Una investigación de la Universidad Penn ha descubierto cómo nacen y se desarrollan las supersticiones en la sociedad y se convierten en pautas de comportamiento.
Las supersticiones son creencias contrarias a la razón que atribuyen una explicación sobrenatural a los acontecimientos, procesos o relaciones. A veces, las supersticiones generan seguridad y confianza, pero otras veces provocan ansiedad, depresión e incluso esquizofrenia.
Una superstición muy extendida lleva a la gente a huir de los gatos negros o a no pasar nunca por debajo de una escalera. Otra lleva a algunos hoteles a obviar la planta 13 y a unas compañías aéreas a saltarse la fila 13 de los asientos de pasajeros.
La nueva investigación se basa en la teoría de juegos, un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones sociales (llamadas juegos) y permite comprender mejor la conducta humana frente a la toma de decisiones.
Se apoya más concretamente en un concepto de la teoría de juegos que se llama equilibrio correlacionado. Hace referencia al equilibrio que se produce cuando, por ejemplo, todos los conductores respetan la misma señal de un semáforo: pasan cuando está en verde, se detienen cuando se pone en color rojo.
Modelo de la teoría de juegos
La investigación desarrolla un modelo que muestra cómo las supersticiones nacen y se desarrollan en un entorno social siguiendo los patrones de la teoría de juegos. Los resultados se publican en PNAS.
El modelo refleja un sistema en el que originalmente nadie tiene un sistema de creencias particular. Sin embargo, en algún momento alumbra un conjunto de creencias que derivan en comportamientos sociales compartidos.
El modelo permite observar cómo se produce este fenómeno social, origen de las supersticiones: se origina en el momento en el que los individuos descubren que creer en algo les parece beneficioso.
Los individuos del modelo son racionales y coherentes, y nunca siguen una norma sin más, pero cambian cuando una creencia, sencillamente, les parece buena. Entonces asumen nuevas creencias o cambian unas creencias anteriores por otras nuevas.
A continuación, otras personas las imitan porque han tenido éxito gracias a esa creencia en algo considerado beneficioso. Esto crea una dinámica evolutiva en la que las creencias "compiten" entre sí, aumentando y disminuyendo su aceptación social.
Las supersticiones son creencias contrarias a la razón que atribuyen una explicación sobrenatural a los acontecimientos, procesos o relaciones. A veces, las supersticiones generan seguridad y confianza, pero otras veces provocan ansiedad, depresión e incluso esquizofrenia.
Una superstición muy extendida lleva a la gente a huir de los gatos negros o a no pasar nunca por debajo de una escalera. Otra lleva a algunos hoteles a obviar la planta 13 y a unas compañías aéreas a saltarse la fila 13 de los asientos de pasajeros.
La nueva investigación se basa en la teoría de juegos, un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones sociales (llamadas juegos) y permite comprender mejor la conducta humana frente a la toma de decisiones.
Se apoya más concretamente en un concepto de la teoría de juegos que se llama equilibrio correlacionado. Hace referencia al equilibrio que se produce cuando, por ejemplo, todos los conductores respetan la misma señal de un semáforo: pasan cuando está en verde, se detienen cuando se pone en color rojo.
Modelo de la teoría de juegos
La investigación desarrolla un modelo que muestra cómo las supersticiones nacen y se desarrollan en un entorno social siguiendo los patrones de la teoría de juegos. Los resultados se publican en PNAS.
El modelo refleja un sistema en el que originalmente nadie tiene un sistema de creencias particular. Sin embargo, en algún momento alumbra un conjunto de creencias que derivan en comportamientos sociales compartidos.
El modelo permite observar cómo se produce este fenómeno social, origen de las supersticiones: se origina en el momento en el que los individuos descubren que creer en algo les parece beneficioso.
Los individuos del modelo son racionales y coherentes, y nunca siguen una norma sin más, pero cambian cuando una creencia, sencillamente, les parece buena. Entonces asumen nuevas creencias o cambian unas creencias anteriores por otras nuevas.
A continuación, otras personas las imitan porque han tenido éxito gracias a esa creencia en algo considerado beneficioso. Esto crea una dinámica evolutiva en la que las creencias "compiten" entre sí, aumentando y disminuyendo su aceptación social.
