Sentir que la vida tiene sentido y plantearse objetivos a realizar, es decir, vivir con un propósito importante, resulta esencial para la salud de las personas mayores.
Esto es lo que se desprende de un estudio realizado por investigadores del Rush University Medical Center, de Chicago (Estados Unidos), cuyos resultados han relacionado una tasa de mortalidad más baja entre las personas mayores con el hecho de tener un propósito vital.
La profesora de psicología de dicha Universidad, Patricia A. Boyle, y sus colaboradores del Rush Alzheimer’s Disease Center, analizaron a un total de 1.238 ancianos residentes del Centro Rush, que estaban participando en dos investigaciones en marcha desde 1997: el Rush Memory and Aging Project y el Minority Aging Research Study.
Ninguno de estos ancianos sufría demencia, que es la pérdida progresiva de las funciones cognitivas, debida a daños o trastornos cerebrales más allá de los atribuibles al envejecimiento normal.
Según publica el Rush University Medical Center en un comunicado, los participantes fueron sometidos a una serie de cuestionarios iniciales, y también a un seguimiento de su estado durante los cinco años siguientes.
Voluntariosos y sanos
Los investigadores explican, en un artículo aparecido en la revista especializada Psychosomatic Medicine, que con el presente estudio se pretendía probar la siguiente hipótesis: que tener objetivos en la vida, vivir con un propósito importante, puede estar relacionado con un riesgo reducido de mortalidad entre personas mayores que vivan en una comunidad o residencia.
Según Boyle, como propósito en la vida se entendería la tendencia de los individuos a encontrarle sentido a sus experiencias vitales, y a concentrar su voluntad en determinados objetivos.
El análisis de los datos obtenidos reveló que tener objetivos vitales estaba asociado con una significativa reducción de la mortalidad.
De hecho, las personas mayores que sentían que aún tenían cosas que hacer en la vida, fueron la mitad de propicios a morir a lo largo del periodo de cinco años analizado, en comparación con las personas que no tenían este sentimiento.
Estos resultados fueron los mismos en hombres y en mujeres, y en individuos de raza negra y de raza blanca. Además, se mantuvieron incluso tras añadir otras variables, como las del control de síntomas depresivos, de incapacidad, de neurosis, de condiciones médicas o de ingresos económicos. Durante el periodo que duró el estudio murieron un total de 151 participantes.
Objetivos y salud
La constatación de que vivir con un propósito está relacionado con la longevidad en personas mayores apuntaría a que algunos aspectos del bienestar humano, en especial la tendencia a darle sentido a nuestras experiencias vitales y a mantener la intencionalidad y la capacidad de plantearnos objetivos, contribuyen a un buen envejecimiento, asegura Boyle.
Tres fueron los enunciados de los cuestionarios que presentaron relaciones más significativas con el grado de mortalidad entre las personas estudiadas.
A ellos debieron contestar los participantes expresando su acuerdo o desacuerdo con su contenido, de manera que los investigadores pudieran establecer la actitud vital de los ancianos: “A veces me siento como si ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer en la vida”, “solía plantearme objetivos, pero ahora esto me parece una pérdida de tiempo” y “mis actividades cotidianas a menudo me parecen triviales y poco importantes”.
Según Boyle, los resultados obtenidos (comparando las respuestas y las actitudes con la salud de los participantes en los cinco años siguientes) apuntan a que determinados factores en la vida, como tener un objetivo, contribuirían a la salud de los ancianos.
En futuros estudios, señalan los investigadores, debería aumentarse el conocimiento de la relación entre los objetivos vitales y otras características demográficas, conocimiento actualmente limitado.
Asimismo, futuras investigaciones deberían examinar si la relación entre propósito de vida y mortalidad podría ser modificada por otras variables que la presente investigación no contemplaba, cómo el grado de religiosidad de los participantes.
Intervenciones de ayuda
Por último, la investigación sugiere que en futuros estudios debería examinarse si se podría aumentar la voluntad de plantearse objetivos en la vida y de vivir dando sentido a las experiencias diarias, con intervenciones destinadas a ayudar a los ancianos.
Boyle señala que aunque es cierto que darle sentido a la vida siempre es importante, en el caso de las personas mayores hacerlo aumenta el tiempo y la calidad de vida de éstos, al suponer una mejora del estado de salud.
Los resultados obtenidos por Boyle concuerdan con los de un estudio anterior, realizado por científicos de la Universidad de Michigan, en el que se reveló que el altruismo es un factor de longevidad para las personas mayores.
