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Una investigación realizada por científicos de dos universidades norteamericanas ha descubierto que la exclusión social ocasiona cambios en el cerebro y que estos cambios cerebrales provocan a su vez incapacidad de decisión y una disminución de la capacidad de aprendizaje: el cerebro realmente registra el aislamiento social del individuo y se ve afectado en su rendimiento y funcionamiento.
Investigaciones anteriores ya habían constatado que cuando un ser humano está socialmente aislado, deja de tener un comportamiento “normal”, en el sentido de que su auto-control comienza a fallarle. La nueva investigación, que ha publicado la revista Social Neuroscience.asp?referrer=parent&backto=issue,5,6;journal,2,3;linkingpublicationresults,1:119835,1, ha determinado por vez primera lo que ocurre en el cerebro de las personas que viven alejadas de su propio entorno.
El profesor de psicología de la universidad de Georgia, Keith Campbell, director de esta investigación, señaló en un comunicado de su universidad que el rechazo social tiene una poderosa influencia en la forma de actuar de la gente.
Este estudio es el primero que ha analizado los patrones cerebrales de sujetos socialmente excluidos utilizando una técnica denominada MEG (magnetoencefalografía),que mide los campos magnéticos generados natural y espontáneamente por las neuronas activas en el cerebro.
MEG, un método no invasivo de neuroimagen, analiza la distribución de estos campos magnéticos con el fin de localizar la fuente de actividad cerebral y permite superponer estas localizaciones en imágenes anatómicas para proporcionar información, tanto de la estructura como de las funciones cerebrales al mismo tiempo.
Suele utilizarse para detectar tumores en el cerebro antes de la cirugía o para estudiar el funcionamiento cerebral de los enfermos de epilepsia, por ejemplo, pero también resulta una técnica muy apropiada para el estudio de las funciones cerebrales.
Estudio con 30 mujeres
Una de las ventajas de esta técnica es que puede registrar los cambios en el cerebro en milisegundos, no en segundos, como se ha hecho en otras investigaciones sobre la actividad neuronal. Por tanto, es extremadamente útil para conocer dicha actividad durante la ejecución de tareas.
Gracias a los resultados obtenidos con esta tecnología aplicada al impacto del aislamiento social en el cerebro, es posible explicar desde el punto de vista neuronal por qué, frente a situaciones de exclusión o aislamiento social, las personas a menudo reaccionan abusando del alcohol, volviéndose agresivos o con un bajo rendimiento escolar o laboral.
Los participantes en este estudio fueron 30 mujeres estudiantes de psicología en la universidad de Georgia. A cada una de ellas se le pidió que completaran un cuestionario escrito sobre personalidad.
Posteriormente, los investigadores emitieron un juicio falso sobre los cuestionarios rellenados por las participantes, diciendo a la mitad de ellas –elegidas aleatoriamente- que según sus respuestas acabarían solas al final de sus vidas. A las demás se les dio una respuesta más neutral a partir de la supuesta revisión de sus cuestionarios.
Después, los científicos entregaron a cada participante una serie de problemas matemáticos sencillos, que debían resolver en 25 minutos en la pantalla del ordenador, mientras las voluntarias estaban en la máquina de la MEG. Según Campbell, se les presentó a las participantes 180 problemas mientras se medía la velocidad con la que éstas identificaban las respuestas como correctas o incorrectas, y los resultados fueron sorprendentes.
Resultados sorprendentes
Los datos de la MEG revelaron que la actividad cerebral de aquellas participantes que habían sido socialmente “excluidas” tras el cuestionario era claramente distinta a la de las demás participantes en las regiones cerebrales occipital, parietal y de la corteza prefrontal.
Asimismo, la exclusión social también había afectado a su rendimiento en la resolución de las cuestiones matemáticas, en comparación con el resto. De hecho, tardaban entre 100 y 300 milisegundos más que las otras en responder. De ambas comprobaciones se infiere que la exclusión social realmente afecta al funcionamiento neuronal.
La corteza parietal está relacionada con la atención, la corteza prefrontal ayuda al funcionamiento ejecutivo en procesos como la memoria activa y otros comportamientos que sustentan el auto-control. Por tanto, existe un vínculo entre el aislamiento, la actividad cerebral y el rendimiento o comportamiento humanos.
Inclusión y exclusión social
La inclusión es una expresión corriente que se refiere a nuestra participación en los diferentes círculos de los que formamos parte, ya sea la famila, la escuela, la universidad, el entorno laboral o el barrio en el que vivimos.
En Europa la exclusión o la inclusión se ha convertido en uno de los fundamentos de las políticas sociales, ya que la persona excluida socialmente, bien sea debido a su situación económica, su género, religión, raza, problemas de salud o nivel de formación, no está en las mismas condiciones que los demás miembros de la sociedad para obtener los mismos beneficios sociales.
