Cloto era una de las parcas griegas, encargada de hilar el destino de los mortales. Por eso, los científicos del University of Texas Soutwestern Medical Center, de Estados Unidos, han decidido ponerle ese nombre al supuesto gen de la longevidad.
Aunque hace años que los artífices de este descubrimiento vienen hablando de la posible relación del gen Cloto con la longevidad, ha sido sólo recientemente que han publicado los resultados de sus investigaciones.
Según explican sus descubridores en el Journal of Biological Chemistry, este gen podría actuar como una hormona capaz de frenar el envejecimiento en el caso de ratones modificados genéticamente. Los investigadores afirman que aumenta la vida de dichos ratones entre un 20% o un 30%, en comparación con ratones cuyos genes no han sido modificados.
Según el director del experimento, el doctor Makoto Kuro-O, esta extensión de la esperanza de vida es notablemente significativa, y se debe a la capacidad del gen de evitar el daño celular, de los tejidos y de los órganos, que es propio del envejecimiento.
Radicales libres frenados
El fenómeno del deterioro del organismo con el paso de los años está causado por los radicales libres, responsables del desgaste de las células. Un radical libre es una molécula (orgánica o inorgánica), extremadamente inestable y con gran poder reactivo. Estas moléculas se forman en los organismos vivos por el contacto con el oxígeno (oxidación), y actúan alterando las membranas celulares y atacando el material genético de las células.
Además del efecto de los radicales libres sobre el organismo, el deterioro de los cuerpos también puede deberse a la contaminación o a determinadas infecciones bacterianas o víricas. Con el tiempo, el ADN cambia como respuesta a todas estas agresiones, las células mueren, y el envejecimiento se produce.
Debido a que estos factores no pueden evitarse completamente, los investigadores se centraron en rastrear los daños que produce la oxidación en dos grupos de ratones. El primer grupo estaba formado por ratones modificados genéticamente, de manera que su gen cloto emitiera mayor cantidad del tipo de proteína que normalmente emite. Se trata de una proteína que circula por la sangre y que manda mensajes a todos los tejidos. El segundo grupo analizado estaba compuesto por ratones normales.
A ambos grupos de ratones se les inyectó un herbicida denominado Paraguat, cuya ingestión es muy venenosa. En humanos, las lesiones más graves que puede ocasionar son pulmonares, y deja como secuela la fibrosis pulmonar, así como daños hepáticos y renales normalmente reversibles.
Longevidad y diabetes
Con esta inyección de herbicida, los científicos midieron el daño infringido al ADN de los animales, a través de la sangre y de la orina. Descubrieron que los ratones manipulados genéticamente lo metabolizaban mejor, y que los ratones normales tenían niveles mucho más altos de afectación en el ADN. Por lo tanto, los primeros contaban con mayor cantidad de enzimas reparadoras de los daños causados en su material genético.
Podría ser la fuente de la longevidad, pero aún quedan por resolver algunas de las secuelas que inevitablemente genera la manipulación genética. En este caso, los ratones modificados genéticamente tenían menos descendencia y procesaban deficientemente la insulina. Por lo tanto, es cierto que duraban más tiempo, pero también que son muy proclives a desarrollar la enfermedad de la diabetes.
Por eso, antes de que pueda hacerse una proteína cloto sintética para lanzar al mercado y propiciar una larga vida a los humanos que la consuman, los científicos deben seguir investigando para evitar los posibles efectos secundarios de su consumo.
Asimismo, los investigadores señalan que debe haber más genes implicados en el proceso de envejecimiento, por lo que aún debe conocerse la correlación entre ellos para provocar un proceso inevitable, al menos hasta la fecha.
Ralentizar el envejecimiento genéticamente
Este experimento no es el primero que se lleva a cabo para intentar ganarle la carrera a la vida, o al menos para tratar de controlar en cierta medida sus ciclos. Tal como publicamos en otro artículo, la manipulación genética ya ha permitido con anterioridad multiplicar por seis la expectativa de vida de un gusano, la extensión más prolongada que se ha conseguido hasta ahora en un organismo.