Comportamientos coordinados
La imitación se amplifica en la sociedad y permite desarrollar un conjunto coordinado de comportamientos que se aplican a través de normas sociales coherentes, derivadas de las nuevas creencias compartidas.
De esta forma se origina un equilibrio correlacionado que permite a un colectivo asumir los mismos comportamientos que consideran beneficiosos, sin que exista una base racional o científica que sustente esta reacción colectiva.
El número 13 es mejor esquivarlo, y como lo eluden claramente hoteles y compañías aéreas, el efecto social se amplifica y se consolida la superstición. Desaparece la contradicción entre el conocimiento científico y la creencia en lo peligroso del número 13.
"Lentamente, estos actores acumulan supersticiones", explica Bryce Morsky, uno de los investigadores, en un comunicado. "Pueden decir: bueno, creo que cuando observo este evento debo comportarme de esta manera porque otra persona se comportará también así, y con el tiempo, si tienen éxito en usar ese tipo de estrategia, las supersticiones se asumen y puede ser evolutivamente estables. A veces puede ser racional mantener estas creencias irracionales", añade.
Sin coreógrafo
La consecuencia de este proceso es que las normas derivadas de las supersticiones crean un sistema más amplio de creencias que ayuda a coordinar el comportamiento general de muchos actores (los hoteles y compañías aéreas que eluden el número 13, por ejemplo), sin necesidad de que estén coordinados formalmente entre sí.
Trasladada esta conclusión al ejemplo del semáforo, significa que el equilibrio correlacionado que genera una superstición, llega un momento en que no necesita un factor externo (coreógrafo) que impulse y coordine el comportamiento colectivo.
Eso es lo que pasa con las supersticiones, según esta investigación, si bien recalca que para que eso ocurra, las normas derivadas de estas creencias deben ser coherentes y coordinar con éxito el comportamiento individual: los coches deben cruzar sin colisionar, incluso si no funciona el semáforo.
La imitación se amplifica en la sociedad y permite desarrollar un conjunto coordinado de comportamientos que se aplican a través de normas sociales coherentes, derivadas de las nuevas creencias compartidas.
De esta forma se origina un equilibrio correlacionado que permite a un colectivo asumir los mismos comportamientos que consideran beneficiosos, sin que exista una base racional o científica que sustente esta reacción colectiva.
El número 13 es mejor esquivarlo, y como lo eluden claramente hoteles y compañías aéreas, el efecto social se amplifica y se consolida la superstición. Desaparece la contradicción entre el conocimiento científico y la creencia en lo peligroso del número 13.
"Lentamente, estos actores acumulan supersticiones", explica Bryce Morsky, uno de los investigadores, en un comunicado. "Pueden decir: bueno, creo que cuando observo este evento debo comportarme de esta manera porque otra persona se comportará también así, y con el tiempo, si tienen éxito en usar ese tipo de estrategia, las supersticiones se asumen y puede ser evolutivamente estables. A veces puede ser racional mantener estas creencias irracionales", añade.
Sin coreógrafo
La consecuencia de este proceso es que las normas derivadas de las supersticiones crean un sistema más amplio de creencias que ayuda a coordinar el comportamiento general de muchos actores (los hoteles y compañías aéreas que eluden el número 13, por ejemplo), sin necesidad de que estén coordinados formalmente entre sí.
Trasladada esta conclusión al ejemplo del semáforo, significa que el equilibrio correlacionado que genera una superstición, llega un momento en que no necesita un factor externo (coreógrafo) que impulse y coordine el comportamiento colectivo.
Eso es lo que pasa con las supersticiones, según esta investigación, si bien recalca que para que eso ocurra, las normas derivadas de estas creencias deben ser coherentes y coordinar con éxito el comportamiento individual: los coches deben cruzar sin colisionar, incluso si no funciona el semáforo.
Referencia
Evolution of social norms and correlated equilibria. Bryce Morsky and Erol Akçay. PNAS, April 11, 2019. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.1817095116
Evolution of social norms and correlated equilibria. Bryce Morsky and Erol Akçay. PNAS, April 11, 2019. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.1817095116