Mapa axial que muestra la corteza cingulada anterior dorsal caudal (cdACC) y cingulada anterior rostroventromedial. Las regiones corticales mostraron un aumento en las respuestas al metilfenidato. Brookhaven National Laboratory.
Un estudio hecho público por el Laboratorio Nacional de Brookhaven demostró que una cierta dosis oral del psicoestimulante metilfenidato, más conocido por su marca comercial Ritalin (o Rubifen en España), disminuye el deterioro de la función cerebral y el rendimiento en personas adictas a la cocaína. El trabajo menciona que el metilfenidato, en combinación con las intervenciones cognitivas, cumple un papel decisivo en la recuperación de la adicción a las drogas.
Financiado por el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA) y la Universidad de Stony Brook con el Centro de Investigación Clínica, y el apoyo de la infraestructura proveniente de la Oficina de Ciencias del Departamento de Energía de EE.UU. (DOE), la investigación fue liderada por la psicóloga Rita Z. Goldstein y su equipo de trabajo (Patricia Woicik, Thomas Maloney, Nelly Alia-Klein, Ruiliang Wang y Gene-Jack Wang, del laboratorio de Brookhaven; Dardo Tomasi y Frank Telang del Instituto Nacional en Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA); Juntian Shan, Jean Honorio y Dimitris Samaras del Departamento de la Universidad Stony Brook de Ciencias de la Comuputación; y Nora Volkow de NIAAA y NIDA).
El comunicado, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, sugiere que al aumentar la función de la corteza prefrontal y el rendimiento cognitivo asociado (en particular disminuyendo la impulsividad) “el metilfenidato podría ayudar a mejorar los resultados clínicos en las personas que buscan superar la adicción a las drogas”, informó la psicóloga experta.
Financiado por el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA) y la Universidad de Stony Brook con el Centro de Investigación Clínica, y el apoyo de la infraestructura proveniente de la Oficina de Ciencias del Departamento de Energía de EE.UU. (DOE), la investigación fue liderada por la psicóloga Rita Z. Goldstein y su equipo de trabajo (Patricia Woicik, Thomas Maloney, Nelly Alia-Klein, Ruiliang Wang y Gene-Jack Wang, del laboratorio de Brookhaven; Dardo Tomasi y Frank Telang del Instituto Nacional en Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA); Juntian Shan, Jean Honorio y Dimitris Samaras del Departamento de la Universidad Stony Brook de Ciencias de la Comuputación; y Nora Volkow de NIAAA y NIDA).
El comunicado, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, sugiere que al aumentar la función de la corteza prefrontal y el rendimiento cognitivo asociado (en particular disminuyendo la impulsividad) “el metilfenidato podría ayudar a mejorar los resultados clínicos en las personas que buscan superar la adicción a las drogas”, informó la psicóloga experta.
Resultados contundentes
El desarrollo de la investigación contó con la participación de trece consumidores de cocaína y catorce sujetos de control sanos, a los cuales se les pidió que realizaran una tarea cognitiva después de haber recibido una dosis de Ritalin oral (unos 20 miligramos) o un placebo. Al mismo tiempo, los médicos observarían las imágenes de las regiones cerebrales por medio de una resonancia magnética.
La labor que debían realizar los sujetos consistía en pulsar un botón para identificar correctamente el color de una palabra impresa. Algunas tenían que ver con el consumo de drogas, mientras que otras eran de carácter “neutral”. Los participantes recibían recompensas monetarias cuando las respuestas eran correctas.
Los investigadores estaban sumamente interesados en dos partes puntuales de la corteza prefrontal, capaz de dañar la actividad cognitiva en personas adictas a las drogas. Según Goldstein, estas regiones ayudan a regular la emoción, la cognición y el comportamiento en respuesta a los estímulos relevantes. “Dado que los consumidores de drogas tienen déficit en estas regiones, pueden tener menos capacidad para regular sus emociones y ejercer el control sobre ciertas conductas cognitivas”, informó la psicóloga.
Los resultados fueron contundentes. A los consumidores de cocaína que se les entregó un placebo mostraron una paulatina reducción de las funciones en las regiones de la corteza prefrontal, en comparación con los usuarios de control sanos. Con respecto a los consumidores de cocaína que se les había suministrado una dosis baja de metilfenidato mejoraron su función cerebral de tal manera que se parecían más a los sujetos de control sanos.
Paralelamente, los sujetos que recibieron metilfenidato fueron menos propensos a cometer “errores de comisión”, es decir, pulsando un botón incorrecto o antes de tiempo. Además, los científicos determinaron que cuanto mayor es la mejora en la precisión de tareas con Ritalin, mayor es el aumento en la resonancia magnética funcional en las regiones de la corteza prefrontal. De esta manera, las mejoras en la función cerebral se relacionan directamente con el rendimiento cognitivo mejorado.