En el año 2000, un investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en Cambridge (Massachusetts) llamado Leonard Guarante, descubrió que la restricción calórica o una dieta baja en calorías activaba un gen denominado SIR2, con capacidad para frenar el envejecimiento. Este gen codifica para la proteína SIR2, y se descubrió que dicha proteína es mayor en las moscas del vinagre con menor aporte calórico en su dieta. Su investigación está recogida en el libro Ageless Quest.
La Sir2 desempeña un papel central en el ciclo metabólico celular. Guarante y sus colaboradores crearon, a partir de este hallazgo, una mosca mutante con sobreexpresión de la proteína Sir2, y descubrieron que con esta sobreexpresión dichas moscas podían vivir hasta un 60% más que las moscas normales. Asimismo, Guarante ha demostrado que el Sir2 está totalmente relacionado con la extensión de la esperanza de vida en la levadura y el nematodo, y que los humanos incorporan un gen análogo.
Por otro lado, a través de un experimento genético llevado a cabo en la University of Southern California, un equipo de investigadores lograron manipular dos de los genes responsables del envejecimiento de los seres vivos, el Sir2 y el SCH9, este último encargado de transformar los nutrientes en energía.
Dirigidos por el científico Valter Longo, este equipo consiguió que ciertos organismos vivieran seis veces más de lo normal. Se trataba de organismos unicelulares, a los que se sometió a situaciones de supervivencia, negándoseles el alimento.
Luz al final del túnel
Tal como explica al respecto un comunicado la mencionada Universidad, del que se ha hecho eco Astroseti, en estas situaciones dichos organismos se hicieron más fuertes y fueron más capaces de reparar los efectos genéticos propios del paso del tiempo. Los resultados han hecho pensar a los investigadores en futuros fármacos que consigan el mismo efecto en humanos sin necesidad de modificar nuestra dieta.
Todo indica que en algún momento el envejecimiento podrá ser controlado, ya que las investigaciones sobre el envejecimiento han encontrado la luz al final del túnel. Se considera incluso que la esperanza de vida puede duplicarse en el presente siglo.
El último paso en esa dirección lo constituye el descubrimiento de la relación de cloto con el envejecimiento. Sin embargo, antes de ser probado en humanos aún quedan muchas pruebas por realizar, si bien sus descubridores resaltan la importancia del hallazgo para la investigación gerontológica.
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Aunque hace años que los artífices de este descubrimiento vienen hablando de la posible relación del gen Cloto con la longevidad, ha sido sólo recientemente que han publicado los resultados de sus investigaciones.
Según explican sus descubridores en el Journal of Biological Chemistry, este gen podría actuar como una hormona capaz de frenar el envejecimiento en el caso de ratones modificados genéticamente. Los investigadores afirman que aumenta la vida de dichos ratones entre un 20% o un 30%, en comparación con ratones cuyos genes no han sido modificados.
Según el director del experimento, el doctor Makoto Kuro-O, esta extensión de la esperanza de vida es notablemente significativa, y se debe a la capacidad del gen de evitar el daño celular, de los tejidos y de los órganos, que es propio del envejecimiento.
Radicales libres frenados
El fenómeno del deterioro del organismo con el paso de los años está causado por los radicales libres, responsables del desgaste de las células. Un radical libre es una molécula (orgánica o inorgánica), extremadamente inestable y con gran poder reactivo. Estas moléculas se forman en los organismos vivos por el contacto con el oxígeno (oxidación), y actúan alterando las membranas celulares y atacando el material genético de las células.
Además del efecto de los radicales libres sobre el organismo, el deterioro de los cuerpos también puede deberse a la contaminación o a determinadas infecciones bacterianas o víricas. Con el tiempo, el ADN cambia como respuesta a todas estas agresiones, las células mueren, y el envejecimiento se produce.
Debido a que estos factores no pueden evitarse completamente, los investigadores se centraron en rastrear los daños que produce la oxidación en dos grupos de ratones. El primer grupo estaba formado por ratones modificados genéticamente, de manera que su gen cloto emitiera mayor cantidad del tipo de proteína que normalmente emite. Se trata de una proteína que circula por la sangre y que manda mensajes a todos los tejidos. El segundo grupo analizado estaba compuesto por ratones normales.
