencia importante de este estudio se refiere a la presencia de trastornos mentales en la adolescencia: según la OMS, entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales que no se diagnostican ni se tratan adecuadamente.
Los autores de la investigación sobre el cerebro adolescente destacan que no se sabe bien por qué la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales se manifiestan por primera vez en la adolescencia.
Añaden que el descubrimiento de las redes neuronales que se activan en el momento del desarrollo cerebral del adolescente puede conducir a una mejor comprensión de las causas que provocan los trastornos mentales en esas edades críticas de la vida.
Otra consecuencia importante de este estudio se refiere a la presencia de trastornos mentales en la adolescencia: según la OMS, entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales que no se diagnostican ni se tratan adecuadamente.
Los autores de la investigación sobre el cerebro adolescente destacan que no se sabe bien por qué la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales se manifiestan por primera vez en la adolescencia.
Añaden que el descubrimiento de las redes neuronales que se activan en el momento del desarrollo cerebral del adolescente puede conducir a una mejor comprensión de las causas que provocan los trastornos mentales en esas edades críticas de la vida.
Referencia
Conservative and disruptive modes of adolescent change in human brain functional connectivity. František Váša et al. PNAS, January 28, 2020. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1906144117
Conservative and disruptive modes of adolescent change in human brain functional connectivity. František Váša et al. PNAS, January 28, 2020. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1906144117