La inactividad física causa la muerte cada año a más de 3 millones de personas en todo el mundo, según la OMS.
La inactividad física se acentúa sobre todo a partir de los 50 años de edad, momento en que también se ven afectadas las capacidades cognitivas.
La literatura científica ha analizado en los últimos años el impacto de la decadencia de la actividad física en las capacidades cognitivas, considerando que ambos están relacionados.
Sin embargo, nunca ha podido determinar con claridad qué es lo que domina en esta relación, si la inactividad física es la que provoca la decadencia cognitiva o a la inversa.
Una nueva investigación desarrollada en la Universidad de Ginebra ha descubierto que son las capacidades cognitivas las que dominan esta relación.
Eso significa que la cognición influye en la actividad física mucho más que la actividad lo hace en las habilidades cognitivas.
En consecuencia, si después de los 50 años mantenemos activas nuestras capacidades cognitivas, tendremos más posibilidades de evitar la inactividad física y una muerte prematura.
Metodología
Para llegar a esta conclusión, los científicos realizaron un estudio en colaboración con el Centro Nacional de Competencia en Investigación (NCCR – VIDAS) en Suiza.
Como fuente documental, utilizaron la encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (Share), una base de datos que mide el nivel socioeconómico de los europeos a lo largo de 25 países.
Con esta base de datos de más de 100.000 personas entre 50 y 90 años se midió la actividad física y la capacidad cognitiva de los participantes cada dos años, durante 12 años.
Los procesos mentales se midieron utilizando una prueba de fluidez verbal, es decir, nombrar tantos animales como sea posible en 60 segundos, y una prueba de memoria (memorizar 10 palabras y recitarlas luego).
También se utilizaron tres modelos estadísticos: el primero analizó si la actividad física predecía el cambio en las habilidades cognitivas a través del tiempo.
El segundo, si los procesos mentales pronosticaban un cambio en la actividad física; y el tercero que demostrara las dos posibilidades bidireccionalmente.
La inactividad física se acentúa sobre todo a partir de los 50 años de edad, momento en que también se ven afectadas las capacidades cognitivas.
La literatura científica ha analizado en los últimos años el impacto de la decadencia de la actividad física en las capacidades cognitivas, considerando que ambos están relacionados.
Sin embargo, nunca ha podido determinar con claridad qué es lo que domina en esta relación, si la inactividad física es la que provoca la decadencia cognitiva o a la inversa.
Una nueva investigación desarrollada en la Universidad de Ginebra ha descubierto que son las capacidades cognitivas las que dominan esta relación.
Eso significa que la cognición influye en la actividad física mucho más que la actividad lo hace en las habilidades cognitivas.
En consecuencia, si después de los 50 años mantenemos activas nuestras capacidades cognitivas, tendremos más posibilidades de evitar la inactividad física y una muerte prematura.
Metodología
Para llegar a esta conclusión, los científicos realizaron un estudio en colaboración con el Centro Nacional de Competencia en Investigación (NCCR – VIDAS) en Suiza.
Como fuente documental, utilizaron la encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (Share), una base de datos que mide el nivel socioeconómico de los europeos a lo largo de 25 países.
Con esta base de datos de más de 100.000 personas entre 50 y 90 años se midió la actividad física y la capacidad cognitiva de los participantes cada dos años, durante 12 años.
Los procesos mentales se midieron utilizando una prueba de fluidez verbal, es decir, nombrar tantos animales como sea posible en 60 segundos, y una prueba de memoria (memorizar 10 palabras y recitarlas luego).
También se utilizaron tres modelos estadísticos: el primero analizó si la actividad física predecía el cambio en las habilidades cognitivas a través del tiempo.
El segundo, si los procesos mentales pronosticaban un cambio en la actividad física; y el tercero que demostrara las dos posibilidades bidireccionalmente.
Resultados
La investigación de la Universidad de Ginebra demostró que las capacidades cognitivas evitan la inactividad corporal mucho más que la actividad física previene la pérdida de cognición.
No obstante, para que el cerebro se mantenga rejuvenecido también necesita de las actividades físicas, puesto que ambos factores son fundamentales para que el cerebro se mantenga activo.
“Por lo tanto, los procesos mentales influyen principalmente sobre la actividad física y no a la inversa, como se creía hasta el momento”, señaló Boris Cheval, investigador principal del proyecto, en un comunicado.
Y añadió: “Por supuesto, es un círculo virtuoso, ya que la actividad física también influye en nuestras capacidades cognitivas. Pero, a la luz de estos nuevos hallazgos, lo hace en menor medida”.
La investigación de la Universidad de Ginebra demostró que las capacidades cognitivas evitan la inactividad corporal mucho más que la actividad física previene la pérdida de cognición.
No obstante, para que el cerebro se mantenga rejuvenecido también necesita de las actividades físicas, puesto que ambos factores son fundamentales para que el cerebro se mantenga activo.
“Por lo tanto, los procesos mentales influyen principalmente sobre la actividad física y no a la inversa, como se creía hasta el momento”, señaló Boris Cheval, investigador principal del proyecto, en un comunicado.
Y añadió: “Por supuesto, es un círculo virtuoso, ya que la actividad física también influye en nuestras capacidades cognitivas. Pero, a la luz de estos nuevos hallazgos, lo hace en menor medida”.
Referencia
Brain or muscles, what do we lose first? Boris Cheval. Health Psychology. DOI: 10.1037/hea0000857
Brain or muscles, what do we lose first? Boris Cheval. Health Psychology. DOI: 10.1037/hea0000857