A ambos grupos de ratones se les inyectó un herbicida denominado Paraguat, cuya ingestión es muy venenosa. En humanos, las lesiones más graves que puede ocasionar son pulmonares, y deja como secuela la fibrosis pulmonar, así como daños hepáticos y renales normalmente reversibles.
Longevidad y diabetes
Con esta inyección de herbicida, los científicos midieron el daño infringido al ADN de los animales, a través de la sangre y de la orina. Descubrieron que los ratones manipulados genéticamente lo metabolizaban mejor, y que los ratones normales tenían niveles mucho más altos de afectación en el ADN. Por lo tanto, los primeros contaban con mayor cantidad de enzimas reparadoras de los daños causados en su material genético.
Podría ser la fuente de la longevidad, pero aún quedan por resolver algunas de las secuelas que inevitablemente genera la manipulación genética. En este caso, los ratones modificados genéticamente tenían menos descendencia y procesaban deficientemente la insulina. Por lo tanto, es cierto que duraban más tiempo, pero también que son muy proclives a desarrollar la enfermedad de la diabetes.
Por eso, antes de que pueda hacerse una proteína cloto sintética para lanzar al mercado y propiciar una larga vida a los humanos que la consuman, los científicos deben seguir investigando para evitar los posibles efectos secundarios de su consumo.
Asimismo, los investigadores señalan que debe haber más genes implicados en el proceso de envejecimiento, por lo que aún debe conocerse la correlación entre ellos para provocar un proceso inevitable, al menos hasta la fecha.
Ralentizar el envejecimiento genéticamente
Este experimento no es el primero que se lleva a cabo para intentar ganarle la carrera a la vida, o al menos para tratar de controlar en cierta medida sus ciclos. Tal como publicamos en otro artículo, la manipulación genética ya ha permitido con anterioridad multiplicar por seis la expectativa de vida de un gusano, la extensión más prolongada que se ha conseguido hasta ahora en un organismo.
En el año 2000, un investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en Cambridge (Massachusetts) llamado Leonard Guarante, descubrió que la restricción calórica o una dieta baja en calorías activaba un gen denominado SIR2, con capacidad para frenar el envejecimiento. Este gen codifica para la proteína SIR2, y se descubrió que dicha proteína es mayor en las moscas del vinagre con menor aporte calórico en su dieta. Su investigación está recogida en el libro Ageless Quest.
La Sir2 desempeña un papel central en el ciclo metabólico celular. Guarante y sus colaboradores crearon, a partir de este hallazgo, una mosca mutante con sobreexpresión de la proteína Sir2, y descubrieron que con esta sobreexpresión dichas moscas podían vivir hasta un 60% más que las moscas normales. Asimismo, Guarante ha demostrado que el Sir2 está totalmente relacionado con la extensión de la esperanza de vida en la levadura y el nematodo, y que los humanos incorporan un gen análogo.
Por otro lado, a través de un experimento genético llevado a cabo en la University of Southern California, un equipo de investigadores lograron manipular dos de los genes responsables del envejecimiento de los seres vivos, el Sir2 y el SCH9, este último encargado de transformar los nutrientes en energía.
Dirigidos por el científico Valter Longo, este equipo consiguió que ciertos organismos vivieran seis veces más de lo normal. Se trataba de organismos unicelulares, a los que se sometió a situaciones de supervivencia, negándoseles el alimento.
Luz al final del túnel
Tal como explica al respecto un comunicado la mencionada Universidad, del que se ha hecho eco Astroseti, en estas situaciones dichos organismos se hicieron más fuertes y fueron más capaces de reparar los efectos genéticos propios del paso del tiempo. Los resultados han hecho pensar a los investigadores en futuros fármacos que consigan el mismo efecto en humanos sin necesidad de modificar nuestra dieta.
Todo indica que en algún momento el envejecimiento podrá ser controlado, ya que las investigaciones sobre el envejecimiento han encontrado la luz al final del túnel. Se considera incluso que la esperanza de vida puede duplicarse en el presente siglo.
El último paso en esa dirección lo constituye el descubrimiento de la relación de cloto con el envejecimiento. Sin embargo, antes de ser probado en humanos aún quedan muchas pruebas por realizar, si bien sus descubridores resaltan la importancia del hallazgo para la investigación gerontológica.
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