Recreación artística de cómo el robot Curiosity se comunicará con la Tierra durante el aterrizaje. NASA.
En el cuartel general de la nueva misión a Marte hay una sinceridad brutal. “Hay muy pocas cosas que podamos hacer para reaccionar a una tormenta de arena”, reconoce Peter Theisinger, jefe de Mars Science Laboratory, al teléfono desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California. El aterrizaje de la misión en Marte, previsto para el lunes, lo gobierna un programa automático que deja muy poco margen para ajustes humanos de última hora.
“Sólo hemos aterrizado con éxito seis veces en Marte y esta sería la séptima”, explica Theisinger. “Si tenemos éxito habremos demostrado un nuevo camino para llevar a Marte misiones futuras, es un hito monumental”, señala. Theisinger sabe de lo que habla. Ha estado en la NASA desde 1957, años antes de que la agencia lanzase su primera misión al planeta rojo. El experto ya fue jefe de los dos anteriores robots de exploración Spirit y Opportunity, que llegaron a Marte en 2004.
Por ahora, el artefacto se dirige justo al centro de la diana. Es un punto concreto en la atmósfera de Marte desde el que la nave comenzará el descenso mientras el rozamiento achicharra el fuselaje a más de 2.000 grados. Si todo va según lo programado, Curiosity, el robot de exploración marciana más avanzado de la historia, se posará siete minutos después en la zona acordada: una elipse de 20 kilómetros de largo y siete de ancho, lo que no está mal para un tiro de 560 millones de kilómetros.
Tiempo perfecto: helado y seco
“El margen de error actual para la entrada en la atmósfera es de 300 metros y un par de décimas de segundo”, explica. “Si aumenta en unos cientos de metros o llega a uno o dos segundos podríamos modificar el punto y el momento de entrada”, añade. Esa es una de las pocas maniobras que permite el sistema de entrada. La otra permite cambiar ciertos parámetros de descenso una vez dentro de la atmósfera marciana para intentar capear el mal tiempo, si lo hay.
“Sólo hemos aterrizado con éxito seis veces en Marte y esta sería la séptima”, explica Theisinger. “Si tenemos éxito habremos demostrado un nuevo camino para llevar a Marte misiones futuras, es un hito monumental”, señala. Theisinger sabe de lo que habla. Ha estado en la NASA desde 1957, años antes de que la agencia lanzase su primera misión al planeta rojo. El experto ya fue jefe de los dos anteriores robots de exploración Spirit y Opportunity, que llegaron a Marte en 2004.
Por ahora, el artefacto se dirige justo al centro de la diana. Es un punto concreto en la atmósfera de Marte desde el que la nave comenzará el descenso mientras el rozamiento achicharra el fuselaje a más de 2.000 grados. Si todo va según lo programado, Curiosity, el robot de exploración marciana más avanzado de la historia, se posará siete minutos después en la zona acordada: una elipse de 20 kilómetros de largo y siete de ancho, lo que no está mal para un tiro de 560 millones de kilómetros.
Tiempo perfecto: helado y seco
“El margen de error actual para la entrada en la atmósfera es de 300 metros y un par de décimas de segundo”, explica. “Si aumenta en unos cientos de metros o llega a uno o dos segundos podríamos modificar el punto y el momento de entrada”, añade. Esa es una de las pocas maniobras que permite el sistema de entrada. La otra permite cambiar ciertos parámetros de descenso una vez dentro de la atmósfera marciana para intentar capear el mal tiempo, si lo hay.
“Esperamos un tiempo frío y seco, justo lo que queremos”, añade Theisinger. Esta semana la NASA detectó una tormenta de polvo al sur del cráter Gale, donde debe aterrizar Curiosity. Pero ayer las nubes se habían disipado casi por completo y el tiempo marciano parece estar cooperando desde entonces. Tal y como están las cosas, tendría que haber “un cambio enorme” de las condiciones meteorológicas para que el control de la misión tenga que modificar la trayectoria, reconoce el experto. Con todo, la posibilidad de éxito es de más del 98%, según cálculos extraoficiales.