“Los estudios futuros deben evaluar si estos resultados pueden generalizarse a otras tareas o actividades que involucren a estas regiones específicas del cerebro”, sostuvo la especialista en psicología.
El desarrollo de la investigación contó con la participación de trece consumidores de cocaína y catorce sujetos de control sanos, a los cuales se les pidió que realizaran una tarea cognitiva después de haber recibido una dosis de Ritalin oral (unos 20 miligramos) o un placebo. Al mismo tiempo, los médicos observarían las imágenes de las regiones cerebrales por medio de una resonancia magnética.
La labor que debían realizar los sujetos consistía en pulsar un botón para identificar correctamente el color de una palabra impresa. Algunas tenían que ver con el consumo de drogas, mientras que otras eran de carácter “neutral”. Los participantes recibían recompensas monetarias cuando las respuestas eran correctas.
Los investigadores estaban sumamente interesados en dos partes puntuales de la corteza prefrontal, capaz de dañar la actividad cognitiva en personas adictas a las drogas. Según Goldstein, estas regiones ayudan a regular la emoción, la cognición y el comportamiento en respuesta a los estímulos relevantes. “Dado que los consumidores de drogas tienen déficit en estas regiones, pueden tener menos capacidad para regular sus emociones y ejercer el control sobre ciertas conductas cognitivas”, informó la psicóloga.
Los resultados fueron contundentes. A los consumidores de cocaína que se les entregó un placebo mostraron una paulatina reducción de las funciones en las regiones de la corteza prefrontal, en comparación con los usuarios de control sanos. Con respecto a los consumidores de cocaína que se les había suministrado una dosis baja de metilfenidato mejoraron su función cerebral de tal manera que se parecían más a los sujetos de control sanos.
Paralelamente, los sujetos que recibieron metilfenidato fueron menos propensos a cometer “errores de comisión”, es decir, pulsando un botón incorrecto o antes de tiempo. Además, los científicos determinaron que cuanto mayor es la mejora en la precisión de tareas con Ritalin, mayor es el aumento en la resonancia magnética funcional en las regiones de la corteza prefrontal. De esta manera, las mejoras en la función cerebral se relacionan directamente con el rendimiento cognitivo mejorado.
“Los estudios futuros deben evaluar si estos resultados pueden generalizarse a otras tareas o actividades que involucren a estas regiones específicas del cerebro”, sostuvo la especialista en psicología.
Estudios de hoy y mañana
Goldstein reveló que estudios anteriores demostraron que el metilfenidato no disminuye el consumo de cocaína ni prevé recaídas en personas adictas; de esta manera, no funciona para tratar la adicción a las drogas directamente.
Sin embargo, otros estudios indican que “el metilfenidato disminuye la asunción de riesgos e impulsividad y mejora la función cerebral y el rendimiento cognitivo en una serie de condiciones que también afectan a la corteza prefrontal del cerebro, incluyendo el trastorno de hiperactividad por déficit de atención (TDAH), algunas formas de demencia y ciertos tipos de lesión cerebral”, menciona la licenciada.
Y concluye: “Si tiene estos efectos positivos en los individuos adictos a la cocaína, entonces podría ser un componente útil, una clara estrategia de tratamiento que ayudaría a incrementar el control y la recuperación de los adictos”.
El metilfenidato (MFD) es un psicoestimulante que existe desde hace ya más de 60 años. La producción y prescripción del MFD creció significativamente en los años 90, especialmente en los Estados Unidos, en la medida en que el diagnóstico de TDAH pasó a ser mejor comprendido y aceptado más generalizadamente dentro de las comunidades médica y de salud mental.
Goldstein reveló que estudios anteriores demostraron que el metilfenidato no disminuye el consumo de cocaína ni prevé recaídas en personas adictas; de esta manera, no funciona para tratar la adicción a las drogas directamente.
Sin embargo, otros estudios indican que “el metilfenidato disminuye la asunción de riesgos e impulsividad y mejora la función cerebral y el rendimiento cognitivo en una serie de condiciones que también afectan a la corteza prefrontal del cerebro, incluyendo el trastorno de hiperactividad por déficit de atención (TDAH), algunas formas de demencia y ciertos tipos de lesión cerebral”, menciona la licenciada.
Y concluye: “Si tiene estos efectos positivos en los individuos adictos a la cocaína, entonces podría ser un componente útil, una clara estrategia de tratamiento que ayudaría a incrementar el control y la recuperación de los adictos”.
El metilfenidato (MFD) es un psicoestimulante que existe desde hace ya más de 60 años. La producción y prescripción del MFD creció significativamente en los años 90, especialmente en los Estados Unidos, en la medida en que el diagnóstico de TDAH pasó a ser mejor comprendido y aceptado más generalizadamente dentro de las comunidades médica y de salud mental.