Cianobacteria. Fuente: Wikimedia Commons.
Las cianobacterias están entre los seres vivos más primitivos, con más de 3.500 millones de años de antigüedad.
Estos microorganismos acuáticos contribuyeron a oxigenar la atmósfera, pero ahora sus poblaciones aumentan sin parar. El calentamiento global parece estar detrás de este incremento, así como el de las toxinas que producen algunas de ellas.
“Las cianobacterias son amantes de las aguas calientes, por lo que un aumento de la temperatura a lo largo de este siglo puede favorecer su crecimiento, en especial el de las variedades citotóxicas, que incluso podrían producir más toxinas y hacerse más nocivas”, señala Rehab El-Shehawy, investigadora de la Fundación IMDEA Agua y coautora de un estudio publicado en la revista Water Research.
Su equipo analiza cómo se fabrican y utilizan estas toxinas para estar preparados ante el aumento de cianobacterias.
Los afloramientos de estos microorganismos en lagos, embalses y ríos de todo el mundo, así como en estuarios y mares, como el Báltico, es un fenómeno cada vez más frecuente.
Según los expertos, esto representa un problema económico –en la navegación o el turismo, por ejemplo–, y medioambiental.
En España, se ha confirmado la relación entre las proliferaciones de cianobacterias tóxicas en las marismas de Doñana con mortandades de fauna salvaje ocurridas en este espacio natural, aunque lo que más preocupa son sus efectos en la salud humana.
Estos microorganismos acuáticos contribuyeron a oxigenar la atmósfera, pero ahora sus poblaciones aumentan sin parar. El calentamiento global parece estar detrás de este incremento, así como el de las toxinas que producen algunas de ellas.
“Las cianobacterias son amantes de las aguas calientes, por lo que un aumento de la temperatura a lo largo de este siglo puede favorecer su crecimiento, en especial el de las variedades citotóxicas, que incluso podrían producir más toxinas y hacerse más nocivas”, señala Rehab El-Shehawy, investigadora de la Fundación IMDEA Agua y coautora de un estudio publicado en la revista Water Research.
Su equipo analiza cómo se fabrican y utilizan estas toxinas para estar preparados ante el aumento de cianobacterias.
Los afloramientos de estos microorganismos en lagos, embalses y ríos de todo el mundo, así como en estuarios y mares, como el Báltico, es un fenómeno cada vez más frecuente.
Según los expertos, esto representa un problema económico –en la navegación o el turismo, por ejemplo–, y medioambiental.
En España, se ha confirmado la relación entre las proliferaciones de cianobacterias tóxicas en las marismas de Doñana con mortandades de fauna salvaje ocurridas en este espacio natural, aunque lo que más preocupa son sus efectos en la salud humana.
Riesgo para la salud humana
“Estas toxinas pueden afectar al hígado y otros órganos (hepatotoxinas), al sistema nervioso (neurotoxinas), a distintas celulas (citotoxinas), a los ojos y mucosas, además de producir dermatitis y alergias”, explica Francisca F. del Campo, otra de las autoras e investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid.
La científica demanda una mayor atención por parte de las autoridades y de la población general ante este problema sanitario y medioambiental tan poco conocido y al que no se presta el suficiente interés.
“Sospechamos que detrás de algunos trastornos gastrointestinales y otras enfermedades pueden estar estas citotoxinas, pero se requieren estudios epidemiológicos que lo confirmen”, apunta Del Campo.
Según los análisis del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), cerca del 20% de los embalses españoles (se muestrearon 278) presentan cianobacterias en concentraciones superiores a 2 mm3/l, el nivel guía que establece la OMS para aguas de baño.
Dentro de este grupo que sobrepasa los límites, en el 45% de los casos aparecen concentraciones de microcistinas (toxinas que afectan especialmente al hígado) por encima de 1 microg/l. Este es otro de los valores que la OMS recomienda y la legislación española exige no superar para aguas potables.
“Estas toxinas pueden afectar al hígado y otros órganos (hepatotoxinas), al sistema nervioso (neurotoxinas), a distintas celulas (citotoxinas), a los ojos y mucosas, además de producir dermatitis y alergias”, explica Francisca F. del Campo, otra de las autoras e investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid.
La científica demanda una mayor atención por parte de las autoridades y de la población general ante este problema sanitario y medioambiental tan poco conocido y al que no se presta el suficiente interés.
“Sospechamos que detrás de algunos trastornos gastrointestinales y otras enfermedades pueden estar estas citotoxinas, pero se requieren estudios epidemiológicos que lo confirmen”, apunta Del Campo.
Según los análisis del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), cerca del 20% de los embalses españoles (se muestrearon 278) presentan cianobacterias en concentraciones superiores a 2 mm3/l, el nivel guía que establece la OMS para aguas de baño.
Dentro de este grupo que sobrepasa los límites, en el 45% de los casos aparecen concentraciones de microcistinas (toxinas que afectan especialmente al hígado) por encima de 1 microg/l. Este es otro de los valores que la OMS recomienda y la legislación española exige no superar para aguas potables.
Referencia bibliográfica
Rehab El-Shehawy, Elena Gorokhova, Francisca Fernández-Piñas, Francisca F. del Campo. Global warming and hepatotoxin production by cyanobacteria: What can we learn from experiments? Water Research 46 (5): 1420-1429, abril de 2012.
Rehab El-Shehawy, Elena Gorokhova, Francisca Fernández-Piñas, Francisca F. del Campo. Global warming and hepatotoxin production by cyanobacteria: What can we learn from experiments? Water Research 46 (5): 1420-1429, abril de 2012.