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Diseñan un aperitivo de manzana que reduce los riesgos cardiovasculares en niños obesos

Está impregnado de mandarina, y también mejora su bienestar fisiológico


Investigadores de diversas instituciones valencianas han diseñado un snack o aperitivo de manzana impregnado de mandarina que reduce los riesgos cardiovasculares en niños obesos y mejora su bienestar fisiológico. Cuarenta gramos de este producto proporcionan los componentes bioactivos de un vaso de mandarina fresco.


UPV/Ruvid/T21
24/09/2013

El snack diseñado por los investigadores. Fuente: UPV.
El snack diseñado por los investigadores. Fuente: UPV.
Investigadores de la Universitat de València, la Universitat Politècnica de València, el Hospital Universitario Doctor Peset, y el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) han diseñado y comprobado la eficacia de un nuevo snack de manzana impregnado con zumo de mandarina que reduce riesgos cardiovasculares en niños obesos y mejorar su bienestar fisiológico.

El snack, desarrollado a escala de laboratorio en las instalaciones del Instituto de Ingeniería de los Alimentos para el Desarrollo de la UPV, destaca por su alto potencial antioxidante y antiinflamatorio.

Según destacan los investigadores, cuarenta gramos de este producto proporcionan los componentes bioactivos de un vaso de zumo de mandarina fresco. Los resultados de este trabajo han sido publicados recientemente en las revistas International Journal of Food Sciences and Nutrition, Nutrición hospitalaria e Innovative Food Science and Emerging Technologies.

Para analizar las propiedades y valor funcional del snack, se llevó a cabo un estudio en el que participaron 48 niños obesos de entre 9 y 15 años que estaban siendo tratados en el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Doctor Peset. En concreto, se evaluó el efecto de la incorporación de los aperitivos a una dieta baja en energía, que los niños siguieron durante cuatro semanas.

A partir de este estudio, los investigadores comprobaron cómo la incorporación a la dieta del alimento funcional mejoró la presión sanguínea sistólica y el perfil lipídico (tipos de grasas presentes en la sangre) de los niños; asimismo, aumentaron las defensas antioxidantes y disminuyeron los marcadores relacionados con el daño oxidativo al ADN y con la inflamación, todos ellos factores de riesgo cardiovascular.

“No se trata de un producto que induzca una pérdida de peso en los niños, pero sí que contribuiría a mejorar su calidad de vida. La modificación del estrés oxidativo en el tejido adiposo (o tejido graso) puede ayudar en la prevención del riesgo cardiovascular asociado a la obesidad infantil y, a largo plazo, a evitar patologías como la arteriosclerosis (endurecimiento y estrechamiento de las arterias provocado por la acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias)”, destaca la doctora Pilar Codoñer, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Doctor Peset y profesora titular del Departamento de Pediatría de la Universitat de València, en la nota de prensa de la UPV, recogida por Ruvid.

El proceso

Para obtener el snack, los investigadores enriquecieron rodajas de manzana con zumo de mandarina utilizando para ello una tecnología de impregnación al vacío desarrollada y patentada por el equipo de la UPV que permite incorporar ingredientes adicionales a la estructura de alimentos porosos, como es el caso de frutas y hortalizas.

“Después de varios años de trabajo, el producto está listo ya para poder ser comercializado por aquellas empresas que pudieran estar interesadas. Nuestro snack posee todas las propiedades de dos productos tan saludables como la manzana y la mandarina y no tiene ningún ingrediente añadido. Se trata de una alternativa a los snacks que existen en el mercado que contienen aceites y grasas saturadas y que, por tanto, son muy calóricos”, concluye Noelia Betoret, investigadora principal del proyecto y profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural.

Este trabajo se enmarca dentro de la tesis de Ester Betoret, investigadora también del Instituto de Ingeniería de los Alimentos para el Desarrollo de la Universitat Politècnica de València y fue financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.



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