A esta discriminación hay que añadir ahora un nuevo elemento: el déficit neuronal que padecen estas personas, que las hacen más débiles y menos inteligentes para tomar decisiones que afectan a sus vidas.
Investigaciones anteriores ya habían constatado que cuando un ser humano está socialmente aislado, deja de tener un comportamiento “normal”, en el sentido de que su auto-control comienza a fallarle. La nueva investigación, que ha publicado la revista Social Neuroscience.asp?referrer=parent&backto=issue,5,6;journal,2,3;linkingpublicationresults,1:119835,1, ha determinado por vez primera lo que ocurre en el cerebro de las personas que viven alejadas de su propio entorno.
El profesor de psicología de la universidad de Georgia, Keith Campbell, director de esta investigación, señaló en un comunicado de su universidad que el rechazo social tiene una poderosa influencia en la forma de actuar de la gente.
Este estudio es el primero que ha analizado los patrones cerebrales de sujetos socialmente excluidos utilizando una técnica denominada MEG (magnetoencefalografía),que mide los campos magnéticos generados natural y espontáneamente por las neuronas activas en el cerebro.
MEG, un método no invasivo de neuroimagen, analiza la distribución de estos campos magnéticos con el fin de localizar la fuente de actividad cerebral y permite superponer estas localizaciones en imágenes anatómicas para proporcionar información, tanto de la estructura como de las funciones cerebrales al mismo tiempo.
Suele utilizarse para detectar tumores en el cerebro antes de la cirugía o para estudiar el funcionamiento cerebral de los enfermos de epilepsia, por ejemplo, pero también resulta una técnica muy apropiada para el estudio de las funciones cerebrales.
Estudio con 30 mujeres
Una de las ventajas de esta técnica es que puede registrar los cambios en el cerebro en milisegundos, no en segundos, como se ha hecho en otras investigaciones sobre la actividad neuronal. Por tanto, es extremadamente útil para conocer dicha actividad durante la ejecución de tareas.
Gracias a los resultados obtenidos con esta tecnología aplicada al impacto del aislamiento social en el cerebro, es posible explicar desde el punto de vista neuronal por qué, frente a situaciones de exclusión o aislamiento social, las personas a menudo reaccionan abusando del alcohol, volviéndose agresivos o con un bajo rendimiento escolar o laboral.
Los participantes en este estudio fueron 30 mujeres estudiantes de psicología en la universidad de Georgia. A cada una de ellas se le pidió que completaran un cuestionario escrito sobre personalidad.
Posteriormente, los investigadores emitieron un juicio falso sobre los cuestionarios rellenados por las participantes, diciendo a la mitad de ellas –elegidas aleatoriamente- que según sus respuestas acabarían solas al final de sus vidas. A las demás se les dio una respuesta más neutral a partir de la supuesta revisión de sus cuestionarios.
Después, los científicos entregaron a cada participante una serie de problemas matemáticos sencillos, que debían resolver en 25 minutos en la pantalla del ordenador, mientras las voluntarias estaban en la máquina de la MEG. Según Campbell, se les presentó a las participantes 180 problemas mientras se medía la velocidad con la que éstas identificaban las respuestas como correctas o incorrectas, y los resultados fueron sorprendentes.
Resultados sorprendentes
Los datos de la MEG revelaron que la actividad cerebral de aquellas participantes que habían sido socialmente “excluidas” tras el cuestionario era claramente distinta a la de las demás participantes en las regiones cerebrales occipital, parietal y de la corteza prefrontal.
Asimismo, la exclusión social también había afectado a su rendimiento en la resolución de las cuestiones matemáticas, en comparación con el resto. De hecho, tardaban entre 100 y 300 milisegundos más que las otras en responder. De ambas comprobaciones se infiere que la exclusión social realmente afecta al funcionamiento neuronal.
La corteza parietal está relacionada con la atención, la corteza prefrontal ayuda al funcionamiento ejecutivo en procesos como la memoria activa y otros comportamientos que sustentan el auto-control. Por tanto, existe un vínculo entre el aislamiento, la actividad cerebral y el rendimiento o comportamiento humanos.
Inclusión y exclusión social
La inclusión es una expresión corriente que se refiere a nuestra participación en los diferentes círculos de los que formamos parte, ya sea la famila, la escuela, la universidad, el entorno laboral o el barrio en el que vivimos.
En Europa la exclusión o la inclusión se ha convertido en uno de los fundamentos de las políticas sociales, ya que la persona excluida socialmente, bien sea debido a su situación económica, su género, religión, raza, problemas de salud o nivel de formación, no está en las mismas condiciones que los demás miembros de la sociedad para obtener los mismos beneficios sociales.
A esta discriminación hay que añadir ahora un nuevo elemento: el déficit neuronal que padecen estas personas, que las hacen más débiles y menos inteligentes para tomar decisiones que afectan a sus vidas.