El aterrizaje sigue previsto para las 7:31 del lunes hora peninsular española y la primera confirmación de éxito llegará uno o dos minutos más tarde. El mensaje no lo mandará el propio Curiosity, sino la sonda Odyssey, que orbita el planeta rojo. Si esta nave no capta la señal, habrá que esperar dos horas para tener confirmación. A esa hora se espera también la primera postal desde Marte del Curiosity en forma de foto en blanco y negro.
Ninguna de las misiones que ha visto Theisinger eran capaces de hacer lo que hará Curiosity. Este robot es el primero que puede “digerir muestras” y analizarlas en busca de rastros orgánicos que pudieran delatar vida. “Encontrar compuestos orgánicos sería un ‘home run ’ (batazo) para toda la misión”, reconoce Theisinger en términos de béisbol.
Pero el laboratorio en las entrañas del Curiosity no es tan sofisticado como los de la Tierra y esas pruebas tendrían que ser confirmadas antes de poder anunciar que hay vida en Marte o que la hubo alguna vez . “Esta misión, como todas las anteriores, acumulará muchos conocimientos científicos pero también nos aportará nuevas preguntas que sólo se podrán responder con nuevas misiones”, concluye el experto.
El aterrizaje sigue previsto para las 7:31 del lunes hora peninsular española y la primera confirmación de éxito llegará uno o dos minutos más tarde. El mensaje no lo mandará el propio Curiosity, sino la sonda Odyssey, que orbita el planeta rojo. Si esta nave no capta la señal, habrá que esperar dos horas para tener confirmación. A esa hora se espera también la primera postal desde Marte del Curiosity en forma de foto en blanco y negro.
Ninguna de las misiones que ha visto Theisinger eran capaces de hacer lo que hará Curiosity. Este robot es el primero que puede “digerir muestras” y analizarlas en busca de rastros orgánicos que pudieran delatar vida. “Encontrar compuestos orgánicos sería un ‘home run ’ (batazo) para toda la misión”, reconoce Theisinger en términos de béisbol.
Pero el laboratorio en las entrañas del Curiosity no es tan sofisticado como los de la Tierra y esas pruebas tendrían que ser confirmadas antes de poder anunciar que hay vida en Marte o que la hubo alguna vez . “Esta misión, como todas las anteriores, acumulará muchos conocimientos científicos pero también nos aportará nuevas preguntas que sólo se podrán responder con nuevas misiones”, concluye el experto.
Los 5.000 padres del 'Curiosity'
Cuando el Curiosity aterrice mañana en Marte el aparato tendrá detrás un equipo de unas 600 personas, explica Peter Theisinger. Unos 400 son científicos, incluyendo un equipo español que ha construido la estación meteorológica a bordo del robot. El resto son los expertos de vuelo, cuyo trabajo finalizará en unas horas, y los de la misión de superficie, que se preparan para tomar el relevo una vez el coche pose sus ruedas en el cráter Gale. Son en torno a 70 personas encargadas de controlar y manejar el que puede ser el coche más caro de la historia (la misión MSL ha costado unos 1.900 millones de euros). Hace unos años, cuando la construcción del Curiosity estaba en su auge, había unas 5.000 personas involucradas en el proyecto, asegura Theisinger.
Artículo publicado originalmente en Materia. Se reproduce con autorización.
Cuando el Curiosity aterrice mañana en Marte el aparato tendrá detrás un equipo de unas 600 personas, explica Peter Theisinger. Unos 400 son científicos, incluyendo un equipo español que ha construido la estación meteorológica a bordo del robot. El resto son los expertos de vuelo, cuyo trabajo finalizará en unas horas, y los de la misión de superficie, que se preparan para tomar el relevo una vez el coche pose sus ruedas en el cráter Gale. Son en torno a 70 personas encargadas de controlar y manejar el que puede ser el coche más caro de la historia (la misión MSL ha costado unos 1.900 millones de euros). Hace unos años, cuando la construcción del Curiosity estaba en su auge, había unas 5.000 personas involucradas en el proyecto, asegura Theisinger.
Artículo publicado originalmente en Materia. Se reproduce con autorización.