La Escuela Politécnica de Zamora de la Universidad de Salamanca ha diseñado una planta piloto de biodiésel que cabe en el interior de un frigorífico. La idea es que este prototipo pueda instalarse en casas particulares o en pequeñas industrias como un electrodoméstico más, de manera que las familias o las empresas puedan reciclar aceite usado y transformarlo en combustible acto para motores o calefacción.
“Hemos utilizado un frigorífico para albergar los distintos elementos necesarios para fabricar biodiésel, como los depósitos, las electroválvulas o las mangueras”, explica a DiCYT (la agencia de noticias de la Universidad) Javier Brezmes Labrador, alumno de la Escuela Politécnica de Zamora que se ha encargado de sacar adelante este proyecto junto con su compañero Álvaro Vaquero Pérez.
El sistema emplea aceite vegetal usado que es sometido a un proceso de 24 horas de duración. El aceite se mezcla con reactivos, metóxido e hidróxido de potasio, para separar los esteres de la parte destinada a convertirse en biodiésel. Tras la reacción química se consigue, por un lado, glicerina, un subproducto que es necesario retirar, y biodiésel, el verdadero objetivo del proceso.
El primer combustible resultante “aún tiene impurezas que queremos eliminar”, explica Brezmes, así que en una nueva fase se mezcla con agua, se introduce en un depósito y se agita para que el agua atrape esas partículas. Después se decanta por la diferencia de densidad entre el agua y el biodiésel y se extrae. El resultado es un combustible listo para utilizar en vehículos o calderas sin ninguna otra adaptación.
“Hemos utilizado un frigorífico para albergar los distintos elementos necesarios para fabricar biodiésel, como los depósitos, las electroválvulas o las mangueras”, explica a DiCYT (la agencia de noticias de la Universidad) Javier Brezmes Labrador, alumno de la Escuela Politécnica de Zamora que se ha encargado de sacar adelante este proyecto junto con su compañero Álvaro Vaquero Pérez.
El sistema emplea aceite vegetal usado que es sometido a un proceso de 24 horas de duración. El aceite se mezcla con reactivos, metóxido e hidróxido de potasio, para separar los esteres de la parte destinada a convertirse en biodiésel. Tras la reacción química se consigue, por un lado, glicerina, un subproducto que es necesario retirar, y biodiésel, el verdadero objetivo del proceso.
El primer combustible resultante “aún tiene impurezas que queremos eliminar”, explica Brezmes, así que en una nueva fase se mezcla con agua, se introduce en un depósito y se agita para que el agua atrape esas partículas. Después se decanta por la diferencia de densidad entre el agua y el biodiésel y se extrae. El resultado es un combustible listo para utilizar en vehículos o calderas sin ninguna otra adaptación.
Gran eficiencia
En teoría, la recuperación del aceite en forma de biodiésel es el 100%, es decir, “de cada cinco litros de aceite usado se podrían obtener otros cinco litros de biodiésel”. En la práctica, “siempre tienes pequeñas pérdidas en el proceso, pero estamos hablando de mililitros”, indican los alumnos, que han estado dirigidos por el profesor Roberto José García Martín, con la colaboración de Ana Vivar, Auxiliadora García Martín y Soledad San Román Vicente.
El proyecto ha salido adelante en el marco del Programa de Prototipos Orientados al Mercado de la Universidad de Salamanca, una iniciativa que trata de que los estudiantes universitarios desarrollen sus propias ideas innovadoras dentro del Proyecto de Transferencia de Conocimiento Universidad-Empresa (T-CUE) de la Junta de Castilla y León.
En este caso, el prototipo que han fabricado y que cabe dentro de un frigorífico puede producir una cantidad de casi 25 litros de biodiésel cada vez que se pone en marcha la operación, un resultado tan bueno que la idea es comercializarlo y convertirlo en “un electrodoméstico que todos podríamos tener en casa”, destacan sus promotores en la información, de la que se hace eco el Instituto de la Ingeniería de España.
En teoría, la recuperación del aceite en forma de biodiésel es el 100%, es decir, “de cada cinco litros de aceite usado se podrían obtener otros cinco litros de biodiésel”. En la práctica, “siempre tienes pequeñas pérdidas en el proceso, pero estamos hablando de mililitros”, indican los alumnos, que han estado dirigidos por el profesor Roberto José García Martín, con la colaboración de Ana Vivar, Auxiliadora García Martín y Soledad San Román Vicente.
El proyecto ha salido adelante en el marco del Programa de Prototipos Orientados al Mercado de la Universidad de Salamanca, una iniciativa que trata de que los estudiantes universitarios desarrollen sus propias ideas innovadoras dentro del Proyecto de Transferencia de Conocimiento Universidad-Empresa (T-CUE) de la Junta de Castilla y León.
En este caso, el prototipo que han fabricado y que cabe dentro de un frigorífico puede producir una cantidad de casi 25 litros de biodiésel cada vez que se pone en marcha la operación, un resultado tan bueno que la idea es comercializarlo y convertirlo en “un electrodoméstico que todos podríamos tener en casa”, destacan sus promotores en la información, de la que se hace eco el Instituto de la Ingeniería de España.