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Desigualdad económica y salud: vamos al revés

La búsqueda de la ‘Felicidad nacional bruta’ podría evitar el aumento de trastornos mentales y prolongar nuestra esperanza de vida, afirman expertos


Las desigualdades económicas provocan un aumento de los trastornos mentales, ha revelado un estudio reciente, realizado por el psicólogo Fernández Pérez del Río. Estudios previos han demostrado, además, que los pobres se mueren antes. Sin embargo, en España las desigualdades no dejan de crecer: según Eurostat, nuestro país es ya la nación con mayor desigualdad social de las 27 que conforman la Unión Europea. La solución pasa por la aplicación de políticas que cubran las necesidades básicas de la población, que refuercen los sistemas sociales y que mejoren los servicios de salud mental, afirman especialistas en ‘Felicidad nacional bruta’. Por Yaiza Martínez.


15/03/2013

Imagen: hotblack. Fuent: MorgueFile.
Imagen: hotblack. Fuent: MorgueFile.
El doctor en Psicología Fernando Pérez del Río, coordinador Terapéutico de Proyecto Hombre Burgos, ha publicado un artículo en el último número de la revista Norte de Salud Mental, de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), en el que se revisan todos los trabajos publicados sobre desigualdad y salud mental en la última década.

Según un artículo de Cristina G. Pedraz publicado por DiCYT, se trata de investigaciones realizadas mayoritariamente por países anglosajones en las que se analizan las mismas variables.

La desigualdad genera una gran tensión

“He localizado 20 estudios, ninguno de ellos en castellano, y dos variables que son importantes. La primera es que una mayor desigualdad entre ricos y pobres aumenta el porcentaje de enfermedad mental. La cohesión social se rompe y la desigualdad genera mucha tensión. La segunda variable se relaciona con los valores que tenga esa sociedad, ya que no es lo mismo ser pobre en un país pobre que ser pobre en un país rico. Es mucho más problemático y enfermizo ser pobre en un país rico”, detalla Pérez del Río.

En relación con la primera de las variables, el estudio concluye que el grado interno de igualdad o desigualdad económica que presenta un país condiciona directamente la salud mental de sus ciudadanos.

Por ello, Estados Unidos o Reino Unido presentan más problemas de salud mental que Suecia, Finlandia o los Países Bajos, por ejemplo, países con bajos niveles de desigualdad.

“La desigualdad económica favorece el aumento de los trastornos mentales y contribuye a crear una sociedad ansiógena, estresada y frágil. No olvidemos que el trastorno mental también es una construcción social”, apunta el investigador.

Respecto a la segunda de las variables, la asociada con los valores de la sociedad, “está demostrado que ser pobre y vivir en una zona rica puede resultar más dañino para la salud que ser aún más pobre pero vivir en una zona de extrema miseria”.

Esto tiene que ver, agrega, con la visión de la pobreza y el fracaso en cada una de estas sociedades. “Cuando se desprecia esa situación, las personas pobres sienten vergüenza y tienden a aislarse de los demás y a alejarse de la comunidad, puesto que el fracaso se tiende a esconder, tanto más si ese fracaso está asociado al estigma de ser un dependiente o un parásito social”. Por ello, “cuanto menos se desprecia la pobreza o el fracaso más sana es una sociedad”.

En la misma línea, Pérez del Río concluye que los países más comunitarios y con menos diferencias económicas entre sus habitantes, aquellos que dan más importancia al grupo y gozan de mayor movilidad social (entendida como movimientos individuales o grupales que se producen en el sistema de clases), “son a la postre los países más sanos”.

Los pobres mueren antes

La relación entre salud y pobreza se ha ido constatando cada vez más gracias a estudios realizados en los últimos años.

Por ejemplo, en 2012, la Universidad de Granada publicó los resultados de una investigación que reveló que tener un alto nivel socioeconómico influye positivamente en la salud de las personas.

Para llevar a cabo este estudio, los científicos emplearon los datos de dos encuestas: la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2007, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y la Base de Datos Longitudinal de la Población Andaluza del año 2001, elaborada por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Otro ejemplo lo constituyen los resultados de una investigación llevada a cabo en 2009 por científicos de la Universidad de Manchester que pusieron de relieve que la riqueza y la clase social de las personas mayores afecta más a su salud de lo que se creía hasta entonces.

En concreto, el análisis constató que la pobreza condiciona, sobre todo, a la salud de los “mayores más jóvenes”, de entre 50 y 70 años, lo que explicaría la tendencia de los pobres a morir antes que los ricos.

El caso de España

Tener en consideración el papel de la pobreza y de las desigualdades sociales en la salud de la población cobra especial relevancia en nuestro país actualmente.

En 2011, el diario El País ya advertía de que la brecha entre ricos y pobres se ha disparado en España en los últimos tiempos, alcanzado el "nivel más alto" desde 1995, año de inicio de la serie estadística europea.

Y, más recientemente, hemos sabido, gracias a un informe de Eurostat, que España se ha convertido en la nación con mayor desigualdad social de las 27 que conforman la Unión Europea.

Desde hace cinco años, señalaba Eurostat a finales de 2012, la brecha entre los hogares que más ingresan y los que menos no ha parado de crecer y la pobreza sigue en aumento, amenazando a la cohesión social.

En este contexto, los recortes a los servicios sociales de carácter universal –entre los que se cuentan los servicios sanitarios públicos- tienen un efecto trágico para la población.

Soluciones para Europa

Volviendo al tema concreto de las enfermedades mentales, Fernando Pérez del Río opina que las soluciones para este problema en Europa surgirán de favorecer políticas comunitarias que primen la cohesión y la igualdad. Según el especialista, lo esencial sería potenciar todos aquellos aspectos sociales más grupales y menos individualistas y deterministas.

En este sentido, destaca que “debemos dar importancia a los aspectos sociales más educativos que terapéuticos, a los tratamientos integrales y no parcializados, al apoyo grupal y familiar y a los grupos de apoyo mutuo y, a la colaboración de los voluntarios en los dispositivos asistenciales”.

Del PIB a la Felicidad nacional bruta

La fortaleza del apoyo social resultaría, por tanto, indispensable para garantizar la salud de la población. Para ello son necesarias unas óptimas políticas sociales, que reduzcan las desigualdades, y que permitan mantener el bienestar de los ciudadanos.

En este mismo aspecto incidieron en abril de 2012 cientos de representantes de distintos gobiernos, investigadores y organizaciones de la sociedad civil reunidos en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para hablar del “Índice nacional bruto de felicidad”, un concepto que mide el bienestar de los ciudadanos por naciones.

En aquel encuentro, los expertos lanzaron sugerencias a los Gobiernos para aumentar la satisfacción vital de sus conciudadanos. Entre ellas: cubrir las necesidades básicas de la población, reforzar los sistemas sociales, implementar las políticas activas de trabajo, mejorar los servicios de salud mental; promover la compasión, el altruismo y la honestidad; y ayudar a la gente a resistir el exceso de mercantilismo.

En definitiva, cualquier país tendrá mayor nivel de felicidad media en términos económicos, cuanto más equitativa sea la distribución de sus ingresos, defienden otros especialistas.

Referencia bibliográfica:

Pérez del Río, F. Márgenes de la psiquiatría. Desigualdad económica y enfermedad mental. Norte de Salud Mental (2013).



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