Si usted quiere que su hijo diga la verdad, lo mejor es no amenazar con castigarlos si mienten. Eso es lo que investigadores de la Universidad McGill (Montreal, Canadá) han descubierto a través de un sencillo experimento simple con 372 niños de entre 4 y 8 años.
Los investigadores, dirigidos por Victoria Talwar, del Departamento de Educación y Apoyo Psicológico de McGill, dejaron a cada niño solo en una habitación durante un minuto con un juguete detrás de ellos en una mesa, tras decirles que no lo miraran durante su ausencia.
Mientras estaban fuera de la habitación, una cámara de vídeo oculta filmó lo que pasaba. Cuando los investigadores regresaron, le hicieron al niño una pregunta sencilla: "Cuando me fui, ¿te diste la vuelta y miraste el juguete?". Lo que los investigadores descubrieron, informa McGill en una nota de prensa, fue lo siguiente:
-Un poco más de dos tercios de los niños miraron el juguete (el 67,5%, 251 niños de los 372 que participaron en el experimento). Por cada aumento de un mes en edad, los niños eran algo menos propensos a mirar.
-Cuando se preguntó a los niños si habían o no mirado, de nuevo cerca de dos tercios de estos, 251 mintieron (167 niños, o el 66,5%), y cuanto mayores eran, más propensos fueron a decir mentiras y más expertos en mantener sus mentiras.
Los investigadores, dirigidos por Victoria Talwar, del Departamento de Educación y Apoyo Psicológico de McGill, dejaron a cada niño solo en una habitación durante un minuto con un juguete detrás de ellos en una mesa, tras decirles que no lo miraran durante su ausencia.
Mientras estaban fuera de la habitación, una cámara de vídeo oculta filmó lo que pasaba. Cuando los investigadores regresaron, le hicieron al niño una pregunta sencilla: "Cuando me fui, ¿te diste la vuelta y miraste el juguete?". Lo que los investigadores descubrieron, informa McGill en una nota de prensa, fue lo siguiente:
-Un poco más de dos tercios de los niños miraron el juguete (el 67,5%, 251 niños de los 372 que participaron en el experimento). Por cada aumento de un mes en edad, los niños eran algo menos propensos a mirar.
-Cuando se preguntó a los niños si habían o no mirado, de nuevo cerca de dos tercios de estos, 251 mintieron (167 niños, o el 66,5%), y cuanto mayores eran, más propensos fueron a decir mentiras y más expertos en mantener sus mentiras.
El miedo hace mentir
Pero lo más interesante para los investigadores fue que:
-Los niños fueron menos propensos a decir la verdad si tenían miedo de ser castigados que si se les pedía que dijeran la verdad, ya fuera porque complacería a los adultos o porque era lo correcto y haría que el niño se sintiera bien.
-Los investigadores observaron, como esperaban, que mientras que los niños más pequeños estaban más centrados en decir la verdad para complacer a los adultos, los niños mayores tenían normas de comportamiento más interiorizadas que les hacían decir la verdad porque era lo correcto.
"La conclusión es que el castigo no promueve la búsqueda de la verdad", explica Victoria Talwar, investigadora principal del estudio. "De hecho, la amenaza de la pena puede tener el efecto contrario al reducir la probabilidad de que los niños digan la verdad cuando se les anima a hacerlo. Esta información es útil para todos los padres de niños pequeños y para profesionales como los maestros, que trabajan con ellos y quieren estimular a los niños a que sean sinceros".
Pero lo más interesante para los investigadores fue que:
-Los niños fueron menos propensos a decir la verdad si tenían miedo de ser castigados que si se les pedía que dijeran la verdad, ya fuera porque complacería a los adultos o porque era lo correcto y haría que el niño se sintiera bien.
-Los investigadores observaron, como esperaban, que mientras que los niños más pequeños estaban más centrados en decir la verdad para complacer a los adultos, los niños mayores tenían normas de comportamiento más interiorizadas que les hacían decir la verdad porque era lo correcto.
"La conclusión es que el castigo no promueve la búsqueda de la verdad", explica Victoria Talwar, investigadora principal del estudio. "De hecho, la amenaza de la pena puede tener el efecto contrario al reducir la probabilidad de que los niños digan la verdad cuando se les anima a hacerlo. Esta información es útil para todos los padres de niños pequeños y para profesionales como los maestros, que trabajan con ellos y quieren estimular a los niños a que sean sinceros".
Referencia bibliográfica:
Victoria Talwar, Cindy Arruda, Sarah Yachison: The effects of punishment and appeals for honesty on children’s truth-telling behavior. Journal of Experimental Child Psychology (2015). DOI: 10.1016/j.jecp.2014.09.011.
Victoria Talwar, Cindy Arruda, Sarah Yachison: The effects of punishment and appeals for honesty on children’s truth-telling behavior. Journal of Experimental Child Psychology (2015). DOI: 10.1016/j.jecp.2014.09.011.