En dicha investigación, se demostró concretamente que las personas mayores cuyo propósito vital es ayudar a otros tenían un 60% más posibilidades de prolongar su vida.
Esto es lo que se desprende de un estudio realizado por investigadores del Rush University Medical Center, de Chicago (Estados Unidos), cuyos resultados han relacionado una tasa de mortalidad más baja entre las personas mayores con el hecho de tener un propósito vital.
La profesora de psicología de dicha Universidad, Patricia A. Boyle, y sus colaboradores del Rush Alzheimer’s Disease Center, analizaron a un total de 1.238 ancianos residentes del Centro Rush, que estaban participando en dos investigaciones en marcha desde 1997: el Rush Memory and Aging Project y el Minority Aging Research Study.
Ninguno de estos ancianos sufría demencia, que es la pérdida progresiva de las funciones cognitivas, debida a daños o trastornos cerebrales más allá de los atribuibles al envejecimiento normal.
Según publica el Rush University Medical Center en un comunicado, los participantes fueron sometidos a una serie de cuestionarios iniciales, y también a un seguimiento de su estado durante los cinco años siguientes.
Voluntariosos y sanos
Los investigadores explican, en un artículo aparecido en la revista especializada Psychosomatic Medicine, que con el presente estudio se pretendía probar la siguiente hipótesis: que tener objetivos en la vida, vivir con un propósito importante, puede estar relacionado con un riesgo reducido de mortalidad entre personas mayores que vivan en una comunidad o residencia.
Según Boyle, como propósito en la vida se entendería la tendencia de los individuos a encontrarle sentido a sus experiencias vitales, y a concentrar su voluntad en determinados objetivos.
El análisis de los datos obtenidos reveló que tener objetivos vitales estaba asociado con una significativa reducción de la mortalidad.
De hecho, las personas mayores que sentían que aún tenían cosas que hacer en la vida, fueron la mitad de propicios a morir a lo largo del periodo de cinco años analizado, en comparación con las personas que no tenían este sentimiento.
Estos resultados fueron los mismos en hombres y en mujeres, y en individuos de raza negra y de raza blanca. Además, se mantuvieron incluso tras añadir otras variables, como las del control de síntomas depresivos, de incapacidad, de neurosis, de condiciones médicas o de ingresos económicos. Durante el periodo que duró el estudio murieron un total de 151 participantes.
Objetivos y salud
La constatación de que vivir con un propósito está relacionado con la longevidad en personas mayores apuntaría a que algunos aspectos del bienestar humano, en especial la tendencia a darle sentido a nuestras experiencias vitales y a mantener la intencionalidad y la capacidad de plantearnos objetivos, contribuyen a un buen envejecimiento, asegura Boyle.
Tres fueron los enunciados de los cuestionarios que presentaron relaciones más significativas con el grado de mortalidad entre las personas estudiadas.
A ellos debieron contestar los participantes expresando su acuerdo o desacuerdo con su contenido, de manera que los investigadores pudieran establecer la actitud vital de los ancianos: “A veces me siento como si ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer en la vida”, “solía plantearme objetivos, pero ahora esto me parece una pérdida de tiempo” y “mis actividades cotidianas a menudo me parecen triviales y poco importantes”.
Según Boyle, los resultados obtenidos (comparando las respuestas y las actitudes con la salud de los participantes en los cinco años siguientes) apuntan a que determinados factores en la vida, como tener un objetivo, contribuirían a la salud de los ancianos.
En futuros estudios, señalan los investigadores, debería aumentarse el conocimiento de la relación entre los objetivos vitales y otras características demográficas, conocimiento actualmente limitado.
Asimismo, futuras investigaciones deberían examinar si la relación entre propósito de vida y mortalidad podría ser modificada por otras variables que la presente investigación no contemplaba, cómo el grado de religiosidad de los participantes.
Intervenciones de ayuda
Por último, la investigación sugiere que en futuros estudios debería examinarse si se podría aumentar la voluntad de plantearse objetivos en la vida y de vivir dando sentido a las experiencias diarias, con intervenciones destinadas a ayudar a los ancianos.
Boyle señala que aunque es cierto que darle sentido a la vida siempre es importante, en el caso de las personas mayores hacerlo aumenta el tiempo y la calidad de vida de éstos, al suponer una mejora del estado de salud.
Los resultados obtenidos por Boyle concuerdan con los de un estudio anterior, realizado por científicos de la Universidad de Michigan, en el que se reveló que el altruismo es un factor de longevidad para las personas mayores.
En dicha investigación, se demostró concretamente que las personas mayores cuyo propósito vital es ayudar a otros tenían un 60% más posibilidades de prolongar su vida.